El joven mago se paralizó al ver que su novia fue al puesto y compro taiyaki. El alimento en forma de pez y ahí radicaba el problema, daba igual que no fuera un pez de enserio. Tenía la forma, y él tenía ictiofobia (miedo a los peces), al regresar la miró como si no pudiera creerlo.
—¿Por qué compraste eso?
¿Por qué en cada una de sus citas lo compraba? Aoko era cruel, además bromeaba en que sus citas sean, en acuarios, a pescar o incluso ir a comer sushi.
Volviendo al tema inicial. Ni siquiera podía mirar esa cosa, se dedicó a apuntarlo mientras miraba sus ojos.
—Me antojó.
Él debió esperarse esa respuesta.
—Tiene relleno de chocolate —agregó.
—Y forma de pez —objetó.
—Ahora ya no—expresó la chica. Kaito sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al ver como su novia mordió la cabeza del pez.
Bien, ahora no se parecía a un pez y se notaba el relleno de chocolate, claro si el color marrón, en realidad no eran las tripas de pez. Okay, estaba muy mal, más bien ella estaba mal.
—¡Ya deja de comprar taiyaki en nuestras citas!—exclamó. Siempre hacía lo mismo.
—Y tú no le tengas miedo, no es un pez real.
—Se parece un pez.
—No tiene el sabor como uno.
—¡Ya deja de hablar de los peces! —refutó, su estómago comenzaba a revolverse.
—¿No quieres probar? —ofreciéndole uno de su bolsa.
—No— fue su respuesta contundente.
Al rato, mientras seguían caminando Kaito la miró de reojo comer su taiyaki y en el momento que sus labios estuvieron en su campo de visión, fue el momento en el que cambio su opinión.
—Sabes, si quiero probar —le dijo viendo como un pedazo estaba entre sus labios y sus dientes.
Aoko iba a entregarle unos de los tantos que compró, pero se detuvo de esa acción, cuando su novio se acercó hacia ella y la tomó de las mejillas. Cerró los ojos mientras el chico, empezó a comer el Taiyaki, acortando la distancia que había entre su boca y en segundos la adolescente sintió algo suave en sus labios, profundizando el beso, le robó el último pedazo que tenía entre dientes y lo comió, despegó los labios y tragó el pedazo.
—Tenías razón es dulce.
Dedicándole una mirada misteriosa, siguió caminando con la vista enfrente. Entretanto, sonreía ladinamente y la joven mantenía un rubor en sus mejillas. Kaito ya pensaba en comer taiyaki únicamente de la boca de su novia.
