Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no es mío, es de Amano Akira. Hago esto con motivos de entretenimiento.

Nota: Letras itálicas son signo de pensamientos o de narración de algo que pasó anteriormente.


"Tsunayoshi y la puerta secreta"

Capítulo I:

"Una puerta. La entrada a Wonderland"

Tsuna descubrió la puerta al poco tiempo de permanecer en la mansión Vongola.

Una puerta pequeña, demasiado pequeña incluso para un niño. Uno tenía que ponerse a gatas para poder verla bien y estaba muy bien escondida detrás de un mueble que parecía tener años de edad.

Lo que menos esperaba encontrar detrás de ella luego de abrirla por segunda vez, era el ver aquel túnel que brillaba en tonos azules en una espiral que mareaba. Los ladrillos habían desaparecido, como si nunca hubieran estado allí y un frío olor a cerrado se filtraba a través de la puerta abierta: olía a algo muy antiguo y rancio.


La había encontrado por accidente.

Al tropezarse con una caja en la nada escombrada habitación, terminó cayendo de espaldas hacia el suelo y golpeando su cabeza en contra de un pequeño mueble que ahí yacía. Lloró de dolor mientras se sobaba la nuca con desesperación y al voltear, el mueble se había movido y dio lugar a que la pequeña puerta quedara a la vista.

Era algo muy curioso, ¿una puerta así, con una llave en la cerradura, en una habitación del sótano de la mansión en donde usualmente se depositaban cosas viejas? No se podría decir que Tsuna era de los de tipo curioso, pero aquello llamó su atención e hizo que su súper intuición gritara, aunque no sabía exactamente de qué.

Acercó su mano a la llave que estaba colocada, la tomo entre sus dedos y su súper intuición le volvió a advertir, como una alarma que resonaba con un "¡peligro!, ¡peligro!" a todo volumen.

Eso hubiera sido suficiente para alejarlo de ahí y así hubiera podido evitar toda la serie de problemas que le caerían encima, pero la suerte no jugó de su parte aquella vez. Ese día, después del largo camino hecho de Japón a Italia, aguantar las constantes patadas de Reborn a cada hora por no tener "todo lo suficiente para el viaje", asegurarse de que ninguno de sus amigos se matase entre sí en el trayecto (Dios sabía cómo habían logrado que Mukuro y Hibari aceptaran viajar con todos los demás guardianes sin evitar lesiones en los otros o en ellos), ser el que cargó todo el equipaje hasta la mansión (cortesía del arcobaleno), aguantar las miradas de desdén y repulsión que le dedicaban varios de los subordinados del Noveno, ser obligado a recorrer cada rincón de la casa y hacer un croquis de ésta (otra cortesía de Reborn) y para colmo, tener que entregarle su anillo a Talbot, la única vía que tenía para jugar con Natsu o hablar con Primo y lograr tranquilizarse antes de que le diera un ataque nervios, fue de pronto demasiado para él; tanto que ignoró los alarmantes avisos que su instinto le gritaba y se dejó llevar por la curiosidad no sin cierta fatiga, al menos esperaba encontrar algo interesante detrás.

Giró la llave.

La puerta hizo un sonido al abrirse. La jaló para poder ver lo que había y…

Una pared de ladrillos lo saludó.

Tsuna parpadeó confundido.

- ¿Eh?

Hasta avergonzado se sintió.


En medio de ese espiral de azul, todavía podía ver a aquel pequeño zorro blanco que brincaba por doquier, llevando a un pobre Leon en su hocico. Lo único que Tsuna deseaba era que el pobre camaleón se encontrara bien y que ningún diente afilado del zorro lo estuviera lastimando.

¡Ah! ¡Demonios, demonios! ¿¡Cómo había terminado en aquel predicamento?!

Si aquello pasaba por su actitud de la tarde, entonces el castigo debería de caer sobre él, ¡no sobre Leon! ¡El pequeño camaleón no tenía la culpa de nada! Incluso siempre los había ayudado a su manera, dándoles ropa especial para cada misión. Enojado con Reborn o no, ¡Leon era asunto diferente!

Tsuna tragó saliva, nervioso. Miró hacia atrás, preguntándose si debería de despertar a alguien para pedir ayuda, o al menos asegurarse de que no estaba alucinando.

Entonces, las palabras que escuchó en toda su estadía resonaron en su cabeza.

"¿Por qué no mejor te vas a contar las ventanas de toda la mansión? No creo que haciendo eso puedas romper algo, ¿verdad?"

"¿Qué dices? ¿Realmente ese chico es el Décimo Vongola? Dios, ¡es un niño de lo peor! ¡La familia está perdida!"

"Pff… Haha-hahaha. Perdón, perdón. ¿Se encuentra bien, Don? ¿El golpe en la cara no le dolió? Tal vez debería de hablar con los criados, para eviten dejar tan reluciente el piso y así no se caiga. Haha-haha."

"Dame-Tsuna una vez, Dame-Tsuna para siempre."

No.

Tal vez fuera un berrinche del más tipo Lambo de su parte, pero no iba a pedir ninguna clase de ayuda después de todo eso. No necesitaba que fuera más despreciado y subestimado que de costumbre.


- ¡Ya basta! - gritó enfurecido. Sus guardianes lo miraron asombrados, dejaron de gritarse el uno al otro, se quedaron petrificados; nunca lo habían visto en tal carácter desde la pelea contra Byakuran. Los criados se dejaron de mover, los sirvientes del Noveno se pararon de reír y el propio Timoteo lo observó con expresión asombrada. Los cabellos empapados le cubrían la mirada y su respiración era dificultosa.

Estaba realmente enojado.

- Parece que a Dame-Tsuna por fin le salió su-

- ¡Cállate de una buena vez! - interrumpió rechinando los dientes - ¿¡Qué clase de tutor le avienta la comida a su estudiante?!

Dino caminó hacia Tsuna con paso vacilante. Su hermanito estaba al borde de un colapso por pura presión. El jefe Cavallone sabía lo que se sentía estar en tal situación, todavía recordaba lo horrible que era estar con el arcobaleno haciendo de las suyas a cada instante cuando intentabas quedar bien con los demás miembros de la familia.

Terminabas quedando como un inútil del cual todos se reían. Y Tsuna ya tenía suficiente de eso, había pasado toda su vida con esa etiqueta como para que se la reafirmaran cuando más se estaba esforzando.

Reborn sintió tal asombro ante el reproche que no supo cómo reaccionar, y su semblante usualmente despreocupado y divertido se ensombreció de repente.

- ¡Lo único que hacen todos es quejarse! ¡Para que lo sepan, no acepte venir por ustedes! - tenía tanto que sacar, tanto de lo que explotar que se había acumulado en los últimos dos días que su labio temblaba de sentimientos contenidos - ¡Vine porque Primo me lo pidió! ¡Si tienen tanto que decir, díganselo a él si es que se atreven!


Al momento en el que entró para poder perseguir a ese zorro y rescatar a Leon, la solides del suelo desapareció.

- ¡Hiiiie! ¡No, no, no!

Cayó en picada.

Todas las espirales de azul lo rodeaban y lo llevaban directo hacia un abismo desconocido. El olor se hizo más fuerte Tsuna creyó que iba a vomitar del vértigo. ¡Y justo cuando comió unas deliciosas donas hace unas horas!

Logró mirar hacia atrás, viendo a la lejanía la puerta que permanecía abierta y de donde profanaba la oscuridad de la noche.

¡No, no, no! ¡¿Qué demonios estaba pasando?! ¿¡Era aquello una representación bizarra de la caída de Alicia a la madriguera del conejo?! ¿¡Estaba soñando?! ¿¡Era una broma cruel de Mukuro?!

Antes de que pudiera responder a cualquiera de esas preguntas, su vista notó un pequeño cuadrado que irradiaba luz a la distancia.

Un cuadrado con la misma forma de la puerta que dejó mientras caía hace unos segundos. Y al cual, hay que decir, iba directo a una velocidad muy peligrosa.

- ¡¿Por qué me pasan estas cosas a mí?! - gritó con cómico y agudo tono de voz.

Para su suerte, pasó directo por la apertura. Lo malo, es que la velocidad no disminuyó y terminó dando una voltereta en el aire antes de estrellarse contra una pared directo en la cara.


Escuchó un sonido en la mitad de la noche.

Adormilado, se frotó los ojos, miró para todos lados hasta que su mirada pudo enfocar una extraña mancha blanca cerca de la puerta de su cuarto.

Era un zorro blanco.

El animal inclinó la cabeza, entrecerró los ojos y Tsuna juró que le sonrió de forma maliciosa. Entre sus dientes logró distinguir a una figura verde y débil que hacía ruidos deprimentes.

El Décimo despertó por completo al ver a Leon que lo observaba como si pidiera ayuda.

El zorro saltó, salió de la habitación y sus pisadas sonaron por el suelo.

Sin pensarlo, Tsuna se paró, ignorando que él había dejado la puerta de su habitación cerrada y no abierta y buscó al zorro en el pasillo. Un pequeño rugido lo hizo fijarse en la planta de abajo, donde, al final de las escaleras, el asusto animal lo miró mientras movía de un lado a otro la cola.

Así empezó la persecución hasta llegar al sótano. El oscuro y frio sótano.

Tsuna dudó en bajar. La oscuridad de por sí era abrumadora y no se había traído ninguna lámpara para alumbrarlo. Sin mencionar que estar en una mansión de más de 150 años de antigüedad a media noche le provocaba un escalofrió.

No importó mucho cuando escuchó lo que le pareció un sonido de dolor por parte del camaleón.

Descendió hasta el sótano, donde sorprendentemente había luz. Una fantasmagórica luz azul que salía de la pequeña puerta abierta que había dejado hace un par de días.

El zorro le dedicó otra maligna sonrisa y desapareció de su vista cerca de la puerta.


Sin duda alguna estaba en el sótano de la mansión. Un sótano mucho más limpio, sin cajas amontonadas por doquier, muebles viejos y con la luz encendida que oscilaba arriba suyo. Tsuna parpadeó confundido, ¿qué sucedió?

Se levantó, sacudió los pantalones de su pijama que tenían polvo y decidió subir arriba a ver qué demonios había pasado.

Al salir, todas las luces estaban encendidas. La mansión parecía brillar bajo la iluminación de los candelabros principales y una suave tonada de un piano llegó a sus oídos desde la planta de arriba.

Vale, tenía que tratar de sacarle la parte lógica a todo.

Opción uno: Todo fue un sueño, se paró sonámbulo de la cama y caminó hasta el sótano. Aunque eso no explicaba porque estaba tan limpio cuando despertó.

Opción dos: Una broma de Mukuro quien escondió todo con una ilusión.

Opción tres: Seguía dormido.

- Ciaossu, Tsunayoshi.

Tsuna retrocedió de la impresión, tanto que cayó de sentón en el suelo mientras el hombre a quien pertenecía la voz lo miraba sonriente desde las escaleras. Su traje y sombrero negros hacían juego con los botones que tenía en vez de ojos en su rostro.

- Me alegra que hayas llegado.

Bueno, al menos eso le confirmaba que todo era un sueño…

¿Verdad?


¡Hola a todos!

Gracias por pasarse a leer este fic.

La idea de hacerlo me surgió cuando estaba viendo la película de "Coraline y la puerta secreta", así que, de una vez aviso que el fic está basado en esa película. Y aquí recalco la palabra "basado", pues también habrá varias cosas diferentes de ella.

Oh sí, perdonen si Tsuna me salió muy fuera de personaje, no estaba segura de como iniciar esto (ironía de la vida es que tengas en la mente como sucederá todo excepto el principio). Pero no duden que trataré de apegarme lo más que pueda a su personalidad en los siguientes capítulos.

Pequeño resumen de lo que pasó: Tsuna y los demás fueron invitados a la mansión Vongola en Italia, donde por tanta presión nuestro querido jefe terminó fatigado de tanta presión. También, se encontró con una pequeña puerta en la cual terminó metiéndose gracias a la provocación de un zorro blanco (luego explicaré de donde viene) y ahora se reunió con un sujeto que posee botones negros en lugar de ojos.

Por ahora, eso es todo. Agradezco de nuevo el haber leído esto y me despido.

Atte: ElenaMisaScarlet