Los personajes corresponden a J.R.Rowling
Voyager
I.
Los pulmones parecía que estallarían; ah, él estaba muy viejo para esto, se repetía incesantemente mientras trataba de agarrar algún aliento mientras corría. Las voces se acercaban cada vez más. A este ritmo, pronto estarían sobre él; debía pensar rápido.
Rasgó un pedazo de tela de su maltrecha chaqueta y lo tiró en el borde de la senda. De un salto, se puso en el lado contrario, zambulléndose bajo unos matorrales y un tronco caído.
Su respiración era agitada y sentía que el costado se rasgaba dejándole un sabor a sangre.
Los hombres que lo seguían estuvieron pronto ahí; sin embargo se detuvieron lanzando maldiciones, pues el rastro desaparecía. Como animales tras su presa comenzaron a rodear el lugar buscando alguna señal. Pronto uno de ellos encontró la tela rasgada y exclamó triunfante. Siguiendo la dirección, se perdieron en busca del fugitivo.
Con cautela, se asomó de su escondite y cuando estuvo seguro, comenzó un paso rápido al bajo, cerca de un arrollo. Ahí, en una de las laderas y tapada por matorrales había una pequeña gruta que les servía de refugio.
Con cuidado de no romper las ramas, se abrió paso y entró al lugar. Antes de que pudiera orientarse mejor, una enojada joven le salió al paso.
¡Donde diablos fue!… ¿acaso no se da cuenta?- la voz de la muchacha comenzaba a subir de volumen.
El se desconcertó, pero no dijo palabra, optando por ir a un rincón. Ella no aceptó tal actitud y lo tomó de la solapa
- ¡Qué si o hubieran agarrado, qué si lo hubiesen golpeado como lo hicieron con Moody!-
Estoy bien…
La vacilación en su voz no hubiese sido creída por nadie que conociera a este hombre.
¿Bien?... casi chilló Hermione.
Luego de un momento ella se dejó caer en una estera cubriéndose la cara con las manos.
Estaba tan espantada. Escuche los perros y a esos hombres gritar.
El se arrodilló frente a ella vacilante. Aún le desconcertaba ser el recipiente de la preocupación de otro ser humano, y a pesar de que lo ataba en formas extrañas, se sentía bien. Aunque no era dado a consolar a otros, o más bien no sabía como, su voz fue suave.
-Hermione… - una de sus manos se movió a acariciar el pelo, pero se contuvo finalmente. El le dio una sonrisa breve y desde dentro de su capa, de un morral polvoriento, extrajo un puñado de nueces y un trozo grande de queso y se los ofreció a ella.
-Necesitábamos comida… - susurró expectante.
Severus Snape, el profesor más odiado y temido de Howards esperaba que la joven no lo increpara de nuevo, pareciendo un niño asustado.
Hermione que había seguido sus movimientos y al ver la ofrenda, y el peligro al que se había expuesto por proveerlos de comida, soltó el llanto lanzándose prácticamente a su cuello.
Severus que no esperaba esto, soltó la comida y la sostuvo, meciéndola hasta que se hubiera calmado.
Lo siento- murmuró Severus, comprendiendo su preocupación. Ella sólo se adhirió contra la bata que una vez fue inmaculada y ahora rota en varios lugares.
Severus se acomodó en el improvisado lecho sosteniendo a Hermione que no pensaba en soltarlo en un futuro próximo; así cada uno se perdió en sus propios pensamientos.
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