Minerva se paseaba por su despacho, mientras que una pluma de vigilancia se escribía las cartas respectivas para cada estudiante. Un año después de la guerra, ya reconstruyó la escuela y sanó un poco las heridas y perdidas estaba todo listo para un nuevo año escolar en Hogwarts. Los alumnos nuevos y sus hijos, muchos hijos de muggles se integran al castillo, así como los alumnos de otros países. Después de todo Hogwarts era famoso y nadie quería quedarse fuera.

Una vez terminado la última carta Minerva se acercó al cuadro de Albus, se preguntaba si estaba haciendo lo correcto al poner todos los de séptimo año juntos. Apartando así a los premios anuales, no era ninguna sorpresa los elegidos.

-Tranquila Minerva, estarán bien. Esos chicos más que cualesquier otros productos de sanar heridas y viejas rencillas- Susurró Albus

-Lo sé Albus, solo me pregunto ¿Necesitas una torre para todos ?, sobre todo Gryffindor y Slytherin ... juntos- Contesto Minerva mientras masajeaba el puente de su nariz.

-Creó profesora, que esas casas justamente son las que más lo necesitas. Después de todo, los premios anuales son miembros de las mismas - Susurró Severus que había dejado de dormir. Los demás cuadros estaban atentos a la conversación.

Minerva suspiró y oculta una pequeña sonrisa pensando en el ajetreado año que tenía por delante. Y no era para menos dos chicos dañados por la guerra de una manera única compartiendo torre, solo Morgana sabía lo que pasaría.

Hermione se encontró en su cama con una pijama roja y dorada, su amor por su querida casa de Hogwarts no había cambiado. Sentada con un libro en sus manos y su cabello enmarañado esperaba la voz de su madre para el desayuno. Hacía más de 6 m más. Ahora era todo en casa de nuevo, era extraño al principio, sus padres no creían mucho lo que decían ni mucho menos las fotos donde la nada ella había aparecido. Miedo, tristeza, enojo, frustración y por último alegría. Esas reacciones no se hicieron esperar cuando los encontró, siempre supo que no perder peso, así que elija su paradero y una vez derrotado Voldemort fue muy sencillo llegar a ellos.

Por la ventana de la ventana escucha claramente a la madre llamar de la cocina

Hija Baja, te llego una lechuza- Escucho como su madre con una voz ligeramente temblorosa la llamaba. Suspiró pensando en las noticias de Harry ya que Ron hacía mucho dejo de escribirle.

Fue en ese momento que dejo de soñar despierto, sus padres no volverían y todo gracias a su miedo de algo peor. Cuando los encontró a salvo y los felices disfrutando sus vidas decidió dejarlos así. Ella sabía que aún existían mortífagos renegados y correr peligro. Suspiró pesadamente y escuchó el golpeteo de la ventana, una hermosa lechuza se encontró allí con una carta atada a su pata, distinguir el sello de Hogwarts así que con la curiosidad abrió la ventana para tomar la carta.

Draco y su madre estaban en la sala de estar tomando el té, la mansión Malfoy ya no era la misma, hasta hace poco tiempo sus cuentas, así como propiedades fueron liberadas por el ministerio de magia. Siendo desertores su padre había sido condenado a 5 años en Azkaban, cosa que fue lograda gracias a Potter y sus amigos. Fue muy poco tiempo considerando la pena que se recibió sin la ayuda del famoso Trío dorado.

-Draco, volverás a Hogwarts- Su madre sostenía la carta frente a ella mientras leía, su tono era más de una orden que una sugerencia. Había cambiado mucho en el tiempo que llevaban libres, Narcissa Malfoy había cumplido una condena de 6 meses en la prisión mágica y su belleza estaba algo minada por el sufrimiento y la pérdida de su orgullo. Ese porte de elegancia que solía tener ahora solo quedaba la mirada astuta de una Black, su cabello antes brillante y sedoso estaba algo opaco, Azkaban le había quitado mucho.

Draco por otro lado al ser obligado por su padre a formar parte de los mortífagos no fue culpado por todas las atrocidades que alguna vez cometió, al mismo tiempo el ministro pudo ver en lo más profundo de su mente el amor por una castaña que debía permanecer oculto o ella podría morir. Ese año lejos del señor tenebroso y sin ser más un mortífago pudo por fin ser el chico normal que siempre quiso. La pregunta aquí era ¿Hermione podría perdonarlo?

Narcissa consciente del secreto amor que su hijo profesaba por la nacida de muggles estaba más que dispuesta a enfrentar a Lucius, desde que su adorado hijo nació tuvo la necesidad de verlo feliz, desgraciadamente no pudo educarlo como ella siempre quiso, su esposo obsesionado con el poder y la pureza de la sangre le enseñó desde muy temprana edad que debía tratar mal a los seres inferiores a él. Su pobre Draco no pudo disfrutar una niñez feliz. El regresó del señor tenebroso había minado cualquier remota posibilidad de ello.

Al escuchar a su madre darle la orden de ir a colegio su corazón por un momento se detuvo ¿Acaso ella iría? ¿Sería su oportunidad ?, solo bajo la cabeza y asintió antes de que su madre viera un atisbo de emoción brillante en sus ojos. Volvería al colegio, podría verla de nuevo y quizás ... solo tal vez ... ella le corresponddería.