Prólogo

Unos ojos verdes llenos de confusión miraban al chico que desde hacía años había sido el único que tuvo y tendría su completa devoción. La noche había sido perfecta, habían bailado y habían reído. Ella se presentaba con un precioso vestido rojo y el pelo alborotado de tanto bailar; Sus labios rojos temblaban de impotencia y el rimel empezaba a chorrear por sus mejillas. No alcanzaba a entender qué había hecho mal, este verano se había sentido como en una nube. Sólo hacía dos meses que eran novios, pero habían sido amigos desde hace mucho más. Ella siempre le había amado y a decir verdad él no podía decir que no lo supiese, pero fue al acabar el curso cuando él le correspondió y le invitó a pasar las vacaciones con él. Podía sentir cómo a medida que pasaban los días se enamoraba más y más de él.

- Me alejo de todos vosotros para conseguir mi objetivo, no me puedo permitir la debilidad de tener cualquier clase de lazos.

Lo dijo de espaldas a ella y con una voz fría como el hielo. No sabía qué pensar, se sentía responsable de esta repentina actitud y sobretodo pensaba en todo lo que él dejaba atrás.

Ya no era sólo ella, era Naruto, era el equipo de fútbol americano,era su completa vida hasta el momento en que empezaran las vacaciones.

Era bien sabido que él era un chico popular, el capitán del equipo y el que volvía locas a todas las chicas. Aunque el fuera frío tenía un montón de amigos, todo el mundo le admiraba. A los ojos de todos ella había sido siempre como una sirvienta, alguien cegado por un amor no recíproco pero a ella nunca le había importado con tal de estar a su lado. Él no se iría a otro instituto, al fin y al cabo su tío era el director. Su único tutor desde la muerte de sus padres.

El viento soplaba alto en aquel risco de cara al mar, las estrellas contrastaban con la oscuridad de la noche y la luna menguante recordaba a una sonrisa. El escenario era perfecto, la situación no tanto; a Sakura esa luna menguante le parecía más bien un mueca de burla. Se sentía como si le hubiesen arrancado algo del pecho y dolía como si nunca le hubiese dolido nada antes.

Con la insensibilidad del que había perdido su alma musitó un inaudible "entiendo".No intentó hacer que entrara en razón, no quiso preguntar por qué ni podía ,siquiera, pedirle que al menos la mirase a la cara para sentirse menos humillada.

Acto seguido y con ese vacío en el pecho se apresuró a coger un taxi que la llevase al aeropuerto. Ella no lo sabía aún pero, desde ese momento experimentaría la decadencia de lo que hasta entonces era su vida.