Hola!!

Esta historia la estamos escribiendo entre two persons: Laura y Vero!

Esta story surgió de la aburrida clase de history, y ya que nos encanta el crepúsculo decidimos cambiar el curso de la historia y hacerla "un pelín" más interesante, jeje

Todo comienza con la inminente boda entre Bella y Edward, pero la intervención de un licántropo y un misterioso libro perdido en la biblioteca hará que sus vidas peguen un cambio radical.

¿Estarán nuestros protagonistas preparados para lo que les depara?

Disclaimer: estos personajes no nos pertenecen, pertenece a la saga de "Twilight"

Capítulo 1.- El último invitado

El sol está en alto, raro para un lugar como éste. Todo el mundo sabe que en Forks o está lloviendo o nublado. Muy pocas veces se podía observar un cielo claro, brillante, de esos que brindan alegría sin proponérselo. Sin embargo, hay algo en el ambiente que ahoga toda alegría. O puede que no. Puede que simplemente soy yo la que contrasta con el bonito día. Pero claro, ¿cómo podría estar feliz el día de mi boda?

Exacto. Hoy me caso. Yo, Isabella Swan, con 18 años, me caso con el hombre de mis desvelos. ¿Hombre? No se si es el término apropiado para hablar de un vampiro, pero de todos modos es lo más parecido que hay. Es alto, delgado y pálido (dada la naturaleza de su especie). Además tiene el pelo cobrizo y desordenado, unos ojos que ni sacados de un cuento: negros cuando está sediento, dorados cuando no; una belleza sobrehumana… Sí, definitivamente, mi prometido Edward Cullen es perfecto.

¿Por qué entonces no estoy feliz? Pues no lo se. De todos modos, ¿no es lo que quería? Es decir, desde que supe la naturaleza de Edward, siempre he querido ser como él. No quería envejecer, o mejor dicho, no podía.

Pero no por un motivo banal, sino por él. ¿Cómo podría estar alguien tan perfecto como Edward al lado de una vieja? Así es como estaría yo dentro de unos años. Y no, no podía permitirme el lujo de perderlo. Ya lo hice una vez (por "protección" de Edward) y, si algo aprendí, es que no puedo vivir sin él.

Es por esto por lo que estoy ahora, frente al espejo, vestida completamente de blanco. Porque si me caso con Edward, él cumplirá mi mayor deseo: convertirme en vampiro.

Entonces, ¿qué es lo que ahoga mi alegría?

Pues puede ser el hecho que desde que anuncié mi compromiso todos me miran por encima del hombro, como si fuera un bicho raro. También puede ser el hecho de que casarme, significa irme muy lejos de mi familia y, dado que cuando se es un vampiro neófito no se controla el instinto, probablemente no podré ver nunca más ni a Charlie, ni a Renee, ni a todo ser humano en varios kilómetro a la redonda. O también puede ser el hecho de que han pasado muchas semanas, y todavía sigo sin noticias de Jacob. Mi Jacob.

¿Dónde estará en estos precisos instantes? Desde aquella amarga conversación en la que más bien parecía una triste despedida, no he vuelto a saber de él. Y, no se muy bien cómo ni por qué, le hecho demasiado de menos. Lo necesito aquí, en estos momentos, junto a mí. Necesito su sonrisa, esa que tanto me gusta y que me ayudó a seguir adelante cuando jamás pensé que el mañana pudiera merecer ser vivido otra vez. Porque allí ha estado él, siempre que yo lo había necesitado. Y ahora ¿dónde estaba él? ¿Dónde estaba yo? Muy lejos el uno del otro… Sabía que él también me necesitaba. Y que, estuviera dónde estuviera, estaba sufriendo. Y además sufriendo por cada vez que recordara ese beso pasional robado en aquel campamento. Sufriendo por mí. Y no saber donde podía estar, me provocaba un vacío interior indescriptible con palabras humanas. Indescriptible para una simple humana, como yo.

¿Qué motivos puedo tener yo para estar feliz este triste día soleado de Agosto? ¿Cómo puedo ser feliz el día de mi boda, aunque esta sea con Edward? ¿Cómo voy a ser capaz de dejar mi vida y a todos mis queridos seres, y empezar desde el principio, tan lejos?

Me miré en el gran espejo que presidía en la amplia habitación en la que estaba, en la casa de los Cullen. Me sorprendí a mí misma, reflejada en él, con 18 años, un blanco vestido blanco, el pelo recogido elegantemente, y algo de maquillaje… Creo que jamás me he arreglado tanto en mi vida. Pero el reflejo además mostraba algo que no quería ver. Algo que rehuía desde que decidí casarme con Edward …

Las terribles dudas. Dudas que debo evitar a toda costa, pero que me han hecho pensar todas estas noches, hasta comerme tanto la cabeza que siento que a veces no puedo más. Pero ahí está Edward, y parece que las dudas se toman una pequeña tregua, para regresar con más fuerza después.

Unos tímidos golpes a la puerta parecen despertarme de mis pensamientos.

- ¿Quién es? – digo, un poco confusa.

- ¡Bella! Estás… ¡Preciosa! – dijo Alice entrando a la habitación. ¿Y qué iba a decir Alice si ella había elegido prácticamente todos y cada uno de los detalles de mi boda? Esbocé una sonrisa convincente.

- Tú también lo estás, Alice, ya lo sabes… Tienes un gran don… para el estilo – aclaré he izo que se riera con esa gracilidad que la caracterizaba. Alice era una de mis damas de honor, y llevaba un bonito vestido azul claro que resaltaba aún con más intensidad su preciosa figura y su elegancia natural, proveniente de su naturaleza de vampiro.

- Nada, venía a buscarte… Porque todos te están esperando abajo. – Yo me senté súbitamente en el sillón que estaba enfrente del gran espejo. Alice se colocó detrás de mí, de pie, y me puso las manos sobre los hombros, con ademán tranquilizador. – Ha llegado el momento, Bella. Tu gran momento. – Y dibujó una amplia sonrisa. – No estés nerviosa, tampoco hay tanta gente allá abajo…

- Alice… - pero cualquier cosa que hubiera dicho habría sonado a excusa barata - ¿me voy a casar esta tarde con Edward? ¿Saldrá todo bien? Vamos, podrías decirme algo, para tranquilizarme… - el rostro de Alice cambió súbitamente.

– Sabes que lo que yo veo cambia tan rápidamente como puede cambiar una decisión humana. – Hizo una terrible pausa, pero ahora dibujando una amplia sonrisa, añadió – Decisión humana todavía no tomada, porque yo a esto le veo un final perfecto, Bella. – Y me besa en la frente, con la ilusión a flor de piel.

- Tan sólo espero que no te equivoques – añadí, con la voz engarrotada a causa de los nervios. Alice me tendió una mano para que me pusiera de pie, y a continuación me ofreció su brazo.

- ¡Vayamos! Tu público y un nervioso vampiro te esperan ya en el jardín… - Alice no podía disimular más esa ilusión, y se le notaba a leguas. La novia debería ser ella, y no yo. Yo no quiero casarme. Tengo 18 años. Pero lo haré. Lo haré a pesar de las dudas, y de mis miedos… Lo haré porque amo a Edward.

Cuando llegué al jardín, todo el mundo posó su mirada en mí. Esta es la parte que siempre he odiado en las bodas. La parte en el que esos "amigos" de confianza te evalúan de arriba abajo, para después criticarte a tus espaldas, mientras que ahora sonríen. No se si se trata de envidia, hipocresía, o todo junto. Pero ese esperado murmullo no se produjo. La gente me observaba. Al principio del pasillo se encontraba Charlie, mi padre. Solo espero que no se ponga sentimental. Eso a Charlie no se le da demasiado bien.

Pero nada más verme se lanzó a mis brazos, reprimiendo un suave sollozo.

- Bella… Estás… Estás… bellísima – La dialéctica jamás ha sido lo suyo. Charlie me abraza cariñosamente, dándome unas suaves palmaditas en la espalda.

- Papá… No hace falta que te pongas así… Porque estas cosas jamás se nos han dado bien… Y si no yo también me pondré a llorar… Y estropearía el maquillaje. – Dije, para salir del paso. Pero yo tenía motivos reales par ponerme a llorar.

Todo este tiempo, Charlie ha intentado de mil y una manera convencerme de que el casarme no será lo mejor. Ni a Reneé ni a mi padre les parece bien, debido a mi juventud… Al igual que a la mayoría de los invitados. Ahora pondrán buena cara, pero no soy tonta. Se escuchar ese murmullo de Forks.

Alice se desprende de mi lado, y se va con el resto de damas de honor (entre las cuales figuran Ángela, Jessica y Rossalie). Aún repleta de nervios y dudas, agarro en brazo de mi padre, que enseguida capta la indirecta, pues debemos pasar por la alfombra roja del centro, hacia el altar. A cada lado, los invitados se ponen de pie, y puedo contemplar aquellas caras conocidas, que hacía algo más de dos años, me habían acogido en Forks. Mike, Toyler… Hasta Bill había acudido a la ceremonia en su silla de ruedas. Yo busqué con la mirada, aunque sabía que de manera inútil, algún rostro más de los Quielute. Quién fuera. Ni uno de ellos había asistido a mi boda. ¿Y si quizás…? Que tonta. Jacob… ¿realmente esperaba que estuviera allí Jacob?

Seguí adelante, por aquella alfombra que parecía kilométrica, con ese espeso ramo de flores que Edward me había comprado, y se oía en directo la marcha nupcial, tocado por un cuarteto de cuerda. Era justo la boda que menos me hubiera gustado tener. Pero, ¿que importaba ya? Sólo debo pensar en Edward.

Al cabo de lo que mí me parecieron horas, llegué a altar, donde estaba el cura y Edward. Hasta en su rostro perfecto se podía contemplar cierto nerviosismo o inquietud. Y eso que lo intentaba disimular con su expresión fría. Pero hacía mucho que a mí no me engañaba. Lo miré a los ojos directamente, y él me cogió de la mano, y en casi un susurro me dijo

- ¿Nerviosa?

- ¿Y quién no lo está el día de su boda?

- Estás deseando que todo esto termine.

- Sí. Que esto termine. – Esto último creo que ni el mismo Edward lo logró escuchar. El simple hecho de estar con Edward, me hace olvidarme de todo. En cierta manera, si él es feliz así…

El cura empezó a soltar un largo discurso, pero muy bonito. Sin embargo, allí, sentada junto al altar, se removían de nuevo esas dudas. Tengo 18 años. Seré vampiresa. Jamás volveré a ver a Charlie, ni a Reneé, ni a Ángela, ni… A Jacob. Jamás. Por la eternidad.

Por la eternidad… por la eterna eternidad… Pero junto a Edward. Seré feliz con Edward.

Y casi sin darme cuenta, Edward tenía el anillo en la mano que entraría en mi dedo, esa alianza, que acabaría con este angustioso tormento.

- Edward Cullen… ¿Aceptas a Issabella Swan como legítima esposa, para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe? – "Hasta que la muerte nos separe" Que ironía.

- Sí, la acepto.

- Issabella Swan… ¿Aceptas a Edward Cullen como legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe? – que acabe de una vez por todas este tormento… Sólo tengo que decir un "sí quiero" y todo habrá terminado…

Pero un gran estruendo produjo que se rompiera esa magia que envolvía el ambiente. Un estruendo rompió aquel templado silencio. Y una figura apareció ante todos los invitados, quienes pusieron cara de terror. Una figura, que me hizo temblar de arriba abajo, mientras que la furia de Edward se disparaba, y sus ojos se le tornaban negros de ira. Y el corazón me latió con fuerza. El último invitado a la boda había acudido. Un lobo gigante jadeaba, dirigiéndose hacia donde yo estaba, mientras que la gente comenzó a oír despavorida, en todas direcciones.

Jacob Black había acudido a mi boda.

sSsSsSsSsSsSsSsSs

Esperamos muchos que os guste y sugerencias, ruegos, preguntas, tomatazos y demás… REVIEW!!

Llama Helada