Hola a todos los lectores esta es una adaptación de la saga mythos Academy de la autora Jennifer Estep, los personajes de Naruto tampoco me pertenecen, espero que la historia sea de su agrado.
Conozco tu secreto.
Ino Yamanaka se inclinó más cerca del espejo sobre el lavabo y puso otra capa de gloss rosa pálido en sus labios, ignorándome deliberadamente en la manera que todas las chicas bonitas y populares hacían.
En la manera que todos hacían en la Academia Konoha Gakuren.
—Conozco tu secreto —repetí en voz más alta.
Me aparté de la estatua de una Ninfa del mar contra la que había estado apoyada, paseando hacia la puerta que guiaba fuera del cuarto de baño de las chicas, y lo cerraba. Podría no preocuparme quién sabía el pequeño y sucio secreto de Ino, pero estaba de acuerdo en apostar que ella lo haría antes de lo que pensábamos. Este era el por qué me había asegurado que todos los puestos de blanco mármol estuvieran vacíos y esperé a que el resto de las amigas de Ino dejaran sus sitios en el sofá acolchado en la esquina antes de acercarme a ella.
Una vez Ino estuvo satisfecha de que sus labios estuvieran brillantes con un alto lustre, metió el tubo en las profundidades de su bolso de tamaño. A continuación, sacó el cepillo y se cepilló su suaves y dorados mechones. Aún ignorándome.
Crucé los brazos sobre mi pecho, apoyada contra la puerta, y esperé. Las intrincadas figuras altas de Guerreros y Monstruos tallados en la pesada puerta de madera presionaban contra mi espalda, pero ignoré los extraños bultos y sacudidas. Los doscientos dólares que había conseguido por este trabajo significaban que podía afrontar ser paciente.
Después de otros dos minutos, cuando su pelo había sido cepillado una docena de veces y se dio cuenta que actualmente no me estaba, ya sabes, yendo, Ino finalmente se dignó a girarse y mirarme. Sus ojos azules miraron mis pantalones, la camiseta gráfica, la sudadera con capucha verde musgo de cremallera, y soltó un pequeño bufido de disgusto, obviamente ofendida de que no llevara el último diseño como ella. Que no estuviera a la moda parecía darle una palmadita a ella y sus amigas que sí iban.
Aparentemente, el tema de hoy había sido los rombos, porque los patrones estaba en cualquier cosa que Ino llevaba, desde la sudadera de cachemira a su falda negra plisada a las medias negras y violetas que mostraban sus piernas. El contraste de colores claros y oscuros la hacía perfecta, la piel ámbar parecía mucho más luminosa. Así como el brillante brillo de labios.
—¿Conoces mi secreto? —repitió Ino, una burla creció en su voz
—. ¿Y qué secreto sería ese?
Así que la Valquiria quería ser mocosa. Ningún problema.
Sonreí. —Sé que tomaste el brazalete encantado. El que Shikamaru Nara iba a darle a Temari Subakuno como un regalo de irás-al-baile-de-bienvenida-conmigo. Lo arrebataste de su escritorio en su dormitorio ayer cuando te estaba ayudando con tu luminoso papel de inglés.
Por primera vez, la duda parpadeó en los ojos de Ino, y la incredulidad llenó su cara bonita antes de que fuera capaz de esconderla. Ahora, ella me estaba mirando —realmente me miraba — intentando averiguar quién era y qué quería. Después de un momento, sus ojos se estrecharon.
—Tú eres esa chica Gitana —murmuró Ino—. La que ve cosas.
Esa chica Gitana. Así es cómo todos en la Academia Konoha Gakuren me llamaban. Principalmente porque era la única Gitana atrapada aquí en esta escuela para fenómenos Guerreros Mágicos. La chica de clase media cuya extraña habilidad había aterrizado aquí entre los ricos, populares, y sin lugar a dudas poderosos. Como Ino Yamanaka, una consentida, mimada aspirante a princesa que también era una Valquiria.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Ino—. ¿Sasha? ¿Sayaka?
Guau. Estaba impresionada que ella incluso supiera que comenzaba con Sa.
—Sakura —la dije—. Sakura Haruno .
—Bueno, Sakura Haruno —dijo Ino, volviendo su atención a su bolso—. No tengo ni idea de lo que estás hablando.
Su voz y su cara ambas eran tan suaves como el dorado y plateado espejo delante de ella. Podría incluso haberla creído, si sus manos no hubieran apretado el trozo más pequeño cuando puso su cepillo de vuelta en su bolso. Si no hubiera conocido cuán bien mentían las chicas como ella.
Justo lo bien que todos podían mentir.
Alcancé dentro de mi mochila gris y saqué una bolsa de plástico. Un pequeño encanto plateado con forma de rosa brillaba dentro. También podría haberle mostrado una bolsa llena de bote por la manera que Ino visiblemente retrocedió.
—¿Dónde… dónde conseguiste eso? —susurró ella.
—Shikamaru no había terminado de poner todos los dijes en el brazalete de Temari cuando te lo mostró durante tu sesión de tutoría ayer por la tarde —dije—. Encontré este detrás de su escritorio en su dormitorio. Se cayó allí cuando agarraste el brazalete y lo metiste en tu bolso.
Ino soltó una risa, aún manteniendo la actuación. —¿Y por qué haría algo así?
—Porque estás loca por Shikamaru. No quieres que le pida salir a Temari. Le quieres para ti.
Ino se desplomó, sus manos cayeron hacia uno de los lavabos que estaban trazados en línea en la pared debajo del espejo. Sus dedos se curvaron alrededor de los plateados grifos, los cuales tenían la forma de la cabeza de la Hidra, antes deslizándose hacia el lavabo. Sus uñas con manicura francesa peleaban a través del blanco mármol, y las pálidas chispas violetas de Magia salían de sus dedos. Ino sólo podría tener diecisiete años como yo, pero las Valquirias eran increíblemente fuertes. Sabía que si ella quería, Ino Yamanaka podía arrancar el lavabo de la pared más fácil que Hulk.
Quizá debería haber tenido miedo de la Valquiria, de las chispas rosas de la extraña princesa, y especialmente de su fuerza y lo que me podía hacer con ella. Pero no lo tenía. Ya había perdido a una de las personas que más me importaban. Todo lo demás se apagaba en comparación con eso.
—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Ino, su voz apenas un susurro.
Me encogí de hombros. —Porque, como expusiste, veo cosas. Y tan pronto como encontré este dije, supe que fuiste tú quien tomó el brazalete. —No le dije a Ino nada más sobre mi don Gitano, sobre mi habilidad para saber la historia de un objeto sólo con tocarlo, y ella no preguntó.
En su lugar, la Valquiria siguió mirándome con sus ojos azules. Después de treinta segundos de silencio, tomó algún tipo de decisión. Ino se enderezó, alcanzó su bolso una vez más, y sacó su billetero. Este hacía juego con el diseño de su bolso.
—Está bien —dijo ella—. ¿Cuánto costará que me des ese dije y olvides todo esto? ¿Cien dólares? ¿Dos?
Esta vez, mis manos fueron las que se apretaron en puños. Ella estaba intentando comprarme. No había esperado nada menos, pero el gesto aún me enfadaba. Como todos los demás en la Academia Konaha Gakuren, Ino Yamanaka podía afrontar lo mejor de todo. Unos pocos cientos de dólares no era nada para ella. Se había gastado mucho más en su alucinante bolso.
Pero unos pocos cientos de dólares no eran nada para mí. Eran ropas y comics y un móvil y una docena de otras cosas por las que chicas como Ino nunca tendrían que preocuparse.
—Shikamaru ya me pagó —dije.
—¿Y? —dijo ella—. Te pagaré más. Cuánto más quieres.
—Lo siento. Una vez doy mi palabra a alguien, la mantengo. Y le dije a Shikamaru que encontraría el brazalete encantado para él.
Ino ladeó la cabeza hacia un lado como si yo fuera alguna extraña criatura que nunca había visto antes, algún Monstruo Mitológico disfrazado como una chica adolescente. Quizás era estúpida, por no tomar el dinero que estaba tan de acuerdo en darme. Pero mi madre no habría tomado el dinero de Ino, no si ella ya había hecho la promesa a alguien más. Mi madre, Tsunade, había sido Gitana, justo como yo. Con un don, justo como yo.
Durante un momento, mi corazón dolió con la culpa y la nostalgia. Mi madre se había ido, y la echaba mucho de menos.
Sacudí la cabeza, para empujar a un lado el dolor.
—Mira, sólo dame el brazalete. Eso es todo lo que quiero. Eso es todo lo que Shikamaru quiere.
Los labios de Ino se tensaron. —¿Él… él lo sabe? ¿Qué tomé el brazalete? ¿Y por qué?
—Aún no. Pero lo sabrá si no me lo das. Ahora mismo.
Abrí la parte superior de la bolsa de plástico y la levanté hacia ella. Ino miró a la rosa encantada brillando dentro. Se mordió el labio rosa, manchando sus dientes de rosa, y apartando la mirada.
—Bien —murmuró ella—. No sé ni siquiera por qué lo tomé en primer lugar.
Yo lo hice porque había brillado en Ino cuando había tocado el dije. Tan pronto como mis dedos habían rozado la rosa plateada, una imagen de la rubia Valquiria había saltado en mi cabeza. Había visto a Ino sentada en el escritorio de Shikamaru, mirando el brazalete, sus dedos tensos alrededor de los eslabones de metal como si quisiera romperlo en dos.
Y había sentido las emociones de la otra chica, también, la manera de la que siempre hago cuando toco un objeto o incluso a otra persona. Había sentido el calor de Ino, pulsando celosamente porque Shikamaru estuviera pensando pedir salir a Temari. La caliente, suave y gaseosa pérdida de cabeza que Ino tenía por Shikamaru, a pesar del hecho de que él era un total Holgazán y ella era parte de la multitud popular. Su fría y dolorosa desesperación era porque a ella no le gustaba nadie que el resto de sus amigos esnob aprobaran.
Pero no le dije a Ino nada de eso. Al menos la gente conocía mi don y las cosas que veía y sentía, a lo mejor.
Ino sacó el brazalete de su bolsa. Shikamaru Nara podría ser un Holgazán, pero tenía dinero, también, lo cual era por lo que el brazalete era algo pesado y caro cargado con una docena de dijes que tintineaban juntos. Las uñas de Ino pelearon con uno de los dijes, un pequeño corazón, y más chispas rosas de Magia fluyeron como luciérnagas en el aire.
Levanté la bolsa otra vez, y Ino tiró el brazalete dentro. Cerré la parte superior y até el plástico, con cuidado de no tocar la joya. No quería otro desliz que mostrara la psique de Ino Yamanaka. Al principio casi me había hecho sentir lastima por ella.
Pero cualquier simpatía que pudiera tener por Ino desapareció cuando la Valquiria me dio una fría y altiva mirada que para muchas chicas significa que antes ella la había perfeccionado.
—Cuéntale a alguien esto, Sakura Haruno, y te estrangularé con esa fea sudadera que llevas. ¿Me comprendes?
—Seguro —dije en un agradable tono—. Pero podrías retocarte antes de ir a tu siguiente clase, Ino. Tu brillo labial te ha manchado.
Los ojos de la Valquiria se estrecharon, pero ignoré su venenosa mirada sucia, abriendo la puerta del cuarto de baño y saliendo.
Espero que les haya gustado el capi, review?
