El Samurái Naranja

Capitulo 1: Un nuevo sucesor.

Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto yo solo uso a los personajes con el fin de entretener

Todo era un caos en la aldea de Konoha, el legendario zorro de nueve colas apareció de la nada para atacarlos y en estos momentos su cuarto Hokage, Minato Namikaze se estaba enfrentando a la poderosa bestia con ayuda del tercer Hokage, Hiruzen Sarutobi. Ambos estaban exhaustos y la bestia no parecía cansarse en lo más mínimo, todos sus ataques resultaban inútiles y parecía que solo quedaba una opción por hacer, volver a sellarlo usando el Shiki Fuujin, ninguno quería tener que hacerlo, pero ya no les quedaba de otra. Para Minato ese había sido el día más feliz de su vida pues al fin seria padre, desgraciadamente un sujeto enmascarado apareció y arruino su momento de felicidad secuestrando a su esposa la cual era Jinchuuriki del kyubi para después liberar a dicha bestia del sello que lo retenía. Al principio el enmascarado dominaba al zorro colosal, pero luego de una corta lucha el Hokage pudo liberar al zorro de su control, al final el kyubi se libero del control enemigo pero estaba tan enojado que comenzó a atacar la aldea en busca del insulso ser viviente que se había atrevido a manipularlo de forma tan vil. El enmascarado antes de irse dijo unas últimas palabras a Minato y se aseguro que el poder del kyubi tarde o temprano le pertenecería y que solo era cuestión de tiempo

― ¡Preparare todo para sellarlo! ¡Solo deme tiempo Sandaime! ― suplico Minato al viejo el cual asintió y luego se marcho a distraer a la bestia que de seguro atacaría a Minato si veía que intentaban volver a sellarlo.

Minato no perdió tiempo y usando su Hiraishin no jutsu regreso al lado de su familia, e informo a su mujer del plan que se le había ocurrido, la cual se asusto de lo que planeaba su marido y no estaba dispuesta a aceptarlo.

― ¡Claro que no! ― grito Kushina Uzumaki alarmada.

― ¡Es la única opción Kushina! ― dijo el yondaime preocupado, la bestia seguía atacando y Hiruzen no duraría mucho.

― ¡Si vas a sellarlo de nuevo pues quesea dentro de mí! ― propuso la pelirroja.

― Tu estas muy débil, si hacemos eso. No sobrevivirías ― asevero el rubio bajando la mirada.

― ¿Y aun así quieres sellarlo dentro de tu propio hijo? ― pregunto horrorizada de solo pensar que su hijo tendría que pasar por lo mismo que ella.

― ¡No hay opción! ― grito frustrado el ojiazul, el tampoco quería arriesgar a su primogénito, pero tampoco podía ir a pedir el hijo de alguien más por lo que no tenía muchas opciones para sellar a la bestia.

― Pero Minato…

―No te preocupes, Kushina. No lo sellare completamente en el, pienso llevarme una parte del kyubi al otro mundo conmigo, así ustedes podrán estar a salvo ― Minato abrazo a su mujer intentando consolarla pero esta seguía llorando desconsoladamente, justo el día en que se convirtió en madre tendría que ver morir a su esposo que pretendía perder su vida con tal de que ella y su hijo pudieran estar a salvo.

―Al menos déjame ayudarte, aun tengo algo de chakra y podre inmovilizarlo mientras lo sellas― volvió a suplicar Kushina, si iba a separarse de su esposo pues al menos le seria de ayuda una última vez.

― ¡No! ― gritó alarmado ― no quiero que te arriesgues.

― No te preocupes por mí, yo estaré bien ― murmuro ella abrazada a su esposo.

Minato viendo que nada de lo que pudiera hacer o decir haría que ella desistiera acepto de mala gana en que lo ayudara, después de todo su técnica de cadenas de chakra podría serles muy útil a él y al Sandaime, pues de algún modo tendrían que inmovilizar a la bestia.

Hiruzen por su parte ya estaba muy agotado, el kyubi era un adversario poderoso y él cada vez tenía menos chakra por lo que no duraría mucho y Minato aun no llegaba.

Justo cuando pensó que todo estaba perdido, el yondaime apareció cargando a su hijo y a su lado venia una débil Kushina.

― ¡Minato! ― grito el anciano para llamar la atención a lo que el yondaime volteo a ver enseguida y enseguida se dirigió a donde estaba.

― Puede regresar a la aldea, yo me ocupare de todo desde ahora― dijo de forma muy seria, Hiruzen ya sabía lo que iba a hacer. Iba a sellar al kyubi dentro de su hijo, era la única explicación del por qué el pequeñín estaba ahí.

― ¡¿Qué planeas, Minato?! ― pregunto alarmado el viejo aun a sabiendas de la respuesta.

― Pienso sellar a esa bestia desde luego― dijo posándose al lado del Sandaime.

― Y usaras a tu hijo ¿Cierto? ― pregunto el Sandaime mirándolo fijamente.

― No me gusta la idea, pero no tengo de otra ― contesto tranquilamente Minato, pero en su voz podía percibirse la impotencia que sentía.

― Ya veo, entonces piensas sacrificarte por la aldea― murmuro Hiruzen para sí mismo lo cual llego a iodos de Minato quien mostraba en sus ojos la clara determinación de proteger a su familia y a su aldea―Muy bien― hablo Hiruzen con una sonrisa mientras dejaba inconsciente a Minato con un golpe en la base del cuello.

― ¡¿Pero qué..?! ― esas fueron las últimas palabras de Minato antes de caer inconsciente.

― ¡¿Sandaime que acaba de hacer?! ― pregunto alarmada Kushina al ver a su esposo caer desmayado.

― Él tiene una familia que cuidar― contesto el viejo― yo me encargare de sellar al kyubi, no te preocupes Kushina, no estoy solo― de las sombras salieron las cabezas de los clanes Akimichi, Hyuga, Nara y Uchiha. Todos ellos dispuestos a ayudar a Minato y procurar que pudiera ver a su hijo crecer.

Desde que Minato se fue, Hiruzen supo perfectamente lo que haría por lo que creó un clon y lo mando a buscar a los líderes de los clanes para que lo ayudasen en el sellado del kyubi. Estos al saber de las intenciones de Minato aceptaron en seguida el ayudar al viejo, ya cuando todos estuvieron reunidos les explico en qué consistía su plan el cual todos aceptaron con pesar pues el Hokage tendría que morir, pero bueno, era un sacrificio por el bien de la aldea.

― ¡Fugaku, atráelo! ― ordeno el anciano a lo que el líder del clan Uchiha comenzó a hacer sellos de manos para luego lanzar una gran bola de fuego que impacto en la mejilla de un muy furioso kyubi, que de inmediato centro su atención en sus nuevos oponentes.

― ¡Choza! ¡Shikaku! ― grito el viejo llamando la atención de los nombrados― ¡Reténganlo el tiempo suficiente! ― ordeno Hiruzen a lo que ambos se prepararon para usar las respectivas técnicas de su clan.

Hiruzen de inmediato levanto a Minato y lo llevo hasta donde estaban Kushina con el bebe y lo puso al lado de esta para luego hacer sellos de manos e invocar un altar.

― ¡¿Qué piensa hacer Sandaime?! ―pregunto alarmada Kushina al intuir las intenciones de viejo.

―Como ya dije, el tiene una familia que proteger― contesto amablemente―, cuando despierte dile que dejo la aldea en sus manos― su tono cambio a uno solemne, eso ultimo fue algo así como su despedida pues esa sería su última noche y luego podría encontrarse con su esposa en el otro mundo.

― Gracias ― dijo Kushina con lagrimas en los ojos.

― No hay de que― musito el viejo―, por favor, entrégame al bebe. Sellare la mitad del kyubi dentro de él y me llevare la otra mitad conmigo ― Hiruzen volteo hacia atrás y vio como Choza retenía al kyubi con una llave en los hombros de este mientras varios miembros del clan Nara – que Shikaku tuvo la precaución de llevar- mantenían inmóvil al zorro gigante con su técnica de atadura de sombras para que este no se moviera de su sitio.

― Esta bien ― Kushina al final acepto que el kyubi fuera sellado en su hijo y se lo entrego al Hiruzen quien delicadamente lo deposito en el altar y comenzó a hacer los sellos respectivos para hacer el sello de la parca.

― ¡No podre… retenerlo mucho… tiempo! ― advirtió Choza quien ya estaba muy cansado y no duraría mucho reteniendo a semejante bestia.

― ¡Apresúrese Sandaime! ― grito Shikaku quien al igual que los otros miembros del clan Nara estaban al límite.

En ese preciso momento apareció justo detrás de Hiruzen un ser de lo mas horripilante que portaba un collar de cuentas en la mano izquierda y un cuchillo en la boca, con un larguísimo cabello blanco alborotado y un kimono blanco abierto por la parte del pecho. Ese ser inmediatamente fue reconocido como el shinigami quien no se veía muy contento de estar ahí. E inmediatamente saco el alma de Sarutobi de su cuerpo reteniéndola con su cabello.

― ¿Por qué me has llamado, humano? ― pregunto con voz tenebrosa el dios de la muerte.

― Shinigami-sama, necesito que selle la mitad del kyubi dentro de mi cuerpo y la otra mitad dentro de ese bebe ― dijo apuntando a Naruto quien dormía plácidamente siendo vigilado por Kushina.

Conoces el precio por mis servicios ¿Verdad? ― pregunto no muy feliz de haber sido invocado.

― Si, se que se llevara mi alma ¡Pero estoy dispuesto a dar mi alma por el bien de mi aldea ― contesto el Sandaime decidido a todo por salvaguardar su hogar.

El shinigami no dijo nada y comenzó su labor.

El kyubi al ver las intenciones del viejo de volver a sellarlo estallo en cólera y se libro del agarre de Choza y de los Nara. Esta vez no iba a permitir que lo volvieran a encerrar tan fácil, justo cuando iba a lanzarse a atacar a Hiruzen unas enormes cadenas salieron del suelo aprisionándolo y obligándolo a quedarse quieto nuevamente.

― ¡Ahora Sandaime! ― grito Kushina usando todo el poder que le quedaba para mantener a raya al zorro de nueve colas.

Hiruzen no perdió el tiempo y ordeno al shinigami sellar la mitad del kyubi en el, orden que fue cumplida al instante por el dios de la muerte que introdujo su mano izquierda en el alma del Sandaime y luego por su cuerpo para después salir disparada hacia el kyubi quien estaba aterrado viendo como su alma salía de su cuerpo y era cortada de un tajo por el dios de la muerte y luego sellada dentro de Hiruzen haciendo que este perdiera la mitad de su tamaño y se debilitara peligrosamente. El kyubi se concentro en el lugar donde estaba Hiruzen y se percato d que había un niño acostado en un altar que se le hacía muy reconocido, supo inmediatamente que iban a sellarlo dentro del bebe por lo que debía actuar rápido ahora que todavía podía.

― ¡Shinigami-sama! ¡Por favor! ¡Ahora sella el resto del kyubi dentro del niño! ― solicito Hiruzen.

¡NO LO PERMITIRE! ― grito iracundo el zorro soltándose de las cadenas y estaba a punto de matar al niño pero su ataque fue repelido por un enorme domo azul hecho de chakra.

― ¡No les pondrás las garras encima! ― aseguro Hiashi Hyuga quien hizo uso de su kaiten para repeler la garra del kyubi.

― ¡Gracias ojitos! ― grito emocionada Kushina al ver como el amigo de su marido los había defendido a él y a su retoño.

― Ni lo menciones ― dijo con su habitual seriedad.

El gigantesco zorro iba a ataca nuevamente pero fue detenido esta vez por Fugaku Uchiha quien le lanzo otra enorme bola de fuego directamente a los ojos que logro cegar al kyubi por un momento.

― ¡Ahora Sandaime! ― dijo Fugaku mirando por última vez con vida al tercer Hokage quien asintió y termino de sellar al kyubi dentro del bebe mientras el zorro maldecía a todos los ninjas de Konoha por eso y en el estomago del niño quedaba un enorme sello el cual podía confundirse fácilmente con algún tatuaje.

Al ver cumplida su labor inmediatamente el shinigami tomo el alma de Hiruzen desapareciendo de inmediato y dejando a todos más calmados pero con el pesar de haber perdido a su anterior gobernante. En ese momento Minato pareció reaccionar y se levanto abruptamente mirando hacia todas direcciones en busca del kyubi.

― ¡¿Dónde está el kyubi?! ― pregunto exaltado pero un abrazo de Kushina fue todo lo que necesito para recobrar la conciencia y darse cuenta de lo que había sucedido al ver el cuerpo sin vida se Hiruzen el cual tenía una amplia sonrisa de satisfacción.

― Hiruzen se encargo de él― contesto la pelirroja con lágrimas en los ojos de ver que todo ya había terminado y que su esposo estaba bien―, dijo que dejaba la aldea en tus manos.

Minato no pudo hacer más que derramar un par de lágrimas por el sacrificio que hizo su antecesor para que él pudiera estar con su familia y ver a su pequeño crecer, el cual se puso a llorar pidiendo atención. Al voltear la mirada se quedaron horrorizados al ver que aquel sujeto enmascarado sostenía a su hijo nuevamente.

― Es un gusto verlo nuevamente, yondaime-san ― saludo casualmente el villano.

― ¡Suelta a mi hijo! ― gritó alterada Kushina temiendo lo que ese desquiciado pudiera hacerle a Naruto.

―Como ve yondaime-san, cumpli con mi palabra ― dijo con un aire de arrogancia el tipo ignorando a Kushina―, aunque debo decir que fue más rápido de lo que esperaba― el sujeto comenzó a pasearse por el lugar ante la atónita mirada de todos quienes buscaban una apertura para poder atacar al enmascarado.

― ¿Qué pretendes con mi hijo? ― pregunto seriamente el rubio.

― Pues planeo sacarle el kyubi como hice con su esposa, y usarlo para mi propio beneficio― sus palabras sonaban cínicas y frías, tal parecía que no estaba bromeando.

― ¡Estás loco si crees que vas a poder salir de aquí ileso! ― amenazo Hiashi con su Byakugan activado buscando el mejor momento para atacar.

― ¿Creen que pueden hacer algo en mi contra? ― pregunto arrogante pero de pronto dejo de moverse, cosa que lo sorprendió de sobre manera― ¿Qué… que me sucede? ― pregunto molesto, de repente su cuerpo se había entumido y ya no podía moverse.

―Fuiste inmovilizado ― dijo alguien saliendo de las sombras quien no era otro que Shikaku Nara quien ordeno a los miembros de su clan usar la atadura de sombras para inmovilizar al agresor.

― ¡Maldito! ― grito frustrado el enmascarado mientras veía como se acercaba a él un muy furioso Minato con kunai en mano dispuesto a matarlo.

―Esta vez, no hay escapatoria ― asevero el yondaime seguido de su esposa quien se iba tronando los nudillos lista para matar a golpes a ese malnacido que se atrevió a tocar a su hijo con tan malas intenciones.

El enmascarado viendo que ya no tenía otra opción opto por su último recurso― ¡Zetsu! ― grito dejando a todos confundidos y de repente dos enormes apéndices similares a los de una planta carnívora salieron del suelo teniendo en medio a un sujeto con la mitad izquierda del cuerpo completamente negra a excepción de su ojo amarillo, mientras que la otra era bastante pálida y tenía una sonrisa bastante burlona. Y así como apareció desapareció bajo la tierra llevándose consigo al recién nacido que lloraba a todo pulmón.

― ¡NARUTOOOOOO! ―grito de forma desgarradora Kushina mientras que el enmascarado se liberaba del control de los Nara y volvía a desaparecer. Al parecer el hombre planta mato a unos de los Nara que tenían atrapado al sujeto antes de irse.

Muy lejos de ahí, más específicamente en el País del Hierro se encontraba el supremo general de todo el ejercito de dicho país. Hablo del samurái Mifune quien había salido al bosque a meditar acerca de su vida, ya estaba rozando los cincuenta años y todavía no se había casado lo cual comenzaba a preocuparle pues no tenía a nadie a quien legarle todo el conocimiento que había adquirido en toda una vida y eso le molestaba pues lo último que quería era morir viejo y solo.

― ¿Y que se supone que tengo que hacer? ― se pregunto seriamente a si mismo mirando al cielo, bueno, sabía lo que tenía que hacer pero no era como ir y decirle a cualquier mujer que se casara con él, encima sus opciones eran reducidas por su edad y lo último que quería era casarse con una jovencita y condenarla a vivir al lado de un viejo. Suspiro pesadamente y siguió mirando al cielo hasta que un sonido como si fuera el llanto de un niño lo saco de sus cavilaciones. Mifune rápidamente tomo su katana y se apresuro a ir a revisar de donde provenía ese sonido.

Cerca de ahí se encontraba el hombre planta de nombre Zetsu que había secuestrado al niño, se estaba aguantando las ganas de matarlo pues desde que se lo había llevado no había parado de llorar. Y encima se iba atrasando porque cada tanto tenía que salir de la tierra para que el bebe respirara pues de no hacerlo podría ahogarse y morir lo cual sería un gran problema pues se llevaría al kyubi con él.

¡Calla a ese mocoso maldito! ― grito furiosa la parte negra de Zetsu.

―Eso intento, pero no se calla― contesto igual de molesta la parte blanca quien probaba de todo para que el pequeño se callara, incluso le hacía caras graciosas con su mitad pero nada surtía efecto.

Tan distraídos estaban que no notaron que eran observados por un hombre mayor quien preparaba su arma para decapitarlos.

Mifune se había llevado una gran sorpresa al ver que la fuente de aquel sonido era efectivamente un bebe el cual era sostenido por alguna especie de monstruo que salía de la tierra el cual hablaba consigo mismo y que no parecía tener buenas intenciones con el pequeño el cual lloraba a más no poder. Mifune se preparo para atacar rápidamente y salvar al pequeño de tan cruel destino, su conciencia no lo dejaría tranquilo si abandonaba a ese niño, además el había jurado defender a los débiles con su propia vida y no iba a faltar a su palabra.

― ¿Y ahora qué hacemos? ― pregunto frustrada la parte blanca.

A mi no me preguntes que no soy niñera― contesto molesta la parte negra.

De repente y sin que pudieran evitarlo el bebe que transportaban fue arrebatado de sus brazos por un viejo salido de la nada que les pateo el rostro y con la misma patada se impulso para quedar fuera de su alcance.

Mifune en un principio quiso rebanar al monstruo pero se dio cuenta de que si lo hacía podría herir al bebe pues había la posibilidad de que ese monstruo lo usara para amortiguar el impacto de la katana y no podía permitir eso. Por su mente paso la imagen del bebe siendo rebanado por su arma pero aparto esos pensamientos de su mente y mejor opto por un ataque cuerpo a cuerpo.

― ¡Devuélvenoslo! ― grito la parte blanca de Zetsu al ver al viejo con el bebe el cual había dejado de llorar.

― ¡Nunca! ― asevero Mifune, antes muerto que dejar que se llevaran a ese pequeñín, sabrá Dios con qué propósito.

Tendremos que matarte en entonces ― murmuro contenta la parte negra, siempre era un gusto matar a alguien y devorar su carne, aun si era un viejo haciendo tiempos extra en la vida como lo era el hombre frente a ellos el cual parecía ser un samurái por la armadura que portaba.

De pronto se escucharon varias pisadas indicando que se acercaba una gran cantidad de personas hacia su locación, luego de unos segundos Zetsu fue rodeado por una gran cantidad de samuráis los cuales estaban listos para atacarlo a la menor muestra de hostilidad.

― ¿Qué hacen todos ustedes aquí? ― pregunto calmadamente Mifune.

― ¡Mifune-sama! ¡Qué bueno que no le paso nada! ― dijo un hombre con una cicatriz sobre su frente derecha las cuales eran muy grandes y una bufanda morada claro que le cubría la mitad inferior del rostro ― ¡Okisuke-san nos dijo que presentía que algo malo le iba a pasar y vinimos a revisar que todo estuviera bien― dijo mientras se acercaba a Mifune y se inclinaba de forma respetuosa.

― Okisuke se preocupa demasiado por mi― musito el anciano con una sonrisa, mejores compañeros no pudo haber pedido en su vida.

¡Maldición! ― gritop la parte negra de Zetsu la cual estaba muy enojada pues no podría pelear contra todos esos samuráis mientras intentaba tomar al niño por lo que mejor opto por desaparecer de ahí, ya tendría que darle explicaciones a su compañero enmascarado y eso no le gustaba nada, pero no le quedaba de otra, si se arriesgaba a luchar el mocoso podría salir lastimado y eso podría ser peor.

Mifune no dijo nada y dejo que Zetsu se marchara, de todos modos ya tenía motivos para luchar con él ahora que tenia al bebe, el cual se había quedado profundamente dormido en sus brazos, se veía realmente tierno. Algo en lo que no se había fijado Mifune era en el enorme tatuaje en el abdomen del pequeño y que a todas luces era alguna especie de sello ninja. Lo único que podía hacer por el momento era regresar a la fortaleza y ver que hacía con el pequeño mañana, por lo pronto tendría que buscar quien lo ayudase a cuidarlo. Por su mente paso una loca y descabellada idea, ¡Quedárselo!, él necesitaba un heredero y el niño una familia, además a su lado nada le faltaría y de seguro aquella monstruosidad había matado a sus padres por lo que bien podría quedarse con él para ser entrenado como un samurái que luego podría heredar su titulo de general por lo que comenzó a caminar de vuelta a la fortaleza con él bebe en brazos bajo la atenta y curiosa mirada de todos los demás quienes se preguntaban de donde había salido.

― ¿Y ese bebe, señor? ― pregunto el hombre que segundos antes se había inclinado frente a él.

― Su nombre es Juushiro, Urakaku― contesto simplemente ―, él será mi sucesor― aseguro con una sonrisa a lo que Urakaku se quedo sorprendido un rato pero solo asintió y se puso al lado de su superior con la mano en el mango de su espada por si volvía a aparecer el monstruo.

Mifune pensó que podría ser algo egoísta el quedarse con ese bebe así como así, incluso sabia que algún día podría ir algún familiar suyo a reclamarlo, pero de todos modos lo criaría como si fuera su propio padre, o en este caso mejor dicho abuelo, ya vería luego que hacer si algo tan poco probable como eso pasaba.

Hasta aquí!

Espero les haya gustado está loca historia que se me vino a la mente cuando estuve jugando al Naruto shippuden ultímate ninja storm 3 XDD, bueno, ya saben, si les gusto dejen su review con su opinión sobre el cap, y si quieren la conti solo pídanla que se les dara jeje

Se despide Payaso Coronado

Hasta la proximaaa!