Hola ha todos los lectores, pues, espero que todos estén muy bien.
Acá les traigo una corta pero linda historia de Seiya y Miho.
Inspirada en dos canciones románticas. Y así será de Floricienta, y Ella dice... de Juan Luis Guerra y 440.
La mayoría de las chicas en la flor de la adolescencia tenemos una musa, pasamos horas pensándole, y escribiendo sbre ellos, pero nunca nos atrevemos a permitir que nos lean algún escrito.
(La Caja De Secretos)
Eran aproximadamente las once de la noche, y a la luz de una lámpara, sentada en su pequeño escritorio se encontraba una jovencita de cabellos negros azulados, como todas las noches pensando y escribiendo.
— Puedo comparar tu mirada con la luna, es tan tierna, que es capas de llenar cada rincón de mi alma. Tu voz tan fuerte retumba ha mi corazón, cada vez que te veo, siento miles de emociones en todo mi cuerpo. Tu sonrisa y el sol son un juego cada mañana.
Su inspiración fue interrumpida.
— Miho —. llamó madre al tocar la puerta.
— Ya voy —. Contestó al recoger rápidamente todos sus escritos y guardarlos en su cajita de secretos.
— Pensé que ya estabas dormida. Mañana es lunes, y no quiero que se te haga tarde para ir a la escuela —. dijo la mujer mientras miraba a su hija con cierta incomodidad.
— Perdón, ya me voy ha dormir.
— Más te vale. Hace como una hora te llamó Eris, para recordarte que esta semana.
— Será el torneo y nos toca hacerles porras a los chicos —. interrumpió.
— Eris es así, siempre quiere recordarte todo —. dijo sonriendo la madre la cual estaba muy orgullosa de su única hija.
Trabajaba muy duro para poder brindarle lo mejor, Miho era una buena estudiante, amaba ser una porrista, su pasión era la lectura y la escritura, llevaba años escribiendo versos, a pesar de todas sus cualidades, tenía un fuerte carácter, pero en el fondo era una tierna persona.
Una bonita chica de 17 años, que vivía enmaromada de Seiya, su musa eterna, nadie conocía su caja de secretos, aquella caja en donde guardaba todos sus escritos para él. En las horas que estaban juntos, sus miradas siempre tenían algún encuentro fugas, pero nunca ninguno de los dos decía alguna palabra.
— Todos estamos ansiosos por el torneo de Basketball. Las expectativas son muy buenas.
Especialmente Miho esperaba con ansiedad para poder ver ha Seiya una vez más en acción. Era un excelente jugador, muy guapo, muy varonil, lástima que él no sabía de su existencia... al menos eso ella pensaba. Seiya era alcanzar una estrella desde la tierra.
— Buenas noches, cariño.
— Adiós, mamá.
Al día siguiente, la chica se despertó llena de entusiasmo, sentía tantas emociones. Amaba hacer porras, pero más amaba animar el equipo de su institución educativa, la escuela de Athenas, pero su mayor felicidad era animar ha Seiya.
Luego de alistarse, tomó el uniforme de color azul claro, y salió lo más pronto posible, ya su madre la estaba esperando.
— Miho, como no sabes hasta que hora será el torneo, te vas ha tener que regresar sola.
— Sí, esta bien, no hay problemas.
— Y dime, ¿Estás conociendo algún galán?
— No —. contestó algo sonroja.
— No tengas miedo, ya vas a cumplir tus 18.
— Lo sé — dijo al bajar del automóvil.
Al entrar se encontró con sus dos mejores amigas, Eris y Shunrei, quienes sin pensarlo corrieron ha saludar. Necesitaban hablar de su fin de semanas, de sus galanes, de sus uñas, y sus nuevos peinados. Las tres se arreglaban muy bien para ir a cualquier parte.
— Buen día, Miho. — saludó Eris.
— Buen día, amigas, ¿Cómo están?
— Estamos bien, pero tenemos una pésima noticia. — dijo Shunrei con cara de tragedia.
— ¿Qué sucede?
— Marín acaba de renunciar al puesto de capitana.
— ¿Qué? — exclamó tan fuerte que algunas miradas llegaron hasta ellas.
— Así como lo oyes. Y eso no es lo peor, la nueva capitana es la pesadilla de Saori Kido. — dijo Eris.
Suspiro por un momento, caminó en un círculo, quiso gritar pero recordó que estaba en frente de muchos estudiantes. Intento despertar, pues necesitaba creer que era una pesadilla, pero no, estaba despierta.
Desde el inicio en las porras, Miho y Saori se llevaron mal, nunca se soportaron, jamás hablaron como la gente normal, y si cruzaban algunas palabras era para discutir.
— Temo pensar que será una pésima semana — dijo molesta, tan molesta que no se fijó que tras ella venía su musa.
Seiya estaba llegando, lleno de energías, caminaba despacio, muy distraído, tan distraído que no se fijó en su entorno.
— Es que no puedo creer que sea ella, no lo puedo pensar, es muy arrogante —. Dijo molesta — Me hará la vida de cuadros, ella no me soporta y ustedes lo saben.
Mientras la chica realizaba sus reclamos, sus amigas la observaban muy preocupadas, sabían la contrariedad de esas dos.
— Mejor vamos al aula —. dijo al realizar varios pasos, pero tropezó dejando caer todo en los pies de con quién tropezó.
— Discúlpame —. dijo él chico, mientras trataba de recoger sus pertenencias.
Eris y Shunrei se llevaron sus manos a la boca, Miho estaba molesta, estaba echando llamas por aquella noticia, y venía Seiya ha chocar con ella, justamente en ese momento, peor aun estropear su amado uniforme.
— ¿Crees que con un disculpa vas a reglar las cosas? — reclamó levantando su uniforme lleno de sucios.
No podía creer que su amado y precioso uniforme acababa de ser estropeado por un inútil que no se fija por donde camina.
— ¿Y creé que es mi culpa? —. reclamó él.
Ser el capitán del equipo demandaba responsabilidad, tener que realizar otras actividades le quitaba tiempo, tener encima algunas mujeres, y peor aun llevar en su mente pintaba una persona que nunca te mira.
— Tal vez si te hubieras fijado por donde andas... —.se detuvo al levantar su cabeza, nunca imaginó que se trataba de Seiya.
Una ola de calor inundo el lugar. Él siempre pensaba en ella, ella siempre pensaba en él. Pero nunca se decían nada. Sus corazones se aceleraron, sus respiraciones se agitaron, sus pupilas se dilataron. Se miraron fijamente por unos segundos, que parecían ser eternos.
— Discúlpame, Miho. — dijo al entregarle sus cosas.
— Miho, tranquila. — intervino Eris.
Estaba molesta, muy molesta.
— ¡Mi uniforme está sucios, y eso significa que no voy a poder participar hoy!
— Tampoco es para que hagas un escándalo —. dijo él algo molesto.
— Seiya, vete —.le ordenó Shunrei.
— Mi uniforme también se ha estropeado y no puse el grito en el fin del mundo, bocona.
Él joven se marchó molesto, definitivamente Miho era una chillona, que todo el tiempo estaba en sus pensamientos, pero un chico elegante y popular no iba ha estar de Romero. Pero frente a ella era un completo imbécil.
Miho y sus amigas se fueron a su salón, la chica estaba con humor de los mil demonios.
- Shunrei.
— Dime...
— ¿Te fijaste en qué Seiya la llamó por su nombre?
— Claro que sí. Pero Miho estaba tan molesta que no se dio cuenta de aquello.
— ¿De qué cosa? —. preguntó levantando la vista.
— Tu galán Seiya, al parecer sabe algo de ti, te llamó por tu nombre, y luego te dijo bocona. — dijo Eris.
— ¿Seiya mi galán? ¡Por favor!
— Delante de nosotras no tienes que fingir nada, sabemos que te gusta y aunque no lo creas lo he sorprendido mirándote en más de una ocasión —. afirmó Shunrei.
Miho no evitó emocionarse, aunque ante sus amigas, no hacia ningún gesto se moría por Seiya.
— Vaya, Seiya bonita caja —. se burló Hyoga al ver lo que su amigo traía en manos.
Justamente en ese momento el joven moreno se fijó que en la discusión tomó algo que no era de él.
— Cállate, Hyoga. Eso no es mío, es, es, es, es de mi hermana.
— Sí, de tu hermana, ay Seiya,sé que hay una chica de esta escuela que te trae vuelto un imbécil.
— Demonios — pensó — ahora como le devuelvo esto ha Miho.
Antes de que otro de sus amigos viera su caja de color rosa, con algunas flores dibujadas decidió guardarla en su mochila, para luego del torneo disculpase con ella, y darle su caja.
Iban pasando las horas de clases, y Miho no lograba concentrarse con nada, había perdido su cajita de secretos, donde guardaba todos los versos que le escribía ha Seiya.
— Tal vez la dejé en la casa — pensó. — sí eso fue, estaba tan emocionada con el día de hoy que la olvide. Seiya, si tan sólo supieras, quizás sea buena idea disculparme contigo.
Mientras la chica hablaba con sus pensamiento sonó el timbre que indicaba el receso.
Él salió acompañado de Hyoga y Shiryu. Estaba observando a ver si estaba ella por algún lado, y justo al final de uno de los pasillos la alcanzó a ver.
— Nos vemos al rato. — dijo mirándola. Necesitaba llegar hasta ella, decirle sobre la caja.
— Vaya, Seiya hoy anda algo extraño — observó Shiryu.
— Seiya es un despistado, espero que hoy de lo mejor de lo mejor. Necesitamos ganar el partido. — dijo Hyoga.
Los chicos continuaron su camino, mientras Seiya estaba por llegar hasta donde Miho.
— Perdón, Seiya, necesito hablar contigo —. lo detuvo Saori.
— ¿Es muy urgente?
— Bastante —. contestó muy sensual.
Miho observó lo que pasaba prácticamente en su frente, no podía escuchar la conversación pero tenía ganas de no estar ahí, se paró y se fue a buscar a sus amigas.
— Dime...
— Pues, necesito saber el horario de juego, como capitana de las porras, debo estar informada.
Definitivamente lo detuvo para estar cerca de él, lo único que le preguntó fue una tontería que ella misma sabía.
— Es en una hora, en la cancha principal, vamos a competir con la escuela de Poseidón. — afirmó.
— Gracias.
— Ahora si me disculpa, me tengo que ir.
Siguió su camino, pero al fijarse ya Miho no estaba.
— ¡Rayos! — pensó — necesito hablar con ella ha solas.
— Hey, Seiya.
— Hola, kiki.
— El equipo te anda buscando, como capitán debes estar en la cancha ya.
— Cierto, gracias. — dijo al salir casi volando de allí.
Una hora después toda la escuela se entraba en la cancha, por fin el torneo anhelado había llegado. Todos estaban emocionados.
Se escuchaban muchos gritos, el juego estaba por comenzar. Pero el capitán estaba algo distraído, no dejaba de mirar al público, no sabía si la bocona de Miho estaba entre la multitud, no iba ha poder hacer porras, y ha él le encantaba verla con ese uniforme tan sexy. Sus lindas piernas le hacían perder la concentración, la baba se le caía.
En una de las esquinas se encontraba la chica, con cierta molestia, primero perdía la oportunidad de participar, pues él idiota de Seiya le había pisado su uniforme con sus zapatos sucios de quién sabe que cosa negra y pegajosa. Tal vez grasas de su adorable motocicleta. Y para completar no sabía del paradero de su caja de secretos. Una vez más Seiya involucrado en sus desgracias.
— Está allá, Seiya. — le susurró Kiki señalando a Miho.
— ¿Quién? — preguntó ignorando sus palabras.
— No te hagas el tonto, sé que esa chica te gusta, es más si quieres te digo que tiene una caja donde guarda cosas que escribe para ti.
—¿Una caja?
— Sí.
Mientras Seiya no salía de su asombro, el árbitro anunció que iba ha comenzar el juego.
Continuará...
Gracias por leer, espero sus comentarios.
El próximo capitulo es el final.
