Valkyrie Drive

"Valkyrie Drive" era el anime yuri más depravado que había visto. Después de la maratónica sesión de 5 horas, Haruka fantaseaba con vestir un traje blanco de ribetes rojos y gobernar una isla habitada por hermosas mujeres de cinturas estrechas y enormes senos; e imaginaba cómo sería ser el inalcanzable objeto del deseo de todas. Entonces recordó que de ser el gobernador significaría estar sola, y pensó en Michiru. Si ella fuera su pareja, ¿qué personaje sería? No, no había ningún personaje que ella pudiera caracterizar, de hecho, pensar en ella protagonizando una serie tan extravagante era impensable. ¿Michiru convirtiéndose en arma? Por Dios, no, nunca. Pero, ¿si fuera posible?, ¿qué sería? Haruka levantó la mirada al cielo. "Tal vez una motocicleta o un helicóptero". Pensó. Por alguna razón le costaba concebirla como un arma de fuego, y de tenerla como pareja tendría que renunciar a gobernar, lo que las convertiría en algo más parecido a la pareja de las "Lady Lady", lo que haría factible que Michiru fuera una motocicleta, pero, ¿montar a Michiru? Jamás. Además ella misma sería más rápida, ¿por qué habría de ser Michiru? Pero espera, ¿Michiru conduciendo? Haruka negó e imaginó una ambulancia. No, lo más probable es que ambas fueran Exter y Liberator, es decir; arma y portador, sí, eso sería lo más lógico, pero… ¿qué tipo de arma?

—¿Michiru? —Preguntó la rubia.

—¿Sí? —Respondió ella en el sofá del otro lado sin apartar la mirada de una revista.

—Si fueras un arma o un vehículo… ¿qué serías?

—Un helicóptero. Tenemos dos, ¿recuerdas?

—Tss, creí que dirías algo como un submarino.

Michiru lo meditó un segundo.

—Hmm… podría ser. ¿Por qué preguntas?

—¿Eh?, no, no, por nada.

Michiru hojeó la revista.

—Sé qué serías tú —dijo la aguamarina de pronto.

—Fácil, un auto de carreras —respondió Haruka de inmediato.

—No…

—¿Entonces una motocicleta para que puedas montarme y sentir las vibraciones entre tus piernas?

Michiru sonrió cubriendo sus labios.

—No, pero similar.

Haruka la miró sin adivinar. Michiru dejó la revista y rápido se puso en pie, caminó hasta ella, tomó su mano y la levantó de su asiento.

—Pero-pero, Michiru, ¿a dónde me llevas?

—A liberarte.

—¿Qué?

En la habitación Michiru cerró la puerta a su espalda.

—¡Michiru! ¡Michiru! ¿Qué haces? —Haruka se quejó, parecían estar forcejeando contra la puerta que se sacudió con los golpes—. ¡No! ¡Espera! ¡Michiru!

Sombras dispersas se agitaron en el umbral.

—¡Michiru!

El tintineo de la hebilla de un cinturón le siguió al de una bragueta.

—No, no, espera, Michiru…

Haruka jadeó y un golpe seco estremeció la puerta.

—Michiru, por favor…

Las quejas de Haruka pronto se convirtieron en gemidos y la perilla cimbró la puerta. La voz de Haruka pareció entrecortarse y un grito contenido enmudeció el lugar. Instantes después, Michiru rompió el lacónico silencio.

—Bien, es tu turno —dijo.

Las sombras volvieron a moverse bajo la puerta y el sonido de un objeto vibratorio se escuchó detrás.

—¡Ahhh…! —Exclamó Haruka al descubrirlo.

Michiru rió.

—Pero esto no es un arm…

—Shh… cállate y enfunda.

Haruka sonrió.