Los personajes de Inuyasha pertenecen a la genial Rumiko Takahashi, yo solo puedo envidiarla y utilizarla, de la forma más dulce.
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Ella, "Lolita"
*"Siempre puede uno contar con un asesino para una prosa fantástica."*
*"Era un amor a primera vista, a última vista, a cualquier vista." *
Lolita, Vladimir Nabokov
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Como cada día se levantaba, se lavaba la cara con el agua del cubo y se rehacía la pequeña coleta. Ya había cumplido trece años y no se sentía una niña.
Sus movimientos había ido evolucionando, rotando; su cuerpo brotaba como una flor en primavera, una de esas que tanto le gustaban de pequeña. Era fuego, energía y fuga. Era libre o así se sentía.
Después de hacer las tareas con Kagome hundía las manos en la tierra y contemplaba sus uñas negras con una sonrisa eufórica. No sabía que pasaba con ella, y lo sabía; estaba llena de vida.
― ¡Rin! ― rió Kagome cuando la niña la mojó con la regadera y luego se mojó a si misma al grito de "¡En paz!". La sacerdotisa sacudía la cabeza con desaprobación aunque la sonrisa no abandonaba su rostro, aún no ― Estas loca.
Llegaban por el prado los tres, caminando como siempre. Su señor Sesshomaru delante y Ah-un y Jaken detrás de su estela. Siempre detrás o al lado, nunca delante.
Kagome levantó la cabeza al percibir la presencia y aunque sabía que no sería correspondida, sonrió.
El Daiyokai de rostro impertérrito llegó a su altura y la ignoró paseando la vista por el jardín buscando a su protegida, sin hallarla. Rodeó la cabaña siguiendo el sonido de su risa y la encontró tumbada en la hierba, boca abajo, empapada, riéndole a las flores que tanto amaba. Canturreaba mientras entrechocaba sus pies llenos de tierra.
Chistó por la simpleza de aquella humana, por su despreocupada forma de ser. Y siguió molesto mientras la recorría de forma automática con la mirada.
Su cuerpo relajado estaba demasiado expuesto, la ropa que llevaba, blanca y ligera, se pegaba a su piel de porcelana como si en realidad no existiera.
Aquella pequeña visión era poderosa.
Apartó la vista de ella hacia algo más mundano.
Demasiado tarde, Sesshomaru.
"La miré y la miré, y supe con tanta certeza como que me he de morir, que la quería más que a nada imaginado o visto en la tierra, más que a nada anhelado en este mundo."
― ¡Señor Sesshomaru!
Su cuerpo impactó contra la espalda del Daiyokai que había emprendido la huida maldiciéndose por lo bajo por haber vuelto a buscarla. Era más blanda por algunas zonas y más intensa por muchas otras. Ni siquiera se atrevía a respirar, se negaba el aire porque no quería descubrir su esencia; sabía que si lo hacía estaría perdido.
Como si no lo estuvieras ya.
Sus piernas, aquella piel suave y húmeda, tersa.
Entre tus garras.
Esa visión demoníaca le perseguiría para siempre, le torturaría…
Sería tan sencillo. Tómala, Sesshomaru.
Jamás, es una vulgar humana. Solo es una enfermedad extraña que me aqueja.
Ninguna enfermedad te aqueja, es deseo. Puro, simple e ineludible.
¡Basta! ¡Cállate! Cállate o te mataré!
No me hagas reír. ¿Vas a suicidarte, Sesshomaru?
¿Quién eres? Exijo saberlo.
Soy tú, tu lado más animal que la quiere, que la desea y que no parará hasta tenerla, debajo, encima y contra cualquier superficie imaginable.
― ¿Señor Sesshomaru? ― su pequeña voz preocupada le hizo recordar que estaba de pie a su lado junto a aquella choza insignificante; inmóvil, evitando mirarla ― ¿Se encuentra bien?
― ¡Rin! ― la voz horrorizada de Kagome la asustó. ― ¡Haz el favor de ponerte algo encima, niña!
La sacerdotisa lo sabe, mira como nos mira.
Cállate.
Mira eso, Sesshomaru.
Rin emprendió una carrera alocada hacia la cabaña y justo cuando iba a girar trabó su mano en la madera deteniéndose a la fuerza, y mientras su pelo volaba despegándose de su cuello y lanzando una miríada de gotitas, le dedicó una sonrisa.
Mira eso. Mira eso.
Su cuerpo elástico se movía como hoja en la brisa, con naturalidad, nada forzado. Sus ademanes eran demasiado amplios, demasiado relajados. Parecía que se fuera a desarmar en pedazos.
Entre tus brazos.
Cállate.
Sudorosa y boqueante, con los ojos vueltos, agotados. Oliendo a ti a por todos lados.
― Nos vamos, Jaken.
― S.. Sí, Amo.
…
¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado?
Me estoy tomando un descanso, que es lo que suelo hacer para no saturarme y que las ideas no se me sequen y me he puesto a teclear y ha salido esto.
Me encanta Lolita. Ese Nabokov no escribe, acaricia. Os lo recomiendo a todas.
Si os gusta, tal vez lo siga ;D Así que, ya sabéis…
¡Rewiews!
