Re-subo mis historias porque alguien hackeó mi cuenta de Juan_Nikté, pero de todos modos aquí subo mis historias por si alguien quiere leerlas. Fue mi primer fic de Hetalia, así que no se sorprendan mucho por los horrores ortográficos y demás.


Me he alejado de ti… Pero no puedo librarme de tu presencia, de tu aroma, de tu tacto, de tu amor…

Un día cualquiera, en un año desconocido; he estado dibujando planos, más que nada sobre diseños de armamentos, y cosas variadas, que tanto me gustan…

Sin avisar, llegaste a invadir mi mente, mi alma…

-No puedo esperar más…

Me desvestiste con premura, aprisionándome entre las paredes del hangar; besándome ardientemente, dejas a tus manos actuar a capricho, dejándome heridas incurables…

-Igirisu, ya basta…-trato de suplicar, pero es en vano.
-Déjate de estupideces, puesto que sabes muy bien que espero demasiado…-musitas, sin dejar de tocarme.

Recorres anhelantemente mi cuerpo, causándome reacciones que no quiero sentir; frotas suavemente mi espalda, mis brazos, mi todo…

-¿Tan rápido…?-preguntas lascivamente.
-N…-apenas alcanzo a susurrar un débil "sí".
-De acuerdo…
Levantas mis muslos, como si de un par de piezas de seda se trataran; introduces lentamente tus dedos malditos, estremeciéndome sin desearlo…

-¿Te gusta, ah…?
-I-Igirisu…
-Lo haré rápido…

Colmaste mi orificio con tu humanidad, atravesándome hilos de placer mal habido; gimes, empujas con más velocidad, te beso, nos abrazamos, nos inundamos en la libídine…

-America, yo…
-Hazlo, Arthur…

Llenándome de tu licor, nos perdimos en el disfrute...; yacemos recostados sobre el suelo frío, dándonos calor solamente con nuestros cuerpos, exhaustos por tal desenfreno; enciendo un cigarrillo, y tú miras fijamente el techo…

-Igirisu, ¿cuándo vendrás…?-pregunté, aunque ya había escuchado la misma respuesta desde siempre…
-No lo sé, quizás cuando acabe mis asuntos…-exclamaste, sin dejar de ser tan indiferente.
-¡Igirisu!-hastiado, le comienzo a besar tiernamente…

No creí haberlo visto, y mucho menos sentirlo, pero me abrazaste, llevando mi cabeza hacia tu portentoso pecho, tal vez intentando algo…

-America, ¿recuerdas…?-preguntaste, ocultando tu leve llanto.
-Sí, lo recuerdo…-asiento, mirando melancólicamente.
-Comprende, eso es algo que no podrá ser, no mientras la situación siga así…-dijiste, mientras tu dolor se hacía cada vez más evidente…
-Lo sé…-murmuré, aferrándome entre tus brazos, llorando amargamente…
Desde que nos separamos, hemos tenido muchas confrontaciones, disgustos, peleas; pero siempre recuerdo esa tarde…

-¡Alfred! ¿Pero qué haces?- articulaste, completamente indignado.
-¡Mierda!-exclamé.

Estaba encima de Igirisu, desabotonándole su camisa; la situación no podía ser más surrealista…
-¡Yo, esto no es lo que parece…!-mentí, sin mucho resultado.
-¡No creas que porque estoy un poco borracho, te vas a poder aprovechar de mí, estúpido!-gritaste, obviamente furioso.

Trataste de ponerte en pie, en actitud amenazante, pero sólo conseguirte tambalear, y casi caerte. Actué rápido, te atrapé entre mis brazos. Te veías tan hermoso, tan lindo, tan…

-¡Suéltame!-dijiste, frenético.
-No…-musité.

Te abracé, como siempre habría querido hacerlo. Palpé suavemente tus frágiles cabellos, mirando tus cristalinos ojos. Mis brazos no dejan que escapes, porque no deseo verte ir. No desperdiciaré esta oportunidad…

-¡No, déjame, imbécil!-te resistes, en vano.
-Igiri…

Fundo mis labios en tu perfecta boca, reclamando sofocar el fuego que los está quemando. Niegas, me maldices, me desconoces, pero eso no funcionará, no te marcharás de mi lado, no esta vez…

-…su-susurro.
-¡America, ah…!

Ocurrió lo que había esperado tanto que sucediera, aunque pagué por ello un precio demasiado alto… Desde ese día, no he podido decirte lo mucho que te amo…