Hola:
He vuelto con la segunda parte de esta saga. Solo espero que los pocos que leyeron la primera parte, llamada "Mi Precioso Gorrión", sigan a mi lado en esta nueva etapa.
Muchos saludos
Yaem Gy.
Capítulo 1: La mansión.
Solo pudo estar en la casita dos días. Snape había alegado ante el señor Oscuro que el muchacho había sido herido en la huída y que no había podido completar su misión, por que Snape consideró que él mismo era más apropiado para el trabajo que un mocoso.
Voldemort pareció creer la mentira, pero no pasaron muchos días antes que Amycus fuera llevado ante el señor y éste le sacara que el chico había flaqueado. Aún así, Snape mantuvo su posición y al verlo tan decidido, Voldemort parecía haber aceptado lo dicho por el cetrino hombre.
Draco volvió a la gran mansión y pernoctó en su amplia habitación que era muchísimo más grande que la que lo había cobijado en la casita. Pero el muchacho hubiera preferido continuar allí ya que así se mantenía a gran distancia del horrendo amo.
Narcissa le fue atendiendo cada día simulando que aún el chico estaba herido y juntos pasaban algunas horas alejados de tanto mortífago que pululaba en la mansión.
-Snape dijo que volverá pronto-
-Por mí que no vuelva nunca- Dijo el joven con los ojos centelleando
-No deberías ser tan duro con él. Severus te salvo la vida-
-Y me condenó al mismo tiempo. No quiero saber de él nunca más-
Pasaron los días y una tarde en la que Draco vagaba por un pequeño salón en el lado norte de la casona, intentando mantenerse lejos de Voldemort, la puerta se abrió con violencia. El joven que estaba mirando por la ventana se dio la vuelta sobresaltado y al ver al recién llegado sintió apretado el estómago.
-¡Tú!-
-Padre-
Lucius cerró la puerta de golpe y la hechizó para que nadie más entrara. Dos minutos después se escuchó desde afuera una voz femenina desesperada.
-Lucius… ¡Abre!-
-¡Me vas a explicar qué demonios significa esto!- Le dijo el padre lanzando una carta a las manos de su hijo y acercándose peligrosamente.
Draco reconoció la letra en seguida. Los rasgos finos y bien trazados. Cuantas veces él había recibido cartas melosas y burdas de ella.
Sr. Malfoy:
Sé que no acostumbra recibir notas a menos que sean de su familia. Pero yo por mucho tiempo me he sentido parte de ella.
Tengo algo terrible que decirte y lo hago con miedo y alarma. Su hijo, mi Draco, ha enloquecido y ha… es tan difícil y nauseabundo decirlo… frecuentado a la sangre sucia Granger. No piense que son calumnias. He tenido la desdicha de verlo besarla.
Por favor Señor Malfoy. Le suplico tome cartas en el asunto. Yo amo a su hijo y no puedo soportar verlo así, desquiciado y perdido. Estoy segura que esa impura estúpida le ha lanzado un hechizo. Quizás le hizo beber Amortentia. Es lógico, ¿De qué otra forma podría una asquerosa como ella enamorar a un joven tan perfecto como su hijo?
Estoy segura que todo esto es parte de un plan del imbécil de Potter o quizás Granger deseaba tener a mi amado Draco. Pero sea como sea… lo está destruyendo.
Le imploro su intervención. Draco no me escucha y me amenaza. Me ha atacado.
Espero me ayude porque estoy desesperada…
Atenta a sus noticias
Pansy Parkinson
-Maldita zorra- Susurró el chico.
-¡Abre la puerta, Lucius!-
-¡Habla! ¿Qué tienes que decir de esto?-Dijo Lucius tomando a Draco del hombro con fuerza.
-¡No te atrevas a hacerle daño! ¡Abre la maldita puerta, Lucius!-
Draco le miró un momento a los ojos. Pudo ver en ellos la desesperada esperanza de que todo lo que decía la carta fuera una maldita mentira. Vio el deseo angustioso de su padre de que él desmintiera las palabras de Pansy.
-Es verdad… me enamoré de Granger-
Lo siguiente fue un dolor terrible en la quijada. Cayó al suelo y la sangre brotó del labio. Lucius le levantó de un tirón y volvió a darle un puñetazo en el rostro. El joven, pudiéndose defender, se dejó golpear mientras su madre gritaba detrás de la puerta.
-¡No! ¡Draco! ¡Lucius, por favor, abre!-
-¡Eres un estúpido! ¡¿Cómo puedes… Como puedes siquiera tocarla?!-
-La amo, padre-Dijo aguantando el dolor- Creo que siempre la amé-
-Esto es culpa de tu madre- dijo el hombre dejando al chico hincado al lado de un sillón- Y mía…. Demoré mucho en alejarte de su melosa crianza. Ella… ella te arruinó-
-Abre, Lucius… deja a mi hijo en paz. Te lo ruego- suplicaba Narcissa
-Tenemos que arreglar esto. Tenemos que evitar el desastre. ¿Qué hago? ¿Qué hago?-
-Lucius… por favor- lloraba la madre
-¡Cállate, mujer del demonio!… Tú convertiste al chico en un pelele… le ablandaste…-
-Déjame entrar… por favor-
-¿Que haré? No puedo dejar que esto se ventile. Sería la perdición de todos nosotros. Él nos mataría a los tres. Peor aún, nos humillaría y torturaría-
-No tiene… no tiene que castigarlos a ustedes… es mi problema… no el suyo- dijo el joven intentando levantarse.
Pero Lucius no le escuchaba. Seguía dando vueltas por el salón moviendo los ojos en destellos que indicaban que su mente trabajaba a mil revoluciones. En tanto, Narcissa seguía golpeando la puerta y llorando.
-Dile a esa mujer que se calle- le dijo a su hijo con rabia- Ya me tiene cansado… Entre tú y ella me van a matar-
-Draco se aproximó a la puerta y puso la frente en ella.
-Madre, calma… calma, reina mía… no me ha hecho nada… no llores más-
-Príncipe… amor mío… por favor… dile que me abra la puerta-
-¡Príncipe! ¡Reina! ¡Dejen de decir estupideces! ¡Es tu culpa que el mocoso sea tan débil! ¡Tú y tu burdo romanticismo le embotó! ¡Amar a una sangre sucia! ¡Que burrada es esa!- Y volvió a tomar al joven para lanzarlo al suelo
-Golpéame… no me importa… descarga tu furia-
-¡No! ¡No, Lucius! -
Lucius entonces movió la varita y la puerta se abrió. Narcissa se precipitó por ella y se lanzó al suelo para ver a su hijo que sangraba por la boca.
-Mi niño-
-Sí, eso es lo que es. Un niño idiota y amanerado-
-Calma, madre, me lo merezco… hace días que necesitaba una paliza-sonrió el joven a pesar del labio roto. Narcissa empezó a acariciarle el rostro y el cabello mientras le ayudaba a sentarse en el sillón.
-Tengo que aprovechar la locura de esa chica. Si… eso haré. Convenceré a su padre, Parkinson siempre quiso emparentar conmigo. Eso la callará, tendrá lo que quiere y yo su silencio-Draco le miró con alarma- Yo prefería a los Greengrass… Astoria era perfecta… tan parecida a tu madre a su edad… que lástima… tendrá que ser Pansy-
-¿De qué estás hablando?- Dijo el muchacho intentando incorporarse- ¿Que pretendes?-
-Pretendo borrar tu mancha. No podrás casarte con Astoria como yo deseaba. Tendrás que hacerlo con Pansy para mantenerla contenta-
-¡No me casaré con ella!-
-Príncipe…-
-Lo Harás… ya no tienes opción-
-No lo haré… no me obligarás-
-No tienes alternativa, Draco. Te condenaste por tu estupidez-
-¡No lo haré ni muerto!- gritó el joven
-No provoques más mi ira, mocoso idiota- le dijo acercándose con el puño en alto. Narcissa entonces se interpuso entre padre e hijo.
-No pienso hacerlo-
-No me importa lo que pienses… ¡harás lo que digo y punto!… es la única forma de salvarte a ti, a tu madre-
-No, Lucius Malfoy… no me obligarás a hacer tu voluntad. No arruinarás mi vida como lo hiciste con la de mi madre-
Lucius le miró y un montón de sentimientos se reflejaron en su rostro. Luego el hombre miró a los ojos a su esposa y le miró con odio. Luego retiró su mirada y pasó la mano por el cabello tratando de calmarse.
-Si no le hubiera arruinado la vida a tu madre, tú no hubieras existido-
-Hubiera preferido eso a que ella sufriera-
-Draco, hijo… no digas eso… Yo he sido feliz… feliz por ser tu madre-
-Si… Eso es lo único que la ha hecho feliz en este condenado matrimonio- dijo el padre volviéndose a ellos- Y ella te arruinó la vida antes que yo-
Narcissa no aguantó más y, dejando a su hijo de lado, corrió hacia su esposo y empezó a golpearle el pecho. Lucius se quedó inmóvil recibiendo cada golpe.
-No puedes… no puedes decir eso… he tratado toda su vida que él fuera un buen hombre… no un desgraciado como tú- lloraba la mujer.
-Un buen hombre… un debilucho romántico… eso fue lo que le hiciste- le dijo tomándole los brazos- te obsesionaste con él… lo convertiste en tu Dios… Maldición mujer... te enamoraste de tu propio hijo-
-Prefiero amarlo a él mil veces que sentir siquiera lástima por ti-
Draco se sentía miserable. Qué más quisiera él que sus padres no pelearan siempre por él. Como deseaba que su padre no le mirara como un rival y su madre no le amara con tanta devoción. Como deseaba que sus padres se amaran y se trataran con la ternura y complicidad que él veía en otros padres. Como los padres de la comadreja. Siempre intentaba sacarse la envidia que sentía al ver a los señores Weasley tan unidos y dulces el uno con el otro. Siempre intentaba sacarse la envidia de ver como la comadreja era tratado con afecto y cariño por su padre. Lucius a él no lo trataba así. Siempre fue rígido y antes de darle una caricia prefería darle un juguete, un capricho.
-Padre… Madre… por favor… no sigan-
-Toma a esta mujer y llévatela… esta descontrolada-
-Tú me descontrolas… atacas a mi hijo… le golpeas-
-Llévatela Draco… estoy demasiado furioso y no quiero lastimarla… después hablaremos los dos a solas-
-Madre… ven conmigo-
-No… Tu padre me tiene que escuchar-
Lucius se arrebató y le apretó con fuerzas de las muñecas. La miró a los ojos y le dio un ligero zamarreo.
-¡¿Que no entiendes que ya no quiero escucharte?!… ¡¿que ya me cansé de esto?!… ¿qué me cansé de ti?… Vete con tu hijo… vete con él… ya no me importa… ya no me importas-Narcissa se puso pálida y quedó paralizada con esas palabras- Ahora el único que me importa es el muchacho… quiero salvarlo… tengo que salvarlo-
-Lo único que quieres es salvarte a ti mismo… Tú no quieres a tu hijo-
-Draco… llévatela ya-
Draco tomó a su madre de la mano pero ella se resistía. Lucius se alejó de ella y caminó hacia la ventana, el joven notó entonces que el hombre empezaba a temblar dándoles la espalda.
-Ven madre… cúrame la herida del labio… ven-
Una hora más tarde Draco volvió al alejado salón. Su padre aún seguía en el mismo lugar, parecía no haberse movido un centímetro.
-Hablemos ahora… estamos solos- le dijo
-¿También piensas que no te quiero?-
-El cariño no ha sido parte de nuestra relación que yo sepa- le contestó.
-Te odié-comenzó a hablar su padre luego de un breve silencio- Te odié tanto como me odiaba a mi mismo… te odié con la misma intensidad con la que amaba a tu madre-
El muchacho intentó contener el aire que se le escapaba de los pulmones. Él sabía todo eso que su padre le decía… pero era doloroso que se lo confirmara.
-Ya lo sabía-
-Cuando naciste me sentí dichoso. Era padre, había tenido un varón. Eras pequeño pero tus ojos eran como luceros. Todos dijeron que eras mi vivo retrato. Estaba emocionado de que la mujer que amaba me diera un hijo.
Pensé que con eso ella empezaría a quererme. Por Merlín, era el padre de su hijito. Pero ella se olvidó de mí y se dedicó a ti por completo. Y todo ese amor que yo mendigaba, ella te lo daba a manos llenas. Fue tanta su devoción por ti, que me fue alejando y prácticamente tus primeros 8 años no pude ser el padre que deseaba ser para ti. Y te odié. Mis celos eran tan terribles que había noches en las que deseaba que nunca hubieras nacido-
-No necesitas decirme esas cosas…. Siempre las tuve presente-
-Te arranqué de su regazo una tarde, no sé si la recuerdas. Me atacaste y fue entonces que me di cuenta que ese amor enfermizo de ella hacia ti te llevaría por un muy mal camino… no me equivoque-
-No la culpes a ella por lo que…-
-no me interrumpas. Te saque de su lado y me decidí a criarte con mano firme. Pensé que serías un chiquillo melindroso y llorón que correría a las faldas de su mami a la primera presión. Pero me diste una grata sorpresa. Eras fuerte y decidido. Tenías confianza en ti mismo. Aprendías rápido y eras astuto. Pronto pude notar también que eras orgulloso y digno de tu apellido-Draco comenzaba a confundirse. Su padre no era hombre de halagos-
Para cuando entraste en Hogwarts, yo me sentía orgulloso de tu talento y tu arrogancia. Eras lo que ella nunca quiso que fueras… eras igual a mi-
-¿A qué quieres llegar padre?-
-A que ella después de todo si me amó un poco. Porque tú eras yo… y ella amaba todo lo que tú eras. Y te sigue amando-
-Soy su hijo-
-Y el mío. Draco… nunca me permití demostrarte lo que sentía ya que aprendí que demostrar amor era dejar el corazón débil y frágil en las manos de quien se ama. Y que en un segundo ese alguien lo destrozaba y lo lanzaba lejos-
-Yo… yo nunca…-
-¿Te habría gustado que te revolviera el pelo con ternura como la comadreja lo hace con sus crías?-Draco notaba que hablaba de Arthur.
-Me hubiera sentido extraño… No es algo propio de un Malfoy-
-Si es propio de un padre- Dijo Lucius dándose vuelta y reflejando los ojos hinchados- Mi padre lo hacía conmigo.
-El señor Weasley… él quiere a sus hijos-
-Yo también te quiero a ti- le dijo aproximándose- Pero ella nunca me dejo amarte. Y me empeciné en no demostrar que te ganabas día a día mi amor y mi orgullo- y le tomó de los hombros- Ahora estoy aterrado de que el Innombrable descubra tu locura… moriría si él te hiciera daño-
Draco no sabía que pensar. Estaba completamente impactado. El que su padre le amara era algo que nunca había esperado.
-Yo…-
-Eres mi pequeño de ojos de ópalo… eres yo mismo joven de nuevo… eres lo único que me ata a ella-
-Padre-susurro el muchacho
-Eres lo único de ella que no dejaré de amar… A ella nunca la tuve… pero tú eres mío… y te defenderé de ti mismo si es necesario-
-Padre… tú sabes lo que es amar a una mujer… entiéndeme… entiende mi amor-
-Ya te dije… amar te deja frágil… y en estos tiempos ser frágil es condenarse a la muerte. Pansy es bella y con los años la amarás… ella es como tú… ella es digna de ti-
-Ella es una desgraciada, padre… Hermione nunca…-
-No me hables de la sangre sucia- Dijo el padre y le soltó los hombros
-No vuelvas a decirle así en mi presencia… su nombre es Hermione… la amo y la amaré aunque te pese-
-Y yo no te dejaré caer al abismo por una… Soy tu padre y aunque no lo creas te quiero demasiado. Haré lo que sea para mantenerte sano y salvo- Caminó hacia la puerta para marcharse.
-Padre… ¿para ti ya nada significa el amor?-
-El amor del que hablas, para mí ya no significa nada… ella mató ese amor… ahora solo me queda el amor de padre… y en nombre de él hare lo que sea por ti-
-¿Ya no la amas?-
-No… Y una vez que esto termine, la dejaré libre para que se vaya a donde quiera… mi casa no volverá a ser nunca más una cárcel para ella- y se marchó.
Draco quedó frio con esas últimas palabras. Caminó hasta la puerta y le vio caminar por el pasillo como llevando el peso del mundo en los hombros. Nunca creyó que él le amara, si tan solo le hubiera demostrado ese amor hace años… él hubiera hecho algo para acercarlo a su madre. Pero ya era muy tarde, su familia estaba quebrada en mil pedazos.
Volvió a entrar en el pequeño salón y a medio camino encontró la carta que le había causado tantos problemas. La tomó y la arrugó con rabia. La apretó en su mano con fuerza y luego con su varita encendió el fuego del hogar para quemarla.
-Pansy, Pansy… ni sueñes que me dejaré amilanar por tu arrebato. Hiciste la peor estupidez que podías hacer… cuando te tenga en mis manos… - dijo con los ojos reflejando las llamas de la chimenea- Y pobre de ti si me entero que le has hecho algo a ella… si le tocas un cabello… te mataré-
El resto de la tarde el muchacho se quedó encerrado en su habitación pensando en cómo arreglar todo ese desastre que era su vida. Su padre no descansaría hasta verlo casado con Pansy y quizás le obedecería, total… había muchos hombres que quedaban viudos muy jóvenes. Después, pensaba si era realmente capaz de matar a alguien.
-…Tú no eres un asesino…- Volvía a repetirse la voz de Dumbledore en su cabeza.
Pero no sabía cómo sacarse a la morena de su camino. Además, si Voldemort se enteraba por fin que el gorrión era Hermione, entonces la condenaría a una muerte lenta y dolorosa, y eso lo atormentaba terriblemente.
Su padre no volvió a buscarlo durante varios días y su madre parecía ausente y más triste que de costumbre.
-Bella fue a visitarme a mi habitación hoy- le dijo de pronto.
-¿Qué quería?- le preguntó el muchacho
-El Innombrable está demasiado inquieto. Dijo que en unos días el chico Potter será mayor de edad y que se prepara un acontecimiento… dice… "para celebrarlo"-
-Madre… ¿te dijo si Potter está solo? ¿Ella sabe algo?-
-Los rumores indican que está con su familia muggle. No han dicho nada de sus amigos-
Draco se levantó y caminó hacia la ventana. Miró a los jardines y luego a su madre.
-Ella no se ha vuelto a poner el Dije… no puedo verla-
-¿Dije? ¿Le diste un Dije?-
-Si… el Dije está atado a mi anillo-
-Un Dije de Amor inquebrantable- susurró la madre llevándose una mano a la boca- ¿Te das cuenta que si ella se encuentra junto a Potter y el Innombrable se entera del Dije, los encontrará aún cuando tengan todos los hechizos protectores existentes?-
-Si… nunca pensé que tantas cosas pasarían-
-Por Merlín Príncipe… si ellos están juntos… estás atado a ellos… Si el Innombrable descubre que tienes la forma de llegar al chico y lo mantienes en secreto… va matarte-
-Entonces ruego a Merlín que ella no esté con él. No quiero que se arriesgue… a mi poco me importa mi suerte madre… pero ella… no quiero que a ella le pase nada-
-A veces pienso que tu padre tiene razón. Te arruiné hijo mío. Eres muy soñador y no mides las consecuencias de tus actos. Tienes un poder que el mismo Innombrable desea… y ese poder es tu ruina-
-Nunca pensé que las cosas llegarían a este extremo… yo solo pensaba en que la amaba y quería saber de ella, verla a todo momento. Protegerla desde donde estuviera… Ahora solo quiero que ella esté lejos de todo esto-
-¿Puedes sentir donde se encuentra la chica ahora?-
-Si… está lejos. Quizás con su familia muggle, quizás junto a Potter… o quizás…- y una sombra pasó por sus ojos. Una imagen de Ron junto a ella le escoció el pecho- quizás esté escondida en otra parte. Yo iría tras ella, pero no puedo salir de aquí-
-No lo intentes hijo… lo mejor que puedes hacer por ella es mantenerte lejos. No te arriesgas y no la arriesgas a ella tampoco-
-Lo sé… en todo caso… no creo que ella quisiera verme otra vez- susurró mirando por la ventana.
-Severus vendrá mañana- Dijo la madre para desviar la conversación- El Innombrable mandó a llamar a todos. Quiere terminar los detalles de la captura del chico Potter-
-No me interesa lo que haga ese desgraciado- dijo el muchacho mascando cada palabra.
-No deberías seguir sintiendo rencor… si él no hubiera matado a Dumbledore el condenado a muerte hubieras sido tú-
-No quiero discutir más sobre ese brujo… Solo no quiero verlo, ni hablarle-
-Está bien… no insistiré. Ahora solo quiero pediré una cosa-
-¿Qué?-
-Mañana será un anoche difícil para tu Lucius. Tu sabes quién lo tiene sentenciado y no dudo que mañana le humille… necesito que estés a su lado para darle tu apoyo… a pesar de todo… es tu padre-
-No necesitabas pedirlo… no le dejaré solo. Madre… ¿Quiénes son los que están encerrados en las mazmorras? Algunas noches sus gritos llegan a mi cuarto y casi no los puedo soportar-
-Uno es Olivander, la otra una mujer… pero no sé quién es-
Draco no entendía porque Voldemort querría tener cautivo al viejo fabricante de varitas pero creyó que quizás el maldito no deseaba que ningún adversario pudiera obtener una varita nueva en caso de destrozo o que se le otorgara una a algún hijo de muggles.
Ya casi era de noche cuando el muchacho se escabulló por los pasillos para llegar a su cuarto. Cerró la puerta y en acto reflejo miró en su anillo.
Nada, el anillo no le entregaba imagen alguna. Solo un leve calorcito que le indicaba que ella estaba bastante lejos. Suspiró y decidió meterse a la cama. Agradecía que otro día de infierno hubiera terminado. Se sacaba el elegante suéter cuando un golpe provino de su puerta.
-¿Quién?-
No hubo respuesta. Draco frunció el ceño y caminó despacio hasta llegar a la entrada.
-¿Quién?- repitió.
Pero nuevamente el silencio fue su única respuesta. El joven se sintió inquieto y por un segundo el rostro de su madre pasó por su mente. Tomó la manilla con fuerza y abrió de un viaje.
-Malfoy… ¿Cómo ha estado tu herida?- siseó una voz horrenda.
Draco palideció y tuvo que apoyarse en la puerta para no caer de la impresión. De inmediato a su brazo llegó la fuerte sensación de quemadura y el aire se le escapaba de los pulmones.
-Muchacho… nosotros tenemos una conversación pendiente-
