The notas pre-lectura of Doom (XD): Esta cosa no se la va a leer ni Diox. Así de claro lo tengo.

Primero, porque el fandom que nos ocupa en esta ocasión es casi desconocido fuera de las fronteras Europeas, y más concretamente de los países de habla francesa. Por lo tanto existen escasas probabilidades de que alguien se interese por el fic y si existe, lo más probable es que sea un francés o en su defecto un francobelga, que por supuesto no entenderá ni jota de lo que he escrito al estar en español nnU.

Segundo, porque la sección donde, tras mucha búsqueda y deliberación, he decidido ponerlo es casi, casi, el "cajón de sastre" de fanfictionet. Aquí la peña mete todos los delirios que no entran en ninguna otra categoría del apartado de cómics (sección dominada exclusivamente por cómics americanos), por lo que las probabilidades de que alguien encuentre este fic por casualidad son aún más escasas.

Tercero, porque salvo algunos escritores perdidos por la red (todos ellos de habla francesa nnU) NADIE había escrito ningún fic sobre Spirou y Fantasio. Y de hecho, soy la primera persona que publica algo de este fandom en fanfictionnet. ¿Porqué carajo lo publico, entonces?

Porque un fanfic se escribe con la intención de publicarlo. Así de simple y sencillo. Es como cuando escribes un libro: si no vas a publicarlo, aunque luego sólo lo lea el gato del vecino… ¿para qué empezaste a escribirlo en primer lugar? Sería un absurdo. Un fanfic, como un libro, está hecho con la intención de contar una historia y compartirla con el prójimo. Es por eso por lo que escribo fanfics, para compartirlos, para que otros los disfruten… y si bien las probabilidades de que esos otros lo lean en el caso de este fic en particular son escasas, si no lo publicara, éstas serían nulas…

Así que en definitiva, si publico este fanfic que probablemente sólo se lean unos pocos, es porque no quiero privar a esos pocos de tener la oportunidad de leerlo. Por eso y porque quiero a todos mis fanfics como si fueran hijos míos, sean del fandom que sean. Que para eso los he parido, digoooo, escrito XD

De modo que a todos lo que han conseguido llegar hasta aquí, mil gracias.

Ya con eso, habéis hecho un inmenso favor a ésta humilde escritora.

Y a su fanfic, por supuesto.

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A veces tengo la impresión de que soy un imán para los problemas.

Mi trabajo de reportero me lleva muchas veces a meterme en la boca del lobo. Es algo lógico. Una buena foto, una exclusiva o un reportaje de impacto a veces requiere un olfato implacable para las noticias, cierta pericia y mucha, mucha suerte. Pero también te arriesgas a salir mal parado. Y tratándose de mí, que casi siempre me llevo todos los palos, podría considerarme afortunado de seguir de una pieza. Tan curado de espantos estaba, que pensaba que ya nada me podría sorprender…

Sin embargo, ninguna de las aventuras por las que he pasado hasta ahora podría haberme preparado para esto.

Todo comenzó un lunes por la mañana, cuando recibí un recado de parte de una de las secretarias de la redacción: un tal Michel había llamado aquella misma mañana preguntando por mí para "un asunto de gran importancia" En aquel momento estaba ocupado con la entrega del último reportaje y no le presté demasiada atención. Pero el individuo volvió a llamar media hora más tarde, insistiendo en que quería hablar conmigo personalmente. La diligente secretaria le informó que estaba en una reunión (en realidad, me estaba peleando con la impresora) y que por tanto le era imposible atenderme. A lo largo de la mañana, sin embargo, las llamadas se sucedieron y tras un tira y afloja con la secretaria, finalmente Michel le dijo que tenía una información muy valiosa, pero que sólo me la diría a mí en privado. Cuando con gran apuro la secretaria me informó de la situación, tuve un presentimiento. Esa clase de presentimiento que tengo cuando huelo una exclusiva de las buenas. Y finalmente, decidí atender la llamada.

Al otro lado de la línea sonó una voz grave y con cierto tono seductor:

– ¿Es usted el Sr. Fantasio? – preguntó ansiosamente.

– En efecto, ése soy yo… - le dije mientras encendía mi pipa – Y usted debe ser Michel, supongo…

– Michelle. Con "e" al final, si no le importa…

– Sí, sí, por supuesto, disculpe… Michelle – rectifiqué sonriendo. Evidentemente, pensé en ese momento, la secretaria debió de tomar mal el nombre y pensó que se trataba de un hombre, confusión fácilmente justificable por la gravedad del tono de voz de la dama – Me ha dicho mi secretaria que quería verme en privado…

– Así es. – confirmó ella – Tengo una información que darle, Sr. Fantasio. Una información que puede suponerle un gran beneficio… si acepta mis condiciones, claro está…

La cosa empezaba a ponerse interesante. Dando una calada a la pipa y reclinándome sobre mi asiento, formulé la pregunta del millón:

– ¿Dónde y cuando?

Café Trihochet, a las 10 y media, fue su respuesta escueta antes de colgar definitivamente el teléfono.

Haciendo buena cuenta del ristreto que me sirvieron, me puse a observar a la fauna que se reunía a mi alrededor en aquel local a apenas un par de manzanas de la oficina. La mayoría de los presentes eran empresarios trajeados con cartera incluida que hablaban de la bolsa y las finanzas con el mismo apresuramiento con el que consumían su café. En una mesa apartada había un grupo de pensionistas que pasaban el rato jugando al dominó, justo al lado de una pareja que discutía acaloradamente. En la mesa delante de la mía, una estudiante universitaria garabateaba en unos cuantos papeles repartidos por la superficie de forma desordenaba, mientras sorbía de tanto en cuanto su capuccino sin apartar por un segundo la vista de sus apuntes.

Justo entonces, apenas unos cinco minutos después de la hora convenida, se oyó el tintileo de la campana que colgaba de la puerta del café y apareció ella.

O mejor dicho, él.

Porque pese a las facciones suaves de su rostro, pese al largo pelo castaño oscuro que llevaba recogido en una coleta a la altura de la nuca y pese al par de pendientes que colgaban graciosamente de los lóbulos de sus orejas, la forma del cuerpo no correspondía en ningún modo a las curvas femeninas, sino que era delgado y mayoritariamente rectilíneo, de corte evidentemente masculino. Y su atuendo tampoco correspondía en absoluto a su sexo: jersey sin mangas de cuello vuelto de color verde pistacho con la inscripción "SHINE" bordada en pedrería, pantalones negros acampanados a mi parecer demasiado ajustados, y calzando unas sandalias doradas de tacón alto, amén de un bolso "Moccino" colgando de su hombro y manicura hecha por profesionales.

Demasiado traspuesto me había quedado ante aquella visión. Tanto que cuando se acercó a mí, no pude hacer otra cosa que balbucir con cierta incredulidad:

– Euh… ¿Michelle?

– La misma que viste y calza. – sonrió ella con cierto aire divertido, como si mi propio estupor le resultara increíblemente cómico (y probablemente así lo era) – Aunque en mi registro civil sigue constando el nombre de "Michel Dèscartiers"… la burocracia es terriblemente lenta en ese sentido… - me tendió la mano para saludarme y tuvo la gracia de reírse al ver que tardaba en reaccionar – Puede estar tranquilo, Sr. Fantasio: le aseguro que los transexuales no muerden…

– Aaah… sí, disculpe – acerté a decir finalmente, al tiempo que estrechaba su mano – Encantado de conocerle… ¡digo, conocerla! Quiero decir, hum…

– No pasa nada – me tranquilizó, sentándose grácilmente en la silla frente a la mía y colgando su bolso del respaldo – Ya estoy acostumbrada a eso, no sería la primera vez… Además, me han hecho cosas peores, como cuando la gente me dice que soy un travestí. ¿Sabe lo humillante que resulta para un hombre que se siente mujer ser tomado por un hombre que le gusta vestir con ropa de mujer¡Dios, la gente a veces es tan simplista…!

Lo cierto es que ambos conceptos escapaban de mi comprensión. Yo me había disfrazado de mujer para gastar alguna que otra broma a algún amigo… ¡pero eso no significaba que me gustara vestir de mujer¡Que yo soy un hombre, caramba! Y si ya me resultaba chocante el saber que había hombres que preferían los tacones a la corbata, la idea de un hombre que quisiera cambiar completamente de sexo me resultaba difícil de asimilar… al menos de buenas a primeras.

Para tratar de salir de aquella incómoda situación, le pregunté si quería tomar algo.

– Con un cortado será suficiente. – respondió.

– Bien… eeeh ¡camarero! Tráigame un cortado para él… ¡para ella¡digo, para él¡no, quiero decir…! – lancé un suspiro derrotado, golpeándome la mano en la frente - ¿Podría traer un cortado, por favor?

– Enseguida, señor.

Así se quedó la cosa en los siguientes veinte minutos, durante los cuales Michelle y yo conversamos sobre nuestra vida. Supe a raíz de aquella charla que Michel empezó a sentirse Michelle en su adolescencia tardía, pero que no empezó a plantearse seriamente el tema del cambio de sexo hasta que ya hubo terminado su carrera de Publicidad y encontrado su primer empleo. El elevado coste de la operación la obligó sin embargo a posponer el proyecto durante los siguientes tres años, en los que se dedicó a ahorrar parte del sueldo que ganaba en la empresa en la que la habían contratado en calidad de asesor de márketing. Pocos meses atrás, tras haberse hecho con el dinero suficiente, decidió dejar de ocultar su condición a sus compañeros y empezó a comportarse, vestir y actuar de acuerdo a como él se sentía.

– … por supuesto, aquello no sentó bien a los de arriba – terminó por contarme – y hace tres días que recibí la carta de despido. Ya lo ve, Sr. Fantasio, la política de mi empresa es muy estricta: ni madres solteras, ni divorciados, ni homosexuales… nada que no se salga del esquema de "casado y con hijos" o en su defecto "soltero y sin compromiso" es visto con buenos ojos en la empresa. Siempre se ha querido dar la imagen de Compañía Familiar…

– ¿… y su empresa se dedica a…? – me aventuré a preguntar no sin cierto temor.

– A la distribución de juguetes.

Se instauró un profundo silencio.

– ¿Le resulta chocante? – me preguntó con una media sonrisa.

– ¡No, no, qué va! – traté de disimular riendo nerviosamente – En fin, esas cosas pasan…

Michelle se limitó a sonreír, mirándome con cierto aire malicioso.

– Es evidente que no sabe mentir, Sr. Fantasio… - dijo – Pero se lo perdono, por esta vez… - añadió, sacando un cigarrillo de su bolso. Con un gesto me pidió fuego y yo, tras rebuscar en mis bolsillos con algo de nerviosismo, le alargué mi encendedor. Una llamarada, dos caladas, echó el humo hacia arriba y me lo devolvió con un escueto "gracias" Tras esto, su mirada mientras sostenía el cigarrillo en la mano derecha cambió por completo, mostrando un aire de seriedad y confidencialidad – En fin, como usted comprenderá, ya no hay nada ni nadie que me ate a mi empresa, así que puedo decirle lo que yo sé sin asomo de arrepentimiento.

Por fin, entrábamos en materia. Y mi curiosidad profesional, así como la promesa de la exclusiva, pudieron más que mi recelo y acerqué mi oído a su boca. Poco sabía yo entonces que las palabras que pronunció en ese momento iban a cambiar mi vida en los días posteriores:

– La empresa para la que trabajaba está blanqueando dinero.

Por un momento me quedé sin habla. Aquello ya eran palabras mayores… y la experiencia que había adquirido a través de tantos años me llevaron a tomarme con algo de escepticismo lo que Michelle afirmaba con tamaña rotundidad. ¿Quién podía asegurarme, a fin de cuentas, que no era una estratagema para vengarse de la empresa que le había despedido de una manera que podría considerarse injusta? Debía ser prudente; más de una vez me había llevado un chasco por menos que eso.

– ¿Tiene pruebas? – quise saber.

– Aún no. –admitió – Pero puedo conseguirlas. Tengo dos días de prórroga para recoger mis cosas del despacho…

– Ya. – no era la respuesta que esperaba y mi desinterés debió hacerse patente, porque ella dijo:

– No me cree ni una palabra ¿verdad? – suspiró resignada – Oiga, sé que resulta difícil de creer – trató de convencerme – pero he tenido acceso a las cuentas de la empresa, y hay cosas que sencillamente no cuadran… cualquier experto en finanzas se lo confirmará… pero necesito su colaboración para sacar estos hechos a la luz…

– Eso es lo que más me extraña. – repliqué sin dejarme convencer – La revista para la que yo trabajo no se dedica a destapar fraudes financieros ¿Porqué entonces ha querido recurrir a mí precisamente?

– Precisamente por eso – contestó – porque su periódico no se dedica normalmente a esas cosas, la noticia no pasará desapercibida. Además – añadió – su honestidad y la de su compañero, por lo que tengo entendido, es casi legendaria en un gremio dominado por chupasangres capaces de sacar una exclusiva hasta de debajo de las piedras, sin importar su veracidad o falta de la misma…

Reconozco que me sentí adulado por aquellas palabras; incluso siendo Spirou el encargado de difundir nuestros reportajes mediante conferencias, siempre era bueno saber que alguien valoraba tanto tu trabajo…

Y por otra parte, es bien cierto que hay mucho buitre en la profesión. Yo no quiero señalar a nadie, pero sin ir más lejos, conozco a cierta rubita, colega mía de redacción, que ya me ha birlado unas cuantas exclusivas por la cara…

– Traté también de localizar a su compañero – añadió suspirando algo fastidiada – pero no hacían más que darme largas, diciendo que estaba de viaje …

– Hem, de hecho – aclaré – sí que está de viaje. Se ha tomado unos días de vacaciones para visitar a su familia… por lo visto, su padre cayó enfermo.

– … Oh. – musitó, genuinamente sorprendida y ruborizándose al darse cuenta de su error – Vaya, pues… le-le pido disculpas, Sr. Fantasio, pero es que pensé que también su secretaria me estaba dando largas… por eso insistí tanto y…

– No importa. – dije, y era verdad, no me importó; la oficina estaba bastante caótica estos días y mis nervios pedían a gritos una excusa para salir del manicomio en que se había convertido. La entrevista con mi improvisada confidente era una excusa perfecta…

Aunque por otra parte, seguía inseguro de que aquella entrevista me fuera a reportar algo de provecho. No había pruebas, ni posibilidad de realizar una investigación por mi cuenta, puesto que el único contacto que tenía con esa empresa estaba delante de mí y acababa de recibir un despido contundente. Aún en el hipotético caso de que se dignaran a recibirme, no me darían la información que necesito (o me la darían convenientemente maquillada, para que todo pareciese normal) y estaba fuera de cuestión hacer una incursión nocturna, como en mis tiempos en el Moustique; ya estaba demasiado mayor para esos trotes.

– Pero… de todos modos ¿no habría sido mejor recurrir a una revista especializada? – seguí tanteándola – O acudir a Le Monde, conozco a gente que trabaja en la sección de finanzas que es muy honesta…

– Demasiado honesta. – sacudió la cabeza con desdén mi interlocutora – Conozco más que sobradamente la reputación de esa gente, Sr. Fantasio, trabajé para ellos como estudiante en prácticas antes de sacarme el título. – pegó una calada a su cigarrillo antes de continuar – Comprueban las noticias que les llegan mil y una veces antes de publicar nada… y para cuando comprobaran mi noticia, los mandamases de la empresa se habrían encargado de "limpiar" las pruebas…

– En ese caso tal vez habría sido mejor acudir primero a la policía… ¡En fin, tratándose de un asunto tan serio, deberían investigar ellos primero, no!

Ante aquella última proposición, Michelle abrió los ojos, alarmada. Fue un breve instante antes de que bajara la mirada, pero percibí claramente en su rostro un semblante de preocupación.

– ¿Qué ocurre? – quise saber. Ella dudó en responder. Echó un vistazo alrededor, como asegurándose de que no nos prestaban atención y volvió a dirigirse a mí en el tono confidencial de antes.

– No puedo acudir a la policía. Es peligroso. – dijo simplemente.

– ¿En qué sentido?

– Digamos que mis jefes tienen métodos muy persuasivos para acallar semejantes escándalos…

– ¿Sobornos? – la interrogué. Negó con la cabeza - ¿Extorsión, tal vez? – continuó dándome la callada por respuesta - ¿Ha sido amenazado… amenazada… euh… ha recibido algún tipo de amenaza por parte de sus jefes?

– No quiera usted saberlo. – respondió.

– Pero debo saberlo – insistí.

– Lo último que quiero es meterle en líos, Sr. Fantasio. – fue toda su explicación.

– ¿En qué clase de líos podría…?

– ¡Hágame caso! – casi chilló, cogiéndome de las manos, en un gesto que me estremeció, no tanto por el hecho en sí, como por lo angustiado que sonaba su tono de voz – Sé que le cuesta confiar en alguien como yo… pero, por favor, se lo ruego, no me pregunte acerca de eso. – antes de que pudiera replicar nada, me interrumpió diciéndome: - Sólo le pido que me dé tiempo para reunir los documentos que hagan falta. Le aseguro que no miento.

Ahora que veo ese momento tan distante, me arrepiento de no haberla creído cuando me dijo aquello. Pero entonces, en lo único que pensaba era en lo comprometido de la situación… y al hecho de que el reloj que colgaba de la pared enfrente mío me señalaba que hacía ya veinte minutos que debía haber vuelto a mi puesto de trabajo si no quería que me echaran en falta. De manera que traté de despedirme de Michelle lo más diplomáticamente posible.

– Bueno, verá… necesito meditarlo¿sabe? Debo hablarlo con mi colega… porque se trata de algo serio, muy, muy serio, hum… - con cada palabra que soltaba, tenía la impresión de que mis embustes se marcaban a fuego en la cara, haciéndolos demasiado evidentes a sus ojos – Comprende lo que quiero decir ¿verdad?

Michelle no respondió. La sonrisa que me dedicó en ese momento parecía más de resignación que de alivio.

– Si cambia de opinión – dijo levantándose y sacando una tarjeta de su bolso – llámeme a mi móvil… está apuntado en el anverso – explicó, y comprobé que así era – Ha sido un placer hablar con usted, Sr. Fantasio. – se despidió, tendiéndome la mano, sin perder la sonrisa.

– Estooo, sí, igualmente… - balbucí respondiendo al gesto.

Y así se marchó, igual que había venido, traspasando la puerta coquetamente ante las miradas medio sorprendidas de algunos parroquianos.

Por mi parte, cuando regresé a la oficina me esperaba el mismo caos que había dejado atrás. Pero mi mente le estuvo dando vueltas al asunto el resto de la tarde y parte de la noche, hasta que el sueño me venció. Al día siguiente, con el lío de ir a recoger a Spirou a la estación de tren y todo lo que me contó sobre su estancia en su pueblo natal (su padre se encontraba ya un poco mejor, pero a costa de que el médico le prohibiera las comidas grasas para que no se le disparara el colesterol), el reportaje que Michelle me prometió pasó a un segundo plano. Y en los días posteriores, el caos que reinaba en la oficina se triplicó, parte debido al estrés generalizado que producía la presión de poner a punto el próximo número que debíamos sacar en breve, parte por la habituales "gaferias" de Gastón, que habían llevado al pobre Prunelle a casi suplicarme que le ayudara, de tan atacado de los nervios que estaba; aquello conllevó a concentrar mi atención en mi trabajo inmediato, con lo que terminé por olvidarme por completo de Michelle y su supuesta exclusiva.

Sin embargo, tres días después, mientras estábamos viendo las noticias en su edición de noche, nos sorprendió una llamada. Spirou se levantó a atenderla, un tanto enfurruñado ante mi pasividad. Al cabo de pocos minutos, regresó al salón, con una media sonrisa en el rostro.

– ¿Qué? – pregunté, sabiendo que él me conocía ya lo suficiente como para saber que esa clase de miradas en él me picaban la curiosidad.

– Tienes una llamada –dijo – Alguien que insiste en hablar contigo en privado… una tal Michelle ¿te suena?

Tardé cinco segundos en recordar a quién se refería. Y cuando por fin se me iluminó la bombilla, pegué tal salto al levantarme del sofá que tiré al pobre Spip de mi regazo, haciendo que soltara tal sarta de chillidos enojados, que seguramente habrían significado un mordisco en la espinilla si no hubiera ido tan rápido a atender la llamada.

– ¡Michelle¡Mierda, me había olvidado por completo! – refunfuñaba, quizás demasiado alto para oídos tan indiscretos como los de mi amigo, que me seguía a prudente distancia sin dejar esa estúpida sonrisa – Joder, y tiene que llamar a estas horas… ¿cómo habrá conseguido el número…?

– Uyuyuy… a ver a quién te habrás ligado en mi ausencia, Casanova. – se burló Spirou – En fin, te dejo para que hables tranquilo con tu "amiguita", a ver cuando la traes a casa y me la presentas, jeje…

Le mandé a paseo con un gesto nada elegante. Spirou es mi mejor amigo y él bien sabe cuanto le aprecio, pero para mi desgracia sabe cómo sacarme de quicio…

– Eeem… Fantasio al aparato – hablé a través del auricular del teléfono - ¿en qué puedo ayudarle.. euh ayudarla, Mi…?

– Sr. Fantasio, - me cortó Michelle al otro lado de la línea - lo tengo.

Me quedé en silencio durante unos segundos, sin comprender.

– ¿Qué lo tiene¿A qué se refiere usted…?

– Las pruebas, Sr. Fantasio – volvió a hablar mi interlocutora, exactamente con el mismo tono de urgencia que antes – La información que le prometí… y algo más que he descubierto recientemente, algo que para usted podría suponer un bombazo.

El periodista profesional a la búsqueda de una exclusiva, volvió a emerger a la superficie. Una de mis manos ya estaba tanteando en busca de la agenda y algo con que escribir, cuando volví a hablar:

– ¿Cuándo puede quedar para entregármela?

– Esta noche.

– ¿Qué¿Esta noche…? – miré mi reloj - ¡Pero si ya son las…!

– Quedamos a las 10:30, dentro de media hora… ¿Conoce la calle Arbatétriers?

– Euh… sí, me suena…

– Nada más entrar en la calle, a mano derecha hay una callejuela que lleva a una pequeña plaza. Cerca hay una cabina, le esperaré allí.

Antes de que pudiera replicar nada, me colgó.

Rápidamente fui a buscar mi chaqueta al perchero de la entrada, y a comprobar que tenía las llaves y el móvil en mis bolsillos. Mis movimientos fueron seguidos por mi compañero de piso, que permanecía en el sofá acariciando distraídamente el lomo de Spip que se había quedado dormitando en su regazo.

– Oye ¿y esas prisas? – me preguntó al tiempo que yo cogía la gabardina y abría la puerta para salir. Me siguió hasta el garaje, cargando con Spip en brazos. – Fantasio ¿adónde vas a estas horas?

– A entrevistarme con alguien – dije metiéndome en el coche – Es… un asunto profesional… - aclaré según arrancaba el motor, a lo que Spirou respondió con una frase que me dejó parado en seco:

– ¿Debo entender entonces que no tengo que esperarte levantado?

– ¿Qué insinúas con eso? - inquirí

– Hum… vamos a ver… - enumeró mi amigo – Una tal Michelle te llama a las tantas de la noche, insiste en hablar contigo urgentemente y poco después de hablar con ella, de pronto te entra no sé que clase de prisa por acudir a una cita con alguien, de la que por cierto nada sabía, por lo que deduzco que no ha sido planificada… - se inclinó hacia mi, apoyándose en el techo del coche - O mucho me equivoco o tu misterioso entrevistador y esa chica son la misma persona.

– ¡Vale, sí, es él… ella, digooo, sí, es Michelle! – admití gritando de impaciencia - ¿Y qué¿Te supone un problema?

Spirou sonrió y abrió el brazo que tenía libre en señal de inocencia.

– Yo no me meto con tus ligues, ya lo sabes.

– ¡Oye, no te pases, que no es un ligue! – le contradije – Ya te lo he dicho, es una relación meramente profesional… ¡Aaaagh, maldita sea Spirou, no tengo tiempo para ponerme a discutir contigo; haz el favor de apartarte, que tengo que sacar el coche!

– Vale, vale… - accedió cumpliendo mis deseos. Creí que ya habrá acabado con sus bromitas, pero según bajaba por la calle me gritó: - ¡Pero cuidado no te vayas a colgar demasiado por ella¿Eh¡Que ya sabes que no es bueno mezclar lo personal con lo profesional!

De nuevo respondí con un mal gesto a sus alusiones. Y de nuevo decidí ignorarlas.

O al menos eso creí, que podría ignorarlas. Pero según pasaba el tiempo y recorría calles, aquel comentario volvía a mi mente una y otra vez, de forma inconsciente pero deliberadamente repetitiva, como si una parte de mí pretendiera avisarme de que aquellas palabras quizás en el fondo no eran tan desacertadas….

Y no sé muy bien porqué empecé a tener dudas. Mi siempre tan encantadora (en el sentido sarcástico, claro) colega Seccotine diría que mi orgullo de macho con exceso de testosterona había dominado sobre mi razocinio y sentido común. Sea como fuere, el caso es que de camino hacia allí empecé a preguntarme¿Y si era cierto lo que había dicho mi amigo en broma¿Y si me estaba dejando llevar demasiado¿Y si estuviera quedándome colgado por un transexual?

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Media hora después, permanecía dentro de mi coche, a escasos metros de donde Michelle esperaba mi llegada. Huelga decir que yo había aparcado en una parte del callejón que hacía esquina, de tal manera que ella no podía verme, pero yo sí a ella, a través del espejo retrovisor. Apoyada en la cabina, llevaba el pelo suelto y vestía con un abrigo largo y botas de tacón alto. Una de sus manos sostenía un sobre marrón; en la muñeca contraria, un pequeño reloj de pulsera que miraba cada dos por tres, para después mirar a todos lados y, al ver que no llegaba, mirar cabizbaja al suelo, esperando verme aparecer de un momento a otro.

Y yo, cobarde de mí, sin decidirme a salir a su encuentro.

– Bueno ¿y qué? – me dije - ¿qué más da si la hago esperar una o dos horas más¿Tan importante es que llegue a tiempo? Al fin y al cabo, tampoco creo que sea tan urgente que me entregue esos papeles… bueno, eso suponiendo que sean auténticos ¡A lo mejor me ha llamado con urgencia sólo para verme¡Sí, debe ser eso, ajajaja! Pero noooo, amigo, no caerá esa breva… ¡Fantasio no se dejará seducir por un transexual, no señor!… Aunque… - murmuré algo inseguro tras echarle un vistazo de nuevo – la verdad es que parece muy preocupada… ¿la estaré haciendo esperar demasiado…¡Aaaah, pero qué estás diciendo! – exclamé golpeándome la cabeza - ¡Es un tío, Fantasio, un tío¡Nada de tratarla en femenino, no te dejes engañar por su apariencia! Sí, eso es… No tengo porqué preocuparme si no voy al final ¿verdad? A fin de cuentas, si me llama pidiéndome explicaciones, siempre puedo decirle que me entró fiebre o algo, seguro que lo entenderá… No va a ofenderse por ello ¿verdad?…

Pasados 10 minutos tras mi monólogo, Michelle seguía allí, esperándome, abrazada a aquel sobre marrón, la mirada perdida en algún punto del suelo y con el semblante triste. Para rematar el ambiente, justo entonces empezó a llover. Ella metió el sobre dentro de su abrigo, para proteger los documentos allí contenidos de la lluvia, permaneciendo sin moverse ni un ápice del sitio, encogida por el frío.

Desvié la mirada a mi izquierda, encontrándome con mi propio reflejo sobre el cristal de la ventanilla. Mirándome ceñudo, diríase incluso con aire acusador.

– ¿Qué! – inquirí a mi yo reflejado - ¡Oye no me mires así¿Crees que solucionaría algo que fuera allí¡Esto es totalmente absurdo! – el aire inquisidor de mí mismo aún permanecía allí, desmontando todas mis excusas - ¡Oh, a la mierda! – claudiqué finalmente, bajándome del coche.

Ajusté el cuello de mi gabardina para protegerme del frío que reinaba en el ambiente, al tiempo que la lluvia empezaba a arreciar. En la distancia, Michelle me reconoció, sonrió, mezcla de alivio y alegría y fue a mi encuentro.

Justo en ese mismo instante, un coche negro con las ventanas ahumadas hacía su parición.

Sé que sonará demasiado a tópico si dijera que lo que ocurrió a continuación ocurrió muy rápido y al mismo tiempo muy despacio, como a cámara lenta. Como también soy consciente que lo que voy a decir parece más una escena sacada de un típico thriller americano.

Pero mis lectores saben bien que yo siempre cuento las cosas tal y como fueron.

El coche aminoró la marcha y frenó justo detrás de Michelle. Ella se giró al percatarse de su presencia y al verlo, empezó a correr hacia mí, aterrada. Una de las ventanillas del coche se abrió y de ésta asomó el cañón de una pistola. Aunque eso no lo supe hasta que oí los dos disparos.

Uno falló, el otro no.

Y Michelle cayó al suelo como un fardo pesado.

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Aclaraciones y demás: Además de ser el primer fanfic largo del fandom, fue el primero que escribí. Pese a que mi experiencia en esto de la escritura de fanfics es vasta y variada, así como también lo era mi conocimiento del fandom en cuestión (soy lectora asidua de los cómics de Spirou y Fantasio desde niña :P), lo cierto es que durante mucho tiempo temí que el fanfic no se ajustara al fandom o quedara un tanto OOC. Menos mal que mi hermanita Silver Lady, en calidad de beta-reader, siempre ha estado ahí para velar por ello. Fue ella la que, después de haberse leído éste capítulo cuando aún estaba incompleto, me convenció de que iba por buen camino y que valía la pena que continuara. Así que ella dedico mis primeros agradecimientos.

Los demás correspoden para empezar a drakys, la primera que escribió algo del fandom (mucho antes incluso de que la idea de éste fic se forjara en mi mente) y cuyo estilo inspiró a mi fecunda imaginación. Y luego a Nyami, fan de S&F a la que conocí por casualidad precisamente gracias a uno de los fanfics de drakys que publicó en su LiveJournal… por último a Krystalyne, quien tuvo la idea de fundar primero un foro y luego una comunidad LJ sobre el fandom de Spirou y Fantasio, con el fin de reunir todas las fan-obras que hay dispersas por la red y de paso conocer al resto de los fans del mundo. A éstas tres especialmente dedico éste fanfic y agradezco su apoyo: MERCI, LES FILLES! ;)

Notas post-publicación: hoy fanfictionet está agilipollao perdido, porque ni me deja poner barra de separación ni leches ¬¬... Perdón a los que se pierdan con la historia a causa de este pequeño (y espero temporal) handicap...