Los personajes de esta historia NO me perteneces, son obra de JK Rowling. Si fueran míos la historia original habría sido como a continuación.

Deseo que os guste, porque estoy muy ilusionada escribiendo esto sobre Snape. Creo que es la historia que el realmente merece.


Prólogo

Agosto de 1975

La brisa era suave aquella mañana de finales de verano. El sonido de las ramas de sauce al mecerse era como música. Y la suavidad del césped hacía que estar tumbado allí en aquel rincón privado junto al río fuera una delicia.

Sabía que ella descansaba a su lado. Podía imaginar su silueta delicada, el tierno césped acariciando su piel blanca como la nieve. Y el pecho elevándose levemente con sus respiraciones.

Entreabrió los ojos para poder verla. "Es Preciosa" pensó.

- hace un día tan fantástico que no querría que terminara nunca- susurró ella haciéndole estremecerse. Él tampoco quería que se terminara. Estar allí a su lado, compartir el tiempo libre. No deseaba nada más que eso. Vivía el resto del año soñando con esos momentos dulces en los que sólo importaban ellos dos.

-¿Severus? - Ella abrió los ojos y se irguió ligeramente para ver por qué el no contestaba.

- lo siento, estaba pensando- la voz de él sonó a camino entre la agudeza infantil y la ronquera por el cambio de la pubertad.

- pensé que te habías dormido. Debí suponer que siempre estas pensando. –se había incorporado sobre su codo y le miraba sonriente.

"absolutamente preciosa" Sus labios llenos se curvaban en una inocente sonrisa las pequeñas pecas cubrían con gracia su nariz recta y los ojos almendrados; verdes y brillantes como esmeraldas estaban rodeados por largas pestañas que abanicaban sus mejillas sonrosadas por el calor. Pero era su pelo, Rojo como cobre derramado en finas hebras sobre sus delicados hombros, lo que arrebataba el sentido a sus pensamientos. Y El sol arrancaba destellos de él que deslumbraban sus sentidos.

- La pena es que pronto va a terminarse.

- aún quedan un par de semanas Lily, no seas agonías.

- Si, pero con mis padres planeando la visita a Londres para comprar los materiales, parecen dos semanas muy cortas.

Desde el punto de vista de Severus el verano en si era demasiado corto en comparación con todo el año entero esperando al verano siguiente. Y tenerla sólo para él.

- tendremos que aprovecharlas al máximo.

- este año será diferente, ya casi somos los mayores. Tendremos que esforzarnos por ser muy buenos y conseguir ser premio anual.

- seguro que tú consigues el voto de Shulgron, así que juegas con ventaja- comentó Snape apartando los mechones rebeldes de pelo negro que caían sobre su rostro juvenil.

- bueno estaremos empatados. Se que el de defensa contra las artes oscuras es tuyo. – Lily se sentó y cruzando las rodillas mientras le miraba quitar pétalos a una margarita. – estará bien competir contigo.

- Si será un reto enorme para mí.

Ella abrió sus ojos sorprendida.

- ¿Por qué dices eso?

- está claro que eres Mis popularidad. – los ojos oscuros de Severus la recorrieron con codicia.

- Sev no empieces otra vez con eso. Sabes que no es verdad.

- si que lo es, oí a Miclent Aldridge comentarlo. Hasta ese tonto de Potter…

- Sev… No empecemos nuevamente. Siempre es el mismo tema James Potter y sus amigos. No crees que ya deberíais crecer.

Él la fulminó con la mirada.

- Le defiendes siempre Lily.

- ¡No!- ella se retiró el pelo detrás de la oreja con nerviosismo-!El… es un arrogante y presuntuoso y un… gamberro y… y…!

- Y Le gustas.- Gruñó el. Vio las mejillas de Lily teñirse de rojo a pesar del frescor de la sombra del sauce. Apartó la mirada enfurruñado.

- Ya te he explicado que….no necesito que… me adviertas sobre Potter. Se muy bien la clase de personaje que es. Y sólo hablar de él…me revuelve.- las mejillas de ella estaban aún más sonrojadas que antes. Y parecía que su locuacidad desaparecía a cada palabra. Sin embargo sus palabras parecían haber aplacada a Snape que se recostó contra la corteza del Árbol. Deshojando otra margarita.

- Severus

- ¿Humm…?

- Dime que intentarás encontrar amigos menos malvados que los que tienes ahora. –el levantó sus ojos negros que la evaluaron con calma.

- lo intentaré- murmuró suavemente, dejando que el viento llevara sus palabras.


Octubre de 1981

Era una noche fría para ser octubre. Fría y Oscura, tanto como los días que corrían. El señor tenebroso Imponía su ley y el ministerio estaba en su poder. La ley era corrupta, y el peligro perseguía a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad mágica, sin importar el origen familiar. El castillo de Hogwarts, se erguía con orgullo en la fría neblina de la noche, proclamando su libertad de aquel tirano. Había conseguido aguantar y proteger a los jóvenes que permanecían entre sus paredes, de la maldad que se vivía en el mundo mágico.

Unos pasos rápidos y torpes, rompieron el silencio de los pasillos. Una voz áspera resonó en las paredes de piedra y la gárgola se movió dejando paso a la delgada figura oscura que se adentró a la escalera de caracol que llevaba al despacho del director. Su respiración se oía entrecortada. Sus manos dejaban rastros de sangre allí donde se apoyaba, para inspirar una vez mas, apretar los dientes por el dolor lacerante y continuar subiendo. No podía pararse.

AL final de la escalera la figura oscura se apoyó contra la pesada puerta de madera y empujó con fuerza. La madera cedió y se abrió mostrando el imponente interior del despacho.

Un hombre de pelo Plateado con gafas de media luna de figura Alta e imponente se volvió para mirar la puerta. Albus Dumbledore frunció las cejas en un gesto interrogante al ver que la puerta se abría y que el hombre que entraba en el despachó caía de rodillas jadeando por el esfuerzo.

- ¡Severus!

El director se aproximó a él comprobando para su horror que el joven Severus Snape sangraba profusamente de varias heridas. Y jadeaba como un animal agónico intentado respirar. Alzó sus ojos oscuros húmedos e implorantes. Pudo apreciar los morados en su piel más pálida de lo normal. La sangre de la nariz y las grietas en los labios.

- Por favor… él va a… Matarla. Ayúdelos…

- ¿De que esta hablando? Severus, necesitas que Poppy te vea. Debemos ir a la enf…

- ¡NO! No hay tiempo. El sabe donde se esconden.

- esto se lo ha hecho Voldemort.

- No importa. Se lo dijo… el maldito Pettigrew le dijo dónde estaba. Tiene que ayudarla…- la voz del hombre se quebró. – Salve a Lily…

Dumbledore se Irguió en toda su altura y se volvió hacia la chimenea.

Cuando el director se desapareció Snape quedó sólo y aturdido en el frío suelo de piedra. La sangre manchaba todo en un charco a su alrededor. Tenía frío. Un frío atroz que nacía dentro. Si ella moría. Si no podía salvarla. Él no podría vivir.

...

Cuando Dumbledore se apareció en Godric's Hollow, La calle estaba en silencio. Un silencio extraño que envolvía todo a su alrededor. La espesa niebla no dejaba ver nada a dos pasos frente a él. Levantó su mano y el apagador de plata robó una a una las luces de la calle dejando aún más en penumbra la calle de casitas y sus jardines. Después pronunció el hechizo de lumus y su varita parpadeó con luz tenue iluminando el camino hacia la casa de los Potter haciendo que el lugar parecira fantasmagórico.

La valla del jardín estaba rota. Y la puerta de entrada tampoco opuso resistencia a su entrada. Dentro de la casa hacía aún más frío que fuera. Podía ver el vaho de su respiración. El suelo de madera crujía bajo sus pies. Pero no se escuchaba nada dentro de la casa. Se adentró más en el pasillo alerta por lo que pudiera pasar. Voldemort podía estar allí y podía aparecer en cualquier momento.

Empujó la puerta del salón y no vio nada, continuó por el pasillo escuchando sólo el susurro de su capa. Se detuvo un segundo. Y contuvo la respiración. Se escuchaban leves gemidos al final del pasillo. Avanzó sigilosamente y giró la esquina. La varita iluminó las paredes empapeladas, el color oscuro de la madera del suelo y encontró ante sus ojos una escena que no esperaba ver. El cuerpo inerte sin vida de James Potter estaba a sus pies. Dio un paso más y alzó la varita para que iluminara más lejos.

Junto a él encontró la figura de Lily Potter, a su lado, con los ojos empapados por las lágrimas y el pequeño cuerpecito de su hijo de un año, Harry, entre sus brazos. Estrechándolo con fuerza.

- Lily… ¿Qué ha ocurrido?

- Profesor Dumbledore, Ha matado a James. Le ha matado- más lágrimas salieron de los ojos de Lily y sus sollozos y gemidos despertaron al bebe que lloriqueó en su hombro.

- ¿dónde esta?

- No lo se. Intentó Matarnos a Harry y a mí, pero desapareció. Creí que había matado a mi bebe. La maldición Nos dio de lleno.

Dumbledore se acercó más a ella suavemente y se arrodilló a su lado.

- ¿cómo que os dio?

Ella contuvo los hipidos del llanto y le mostró al bebe. El niño tenía los mismos ojos que Lily Y chupaba con ansia el puño de su mano también sus ojos estaban húmedos y sujetaba con fuerza la camiseta de su madre, Con miedo a soltarse de ella. LA mirada de Dumbledore se detuvo en la frente del pequeño. Había una marca roja en ella. Comenzaba en el nacimiento del pelo y recorría parte de la frente. Su mano se levantó levemente para acariciar la piel del bebé. La maldición de Voldemort se había vuelto en su contra. Aquello era magia Antigua. El bebé y su madre habían salvado al mundo mágico de Voldemort.

- ¿tu te encuentras bien Lily?

Ella asintió mientras atraía a su hijo una vez más contra su pecho.

Un estruendo ensordecedor rompió la tranquilidad de la noche. Y aumentó más y más convirtiéndose en un rugido que hizo llorar al bebé. Dumbledore se levantó varita en mano dispuesto a proteger a la madre y a su hijo cuando el ruido se silenció. Unos pasos rápidos corrieron por la casa y una figura giró en la curva del pasillo.

- ¡Protego!- el hechizo de Dumbledore creó un escudo transparente que hizo rebotar hacia atrás al intruso.

Un gruñido de dolor brotó de los labios del joven Sirius Black que pálido y con el pelo desgreñado alzaba su varita para defenderse.

- Sirius Black. ¿Qué haces aquí?

- Profesor Dumbledore yo… ¡OH dios mío James! ¡Lily! El joven mago se acercó a la muchacha en el suelo y la arropó con fuerza entre sus musculosos brazos. ¿Qué le ocurre a James? ¿El esta…? No puede…

- lo siento señor Black.

Sirius contempló en el suelo la figura de su mejor amigo. Su compañero de Armas, De juegos, de gamberradas, el padre de su ahijado. Sintió temblar a Lily entre sus brazos y el sollozo de la mujer en su pecho. La rodeó despacio y acarició la espesa mata de pelo cobrizo. Parpadeando para contener las lagrimas de dolor que se agolpaban en sus ojos.

- No creo que sea sensato estar aquí.- explicó Dumbledore analizando la situación. – debemos ir a un lugar más seguro para Lily y el bebé. No sabemos cómo va a acabar esto.

-¿Voldemort puede volver?- preguntó Sirius levantándose con cuidado y ayudando a Lily a ponerse en pie.

- Voldemort ha desaparecido. Por el momento. Pero hasta que la situación esté controlada. Será lo mejor.

El Joven Black asintió con la cabeza y rodeó protectoramente a Lily llevándola hacia la salida.

- No quiero dejar a James.

- Lily- él… ya no está. Y tú tienes que protegerte y proteger a tu hijo. – ella lloraba sin consuelo. Pero asintió. Su hijo. Era lo más importante para ella. Lo único que le quedaba de James Potter.

Las manos de Sirius la montaron en una enorme moto aparcada en el jardín de la casa. Se apartó el pelo de la cara nervioso y se volvió al profesor Dumbledore para hablar sin que ella les escuchara.

- Pettigrew les ha traicionado. Él era el guardián secreto. Jamás debí permitirlo. James…james estaría vivo si no fuera por mi culpa… Ese maldito gusano… Debería matarle. – la furia empaño sus palabras y agitó su respiración.

- Sirius. Es suficiente. Llévate a Lily a Hogwarts. Pide ayuda a Poppy que vea a ella y al niño y cuéntale todo a McGonagall. Yo volveré cuando sepa que ha pasado aquí.

El joven asintió confundido y volvió donde estaba Lily montó en la enorme moto y arrancó produciendo de nuevo aquel enorme estruendo y quebrando la tranquila noche. La moto se alzó en el cielo oscuro sin estrellas y desapareció entre la bruma.

...

Lily se irguió en la cama horas más tarde y contempló en el cesto a su hijo Harry. No había cunas en Hogwarts y habían salido tan rápido de la casa que no había tenido tiempo para recoger nada. Así que Harry había tenido que dormir en un cesto preparado con sábanas para que fuera mullido. Sirius descansaba en otra de las camas de la habitación de Hogwarts vacía que les habían prestado. La señora Pomfery habría preferido que se quedaran con ella en la enfermería, pero Lily no quería estar allí. Prefería la intimidad de una habitación que McGonagall les proporcionó para poder descansar. Pero haber regresado a Hogwarts era doloroso. Allí había pasado los años más felices de su vida. Había conocido a James. El hombre que le había dado a su precioso Hijo. Y ahora, el ya no estaba para verle crecer. Para ver lo que su pequeño Harry sería de mayor. A quien se parecería más. Si era bueno en Quidditch, o en aritmancia. Sus hombros se sacudieron por el llanto contenido, cubrió sus labios con la mano para no hacer ruido y las lágrimas saladas corrieron por sus mejillas y empañaron su mirada. Desde el ventanal de la habitación se veía el lago, oscuro como una mancha negra en el césped. Sin estrellas reflejándose en el . La bruma lo cubría y lo hacía más siniestro aún. Tenía tantos buenos recuerdos de aquel lugar… Y sin embargo aquella noche todo le parecía tan negro como las aguas de ese lago.

Escuchó la puerta de la habitación abrirse levemente. La silueta de Dumbledore se recortó por la luz de la luna en la entrada. Lily miró a su hijo dormido y a Sirius descansando en la cama del fondo. Secó con cuidado las lágrimas y salió con sigilo al pasillo para hablar con el Profesor Dumbledore.

- ¿cómo se encuentra?

Ella se encogió de hombros incapaz de hablar. El nudo que tenía en la garganta oprimía también su pecho. Abrió la boca para respirar y no pudo contener el llanto desconsolado. La mano de Dumbledore acarició con suavidad su pelo y la dejó desahogarse. Era muy joven. Con sus a penas veinte años y un niño pequeño se había quedad viuda y sola en el mundo.

Ella pareció calmarse al cabo de unos minutos. Respirando temblorosa. Intentando que sus pensamientos se reorganizaran a pesar del dolor que sentía por dentro como quemazón.

- Quizás debería descansar. Solo quería saber como se encontraba.

- ¿se sabe algo de… El señor tenebroso?- su voz sonó tomada, mientras sorbía la nariz y secaba las lagrimas rebeldes.

- él se ha ido.

- ¿cómo?

- Algún tipo de magia antigua ha conseguido que Voldemort desparezca. El amor por tu Hijo Lily os ha protegido de él. Y ha servido de escudo para que la maldición rebotase y acabara con el.

- ¿se ha acabado?

- si Querida. Es el final después de once largos años.

Ella apoyó la frene en el frío cristal y el vaho de su respiración empañó la mitad de la ventana.

- A James le habría gustado eso.- susurró

- A él y a todos los que desgraciadamente han dado su vida por esto.

Ella asintió y se rodeó con los brazos para calmar el frío.

- Lily…Se que ahora todo te parecerá terrible, pero debes seguir con tu vida. Ahora, será una vida segura para tu hijo. Será un gran mago.

Ella asintió nuevamente sobrecogida por el dolor.

- ¿Qué se sabe de Pettigrew?

- Huyó. Pero le encontrarán y será juzgado. Al igual que todos los que han estado del lado de él. Pronto serán juzgados.

- Sirius estaba tan furioso... Tenía miedo de que cometiera alguna locura. Creo que la señora Pomfrey le ha incluido algo en su bebida caliente para tranquilizarle. Esta tan dormido que ni se ha movido.

- será lo mejor. Lo último que necesita es una venganza y acabar tan mal como lo hará la mayoría de su familia. - Ella suspiró. Se sentía agotada. – será mejor que descanse. Lo necesitará.

- si, gracias, por llegar a salvarnos profesor.- él aceptó con un gesto su agradecimiento y se dispuso a marcharse.

- Profesor Dumbledore, ¿Quién fue?

Él hombre se volvió para mirarla. Su figura espigada y frágil. Con el pelo enmarcando sus hermosos rasgos, parecía muy joven. Era muy joven. Joven, dulce y desgraciadamente Viuda. Si hubiera llegado antes…

- ¿Quién fue qué?

- ¿Quién le dijo que tenía que venir a ayudarnos?

- Señora Potter, me temo que eso es… confidencial entre mi confidente y yo. Aún están las cosas revueltas, y no querría demasiados problemas para mi espía.

- le juro que jamás diré una palabra… a nadie.

El hombre la miró a través de sus gafas de media luna. Y esperó para ver la reacción de ella. No se movió, sólo esperaba escuchar lo que quería saber. No debería decírselo sin embargo… ella había dado su palabra

–Severus Snape.

...

Minerva Mcgonagall entró en la enfermería ya bien entrada la noche tras comprobar que ninguno de los alumnos se había levantado de la cama ni se había armado alboroto. Las noticias corrían como la pólvora y más aún algo como el fin de Voldemort. Encontró a la señora Pomfrey caminando de un alado a otro ajetreada, haciendo su trabajo y junto a la única cama ocupada Estaba Albus Dumbledore. Mirando al joven postrado en la cama. Se acercó despacio para ver mejor quien era.

- Severus Snape...- sus labios se curvaron en un claro gesto de desaprobación- ¿Qué hace él aquí Albus? Es uno de ellos.

- El señor Snape, ha salvado la Vida de Lily Y Harry y ha estado sirviéndome estos últimos meses como doble espía.

- ¿espía? ¿có-como?

- Vino hace unos meses, a… ofrecerme sus servicios.

- ¿cómo estas seguro que no era doble espía?

- Minerva querida, estoy seguro de que era doble espía. Pues le contaba a Voldemort justo lo que yo quería. Así podía permanecer a su lado. Así hemos evitado que tomara Hogwarts este último año que sus seguidores habían aumentado tanto y su poder tan rápido.

- Cielo santo… ¿Dumbledore estas seguro… de que puedes confiar en el?

Minerva estaba del todo intranquila Albus Dumbledore era un gran mago. Inteligente, hábil con la varita… pero tenía el don de confiar las cosas más importantes a la gente más extraña.

- A día de hoy, le confiaría mi vida. Me ha demostrado una lealtad absoluta. Y una valentía que jamás vi en nadie.

El cuerpo maltrecho de Snape se removió entre las sábanas. Y minerva le miró fijamente. Parecía gravemente herido. Su piel más blanca de lo que era habitual, los labios con sangre seca, los morados en su piel, el sudor empapaba su frente y de vez en cuando escalofríos espasmódicos sacudían su delgado cuerpo y le hacían gemir de dolor aún en la inconsciencia.

-¿Qué le ha ocurrido?

- intentó retrasar a Voldemort para que no llegara a la casa de los Potter. El castigo por desobediencia fue… considerable. No se como escapó con vida para llegar aquí.

- cielo santo, se ensañaron con él. – comentó la Profesora de transformaciones al ver las magulladuras de su cuerpo cuando Poppy le destapó para recolocar las vendas. – ¿saldrá de esta?

- será un milagro pero creo que si. – murmuró poppy. – Y ahora el necesita descansar no que anden pululando por aquí profesor.

- por supuesto Poppy querida. Nos marchábamos ya. Infórmeme de cualquier cambio que haya en Severus. Mañana a primera hora me pasaré por aquí. Ah y… no deje que nadie se entere que él esta aquí.

- ¿Qué vas a hacer Albus?

- Protegerle de la Justicia por supuesto. No voy a tolerar que le encierren como a un mortifago cualquiera.


dudas , ruegos, preguntas, aclaraciones, Sugerencias, críticas, Toooodo lo que sea os lo agradezco que me lo pongais en un review, para mi son de gran apoyo porque me animan a seguir, Porque se si os gusta o no. ^^

Contestaré siempre a los review o al menos casi siempre en el siguiente capitulo. como ya sabéis las que hayais leido otra historia.

Un beso, y deseo de verdad que os guste.