Holitas mis queridos engendros del mal, ya se ,ya se…ya me había tardado para escribir algo sobre BvS pero es que se me hacía que no podía sacar suficiente material, porque…porque no se me ocurría nada, entonces pensé, que sería bueno incluir esta nueva fase del naciente universo cinematográfico de DC , especialmente con estos nuevos conceptos en sus villanos mas celebres, ya que SI, este lex luthor es mas que un cabellazo pantene , era una dirección nueva ,a la que sé que no a muchos les gusta PERO A MI SI, también aclaro que en este fic me haré valer de las conjeturas acerca de la nueva dirección optada con el Joker de Jared Leto, resulta que un día pensé "Batman y Lex…Superman y Lex…JOKER Y LEX, CARAJO" aclaro que aquí no habrá yaoi, pero yo sé que a quienes les gustaría plantearse "que pasaría si ambos se encontraran hicieran equipo?" tomando en cuenta que ya pasó en el comic, no me pareció tan descabellado XD pero utilizando las nuevas direcciones estéticas y conceptuales que se han tomado este 2016, hablando de DC en general. Tambien pienso colgar algo de arte en mi pagina de Facebook para que puedan meterse de lleno en la historia, ESTE FIC ES PARA MI QUERIDA C LENCSHERR para agradecerle por todo su apoyo :3 y sin mas, los invito a leer este nuevo proyecto, esta nueva propuesta.

Ciudad Gótica era un lugar especial, nadie debía preguntarse el porqué de tal afirmación, el hecho de ver caer la oscura magia de la noche sobre esta ciudad provocaba una especie de choque eléctrico en las sinapsis que casi te dicen que estas a punto de morir, su respiración, su palpitar, era un lugar vivo, era un lugar imparable y errático. Como una mente inestable y gloriosamente prodigiosa podría concebirla, era una probadita del infierno, una sublime farsa de burocracia y progreso, sobre la crudeza, la ultra violencia, la sangre corriendo en caudales violentos a través de las calles, las luces de las sirenas transitando por la vista como hadas, podías ver el absurdo contraste entre un hombre subiendo acompañado de un par de gemas humanas escasamente vestidas subiendo a un mercedes del color de una perla, entre las pandillas que merodeaban como depredadores hambrientos por los oscuros callejones de la ciudad, las almas buscando consuelo, los ángeles caídos del cielo, los querubes vestidos de ceda, los fantasmas vagando cal ritmo del caos y la anarquía.

Lex Luthor se sentía cada vez más fascinado, no era un secreto para nadie que siendo una mente prodigiosa y joven además de poseedora de un imperio millonario más grande de lo apenas imaginable por otros hombres, vivir en una ciudad tan promedio como Metropolis era casi aburrido, el crecimiento, la elegancia, los alienígenas saliendo volando desde los tejados, todo parecía un teatro de 2 actos, mediocre y predecible, para él no era difícil comprender ese mundo, una mente tan grande viviendo entre individuos excesivamente crecidos para lo que dejan ver sus billeteras podía ver cómo era posible manipular a hombres como esos como simples marionetas, era un mundo demasiado pequeño para él, un lugar donde no encontraría lo que estaba buscando, y fue esa la razón por la que la intriga no dejaba de emanar de sus manos que estaban sumidas en un tic convulsivo de temblores y chasquidos reflejo de la ansiedad que sentía por la clase de lugar al que tendría acudir ahora que se encontraba en una de las situaciones más frustrantes de su joven vida, ser un ex convicto concebido como un sociópata enfermo de poder era lo más mínimo, el problema era que el poder no deja a nadie exento de la arrogancia y ese tinte de megalomanía que en Alexander era de lo mas evidente, Luthor buscaba poder y tener a la ciudad más cosmopolita del país bajo la palma de su mano, poseer toda la riqueza que pudiese desear, tener un futuro hecho frente a sus ojos no lo era suficiente, el poder nunca sería absoluto hasta que no derrumbara sus barreras, esas barreras fácilmente podrían resumirse en dioses falsos hechizando su ciudad, hombres con capas propagando el crimen en el buen nombre de la justicia. Todo eso tenía 2 cosas en común, eran símbolos demasiado poderosos para un solo hombre, no dejaban de ser destructibles, pero la cuestión estaba en encontrar la ruptura, la desaparición de un par de símbolos que mientras existieran seguirían alejando el poder de sus manos, o bien, más poder del que ya tenía.

Ciertamente, Ciudad Gótica era un lugar oscuro, un lugar podrido, la tierra de nadie esperando a que una mente brillante la dominara y la guiara al orden que en toda su historia no ha conocido, el joven Lex Luthor jugaba con sus dedos clavando su mirada en el cristal del auto último modelo donde era transportado, pensando en que sus planes deberían seguir un camino fijo y muy bien trazado, pero había un problema, las herramientas que planeaba utilizar eran demasiado peligrosas y erráticas para poder controlarlas fácilmente, así que necesitaría ayuda, una muy inestable e imparable ayuda, pero era la que necesitaba. Necesitaba de mentes prodigiosas, mentes que en Metropolis se extinguieron antes de que él apareciera, mentes como las que buscaba ni siquiera estaban del lado de la ley en el que pretendía estar operando.

-falta mucho?- preguntó a la mujer que se encontraba en el asiento del chofer, una belleza de pesado maquillaje y voz profunda acompañada de un acento extranjero algo evidente.

-muy poco, Señor Luthor, paciencia- dijo la mujer en un tono que casi sonaba artificial. Lex acomodó el saco de su traje y volvió a mirar por la ventana. Entonces buscó en sus bolsillos y se encontró con la única herramienta de la que podría valerse en la misión que emprendería esa noche. Una caja de naipes.

Mentes como esas se encontraban en un abismo con puertas de hierro, un agujero de perdición y desolación que desde lejos podías escuchar llorar a sus espectros, la joya más antigua y oscura de la ciudad más peligrosa del planeta, ya que si sus calles eran un caudal de perdición cercano al infierno, era ese lugar donde estaba la enfermedad, la crudeza, la atrocidad y depravación en su expresión más pura, un paraíso dantesco hecho de frías piedras

-llegamos señor…-dijo la mujer sacando a Alexander de sus pensamientos- "Arkham Asylum", la mayor institución mental para criminales psicópatas del país- Lex salió del auto acomodando su saco una vez mas, mientras contemplaba con un gesto frio la estructura antigua e imponente de aquel enorme edificio, podía respirar sus años, décadas y décadas de enfermos y desquiciados pasando por las mismas rejas que él atravesaría.

-…abandonad toda esperanza, aquellos que entren aquí- recitó Lex en forma de susurro al inhalar una última bocanada de aire gélido y penetrar en aquel edificio, los jardines que adornaban la entrada lucían casi marchitos, le parecía algo mas que adecuado para un hospital de criminales dementes. Más que apropiado. Al entrar al Arkham Asylum ni los doctores ni las enfermeras, ni siquiera algunos internos hicieron el mas mínimo caso a su presencia, cosa que le irritó ligeramente, pero pensó que su ego podría alimentarse en otro momento y lugar así que procedió rápidamente. Se acercó al escritorio de la recepcionista que vestía con un tieso vestido blanco, el joven carraspeó un par de veces para que le pusiera un poco de atención, pero la mujer apenas tardó unos instantes en dirigirle una mirada gélida carente de cualquier rastro de humanidad en esta. Su acompañante permaneció detrás de él con una enigmática expresión en su blanco rostro.

-puedo ayudarle, señor?- dijo la mujer acomodando esos anteojos que lucían ridículamente pequeños para sus regordetas facciones.

-espero que pueda, señorita- dijo Lex intentando controlar su neurosis ante la molestia y ansiedad que le provocaba la pesada atmósfera de ese lugar- de hecho, creo que será mejor que lo haga…- dijo él lacerando con sus ojos a la mujer que simplemente lo observó cómo nerviosa ante ese tinte maquiavélico que ese joven y casi dulce rostro podía emanar.

-eso dependerá de lo que quiera- dijo ella llevando su mano al mouse de la computadora de su escritorio que al instante que puso su mano, comenzó a temblar.

-necesito una audiencia privada con un interno del hospital, es amigo mío y me gustaría que me permitiera hablar con él- la mujer se mostró bastante accesible por un instante.

-bueno, antes hay que proceder como se debe…- dijo ella de manera casi autoritaria- cual es su nombre?- preguntó ella telceando un par de cosas en la computadora.

-Alexander Luthor Jr…- la mujer levantó la vista rápidamente.

-el dueño de LexCorp?- preguntó ella algo interesada en lo excéntrico que se veía ese joven, no imaginaba que el dueño de una de las corporaciones más poderosas del planeta, después de Wayne Enterprises , fuera un alguien así. Imaginaba a un hombre de negocios, frio y calculador, no a un joven tan…peculiar. De repente ella comenzó a mostrarse un poco más simpática con él. Eso irritó un poco a Alexander.

-el mismo-dijo él haciendo un guiño.

-cielos, lo imaginaba diferente…- dijo ella un poco indiferente.

-Muchos me dicen eso- dijo él- ahora, no cree que pueda arreglar lo que le pedí?- dijo Lex haciendo un ademán muy curioso.

-lo lamento, pero no es posible- le respondió ella.

-no creo que comprenda, yo…- no pudo terminar de hablar cuando fue interrumpido por una cortante respuesta por parte de esa mujer detrás del escritorio.

-comprendo perfectamente, señor Luthor…pero no puedo concederle la posibilidad de una "audiencia" con uno de los internos sin haberlo conciliado con el supervisor del pabellón- dijo ella de manera cortante y casi mecánica.

-bueno…no cree que pueda hablar con él en persona?- preguntó Lex mostrándose cada vez más inquietante e intolerante.

-el Profesor Strange no suele recibir a nadie sin cita previa-dijo ella antes de que se escuchara un golpe seco contra el escritorio seguido de una iracundo mirada por parte del hombre frente a ella que simplemente disfrazaba esa molestia con ese gesto sarcástico y arrogante.

-al menos inténtelo- dijo él haciendo que sonara más como una exigencia que como una petición, la mujer accedió con algo de desconfianza levantando el teléfono del escritorio y marcando un par de números, murmuró unas palabras y despues de unos pesados instantes, colgó. Lex comenzaba a perder la paciencia.

-tiene suerte…el Profesor Strange dice que con gusto lo recibirá, su oficina está cruzando el pasillo, toque antes de entrar- dijo ella mostrándose mucho más fría con él y evitando a toda costa verlo a los ojos, Lex esperaba algo así, sabía cómo lograr esa clase de reacciones sin esforzarse mucho.

-se lo agradezco mucho- dijo Alexander antes de tomar el camino por ese largo pasillo camino a una ancha puerta de madera con una placa de metal sobre la puerta con ese peculiar nombre justo frente a sus ojos "Hugo Strange, Director de Psiquiatría " Lex chasqueó la lengua al leer esto y se llevó las manos a la cintura, realmente las cosas comenzarían a ponerse interesantes si ese hombre era como se lo imaginaba solo guiándose por ese nombre. Así que rápidamente tocó la puerta y acto seguido apareció el susodicho Strange, era un hombre alto, de mirada gélida, vestido de manera pulcra, usaba unos curiosos anteojos color rojo y una expresión imponente pero a la vez algo siniestra, Lex no pudo evitar sentir un tipo de inquietud por ese hombre.

-ah, Señor Alexander Luthor…- el hombre extendió la mano para saludar al joven- que gusto tenerle aquí-Lex correspondió ese gesto.

-lo mismo digo, Profesor Strange, he oído sobre su trabajo con los pacientes aquí, me parece algo impresionante, sinceramente- habló Alexander intentando verse lo más sereno posible- oh, le presento a Natasha, mi asistente personal, espero que no tenga inconveniente con que nos acompañe- dijo refiriéndose a la mujer a su lado.

-no, por supuesto que no…-ambos entraron a esa gran oficina para poder hablar en privado, la oficina de Strange estaba llena de libros de psiquiatría y demás enciclopedias que se veían más que antiguas, un lugar más que adecuado para alguien como él- por favor, tome asiento- le invitó Strange con suma cortesía mientras se sentaba en esa gran silla de cuero detrás del escritorio- me han informado que deseaba hablar conmigo sobre algo, acerca de un interno que desea ver, me parece- dijo Strange mientras juntaba las yemas de sus dedos sobre el escritorio como en una pose pensativa.

-es correcto, verá quise explicárselo a la chica de la recepción, pero…es precisamente por lo que estoy aquí- explicó él mientras cruzaba las piernas y entrelazaba sus dedos acomodándose en el asiento frente al hombre de anteojos color ámbar.

-bueno, valla que es inusual, Sr. Luthor…no muy seguido tenemos a un multimillonario filántropo de Metropolis caminando por estos pasillos, valla, ni siquiera al mismo Bruce Wayne- bromeó el- y más considerando que la razón de su visita no se trata de querer dar una donación o internar a alguien…hoy es un día especial-dijo el como intentando elogiar al joven que simplemente llevó su mano derecha al bolsillo de su pantalón y le sonrió hipócritamente.

-entonces asumo que usted podrá ayudarme-dijo Lex impaciente por la respuesta del hombre.

-bueno, no veo por qué no lo haría, en qué pabellón se encuentra su "amigo"?- Alexander hizo una seña muy curiosa con su dedo índice para indicarle al hombre que le acercara un pedazo de papel y una pluma con la que escribió un numero rápidamente, un numero corto pero que fue suficiente para dejar sorprendido al psiquiatra frente a él que esperaba que se viera vacilante ante tal petición , pero no, estaba más que firme ante lo que deseaba, eso le desconcertó ligeramente, pero procuró no exteriorizarlo.

-las horas de visita se han suspendido para ese pabellón, nadie además de los doctores autorizados pueden ingresar ahí y mucho menos a …esa celda-dijo Strange sonando autoritario . El joven Luthor no iba a permitir que algo tan insignificante como eso truncara sus planes así que después de demostrar su molestia con una mueca característica de su habitual neurosis llevando sus manos a sus cienes e intentando mantener una máscara de templanza, no hubiera entrado a una jaula de depravados para irse con la cola entre las patas.

-no creo que comprenda por qué estoy aquí…- dijo él entre dientes mientras tomaba la ira dentro de sí y se la tragaba con mucho trabajo.

-señor, yo no puedo hacer nada por usted y aunque pudiera, no lo haría- dijo el hombre detrás del escritorio con una actitud fría e inquebrantable, al parecer necesitaría otro medio de persuasión para que cooperara.

-escuche…Profesor, no, Hugo ehm, puedo llamarle Hugo?- el hombre asintió con condescendencia- bien…escuche ,yo no vengo por nada muy espectacular, solo quiero hablar con un…-escrutó el entre dientes mientras no podía evitar hablar usando demasiado las manos- UN insignificante paciente, acaso no los tienen encerrados? Custodiados y sedados? Si esto es cuestión de seguridad, puede creerme, no hay nada de qué preocuparse- dijo él intentando forzadamente sonar calmado.

-no dudo que sea así, pero sucede que lo que usted me pide no solo es laborioso burocráticamente, para arreglar una visita con ese interno necesitamos hacer demasiado papeleo, sino que además de que debemos considerar dos veces permitir un nuevo ingreso a ese pabellón, los internos ahí son algo muy complicado de manejar sin el cuidado necesario…lo lamento, Lex, pero no puedo hacer nada para ayudarle-concluyó Strange haciendo que la templanza de Alexander se convirtiera en una membrana tangible en su mirada, Strange pudo notarlo rápidamente.

-no, no, no Hugo…- dijo dando un par de golpecitos al escritorio- usted y yo sabemos que es el único aquí que puede hacer algo por mí- dijo Lex reclinándose sobre su asiento.

-pues siendo así, no veo la razón de su insistencia por entrar a ese pabellón y en especial, a esa celda- habló Strange luchando por mantenerse tranquilo ante la actitud del joven Alexander Luthor, tenía algo bajo la manga pero no era capaz de deducir qué era, solo le había pasado algo así una vez.

-si compartiera mis razones con usted, no solo se opondría sino que también sería necesario…-entonces fue interrumpido.

-qué sería necesario, Luthor?-le escrutó Strange inclinándose sobre el escritorio.

-pues, matarlo- respondió con una casi escalofriante naturalidad- o algo parecido, usted y yo no queremos llegar a extremos innecesarios, soy un hombre de negocios, Hugo, puedo solucionar las cosas sin mancharme las manos, puedo razonar…pero aquí el asunto está en si usted está dispuesto a razonar conmigo- dijo Lex poniéndose de pie de una manera especialmente intimidante.

-pues su razonamiento me parece algo inusual-dijo Strange haciendo lo mismo.

-qué puedo decir, las cosas son diferentes en Metropolis…-sostuvieron las miradas de manera casi desafiante intentando encontrar el punto de quiebre en el temple de cada uno, Lex era insistente y Strange era muy frio. Era casi como un duelo de espadas solo a través de sus miradas.

-Pero usted no está en Metropolis, no está en su penthouse, no está en su mansión, solo permanece aquí y puede hablar conmigo porque YO se lo permito, así que voy a pedirle que se retire y deje todo este asunto en el pasado…- entonces el castaño soltó una risita sañosa que desconcertó ligeramente.

-tiene razón, Strange- la desestabilidad de su mente se hizo presente- esto no es Metropolis, esto es Gótica…la ciudad de la incertidumbre, no es así? La granja de los locos…por eso, me parece que es un buen lugar- dijo mientras hablaba demasiado cerca del rostro de Strange, para acto seguido hacer una pequeña seña a su asistente que rápidamente le abalanzó contra Strange y con un movimiento certero y brusco lo levantó contra la pared por el cuello cortándole la respiración, fue tan rápido que apenas pudo responder, y mientras tanto un satisfecho Lex Luthor observaba como era asfixiado por la chica que con sus largas uñas era capaz de arrancar su tráquea de su cuello de un solo tirón.

-no quería llegar a esto, pero resulta que tengo poca paciencia y en los negocios…es necesaria la persuasión, así que esto está así-comenzó a deambular por la oficina mientras el hombre luchaba por su vida- puedo pedirle a Natasha que le corte el cuello y lance su cuerpo al incinerador o…puede simplemente acceder a mi petición- se acercó hablando lentamente, como si sus palabras fueran una blasfemia oscura, se veía tan sereno e inclusive intimidante, verdaderamente no se iba a detener ante nada para conseguir lo que quería- solo habrá las puertas , Strange…solo tiene que abrirlas, y le concederé a sus pulmones el privilegio de respirar –rió maliciosamente mientras observaba los ojos del hombre rodarse al punto de quedar en blanco, entonces ordenó con un gesto que lo soltara, dejándolo caer sobre sus rodillas, respiró una violenta bocanada de aire antes de poder volver a tomar conciencia de lo que estaba pasando.

-entonces, qué dice Hugo….acepta?- dijo Alexander mientras se colocaba en cuclillas para observar el rostro desconcertado del psiquiatra que simplemente habló con una voz profunda y casi ausente.

-no sabes la clase de monstruo con el que te encontrarás, te lo digo Alexander –dijo mientras luchaba por recuperar el aliento-….su celda es como una caja de pandora, una vez abierta, el desastre y la desgracia no podrán volver a ser aprisionados, es una puerta que no quieres abrir-le advirtió severamente.

-es por eso, Hugo….-tocó su frente con su dedo índice- que estoy aquí…verá, los monstruos están en cada uno de nosotros, pero son monstruos como los que usted tiene dentro de su hospital los que necesito en este momento-dijo mientras sacaba la tarjeta de acceso del bolsillo de Strange y salía de la oficina con aires arrogantes. Atrvezó esos pasillos escoltado por dos hombres armados y la brutal mujer que no se separaba de su lado, llegó a las puertas del pabellón de máxima seguridad, celdas y celdas con ojos curiosos asomándose para observar quién era el que deseaba entrar ahí, observó cada placa y cada número, intrigado por la historia detrás de cada puerta. Entonces llegó a la última puerta del pabellón, esta era diferente a todas las demás, estaba resguardada por más de 3 puertas, la primera por una contraseña de 9 dígitos que no se le permitió ver, la segunda por una tarjeta especial y la tercera por la gruesa puerta de una bóveda con una pequeña abertura destinada a proporcionar comida al paciente que se encontraba adentro. Al penetrar en aquella celda pudo sentir un fuerte vuelco en el corazón, por razones que no alcanzaba a comprender.

-permanezcan afuera- ordenó a sus escoltas y a su asistente de la misma forma, todos lo miraron desconcertados, entrar sólo a esa celda era casi un suicidio, ya que apenas podría ser cuestión de minutos para que unas manos delgadas y pálidas se aferraran a su cuello y lo rompieran sin dificultad. Aunque estuviesen aprisionadas por una camisa de fuerza. Avanzó por esa oscura celda y en un rincón se encontró con lo que buscaba, atado a una silla de ruedas modificada para mantenerlo inmóvil, con la cabeza gacha, aprisionado en una camisa de fuerza, murmurando para sí mismo y soltando entre cada palabra una pequeña y siniestra carcajada. Sus pasos hicieron un eco gélido rompiendo el silencio de la celda.

-no te parece un lugar muy oscuro para recibir una visita?-preguntó parándose bajo el umbral de la lámpara de la mesa que se encontraba a la mitad de la gran celda. Le sostuvo la mirada esperando a que le respondiera, pero él simplemente soltó una risita muerta, y le miró de reojo.

-valla, miren quien se acordó de mi hehehe- tenía una voz ronca, siniestra, que sonaba casi irreal, observó esa cabellera verdosa que se asomaba de la oscuridad, esos ojos claros e inyectados en sangre, perdidos en un vacío en el espacio, rodeados por una piel pálida como la de un cadáver- pero si es el príncipe de Metrópolis, Lex "Niño de papi" Luthor hahahaha- cada una de sus palabras se sentían como una inyección de veneno a los oídos del joven Alexander-….dime qué cuenta el Gran Boyscoutt? Hehehe- rio sarcásticamente el hombre atado frente a Alexander, que simplemente lo miraba como desasosegado, intrigado, intranquilo.

- … alguien me dijo por ahí que tu eras la clase de hombre que busco…- dijo el castaño luchando por mantener su mirada en esos trastornados y perdidos ojos azules, inyectados en sangre, como presos de un trance empapado de horrores indescriptibles. No conocía ni su nombre o su historia, solo su apodo, su única identidad, el nombre de la catástrofe, el rostro de la enfermedad, la demencia, el as de bandidos, el interno más peligroso del Arkham Asylum , su arma más poderosa , el comodín de su juego. En frente de él estaba un sonriente Joker, que no dejaba de mostrar esa sonrisa metálica como inspeccionando el alma del castaño, intrigado por el cómo no se veía ni un poco asustado. Conocía perfectamente su historial, sabía que una camisa de fuerza y unas correas de cuero no lo controlarían en absoluto, sabía que para él era igual de sencillo causar un daño terrible sin nada más que una simple navaja y causar el mismo daño simplemente mirándote a los ojos- necesito que hablemos.

-hablar? Suenas como uno de mis terapeutas…-habló entre risas mientras no le quitaba esa mirada tan peligrosa de encima- y créeme que eso no te conviene- se escuchaba como distante ladeando la cabeza como si intentara liberarse del fuerte agarre de esas correas. Como una bestia de naturaleza salvaje y letal, enjaulada, con un jugoso y sangriento trozo de carne enfrente suyo, desesperado por sentir esa sangre gotear desde sus manos.

-disculpa? Pero yo no soy el que está atado y drogado hasta los huesos- dijo Lex haciendo gala de su arrogancia, cosa que al Joker le sacó una pequeña risita haciendo que echara la cabeza hacia atrás y con ironía en su gesto le respondiera.

-hahaha oh Luthor- rio burlonamente- hahahaha no tienes ni idea, en este lugar un espantapájaros puede mandarte a una monumental orgía a la mitad del infierno más rápido de lo que una aguja termina con la fiesta hahahaha- rió mientras pasaba su lengua roja por su sonrisa saboreando el metal que forraba sus dientes, posible producto de esos cientos y cientos de peleas casi a muerte que había tenido con el murciélago, peleas que le habían dejado más fracturas que las que se pueden contar en un sangriento ring de asfalto a media noche.

-me han contado algo acerca de eso…y acerca de ti- dijo el joven castaño sacando un folder blanco de su saco- mira nada más, más de 600 asesinatos y esos apenas son los que se han registrado, nada mal- reconoció Luthor mientras deambulaba por la celda, caminando alrededor del peliverde que lo seguía con la mirada azul inyectada de veneno.

-jamás llevé una cuenta- se jactó el Joker haciendo un chasquido con la lengua.

- también dicen que tienes un CI prodigioso, 140, nada mal- dijo Lex sin dejar de caminar alrededor del payaso-…es una pena que una mente tan brillante se quebrara de esta manera- entonces se paró justo en frente del hombre de cabellos verdosos y dio un par de golpecitos en su frente- claro, para los doctores- sonrió mientras era correspondido por una amplia y perturbadora sonrisa.

-hehehehe solo viniste a hablarme bonito? o tengo que esperar algo más…- preguntó el peliverde con un agrio sarcasmo.

-dime…-dijo Luthro acercándose bastante al rostro del payaso -si alguien llegara un día a decirte que va a sacarte de este lugar a cambio de que le ayudes a destruir al Kriptoniano y de paso a su amigo de orejas picudas, qué le dirías?-preguntó de manera enigmática mientras observaba como un brillo se encendía en esos perturbadores ojos y cómo una roja sonrisa se dibujaba en el rostro de ese psicópata, que simplemente hizo una mueca de satisfacción y sonriendo le respondió.

-sigue hablando…-Lex sonrió igualmente satisfecho, sus planes iban mejor de lo que imaginaba. No se sentía en absoluto intimidado por estar a tan escasos centímetros del Joker, tal vez porque en el fondo estaba consciente de que todos los genios tenían ese tinte desquiciado, tal vez porque sabía que ese loco que tenía frente a sus ojos al que por las calles se le apodaba "el príncipe payaso del crimen" sería una gran herramienta para conseguir su objetivo, simplemente tenía que aprovecharse de esa sed de sangre que podía ver en reflejada en sus ojos, esa necesidad de ser nuevamente el que derramara esa vieja ultra violencia que corría por sus venas desesperada por destruir. Sabía lo mucho que deseaba que lo desataran y él iba a cumplir ese deseo. Y si pronto las cosas se salían de control, sería tan sencillo como jalar el gatillo de un frio revolver…r y hasta nunca, todas las pesadillas que han invadido en alma de ciudad Gótica.

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