Hola! no se preocupen que aun estoy continuando Muérdeme, no lo he dejado. Solo quería subir este archivo de una buena vez, lo he teniado guardado bastante tiempo y me ha dado ganas de continuarlo. A ver que les parece xD
Alucinados
Kagome lo golpeó suavemente en las costillas e Inuyasha rió por lo bajo. Se acomodó el cabello, se arregló la camisa y se levantó del pasto. Le tendió una mano a la chica que yacía al costado suyo y esta le sacó la lengua. Se rascó la cabeza y suspiró, pero eso no le dio más ganas de volver a clases. Kagome volvió a cerrar los ojos y trató de volver al segundo en donde su sueño se había cortado. Inuyasha también estaba cansado, así que mandó todo al diablo y se echó nuevamente al lado de su amiga. Kagome supo que Inuyasha se había acomodado a su lado cuando este le pasó una mano alrededor de la cintura y bostezó. Le dio otro codazo y esta vez él se quejó.
— ¿Qué tienes, mujer?—le gruñó bajito en la oreja y Kagome se sonrojó mientras dormía. De todas maneras, su sueño no se separaba mucho de la realidad.
Inuyasha no podía dormir de nuevo, además Kagome no le hacía caso en sus juegos y estaba aburrido. Pensó que talvez estarían haciendo algo divertido en clase, pero rápidamente desechó esa idea. Su teléfono sonó y leyó el mensaje, su sonrisa se ensanchó. Movió a Kagome y está le rugió; a él le gustaba cuando hacía eso, era tan sexy.
—Levántate, borracha. —Le dijo—Salgamos de aquí.
Kagome pestañeó y frunció el ceño. Se frotó el rostro y respiró fuertemente.
— ¡Qué mierda tienes que no me dejas dormir!—le gritó despacio y se levantó de un solo golpe, furiosa.
Inuyasha retrocedió un paso y posó una mano en su bolsillo, sacó su teléfono y se lo enseñó. Kagome lo miró confundida.
—Miroku tiene la casa libre todo el fin de semana, larguémonos de una vez. —le dijo mientras le enviaba un mensaje a su hermano mayor.
— ¡Por fin!—suspiró Kagome notablemente aliviada—Salgamos de este calvario come almas.
Inuyasha rió ante su comentario y la ayudó a trepar por las rejas que rodeaban la institución. Cuidando que los guardias de seguridad no los vieran, ambos se escabulleron hasta la acerca y tomaron un taxi hasta el centro. Bajaron frente a una tienda e Inuyasha pagó el taxi.
— ¿Qué hacemos aquí?—preguntó Kagome.
Inuyasha rió.
—No te hagas la tonta. Te toca comprar el licor, mujer. Y espero que sea uno bueno.
Kagome frunció el ceño y le sonrió coquetamente a Inuyasha. Este roló los ojos sabiendo lo que vendría. Siempre era lo mismo con ella, no tenía plata, le coqueteaba y él terminaba pagando.
Kagome se acercó a él y acarició su cabello delicadamente. Le dio cortos besos en el cuello y apegó su cuerpo al de él.
—Inuyasha…ayúdame, por favor. Sabes que no tengo dinero…—suspiraba contra su oreja—Te recompensaré, lo prometo.
Inuyasha sintió las piernas flaquear y comenzó a alucinarse con ella. Pero hoy no tenía dinero extra en el bolsillo, así que no habría premio para ninguno. Se soltó de su agarre y Kagome lo miró dolida y fastidiada. Kagome odiaba que Inuyasha la rechazase.
—Lo siento, preciosa. Ganas no me faltan, pero también tengo que atender las necesidades de mi bolsillo.
Kagome gruñó y sacó su monedero, contó los billetes…diez, veinte, treinta y cinco.
—De acuerdo, pero no te prometo nada extravagante.
Inuyasha aceptó; compraron ron, hielo y limones. A Kagome le gustaba el ron, pero Inuyasha compró una botella de gaseosa por las dudas. Tomaron otro taxi hasta el departamento de Miroku y desembarcaron. Subieron al ascensor hasta el tercer piso y entraron con la llave que estaba debajo del tapete. Al entrar dejaron las cosas en la cocina y prendieron las luces de la sala. Luego de dos segundos desearon no haberlo echo. Sango no estaba totalmente vestida y Miroku ni qué decir.
— ¡Joder, hombre!—dijo Inuyasha—Vístete, ¿no vez que aquí está Kagome?
Miroku se puso los pantalones de un solo tirón y Sango se abrochó la falda y la blusa. Kagome abrió los ojos cuando Inuyasha le dijo y suspiró.
—Sango, ponte las bragas de una buena vez. —le dijo.
Sango se sonrojó y las recogió del piso, se fue corriendo al cuarto de Miroku y se encerró en el baño. Miroku se arregló el cabello y se dirigió a la cocina. Abrió el ron y se tomó una copa de un solo sorbo. Kagome lo acompañó e hizo lo mismo. Y otra vez, y otra vez. Cuando ya llevaba cinco tragos su rostro estaba colorado y estaba mareada. Inuyasha la cogió de la cintura y la llevó hasta el sofá, se sirvió una copa de ron y se la tomó. Luego otra y luego otra. Se sentó junto a Kagome y la apegó a su cuerpo. Kagome ronroneó y se abrazó a él. Inuyasha comenzó a darle pequeños besos en el rostro y en su cuello, Kagome solamente frotaba su cuerpo al el de él.
—Estás borracha—le dijo atrayéndola aún más.
—Cállate. Interrumpiste mi sueño y me debes una.
—Así que estabas alucinando conmigo. Me gusta cuando tienes sueños salvajes.
—Interprétalo como quieras, me da igual—contestó Kagome dándole besos en el cuello.
—Estamos en casa ajena—le recordó Inuyasha—No podemos hacerlo aquí.
— ¿Entonces quieres hacerlo?
Inuyasha lo pensó por un momento y rió.
—Vamos al cuarto de huéspedes.
Jaló a Kagome a la habitación y cerró la puerta con llave.
—Yo no le echaría llave, ¿Qué tal si hay un terremoto?—bromeó.
—No voy a arriesgarme a que me pasé lo mismo que a Miroku.
Inuyasha le quitó la blusa nuevamente y esta comenzó a desabrocharle la camisa. Estaba borrachísima, pero también estaba muy cansada. Inuyasha estaba peor que ella, se sentía a desfallecer. Ambos supieron que hoy no sería una de esas noches.
—Tengo sueño—le susurró a Inuyasha en el oído.
Inuyasha no pudo sostenerse demasiado tiempo y cayó rendido en la cama. Kagome cayó encima de él y los tapó a ambos. Inuyasha le frotó la espalda y besó su cabeza mientras ella trazaba figuras en su pecho.
—Está bien, —le contestó él—hemos tomado demasiado hoy. Más tarde lo intentaremos.
—Si es que seguimos borrachos.
Inuyasha enarcó una ceja.
— ¿Acaso tu solo te acuestas conmigo cuando estás borracha?—le preguntó.
—La mayoría de las veces.
Se fundieron en un tranquilo silencio en el cual Inuyasha recuperó un poco de fuerza.
—Bueno, ¿nos acostamos o qué?—le preguntó bajito a Kagome.
—Joder; todavía estoy cansada, Inuyasha. Más tarde, lo prometo.
—Eso te pasa por tomar de más.
—No necesito tus sermones.
Kagome bostezó y se estiró, luego pasó un brazo por el pecho de Inuyasha y se puso encima de él. Acomodó su rostro en su pecho e intentó conciliar el sueño.
— ¿Al menos puedo besarte en la boca?—le preguntó. Inuyasha y ella nunca se besaban directamente por que eran amigos y—al menos en eso—se respetaban. Por eso, Inuyasha siempre tenía que preguntar.
—Claro, idiota. Que amable en preguntar. —le respondió.
Inuyasha se acercó a su boca y le plantó un beso desesperado y hambriento. Kagome—que había estado medio dormida—se despertó totalmente y sus cinco sentidos se posaron en la figura que tenía debajo de su pequeño cuerpo. De pronto, volvió a sentirse emocionada y comenzó el juego de caricias. Inuyasha sabía que ella estaba reaccionando y se sintió alegre. Pero ella lo había hecho esperar demasiado por su cuerpo, por eso disfrutaría dejándola sin el premio final.
Kagome retiró la camisa de Inuyasha y la arrojó lejos, intentó quitarle los pantalones, pero cada vez que se acercaba a ellos Inuyasha se apartaba. Kagome volvía a intentarlo, pero nuevamente él no se dejaba. Estaba molesta, rompió el beso y lo empujó contra el colchón. Acercó sus manos al pantalón y él se escabulló.
—Inuyasha, quédate quieto—rogó Kagome mientras se volvía a acercar a él.
Inuyasha se estaba divirtiendo, Kagome le estaba rogando para tener sexo con él, nada era mejor que eso.
—No tendrás sexo hoy, Kagome—le susurró en su oreja cuando esta cayó en sus brazos, cansada de perseguirlo.
Del otro cuarto llegaron risitas y jadeos. Una Sango gritó y río del otro lado y se escuchó y golpe contra la puerta. Inuyasha bufó y se acercó a la pared, le dio tres puñetazos llamando su atención.
— ¡Cállense, enfermos! ¿No ven que intento hacer el amor con Kagome aquí?—gritó.
—Vete a tu casa entonces, Inuyasha. —le contestó Sango.
Kagome se acercó a la pared y dio otros tres golpes.
— ¡Mejor vete a la tuya y llévate a tu noviecito contigo!
No hubo respuesta del otro lado. Luego se escuchó una puerta cerrándose y pasos por la sala.
—Inuyasha, si vas a salir no olvides echar llave—dijo Miroku antes de salir del apartamento.
Kagome miró a Inuyasha perpleja y soltó una carcajada bastante audible. Se llevó las manos a la barriga y dio pequeños saltitos intentando contener la risa. Inuyasha se sintió alegre nuevamente y comenzó a reír con ella. Reían de la nada.
Estaban borrachos. Eso les daba derecho a reírse sin razón.
Y los borrachos son alegres. Al menos ellos.
Kagome recuperó el aire e Inuyasha la llevó a la cama una vez más. Le besó lentamente el cuello y pasó las manos por la espalda de ella. Kagome arqueó el cuerpo y segundos después sintió un mareo. Se quitó a Inuyasha de encima y salió corriendo al baño. Se acercó al inodoro y arrojó. Y arrojó. Y arrojó. Inuyasha fue tras ella y comenzó a acariciarle la cabeza mientras ella se desvanecía en el baño.
Kagome lloraba. Y vomitaba. Se sentía estúpida, se sentía cansada, se sentía malhumorada y con ganas de acostarse con Inuyasha. Odiaba terminar de esta manera.
Inuyasha le trajo paños calientes y los colocó en la frente de la chica.
Kagome estaba cansada de tomar. Pero no podía dejar de hacerlo, los problemas siempre estaban presentes y el alcohol le ayudaba a olvidarlos por momentos. Inuyasha también la ayudaba a olvidar, por eso siempre estaba a su lado. Incluso cuando quiso tirarse del puente atada a una soga, él la acompañó. Inuyasha era su mejor amigo, el mejor amante que ha tenido y él único amor que ha deseado. Pero eso era mucho ego como para decírselo a Inuyasha. Inuyasha no debía saber los sentimientos de Kagome.
Inuyasha frotó su frente cuando Kagome fue corriendo al baño de nuevo. Buscó café y calentó agua. Cuando estuvo listo se lo llevó a Kagome al baño. Kagome estaba recostada sobre el inodoro, su rostro estaba lleno de lágrimas y dolor. Inuyasha le entregó el café pero ella arrojó una vez más antes de recibirlo.
—Está bien, amor. Solo bótalo—le dijo mientras acariciaba su cabeza.
Kagome se sentía completamente vacía. No había nada más que botar, salvo palabras.
—Ya…estoy…bien—murmuró.
Inuyasha la cargó hasta el cuarto y la depositó en la cama por cuarta vez. Miró el reloj y bostezó cansado. Las 9:30 pm. Era temprano y aún no se acostaba con ella. Prendió la televisión mientras atraía a Kagome a su lado.
—Prometiste acostarte conmigo. —le recordó.
Kagome abrió un ojo sonrojada.
—Lo haré, bebe. Ten paciencia.
Inuyasha tomó su rostro y la obligó a mirarlo. Inuyasha quería que lo viera a los ojos para que vea su sinceridad.
—Kagome, te necesito y tú me necesitas. —Kagome asintió con la cabeza—No podemos estar separados. Yo te cuido. Tú me cuidas. Tú me amas, yo te adoro. Te deseo. Por favor, nunca te vayas. —le rogó a último.
Kagome estaba colorada a más no poder. Inuyasha era un tonto, un tonto por confesarle sus sentimientos. Estaba feliz, no, estaba demasiado feliz. Y entendía a Inuyasha, ella también lo necesitaba.
Inuyasha también tenía problemas. Quizás, más graves que los de Kagome. Inuyasha tenía miedo a estar solo. Él siempre había estado solo, su única familia fue asesinada frente a sus ojos cuando tenía 12 años, solo él y su hermano se salvaron. Pero eso no era suficiente, su hermano vivía demasiado lejos como para poder decir que, en realidad, eran hermanos. Y no parecían en nada. Inuyasha estaba solo en el mundo, hasta que conoció a Kagome. Kagome siempre fue alegre, a pesar de todo lo malo que el ocurría. Y él aprendió de ella hasta donde su mente fue capaz. Kagome era su familia, su mujer, su amante, su amiga. Compartían todo juntos, incluido el sexo. Aun que entre ellos no se podía llamar así. Para ellos era 'hacer el amor'.
Eran las 11 de la noche. Kagome estaba despierta y comenzó a besar lentamente el cuello de Inuyasha. Inuyasha se despertó de golpe y la tomó por la cintura, le dio un salvaje beso en los labios y se puso encima de ella.
— ¿Estás lista?—le preguntó traviesamente.
Kagome asintió sonriente.
—Lista para hacer el amor como nunca, bebe.
GRacias por esperar a que posteara el tercer capitulo de Muérdem, pronto subiré la conti. Dejen comentarios y hagan click en GO!
