—¿Mas alto? —Cuestionó— ¡Más alto! —se respondió Zack mientras con una sonrisa lanzaba el bulto que llevaba en sus brazos.

Ray, quien llegó a la habitación de su niño, observaba como Zack lanzaba a su hijo cada vez más alto. El mismo que estaba cubierto con una manta azul.

—Es peligroso —espetó la chica al ver como su criatura era lanzado al aire. Muy cerca de las luces.

Solo tenía dos meses. Suspiró internamente, aliviada de que Angie estaba mirando la televisión y no junto a Zack que era capaz de lanzar al aire a los dos al mismo tiempo.

—No te preocupes lo tengo todo controlado —le dijo, atrapándolo perfectamente. En eso se escucha la risa de su hijo.

Y Zack vuelve a lanzarlo. Cada vez más arriba, Ray miraba el movimiento más y más preocupada.

Arriba y abajo. Arriba y abajo. Arriba y abajo.

—Zack, para.

—¡Wiiii! —despreocupadamente.

Y volvió a lanzarlo.

Es muy alto.

—Puedo hacerlo más alto.

Ray lo miraba atónita (¡No era un reto!) mientras miraba a su hijo siendo lanzando al aire cada vez más y más alto.

Tanto que en ese mismo instante, había golpeado contra el techo. ¡Crash! (¿Crash?) había golpeado contra las luces y había caído al suelo, al no haberlo agarrado Zack. ¡Pum! y de nuevo... ¡Crash!

La joven miraba al aludido con instintos asesinos, sus pupilas se habían vuelto rojas.

¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!

Masculló Zack molesto. Saltando en el mismo lugar.

—¡Demonios! Las luces me distrajeron y me olvide de atraparlo, ¡Diablos!

—Lo mataste—expresó Ray con un tono de voz como si hubiera sido poseída por Satanás.

Entretanto tomaba una escoba, esa, que se encontraba apoyada al lado de la pared y lo agarraba como si fuera un bate. Definitivamente, Zack tenía la certeza de que iba a ser cagado a palos. (¿Por qué? No estaba muy seguro. O si...)

—¡Mierda, no lo mate!—dijo tratando de calmarla—Solo lo rompí.

¿Solo? Viendo el cadáver cubierto por una manta.

—Yo te voy a romper.

Antes de que se acercara. Ray escuchaba la risa de su hijo. Se detuvo, sus ojos volvieron a su estado normal y fue a la dirección del sonido. Se asomó a la cuna, estaba recostado ahí, riendo.

—Te dije que no había que preocuparse —restándole importancia—Solo estaba practicando.

—No lo intentes con el real.

—¿Huh? ¿Por qué? El real no se va a romper como ese jarrón —repuso y estiró el brazo—Dame la escoba—pidió—Voy a limpiar esto, Angie puede cortarse los pies.

Ray estaba incrédula por lo dicho mientras le entregaba el utensilio. Lo que había hecho anteriormente, era mucho más peligroso que su hija pise descalza porcelana rota. Zack a veces puede ser muy sobreprotector, pero no protegía a sus hijos del mayor peligro, él. En fin de cuenta, es como un niño.

Y sus juegos, definitivamente, eran muy peligrosos.