La última cita
¿Cómo podía habérselo hecho? ¿Esa chica era consiente de que le estaba traicionando?¿Se acordaba de su promesa?.
Inuyasha se quedó parado en cuclillas en una pequeña rama del árbol milenario, antes de saltar para seguir o, más bien, espiar a Kagome a esa estúpida cita de que le había hablado Souta con ese estúpido y enfermizo Hojo. Vale, era verdad que no le había pedido que fuera su compañera… ¡AÚN!, ¡Pero eso no significaba que pudiera salir con cualquiera! ¿No?
Todo esos celos hicieron que doblara sus piernas para saltar y seguir a Kagome. La había dejado ir para que no se diera cuenta del espía rojo que le andaría por detrás, pero su olor no se le escapaba. Fue de edificio en edificio hasta llegar a ese lugar que Kagome llamaba "estúpido sitio que te hace tenerle miedo al demonio de la bascula" o también llamado Wacdonald, como lo llamaba Souta.
En ese lugar específico había quedado Kagome con ese tal Hojo del diablo. Estaba seguro de que no había sido petición de ella, sino de ese trio de amigas suyas, lo sabía porque lo escuchó por pura casualidad… Esas orejas suyas escuchaban de todo, ¡Que se le iba hacer!
Estaba esperando pacientemente a que ese chaval apareciera para poder arrancarle los sesos. Pero de repente se le apareció una imagen de él en una tumba, muerto por los mil siéntates que le diría Kagome si se le ocurría hacerlo. Así que tuvo que aguantar esas ganas cuando el maldito chico apareció por la calle con la intención de entrar a la tienda que olía a comida bastante buena, la que más tarde pediría a Kagome que se llevara a su tiempo, como sustituto del ramen…
Se quitó esa deliciosa idea de la cabeza cuando perdió de vista a Hojo, su olfato le delató que estaba sentado cerca de Kagome, y le volvió la preciosa idea de matarlo pero envés de eso se sentó fuera, al lado de la puerta para poder observar a Kagome sin que ella se diera cuenta. Sus orejas se urgieron para poder escuchar la conversación sin perderse ningún detalle.
- ¡¿Que tal Higurashi?!
- ¡Hola Hoyo!- La verdad es que no estaba muy emocionada por verlo
- Em… estoy bien… gracias… pero… creo que será mejor que te sientes…-volvió a decir.
- ¡Claro! Es por tu artrosis. ¿No?
Kagome se quedó desconcertada, ¿Artrosis? Tendría que tener una conversación urgente con su abuelo. La memoria le iba fallando… ¡Que ya no iba al colegio! Aparte esa ida de la cabeza, ahora tenia que concertarse en algo más importante.
Tomo un poquito de su refresco, estaba pensando en que le iba a decir al pobre Hojo, todo por culpa de sus amigas. ¡Le habían dado falsas esperanzas!
Se aclaró la garganta.
- Oye Hojo… Se que a lo mejor te he dado falsas esperanzas pero…
Bueno… O le HABÍAN dado falsas esperanzas…
- Pero creo que entre tu y yo no hay nada.
Kagome se quitó un gran peso de encima al igual que Inuyasha. ¡Keh! Ya no habría porque preocuparse, Kagome lo había rechazado y ya no tendría que ensuciarse las manos. Ahora el niño se iría lloriqueando y él se quedaría con Kagome. ¡Un plan perfecto!
- Pero Kagome… ¡YO TE QUIERO!
¡¿Qué ha dicho?! Estúpido mal criado… ¡Ahora se iba a enterar de lo que era bueno!
Inuyasha se levantó rápidamente, sabiendo que hoy habría un funeral, pero Kagome se levantó de su asiento y antes de que Inuyasha pudiera hacer nada le dijo una palabra salvadora de siete letras.
- ¡SIENTATÉ!
Hojo miró con una cara de susto a Kagome, y todo el mundo. Normal, Kagome se ruborizó.
Desde afuera se escuchó un fuerte ruido contra el suelo producido por un borrón rojo.
- Maldita…- Inuyasha lo murmuraba mientras se deshacía del hechizó.
Kagome se sentó con las mejillas sonrojadas (del grito que pegó se había levantado) todo el mundo la estaba mirando sorprendida. Bufó, ¡¿Es que siempre que estaba Inuyasha por ahí, todo el mundo tenía que saber que existía?!. Apartó esos pensamientos al darse cuenta de que seguía sentada enfrente de un chico llenó de decisión y con las mejillas, también, sonrojadas.
Respiró hondo, lo que iba a decir ahora le iba resultar bastante difícil.
- Hoyo, siento haber tardado tanto en decírtelo, pero… es que ya hay otra persona que sale conmigo…- ¡Eso fue lo primero que se le ocurrió a Kagome! No quería dañar demasiado a ese pobre chico…
Inuyasha se quedó paralizado, ¿¡Había otro!?. Si descubría quien fuera ese chico ya podría estar preparado…
Mientras, dentro Kagome tenía que lidiar con un chico lleno de vergüenza.
- ¡Enserio! Pero…
- Siento haber tardado tanto en decírtelo.- Kagome se sentía muy mal por el pobre Hoyo. Después ya hablaría con sus tres amiguitas, ¡Las muy tontas la habían metido en un compromiso!
Inuyasha no podía aguantar su ira, alguien iba a morir, ya no estaba prestando atención a esa conversación.
Dentro, Hoyo se quedó callado durante un rato.
- Tranquila Higurashi, no te preocupes, no todo el mundo siente lo mismo que la otra persona…- dijo sonriendo.
Después Hoyo se levantó con la misma sonrisa en la cara.
- Espero que nos volvamos haber Higurashi- decía mientras se despedía sonriente.
Kagome se quedo tranquila, por lo menos no dejaba muy afectado el pobre chico. Pero… Hoyo nunca cambiaria. A veces le gustaría que Inuyasha se pareciera un poco…
Cuando salió Inuyasha estaba mirando a todos lados, por si casualidad ese maldito que había mencionado Kagome antes apareciera por ahí. Ni siquiera le importó que ese tal Hoyo se fuera con cara triste. ¡Keh! Estaba claro que Kagome nunca estaría con esa clase de chicos.
- Venga Inuyasha, vámonos- dijo con una sonrisa en la cara
No hacia falta que le esperase seguro que Inuyasha le seguiría… como un perrito a su dueño. Kagome se rió por dentro, eso seguramente no se lo diría.
Inuyasha sin tener en cuenta esa risilla hizo una pregunta que le ayudaría a destruir a alguien.
- ¡Oye! Kagome quien es el chico con el que estás- la miro con cara desafiante.
Kagome sonrió. ¡Hay! Su celoso Inuyasha. Se lo diría, pero hoy estaba de muy buen humor, así que…quería hacerle sufrir un rato.
- Nadie…
- ¡Eh! En serio quien es.
- Nadie…
Inuyasha gruño.
- Bueno, si quieres una pista… Es alguien que conoces muy bien…
- ¡Quien es!
- ¡Ah!
Kagome salió corriendo, y como era evidente Inuyasha la siguió. Se le fue esos pensamientos de destrucción. Ya no estaba del todo preocupado, siguió jugando con Kagome. A lo mejor, tenía esperanza de que… pudiera ser él.
