"DEMON"

Disclaimer: Rurouni Kenshin pertenece a Nobuhiro Watsuki. No le pertenece a Lossehelin ni mucho menos a Zury Himura.

Advertencia del autor:

Durante esta historia se tratarán temas fuertes, como abuso sexual y violencia, entre muchas otros. Las menciones relativas a estos temas nunca serán detalladas, ya que discrepo con dichas acciones.

De antemano muchas gracias por leer este fic.

Nota del traductor:

Millones de gracias a mi amiga Lossehelin por otorgarme los permisos para la traducción y así dar la posibilidad a nuevos lectores para que disfruten esta maravillosa historia. Gracias.

DEMON

Autor: Lossehelin

Traducción: Zury Himura

Correcciones: Claudia Gazziero

Gracias por su colaboración: Maec y Nadeshiko

Capítulo 1: Dusk

Oscuridad

Kaoru caminaba decidida, con la cara en alto y un porte imponente por las calles de la ciudad. Era difícil distinguir la arquitectura de la aldea en donde había crecido aquella noche, gracias a la predominante oscuridad. A pesar de eso, podía sentir muy bien las miradas de los otros sobre ella. Dichos escrutinios trataban de ocultar su presencia escondiéndose tras las ventanas y las rendijas de las puertas de madera.

Notó que el miedo de aquellas personas no era precisamente hacia ella; ninguno de los hombres en esa área había mostrado nunca algún tipo de emoción que no fuese burla o indiferencia en su contra. Definitivamente el miedo era provocado por otra persona, y sabía muy bien quién era: el demonio que había exigido su vida, aquel monstruo al que había sido ofrecida como sacrificio para preservar la libertad de aquellos hombres que cobardemente le temían a su ira implacable. Esas personas tenían un pánico indudable hacia la criatura que ya había reclamado a todos los niños y mujeres de aquella aldea.

Kaoru era la última… y muy en el fondo deseaba que después de que el demonio la devorará, saliera de donde fuera que se escondía y se comiera a todos los hombres que la habían hecho sufrir. Resopló y Kaoru renovó fuerzas para seguir su camino hacia la muerte.

La joven estaba preparada y estaba consciente de lo que pasaría; no tenía miedo de él. De hecho, una parte de ella disfrutaba el alivio que aquel final le brindaría. Al fin acabaría con la tiranía de su tío y el resto de los machos adultos, y disfrutaría de su libertad. Quizás el más allá guardaba un poco de felicidad para ella, una felicidad que en esa vida no había podido encontrar.

Como huérfana y sin ningún otro familiar que pudiera velar por ella, más que su tío, era imposible prometerse en matrimonio con un buen marido, aún en una aldea «tranquila» como lo era aquella. Al menos, eso parecía: nadie sabía que en ese lugar las mujeres seguían siendo esclavas, sin importar el clan, la familia o la condición social.

En ese pueblo costero e incluso en esa época, la sociedad se había deteriorado con la creación de beneficios puramente masculinos. Kaoru no comprendía con exactitud lo qué sucedería, aunque lo había visto y oído de diferentes bocas con anterioridad. Entonces, terminó de comprender qué les pasaba a las mujeres reclamadas o no reclamadas.

Cuando era más pequeña, Kaoru había presenciado el abuso sexual de una de sus vecinas. Los cinco hombres que actuaban descontroladamente bajo los efectos del alcohol pasaron cerca de su casa; Kaoru, temerosa, corrió a esconderse y guardó silencio. Desafortunadamente, la mujer de al lado, quien se encontraba cocinando para el regreso de su esposo, fue descubierta y atacada. Los gritos de auxilio se escucharon por horas.

Sin duda había sido doloroso y agonizante para la mujer, pero cuando finalmente todo terminó, el silencio fue peor que los propios gritos. Demasiado horrorizada como para respirar o moverse, Kaoru decidió mantenerse escondida durante largas horas. Largas, suficiente como para que el marido llegara y la golpeara por haberlo permitido.

Después de aquel incidente, la vida de Kaoru no había vuelto a ser la misma; su corazón dolía, sobre todo después de enterarse que algunos años después la mujer había optado por el suicidio, bajo el filo de un cuchillo de cocina.

Y ella no fue la última en hacerlo.

Desde que el demonio había llegado, cada una de las mujeres de la aldea había sido encerrada en su casa, mientras los hombres esperaban servicialmente que él las reclamara. Aquel demonio era el terror reencarnado, el mismo infierno desatado, capaz de acabar con todo si su sacrificio portaba alguna clase de cardenal o alguna herida; peor si habían dejado de ser vírgenes.

Él había demostrado su autoridad tomando la vida de muchas personas. Nadie se atrevía a cuestionar su autoridad, al menos ya no más. Nadie dudaba de su fuerza, no después de haber encontrado miembros destajados y ensangrentados como evidencia de la ira de aquella criatura.

Cuando salió de la casa, a la cual había sido forzada a llamar hogar, Kaoru deseó ser golpeada, como normalmente lo era, sólo para que el demonio cobrara venganza en contra de su tío y de los demás hombres. Aquello era lo único que lamentaba no poder presenciar. No era una sorpresa que ese deseo también se le fuese negado; su tío estaba tan asustado como lo estaba el resto de la aldea.

Desde que la marca del demonio había aparecido sobre su puerta, todo había cambiado para ella: se le había otorgado ropa nueva, buena comida y baños calientes con aromatizantes. Nadie la había golpeado, ninguna mano se había posado sobre ella, sólo aquella mano áspera que se había atrevido a empujarla fuera de la casa a la total oscuridad.

Y en ese momento se encontraba caminando y rindiéndose ante los brazos de la muerte. Sus ojos azules emanaban coraje y valentía. Los demás podían llamarlo "demonio", pero no ella. Para Kaoru sólo era un ángel disfrazado que la libraría de su pesar.

Sabía que su vida no pasaría de aquella noche, y que gracias a eso no tendría que vivir en la endemoniada aldea jamás. No más días como esclava, no más días temiendo que alguno de aquellos bastardos se diera cuenta de que había dejado de ser una niña, ya no más…

Llegó al final de la aldea y los comienzos de un bosque oscuro se hicieron presentes. Debía atravesarlo entre las tinieblas y llegar hasta la choza abandonada, en la cual vivía el demonio. Allí, se ofrecería por completo a la criatura y calmaría su hambre. Su honorable acción salvaría muchas vidas, al menos eso le habían dicho. Había tenido que usar todo su autocontrol para no escupirle a su tío en la cara.

Por un segundo dudó y refunfuñó enrabiada al notar que el pavor intentaba consumirla. ¿Cómo podía querer retractarse? ¿En qué parte de su tonta cabeza deseaba seguir viviendo en una cultura tan decadente como ésa?

—La aldea no es lo que extrañaré… —Se entregó a sus pensamientos—. Extrañaré el cielo al amanecer, el cantar de los pajarillos mientras juegan, el olor de la lluvia y los suaves susurros del océano…

Cerró los ojos y enumeró en su cabeza las cosas que encontraba hermosas.

—El viento cálido, el lodo aún húmedo, conchas de mar, risas, el tronar de los arboles mientras bailan con el viento, la algarabías de los truenos en medio de una tormenta y la luz cegadora de los relámpagos. Extrañaré a los zorros y a los…

Un golpe violento, en uno de los arboles resonó, en el bosque y la hizo salir de sus pensamientos. Se sobresaltó y miró a su alrededor, su corazón se desbocó en latidos descontrolados. Decidió detener su camino y así lo hizo por varios segundos, esperando la irrupción de cualquier cosa, individuo o criatura. Se percató pronto de la invasión del miedo sobre su cuerpo, sintiendo temor hacia los animales salvajes y las criaturas de la noche.

De repente, rió para sus adentros. ¿Qué diferencia había si moría bajo la garra de una bestia u otra? Ella ya estaba en camino para entregarse a un demonio. ¿A qué más podía temer? Además, sabía muy bien que aquel ser no dejaría que cualquier animal le arrebatara a su presa.

Más calmada, se echó a andar.

—Flores, algas marinas, peces, arroz, el sabor del azúcar, el ronroneo de los gatitos… —prosiguió tratando de concentrarse en su determinación—. La nieve, el hielo, la emoción de presenciar un tifón. —Sonrió ampliamente—. Tal vez en el más allá podré encontrar todas esas cosas… sólo las cosas buenas de la vida.

Sonriendo en breve ante sus ideas fantásticas, Kaoru trazó la superficie de su nuevo kimono. Era claro que la tela era mejor que la de los harapos que poseía, aunque la nueva prenda no se comparaba ni siquiera con un kimono real o el de una auténtica dama. Como fuera, el material era acogedor y tibio, y la protegía contra el frío de aquella noche.

El denso aroma a bosque se adentró por su nariz, y tuvo que añadir dicho olor a su lista, antes de darse cuenta de que hacerlo no cumplía propósito alguno. Tragó duramente cuando se encontró parada frente a la choza del demonio. Su destino. Adentro le esperaba el sacrificio y la muerte. Kaoru era la última mujer que quedaba de la aldea y esperaba poder satisfacer la ira y el hambre de aquella bestia.

Dentro de la cabaña le esperaba muerte y libertad, peligro y esperanza. Aquel era el último día de su vida, y el principio de su felicidad. Temblando, dio sus últimos pasos.

Desde afuera pudo notar los drásticos cambios que la residencia había sufrido desde que el demonio había aparecido. Antes, el lugar había estado abandonado, infestado de termitas y la estructura se tambaleaba constantemente. Nadie se atrevía a entrar por miedo a un derrumbe, pero la casa que Kaoru tenía ante sus ojos no lucía nada aterradora. Las grietas en el techo habían sido reparadas con nuevas piezas de madera, la puerta era nueva también; hasta los escalones se veían pulidos y barnizados.

Un ruido constante proveniente del interior de la residencia la tomó desprevenida; su corazón golpeó su pecho con fuerza, acelerándose de nuevo. Era el final, sus últimos segundos fueron contados regresivamente por los pasos del demonio hacia la puerta. Pronto, estaría frente a él y la muerte sería su compañera. Cada uno de sus músculos se congeló y sus rodillas temblaron cuando la puerta se deslizó.

Kaoru había tenido la oportunidad de ver al demonio sólo una vez, cuando él, por primera vez, se había atrevido a reclamar un sacrificio. Pero una capucha negra había obstruido su vista. Kaoru, en ese preciso momento, cayó de rodillas al suelo, afectada por la inmensa fuerza de su ki y esforzándose para volver a ponerse de pie, apretó la quijada y alzó la barbilla dignamente, tratando de convencerse de que aquel demonio no era mejor que ninguno de los hombres que había dejado atrás.

No debía mostrarle su miedo, se repitió, debía ocultarlo, tal como lo había hecho con aquellos bastardos. Mecánicamente se inclinó y le ofreció su cuello blanco y desnudo, pero no en forma de sumisión, claro que no. Sus pensamientos estaban demasiado lejos de ser serviciales; Kaoru rehuía ser intimidada, y se burlaba de él por no poder controlar su fuerza, aún reconociendo que él, sin duda, era poderoso.

Cuando se irguió, se dio cuenta de que él ni siquiera se había movido. Entonces, sintió de nuevo la presión de su ki abandonando su cuerpo y debilitándola. Cuando la energía la abandonó por completo, una ola de calidez proveniente desde dentro de la cabaña impactó contra su rostro. Notó que la dificultad para ver sus rasgos se debía al intenso fuego que resplandecía tras su espalda. Curiosa, se aventuró a levantar la vista nuevamente para poder verlo mejor.

Cuando él levantó su mano y le hizo señas para entrar, Kaoru no pudo más que saltar de su lugar sin comprenderlo del todo. Dudando por sólo un segundo, caminó bajo ese último umbral y entró para hacerle compañía a la muerte.

CONTINUARÁ…

Nota de Autora: Bueno, por favor deje un comentario y díganme lo que piensan. Aunque sé que no hay mucho que decirme por ahora.

Nota de traductora: tres cosillas rápidas:

-Traduciré cada review para la autora y amiga Losseheline, así que comenten y déjenle saber que opinan de su trabajo.

-Espero hacerle justicia con la traducción a esta maravilla de fic, por eso la cantidad de personas envueltas en esta traducción.

-Este fic se encuentra dentro de mis dos fics favoritos (y soy muy estricta para nombrarlos favoritos, así que imagínense que bueno esta), por esa razón he decidido traducirlo. También quería decirles que deben notar cada pequeño detalle ya que lo necesitaran para entender el futuro de la historia. Se los recomiendo como lector.