Naruto y sus personajes son obra de Masashi Kishimoto. Lo único que me pertenece es la idea y la historia, las cuales hago sin ánimo de lucro, con el fin de entretenerme y entretener a quien quiera leerla.
Nota de la autora: No es que quiera sorprender con esta historia, me vino a la mente cuando acabé de leer el tercer capítulo de Konoha Hiden, donde hay una preciosa escena ShikaTema. Espero que sea del agrado de quien se haya atrevido a entrar por estos lugares... xD.
Advertencia: Esta historia contiene spoilers de lo que anteriormente he mencionado: "Konoha Hiden", así que si no lo has leído, quizás sea mejor que lo hagas... Aunque de todas maneras, tampoco importa mucho, no quiero perder un lector (?) xD
Advertencia II: Esta historia no está basada exactamente en el capítulo, sino que he cogido la trama y la he amoldado a mi imaginación.
Sin más dilación, espero que os guste.
La flor creciente entre las sombras.
Capítulo I
No es una simple opinión.
Así que ir a un balneario para celebrar la Luna de Miel...
¿Cuándo la atmósfera se tensó de ésta manera?
POV, Temari.
El sonido de mis zapatos al compás de los suyos es lo único que llega a mi sentido auditivo, además del agradable susurro del viento.
Sin saber porqué, me siento incómoda, extraña. No es la primera vez que camino a su lado, sin embargo había algo que estaba cambiado, como si no encajara en nuestra forma de comportarnos el uno con el otro ¿Por qué?
No soy capaz de formar una frase, aún viendo sus ridículos intentos de formar una conversación; pero no me hablaba de trabajo. ¿A caso es la única vía de escape que tengo para hablar con él? ¿No puedo hablar de otros malditos temas? Noto la sangre concentrarse en mis nudillos, estaba apretando demasiado las manos. Dejo soltar un suspiro que pasa desapercibido y le miro de reojo. Se me encoge el alma cuando noto sus ojos clavados en los míos y sin querer el rubor se apodera de mis mejillas. Aparto la mirada en menos de un segundo. No debe darse cuenta.
—Temari.— Me llama, no soy capaz de encarar su mirada, así que no hago nada. —Tema...— Desiste en su intento de llamar la atención, me siento estúpida.
Sus ojos ya no me miran, lo noto; por lo que me vuelvo con disimulo y vuelvo a mirarlo. Shikamaru...
Después de un incómodo silencio, llegamos a la zona del balneario. Tiendas de todo tipo inundaban la calle, a un lado y a otro, puestos de madera con bisutería, comida, ropa e incluso juegos. Sonrío al ver uno de los puestos, y me acerco a él, Shikamaru me sigue.
Un montón de jóvenes abarrotan el lugar y es casi imposible ver nada, pero logro divisar un pequeño hueco que una pareja ha dejado libre, así que agarro a Shikamaru del brazo y tiro de él hacia allí.
—¿Qué haces?— Escucho como un susurro entre tanto alboroto.
—Mira ¿Crees que podré hacerlo?— Le pregunto sonriente, sacando el monedero.
—Esto es una tontería.— Le escucho bufar y me río.
—Eres un idiota, dices eso porque no te ves capaz.— Le entrego el dinero al dueño del puesto y me da tres kunais, me señala un aro color rojo y luego me señala todos los muñecos que hay en el estante superior. —¿Si acierto uno, me llevo un muñeco?— Pregunto a gritos, él asiente y se va a atender más clientes.
—Oh vamos, no puede ser tan fácil...— Escucho por detrás a Shikamaru, pero le hago caso omiso y me concentro en el kunai.
Extrañada, miro el artefacto, no es como los que estoy acostumbrada a utilizar, éste es de madera y tiene un peso peculiar... Quitándome de mis pensamientos vuelvo a mirar al frente, concentrándome en mi objetivo; ese aro rojo, y lo lanzo.
Shikamaru me mira y yo me quedo con cara de tonta.
—He fallado...— Abro la boca de sorpresa y miro a Shikamaru, que está tan extrañado como yo. —Otro intento.— No puede ser, seguro que toda esta gente me ha desconcentrado...
—Ya sabía yo, que tenía que haber truco.— Oigo al estúpido vago detrás mía otra vez, pero vuelvo a ignorarlo.
Fallo. Y vuelvo a fallar.
—Déjame probar a mí.— Shikamaru me aparta cogiéndome de los hombros, lo cual sin saber porqué hace que me estremezca y me quede estática.
Le oigo hablar, decir que quizás sea un truco del feriante, que había que lanzar el kunai de una manera diferente. Pero me pierdo en el barullo de la gente, haciendo que quede sorda y que en mis ojos solo exista él. ¿Por qué?
Reacciono cuando me mira con cara de frustración, parpadeo varias veces y dirijo la mirada al aro rojo. Vacío. No puedo evitar reírme.
—No pienso rendirme, joder.— Vuelve a sacar su billetera y paga otra ronda.
—Shikamaru... Da igual, solo era por...— Intento llamar su atención, no quiero que se gaste el dinero en una estupidez así, pero me hace caso omiso y vuelve a intentarlo.
Al cabo de dos intentos más, la gente comienza a mirarnos y yo me quiero morir de la vergüenza. Todo ese murmullo, todas esos ojos charlatanes y chismosos... De repente se callaron. Miro a la gente, que tiene su mirada fija en Shikamaru y le miro también, es el último kunai que le queda y el vendedor se ve con ganas de cerrar el puesto, supongo que ya sería hora de irse...
—Shikamaru...— Susurro y el inspira hondo.
Me muevo para quedar a su lado, apoyándome en la barra del puesto y puedo observar que sus ojos están cerrados y su cabeza orientada hacia el suelo, empuña el kunai de una forma extraña, agarrándolo fuerte con la mano apretada y... lo lanza con una fuerza brutal. Abro los ojos de sorpresa y el "público" rompe en un estruendoso aplauso. Shikamaru sonríe y abre un ojo dirigiéndome la mirada y ni si quiera intento en ocultar mi sonrojo, le devuelvo la sonrisa.
—Bien, bien...— El dueño, desganado, se dirige a Shikamaru y le da a elegir entre las tres clases de peluches que hay arriba.
Todos eran de un mismo tamaño, medio tirando a grande. El primer peluche era un esponjoso elefante grisáceo con una trompa adorable; el segundo era un tigre con sus preciosas rayas negras y naranjas y el tercero era el típico oso de color rojo con la barriguita blanca y un corazón en el medio. Sonreí, seguro que muchos chicos hubieran querido regalarle ese adorable osito a sus novias.
—Venga muchacho, no tengo todo el día.— El señor tamborilea sus dedos en la barra del puesto mientras Shikamaru, indeciso, mira los tres peluches.
—Eh...— Se gira a mirarme. —¿Cuál te gusta más? Las mujeres sois las de los peluches ¿No?— Se aparta para que hable con el hombre y yo me quedo mirándole estupefacta.
¿En serio, Nara? La mirada del hombre se clava en mí y noto la presión que está ejerciendo en que nos vayamos de una maldita vez.
El elefante era adorable, pero el tigre también... El oso amoroso estaba descartado totalmente.
—E-el tigre.— Tartamudeo como una idiota, señalando el peluche.
El hombre me lo entrega y sale fuera a cerrar la persiana.
La muchedumbre se dispersa y nos alejamos del puesto.
—¿Por qué el tigre?— Me pregunta.
Sus manos están en los bolsillos y su mirada apunta en dirección a las aguas termales, nuestro destino. Sin quererlo, algo se apodera de mi estómago, cerrándolo y notando un nudo muy fuerte en mi garganta, impidiéndome el habla.
—¿Ya estás callada otra vez?— Bufa de mala gana llevándose sus manos a los bolsillos. —Oye.— Se para delante de mí, pero no le encaro la mirada, la centro el mi tigre.
—¿Qué pasa?— Por fin algo logra salir de mis cuerdas vocales.
—Si te he molestado con esta tontería, podrías haberme dicho que no desde un momento, no quería molestarte.— No miro su expresión, pero puedo ver sus brazos tensos, tiene los puños apretados dentro de los bolsillos.
Trago saliva y le miro a los ojos despacio, viendo cómo su ceño está fruncido y su boca torcida. Chasqueo la lengua, tengo que decir algo.
—N-no... No tenía nada que hacer de todos modos.— Aparto la mirada un segundo y respiro hondo. —Anda, vayamos al balneario.— Le sonrío y él abre los ojos de sorpresa, apartando la mirada. ¿He dicho algo malo? Se da la vuelta asintiendo con la cabeza y cuando me dispongo a pararlo, una chica se interpone en mi camino.
—¡Increíble! ¿Ese tigre es del puesto de los kunais?— La muchacha morena, bastante menor que yo me mira con ojos deslumbrantes, no puedo cortar la conversación de esa manera, solo es una niña. Miro como Shikamaru se detiene y me espera.
—Sí...— Río algo nerviosa.
—¿Y cómo lo has conseguido?— Sonríe aún más dando pequeños saltos de emoción.
—Bueno, en realidad lo ha conseguido él, simplemente tienes que lanzar el kunai...— Señalo a Shikamaru, el cuál se está encendiendo un cigarro, mientras trato de explicarle cómo hacerlo... Pero me corta.
—¡Tu novio es increíble!— Sonríe abiertamente mirando a Shikamaru.
—¿Qué...?— La sangre se apodera de mis mejillas. —O-oye no...— No me deja hablar.
—Ojalá Keita-kun pudiera conseguirme un peluche tan genial como ese...— Esta niña no se calla.
—Mira, no es mi...— Otra vez no puedo acabar la frase.
—¡Bueno! Espero que disfrutes mucho de tu peluche, y dile a tu novio que es genial ¡Nos vemos!— Se despide de mí, dejándome con la palabra en al boca.
—No es mi novio...— Susurro al viento.
Shikamaru me llama con la mano y me quedo helada ¿Lo habrá escuchado? Pero al parecer, por su expresión tranquila, nada de esa conversación ha llegado a los oídos del vago. Suerte la mía.
—¿Qué quería?— Me pregunta retomando el camino.
—Nada, sólo saber de dónde era el peluche.— Respondo los más convincente posible, aunque no era del todo una mentira... Era simplemente una verdad a medias.
—Bueno... Ya hemos llegado.— Se estira y me mira. —¿Preparada?— Da la última calada a su cigarro y lo tira al suelo, pisándolo con el pie, logrando que se apague del todo.
Mi cuerpo no logra reaccionar y aprieto fuerte el tigre.
—S-supongo...— Iba a entrar a un balneario con Shikamaru Nara, iba a entrar a un balneario... Con él.
Mi cerebro estaba tratando de asimilar la información y de transformarla en alguna acción; mientras tanto, mi corazón trataba de saber llevar esta incómoda pero agradable sensación e intentar darle una explicación a mi cerebro... Y era un bucle, que no paraba.
—¿Temari?— Doy un pequeño bote al sobresaltarme y Shikamaru estalla en una carcajada. —¿Qué te pasa? Estás muy rara.— Su risa... Me quedo mirándole mientras me hace una señal con la mano para que pasemos.
Entro despacio a la recepción, toda de mármol blanco y marrón claro... Preciosa. Adornada con algunos cuadros, plantas y sofás, era increíble. Detrás del mueble de recepción se encuentra una chica de apariencia simpática, pero si estás de cara al público todos los días, seguramente esa es la cara que debes poner a todo el que pase por allí.
—Hay cola para entrar...— Cuatro personas delante de nosotros, para ser exactos.
Shikamaru se gira hacia mí y mira a su alrededor, al igual que yo.
—¿Te gusta?— Me sonrojo de nuevo y aprieto más fuerte el peluche.
—¿P-por qué me lo preguntas?— Helada, me quedo mirando un punto fijo de su camiseta.
—Bueno... Ya sabes.— Se rasca la nuca, y evita mi mirada. —Que-quería saber si te gustaría un lugar así...— Se me acelera el corazón. —Para una... Lu-luna de Miel.— Por unos segundos se me olvida respirar y mi cerebro colapsa de tal manera que no puedo reaccionar.
—P-pues está bien... Sí, es, es genial para una Lu-lu-luna de miel.— En un susurro casi inaudible, pronuncio esas palabras que le han costado casi un minuto de espera.
—Entonces creo que será un buen regalo.— Con un gracioso rubor en las mejillas, se gira sonriendo.
—¿Regalo?— Pregunto confusa, él vuelve a girarse.
Quedan tres personas en la cola.
—Sí, un regalo para la Luna de Miel.— Me responde en el mismo estado de confusión, como si fuera evidente de lo que está hablando.
—¿Un regalo para la Luna de Miel de quién?— Pregunto con el corazón en la boca, apretando el peluche con muchísima fuerza.
—Para la de Naruto y Hinata...— Responde suavemente, y nuestras miradas se cruzan. —¿Para qué Luna de Miel creías que era?— Conforme va preguntando, la cuestión va perdiendo fuerza auditiva.
Vuelve a olvidárseme respirar, me quedo parada como una imbécil en medio de la recepción de un balneario mientras Shikamaru espera una respuesta, pero mis labios están sellados con pegamento y mis cuerdas vocales... Al parecer cortadas.
Quedan dos personas en la cola.
—Temari...— Reclama mi atención acercándose cautelosamente a mí.
—Ha sido... Una confusión.— Una frase ahogada logra arrastrarse por mi garganta y llegar al exterior.
Trago saliva y le miro.
—¿Y para qué querías que viniera contigo?— Pregunto aún sin mirarle.
—P-pues quería saber el punto de vista... femenino.— Responde algo nervioso, mirando que ya queda poco para nuestro turno, pero yo no me he movido.
—Sólo querías que viniera para saber el punto de vista femenino.— Sentencio, dejando de apretar el tigre entre mis manos. —Entonces te hubiera servido cualquier mujer.— Escupo la última palabra. Encaro sus ojos.
Él, me mira calmado, con pasimonía, como si no pasara nada.
—Puedo tener cualquier punto de vista femenino. Pensaba en preguntarle a Ino y que ella me dijera.— Se me congela el alma y aparto de nuevo la mirada. —Pero ahora me he dado cuenta de que el único punto de vista que necesito...— Hace una pausa.
Queda una persona para nuestro turno.
—...Es el tuyo, Temari.— Abro los ojos de sorpresa y no puedo evitar mirarlo. El rubor se vuelve a apoderar de mis mejillas y una pequeña lágrima sale a escondidas por mi ojo diestro.
Él sonríe y se da la vuelta, nos toca.
Bueno... ¿Qué os ha parecido? Vocabulario, narrativa, gramática... Me gustaría que comentarais y criticarais todo lo que queríais, tenéis vía libre jajajaja.
¡En fin! Espero que no se os haya hecho muy pesado, a mí desde luego escribirlo para nada, ha sido una maravilla. (:
Como comentaba, el Tercer capítulo de KONOHA HIDEN contiene escenas ShikaTema que son putamente adorables y si eres fan de esta pareja te recomiendo leerlo jajaja, yo no he seguido la trama de esa historia, sólo he cogido la idea y la he amoldado como me ha dado la gana xD.
¡Muchísimas gracias por leer!
Nos leemos en el siguiente -lemon- capítulo queridos.
¡Besitos de chocolate con leche!
