Disclaimer: Todo es de Jotacá.
Vale, siempre la sacaba de sus casillas. Y no entendía por qué. Tal vez porque era un imbécil, un inmaduro y un arrogante. Todo lo que ella supuestamente odiaba en una persona.
Ah, otra cosa. Era un imbécil inmaduro arrogante demasiado atractivo y varonil. Pero seguía siendo un imbécil, un idiota. Por supuesto.
— ¡Eh, Lils!
— No me llames Lils, Potter. Evans para ti.
— Bueno Lils… quería decirte que hoy estas más hermosa que nunca. Y que ojalá nunca pierdas esa belleza natural tuya; la verdad no sé como lo haces para cada día estar más radiante y…
— Al grano, Potter. — le cortó ella — ¿Qué quieres?
— ¿Te gustaría salir conmigo este sáb…?
— ¡NO!
— Vaya. Me encanta tu capacidad de escuchar a la gente, Evans. Eres muy tierna cuando te lo propones.
— ¿Si? Oh, gracias, me halagas. ¿Sabes? a mi me encanta cuando no me diriges la palabra en todo el día. — le espetó cortante — Ahora, ¿me dejas pasar? Tengo cosas mucho más importantes que hacer.
— ¿Insinúas que no soy importante para ti? — preguntó, haciendo un puchero monumental.
— ¡Pero Jamsie, por favor!, ¡Cómo se te ocurre semejante atrocidad! — exclamó con sarcasmo — Lo que pasa es que hoy no tengo tiempo para ti…Tal vez, haber, juntémonos el 30 de febrero, ¿te parece? Ahora, ¡Sal de mi camino, Potter!
— ¡Oh, Lils! Por favor, no te vayas — dijo James de manera dramática, cerrándole el paso e ignorando lo dicho por ella — Contigo, la despedida es una pena tan dulce que estaría diciendo buenas noches hasta que amaneciese.
Que lindo sonó.
La verdad es que James sabía como sorprenderla (Y hacerla sonrojar, también). Y lo hizo. ¿Quién iba a pensar que un irreverente gamberro como él, leyera literatura universal muggle? Y joder, ella se conocía Romeo y Julieta al revés y al derecho. Le encantaba. ¿Por qué siempre daba en el clavo? Mierda, era cautivador. Y ella se estaba volviendo loca.
— Jaja, ¿Lees a Shakespeare, Potter? — inquirió con fingido desdén — No sabía que te gustara la literatura muggle.
— Para que veas Lily, soy una caja de Bandora — respondió, tirándose flores.
Vaya tarugo.
— Es Pandora, imbécil. — corrigió Lily (Aunque a decir verdad, le causó mucha gracia. Lo disimuló, claro) — Y te informo Potter, no te asienta ese estilo.
— ¿Eso piensas? Pues yo creo que sí. Soy algo así como el Romeo del mundo mágico ¿no crees? Atractivo, romántico…
— Discrepo, Potter. Yo creo que eres algo así como el Quijote del mundo mágico. Un loco ridículo impertinente.
— ¡Qué va Lily! reconócelo, somos como Romeo y Julieta. Es más, se que te gustó y cautivó oír aquel elogio proveniente de mi maravillosa voz.
¡Qué ego, por Merlín! (Pero no dejaba de tener razón).
— No. De hecho, fue patético.
— Tal vez. Pero noté un leve rubor en tus mejillas cuando lo captaste.
Touché? A Lily le cuesta controlar eso.
— Eh… estás loco, Potter. Ya empezaste a imaginar cosas — replicó evidentemente nerviosa (Lamentable, Lily no sabe mentir). —Anda, déjame tranquila.
— ¡Lily Evans se ha sonrojado por algo que dije y no quiere reconocerlo! — se mofó James — Lils, sientes cosas por mí, asúmelo preciosa. No me iré hasta que lo hagas.
Y le guiñaba el ojo. ¿Podía ser alguien tan inmaduro e infantil? (¿y condenadamente atrayente a la vez?)
— Que no gilipuertas. Antes muerta.
— Que si corazón.
— ¡Déjame en paz, Potter!
— ¿Ves? Estás evadiendo el tema.
— Si, claro.
— ¿Por qué no reconoces que te pongo un poquitín nerviosa? Es un avance. Luego de eso viene el matrimonio y los hijos…
— Imbécil — masculló.
— Me amas Lily. Lo sé.
— No te amo. Te odio. Ahora, ¡¿Me das permiso, por favor?!
— Está bien. Pero piénsalo.
— ¿El qué?
— Si quieres salir conmigo. Mañana te preguntaré otra vez. Y si no, después de mañana. En realidad, no pararé de hacerlo hasta que me digas que sí. — aclaró, seguido de un guiño muy sugerente.
Maldita sea, ¿por qué era tan adorable?
— Esperarás toda tu vida.
— Lo que digas, Lils — articuló, moviéndose hacia un lado para dejarla pasar — Anda, duerme bien, y sueña conmigo.
No recibió respuesta, pero por la cara que llevaba Lily cuando pasó por su lado, supuso que no lo haría. No sabía lo equivocado que estaba.
Me falta mucho por aprender, lo sé. Por eso, toda crítica sea buena o mala, es bien recibida.
