El chico de la parada
En las noches Milo siempre toma el mismo camino para regresar a su casa después de un día agotado en la universidad, el sol hacia un par de horas se había ocultado y la poca iluminación en la calle le hacía complicado la ruta. La calle estaba solitaria así que siempre iba con cuidado al momento de salir a altas horas de la noche de sus clases. El joven de procedencia griega tenía que recorrer un par de cuadras para llegar a la parada de estación y aunque ya conocía de memoria las calles, eso no implicaba que fuera peligros recorrerlas.
Divisa a lo lejos la luz blanca de la parada de autobús y observa que alguien más estaba, se pone en alerta por si acaso se tratara de algún ladrón o algo por el estilo, se fue acercando con cuidado hasta que tiene la oportunidad de ver con más atención a esa persona; un joven de piel nívea tal vez de su misma edad con un portafolio a lado, estaba sentado en la bancas de metal, tenía una gabardina de pela color negra, y una bufanda color roja atorada en el cuello, Milo ya más tranquilo se acerca tomando asiente a lado de él, aquel joven observa al moreno y le sonríe como saludándolo, Milo mira el acto y corresponde.
Milo observa que el otro joven lo deja de observar y observa el pavimento al frente de ellos buscando cualquier transporte que tuviera que pasar, Milo lo observa en silencio, puede pareciar el fino rostro del joven y algo en su interior se detiene, desvia la vista antes de que otro lo descubriera e igual que aquel joven comienza a buscar con la vista algún camión que pudiera tomar; el silencio de la parada provocaba que el ambiente en ambos chicos fuera tenso, el moreno observa discretamente al chico sentado a su costado pero cuando él giraba el rostro, la retiraba mirando del otro lado de la calle para que no se diera cuenta que lo observara. Podría jurar que su rostro había adquirido un sutil colocar carmesí en sus mejillas y no precisamente era el frío quien lo provocaba. Baja la mirada al suelo, ruega a los dioses que el camión llegara pronto, mira hacia la calle pero la oscuridad de la noche, le confirma que su espera será muy larga., se acomoda mejor el suerte que traía para protegerse del frio que comenzaba a cubrirlo.
Una corriente fría golpea la estación así como sus cuerpos, Milo se abraza así mismo, maldijo su suerte por hacer caso a la conductora del clima de las noticias de la mañana y haber escogido algo delgado para ese día , la brisa invernal le cala los hueso, esta seguro que si no viene algún vehiculo ya, pronto se enfermaría.
—Toma.—menciona el otro joven le extiende la bufanda, estuvo por negar pero el chico se la enreda en el cuello.—Ya no tendrás mucho frio. Milo con toda la fuerza de voluntad, apenas logra formular un gracias, el chico sonríe agradecido, y todo hubiera seguido como hace unos minutos atrás, pero el peliazul se incorporo, Milo estaba por protestar pero la luz a lo lejos, lo hizo desistir, un camión se aproxima y se detiene al frente de ellos. Ambos jóvenes observar la ruta, uno sonríe, mientras el otro vuelve a su lugar.
—cuídate y que tengas un buen viaje, buenas noches.—Comenta el joven de piel nívea antes de ingresar al camión, pagando la respectiva tarifa y tomar asiento.
Milo miro al transporte retirarse, así como aquel misterioso chico, algo en su mente le recriminada por no hablarle sin embargo al menos tenía su bufanda como recuerdo de aquella agradable experiencia.
Fin.
