PROLOGO
(Los divisores para cambio de escena)
Sasuke dio un paso al frente, con la misma seguridad que había tenido siempre. Examinó el rostro de la hokage, y espero sin alarmarse la sentencia.
Ya había pasado tres años como prisionero de guerra, oculto en la aldea que alguna vez había jurado destruir.
Su odio se había esfumado.
Su venganza había perdido sentido.
No quedaban enemigos que enfrentar, salvo Naruto. Pero su sharingan estaba deteriorado, al igual que sus intenciones de hacerlo.
Sin darse cuenta había alcanzado la paz que tanto buscaba.
Era un hombre libre, aunque los grilletes en sus pies y las esposas en sus manos dijeran lo contrario.
–No has visto la luz del sol en un tiempo. –Tsunade levantó la barbilla, en un gesto que claramente distinguió como una orden.
Dos de los guardias que custodiaban la prisión se acercaron a él, y luego de un intercambio de miradas, soltaron las esposas y grilletes. – ¿Está dejándome en libertad? –Preguntó incrédulo, pudiendo mover sus extremidades con libertad después de tanto tiempo.
–Así es. –recitó. –Los días de guerra terminaron, Sasuke, y yo ya no tengo motivos para creerte un enemigo. Estoy regresándote tu libertad.
El moreno entrecerró los ojos. –No confía en mí, Tsunade, solo esta fiándose del deterioro de mi cuerpo.
–Aun eres un shinobi capaz. –insistió. –Pero sea cual sea tu decisión, para mí y toda la alianza shinobi eres un hombre libre.
– Tal vez eso sea para ustedes, pero para el resto soy un hombre muerto.
– ¿Tienes que irte ahora? –Hinata dejó escapar un suspiro amargo.
–Es importante, Shizune no habría venido a buscarme si no fuera así. –El rubio colocó una de sus manos sobre el vientre de la Hyuga y sonrió. –No salgas de ahí hasta que esté de regreso.
–Guarda algo de reposo Hinata-chan. –Shizune hizo un gesto con la mano, y desapareció junto con el rubio.
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Reaparecieron en la prisión varios minutos después.
– ¿Por qué tardaste tanto, Shizune? Ya no está aquí. –Protestó la Hokage, llevándose las manos a la cabeza con descontento.
– ¿Ya no está aquí? ¿Quién? –preguntó, desconcertado por el afán de la rubia. Hinata estaba a pocas semanas de dar a luz, tenía que entender que no quería permanecer sola un solo segundo.
Shizune se mordió el labio, preocupada. –Tsunade-sama, no se precipite, no sabe como pueda reaccionar. Naruto tiene demasiadas responsabilidades ahora, tal vez deba esperar a que Hinata y el bebe…
–Cállate. –sentencio la rubia, sosteniendo de la mirada del Uzumaki con severidad. –Sasuke está vivo. –soltó, sin reparar en las consecuencias.
Naruto parpadeo perplejo.
Vivo…
¿Habia escuchado bien? Tal vez tenía la cabeza en otra parte. –Oba-chan, ¿de que está hablando? –Naruto bajó la cabeza en señal de desapruebo. – ¿Tiene alguna idea de lo mucho que puede afectarle lo que esta diciéndome? ¡No juegue conmigo! No voy a creer en suposiciones estúpidas.
–No actúes como un niñato malcriado, Naruto. ¡No estoy suponiendo nada, Uchiha Sasuke está vivo! Y si te interesa hablar, eres libre de buscarlo.
Sasuke se tendió sobre un viejo árbol de almendras, y cerró los ojos unos segundos. La brisa le golpeo la cara con suavidad, parecía estar arrullándolo, intentando hacerlo dormir.
Konoha habia vuelto a ser una aldea prospera, contrario a lo que esperaba encontrar. La voluntad del fuego seguía ahí, aun después de la guerra; de tantas perdidas.
Sintió de repente la necesidad de pasearse por las calles, ver que tanto habia cambiado el panorama. Pero no era el momento adecuado para eso –no era el momento adecuado para nada. –se corrigió mentalmente, volviendo a preguntarse porque estaba ahí.
Era un hombre libre, la misma Tsunade se lo habia confirmado. Podía ir a otra aldea, a otro país si lo deseaba. Pero por alguna razón seguía atorado ahí, incapaz de deshacerse de ese vínculo que creyó roto varios años atrás.
Suspiro con pesadez, y en un intento por centrar su atención en algo mas, levantó la mirada hacia el cielo despejado, encontrándose con el resplandor de un abrazador sol de verano. Instintivamente arrugó la nariz y los ojos, desviando la mirada de vuelta a la aldea y sus callejones llenos de vida.
Entonces lo vio, el pequeño kamifusen rondando hasta detenerse en sus pies.
No habia uno de esos en más de una década. ¿Cómo podía los niños aun divertirse con bolas de papel?, pensó, a punto de encenderla en llamas.
– ¡No! ¡No, no, no! –El moreno miró con atención al pequeño niño que, ni más ni menos, le habia arrebatado el juguete de las manos. –M-i-o. Este es el juguete de M-i-n-a-t-o. –Deletreó, apretando receloso al kamifusen contra su cuerpo.
Sasuke se limitó al observarlo, no tenía idea de cómo lidiarlo, ni tampoco era su responsabilidad. –Si sigues estrujándolo de esa manera vas a arruinarlo. –le aconsejó, volviendo a cerrar los ojos, pero efectivamente, fue lo que sucedió.
– ¡Mira lo que hiciste! ¡Arréglalo! –Demandó. – ¡Oye, oye, abre los ojos!
Sasuke permaneció igual.
– ¡Arréglalo, oni-chan!
¿Oni-chan? –No puedes arreglar una bola de papel. –Se limitó a decir, aún con los ojos cerrados.
–Fue un regalo de mi okasan…
– ¿Dónde está ella? –Preguntó, dejando entrever un leve interés en el pequeño.
–En el hospital. –Respondió, para luego retomar interés en su juguete. – ¡Cómprame uno nuevo, oni-chan!
Sasuke se puso de pie y resopló, –No deberías hablar con extraños.
El niño esbozo una sonrisa de oreja a oreja. –Tú no eres malo, oni-chan. ¡Y vas a comprarme un kamifusen nuevo, dattebayo!
¿Estaba jugándole el destino una mala pasada? – ¿Cómo te llamas? –Preguntó, tomándole de la mano.
–Uzumaki, ¡Uzumaki Minato!
Continuará.
Hace varias semanas que tenia pensando publicar este fic, y hasta ahora me decido. ¿Que tal, les atrapo la trama? ¡Nos leemos!
