Disclaimer: Nada me pertenece. Los personajes son de JK Rowling, y esta bellísima historia, ya había sido imaginada por otro hombre, Nicholas Sparks.


"El primer amor es una pequeña locura y una gran curiosidad."

- George Bernard Shaw-

A Walk to Remember

Chapter 1: Una historia para recordar


Les quiero contar una historia, mi historia.

Tal vez más de uno la considere ficticia, más sacado de un cuento o inventada para enseñarle una lección a alguien que lo que en realidad es. Puede ser que en el camino alguien se pierda y tenga que empezar de nuevo o que alguno la abandone porque no era lo que esperaba, porque, déjeme decirles, no es lo que ustedes esperan.

Van a reír y van a llorar. Eso ténganlo por sentado. Después no digan que no se los advertí.

Pero esta historia, la única que es digna de contar de mi vida, no comenzó hoy a mi edad de 58 años, ni tampoco tiene ese final. Mi historia, que realmente no es mía, solo la tome prestada en mi memoria, comienza en mis años dorados, en los mejores años de mi vida, cuando eras el rey del mundo, a pesar de no usar una corona y creerías que vivirás para siempre, porque la inmortalidad solo era un concepto abstracto en tu mente que no tenia ni pies ni cabeza. Si, hablo de mis años de estudiante.

Decir que fui a un colegio normal no sería mentir, si es que dentro de los parámetros de la normalidad, para uno, es pasarse el día practicando hechizos y experimentando diferentes pociones. Si, mi nombre es James Potter, y soy mago.

Les pido perdón de antemano si no resulto ser un gran contador de historias, realmente nunca fue mi fuerte, pero una vez uno de mis compañeros de trabajo pregunto con lagrimas en los ojos si alguna vez algunos de nosotros habíamos experimentado el amor en su forma mas pura y exquisita de todas. La verdad es que al pobre Longbottom, su esposa, le hacia ver cada viernes una película diferente, siempre relacionado con los clásicos de la literatura, como Romeo y Julieta u Orgullo y Prejuicio, o alguna de sus burdas imitaciones, lo que dejaba al pobre con un estado hormonal comparado al de una embarazada, no se di me entienden.

Los otros que se encontraban en ese lugar lo miraron como si acabara de preguntar la cosa más absurda y obvia del mundo. Cada uno de ellos, según note, tenían ese aire de superioridad. Más aun con la soberbia de sus lados, ni uno fue capaz de decir que si.

¿Se preguntan si yo me puse de pie y comencé a relatar mi historia? No, están muy equivocados. Nunca se lo conté a nadie que no haya sido testigo, porque, como les dije al principio se que muchos no me creerían y además en mi mente solo había una persona que me importaba y era más participe en este relato que yo. Solo una muy silenciosa sonrisa se formó en mis labios, tan visible que nadie la vio. Y así fue como poco a poco sentí que las arrugas de mi rostro se iban desdibujando, mientras que las pocas canas que salpicaban mi cabeza, dejaban paso a una manta de negro azabache; mis músculos iban recuperando la tenacidad que perdí hace unas décadas y las experiencias vividas se transformaban en bocetos de sueños de adolescentes. Y mi sonrisa se hizo más grande mientras mis ojos recuperaban ese brillo que hacia tanto mi reflejo no me devolvía.

Y lo volví a sentir, el susurro del otoño de ese primero de Noviembre jugando a una carrera sin fin, sin principio, chocando contra mi cara como el frío y el calor. Y por primera vez en 40 años vuelvo a estar en lo que un día y para siempre fue mi hogar.

Lo recuerdo tan bien como su estuviera escrito en un libro. Ese año había en Hogwarts 894 alumnos distribuidos en siete años y cuatro colores, 25 profesores, 103 fantasmas y más pinturas que la Capilla Sixtina.

A pesar de ser un colegio tan grande, nuestro Director, el Profesor Dumbledore se conocía la historia de cada uno de sus habitantes, no era de sorprenderse encontrárselo en un pasillo y que te pregunte por la salud de la tía Agatha, a la cual la habían operado ese día a la mañana. Muchas veces con mis amigos nos escondíamos detrás de algunos de los tapices que se aglomeraban detrás del escritorio del legendario director, esperando para encontrarlo leyendo alguna carpeta que contenga la historia confidencial de cada uno de nosotros. Muchas veces hemos estado en esa oficina, y ni una fuimos capaces de encontrarlo con las manos en la masa. Si me preguntan el condenado sabía que estábamos ahí, por más que la capa invisible de mi padre nos cubriría a los 3 de pies a cabeza. Era esa forma que tenía al entrar, esa mirada por encima de sus anteojos medialuna que hacían equilibrio el punte de su nariz, que dirigía hacia el lugar en donde nos encontrábamos, no duraba más de tres cuartos de segundo, pero tenían la profundidad suficiente de traspasar el tapiz y la capa. Tal vez, solo tal vez, ese viejo sabía más de lo que parecía.

Pero el personaje más exéntrico de todo el castillo era, sin duda, el profesor de pociones Slughorn. Su trabajo en el colegio había empezado el mismo año que puse un pie en el castillo. Si ya para ese entonces era un hombre mayor, cuando llegamos a séptimo se rumoreaba que había sido parte del consejo de Merlín. Nadie podía negar que el viejo tenía un don para mezclar cosas, bueno ahora no lo puede negar, en esos años solo era un profesor lunático que no medía más que un metro cincuenta, con sus ojos desorbitados y sus enseñanzas mezcladas con mensajes religiosos y de la vida al más allá.

En los primeros años Sirius y yo fuimos los responsables de que volara media ala del castillo al cambiar los pelos de centauro sudamericano por los pelos de nariz de Frank Longbottom, o a la vez que Severus Snape confundió el tallo de la protea violeta por los pimpollos del jardín que tenía escondido la profesora McGonagall. Y como esas veces, hay miles, pero lo que nunca faltaba a la clase siguiente, antes siquiera que termine de escribir la lista de ingredientes para la poción del día, era ese "50 puntos menos para Gryffindor, Señor Potter", tan predecible y esperado como los 150 puntos que ganaría al otro Sábado por haber atrapado la snich.

Pero si había algo que realmente lo hacía volver loco, es que se metan con su sobrina. Bueno, realmente no era su sobrina, ya que él era "sangre pura" y los padres de ella eran muggles. Mucho se había hablado de esa relación, hasta algunos (entre los que me encontraba) pensaba que escondían un amor prohibido bajo las sábanas, disfrazado de cariño paternal. Y si tú eres el capitán del equipo de Quidditch y tu mejor amigo era el soltero más codiciado a 15km a la redonda, automáticamente tus chismes adquieren el estatuto de verdad, o por lo menos de una verdad a medias.

No había mucho que decir sobre ella realmente, si no hubiese sido porque era la "protegida" de Slughorn, ni siquiera nos hubiésemos dado cuenta que existía. Si, si, había sido compañera nuestra desde el primer curso y pertenecíamos a la misma casa de los leones, por lo que compartíamos todas las clases, sin contar que ese año, tanto ella como yo habíamos elegidos como premios anuales (decisión de Dumbledore que aún hoy no logro entender). No me malinterpreten, Lily era una chica adorable… para los ojos de cualquier persona adulta. Siempre que caminaba por los corredores, dejaba a su paso voces que murmuraban lo fantástica que era, o alguna alma deslumbrada que se preguntaba por qué los jóvenes no éramos más como ella. Para los profesores, era la perfección con zapatos, miembro honoraria del club de encantamientos, astronomía, runas antiguas, actividades muggles y, por supuesto, el de las "eminencias", perteneciente a su querido tío; sin contar que era voluntaria todos los fines de semana y rato libre para ayudar a los más pequeños con sus deberes. Era toda perfección, pero para mi no era más que una chica que usaba ropa demasiado holgada, con su brillante cabello pelirrojo, domado en un rodete, y con sus ojos verdes ocultos detrás del mismo libro que leía desde hace siete años. ¡Es que era irritable!, siempre ayudando a todo el mundo. Cada dos por tres, se podía ver en los terrenos del castillo, su colorada cabellera corriendo hasta la cabaña de Hagrid con un "inofensivo" animal lastimado. Y ahí reside otra cosa que nunca entendí de ella, no importaba que se tratase de un bebe unicornio o un excreguto de cola explosiva, no importaba si le agradecías por haberte alcanzado el libro que se te cayó, o burlarte de ese saco verde que usaba todos los fines de semana de que la conocía, ella siempre estaba con una sonrisa en la boca, nunca se quejaba de nada. Mientras que las otras chicas se gastaban todos sus galleones comprándose maquillaje o ropa ajustada para que alguno de nosotros le guiñáramos un ojo, ella buscaba donaciones para el orfanato del pueblo. Nunca la ibas a ver comprando cosas nuevas o con su cara pintada, por lo que suponíamos que esa debía ser la razón por la que no tenía amigos.

Una vez con Sirius y Remus (aunque este último, ni siquiera nos prestaba atención, estaba muy metido en su ejemplar de "Criaturas Mágicas: Guía Práctica" para darse cuenta de que el mundo daba vuelta), le preguntamos si no le molestaba estar todo el tiempo sola, ¿y qué nos pudo responder ella?, "Nunca nadie está solo". Y abrazando aún más fuerte su santo libro (si, "santo", era la Biblia), se fue tan tranquila y alegre como vino.

Para nosotros era la "prefecta perfecta", la "vagabunda de los corredores" o la "traga libros"… ya se deben imaginar la cara que ponía el profesor Slughorn cuando nos escuchaba llamarla así, su cara se asemejaba a la de Quejicus cuando le decíamos que estaba enamorado de Lily Evans, tan roja como la sangre, aunque hoy me doy cuenta de que eran dos clases de enrojecimiento diferentes.

El viejo vivía quitándonos puntos, especialmente a mí. Algunos pueden pensar que, en forma exagerada, tenía algo personal contra mí, pero era cierto. En sus años de estudiante, él iba a la escuela con mis padres. Claro, para esa época eran Charlus Potter y Dorea Black, no los marido y mujer que son hoy. Mi padre provenía de una muy acaudalada familia y, como yo, único heredero. La gente dice que nos parecemos mucho, no solo físicamente he heredado todos sus rasgos (incluyendo la miopía), menos sus ojos miel; sino que además, ambos éramos capitanes del equipo de Quidditch de Gryffindor, premios anuales y, por qué negarlo, unos Don Juanes empedernidos. Viéndolo en retrospectiva, voy entendiendo el porque de su sobreexigencia para conmigo. No digo que haya sido un mal padre, pero nuestra relación no era la mejor. Aún cuando estaba en casa siendo pequeño o en las vacaciones, lo veía poco ya que viajaba mucho por su trabajo como Jefe del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos. Así que, básicamente, me crió mi madre…

Mi madre, era sí que era una señora con todas las letras y las comas, dulce, amable, y bondadosa y todas esas cualidades que, aún siendo joven, hizo que tanto mi padre como el profesor Slughorn, se enamoraran de ella. Si, leyeron bien. Supongo que no tengo que decirles con quien se quedó, ya que soy la viva prueba de ello. Mi madre siempre había querido a Slughorn, era su mejor amigo a pesar de ambos pertenecer a casas totalmente enemigas, pero lo que sintió por mi padre, era otra clase de amor, de esa que no se puede explicar.

De ella solo heredé sus ojos color chocolate, esa es la única prueba visible de mi parentesco con ella y, es gracias a ellos, que pude notar como mientras el profesor Slughorn miraba con odio, no a mi, sino al hijo de mi padre, de ese hombre que le había robado el amor de su vida, en el fondo, muy en el fondo de su iris, podía ver como sus defensas flaqueaban, cuando veía detrás de mis lentes, los ojos de mi madre.

No me digan, los dejé con la boca abierta, ¿no? Era el arma perfecta para atacarlo, ¿no lo creen? Refregarle en la cara el amor que se tenían mis padres. Había momentos en que casi podía degustar el sabor a victoria en mi boca… Pero nunca lo hice. Tal vez fue porque me enteré antes de entrar a séptimo, o porque mi madre me pidió que no volviera a repetir esto con nadie, quien sabe. Pero lo que si puedo decirles, es que Slughorn no supo de mi conocimiento sobre lo que sentía por mi madre hasta un tiempo después.

Hogwarts no debió haber cambiado mucho desde mis épocas de estudiante. Bueno, realmente, si no cambió mucho en un milenio, por qué lo haría en cuatro décadas. Las risas de los alumnos retumbando desde el Lago Negro, como los rayos de Sol en Abril, las pupilas dilatadas de los de primero al asombrarse por primera vez con cada pedacito de magia oculto en cada esquina, el olor al pasto verde condensado como neblina los sábados a la mañana, el eterno zumbido de las escobas, volando como abejas hacia su panal, eso es Hogwarts, esas sensaciones retenidas en tu memoria, que vuelven como déjà vu cada primero de septiembre. Y nosotros éramos los chicos malos, al que las madres citaban al regañar a sus pichones "si te sigues comportando así, terminarás como James Potter, a ese en unos años lo vas a ver detrás de las celdas de Azkaban junto a sus amigos, vas a ver". Déjenme aclararle, que lo que ustedes piensan que es ser malo, no es lo mismo que ser malo en 1977. Para esa época, te tiraban a los dementores por poner una poción rara en el desayuno de los Slytherins o pasar la noche en vela con los acordes de los Beatles en una mano y el pucho en la boca. Esas travesuras que hoy parecen juegos de niños. La verdad era que éramos malos porque la gente decía que éramos malos, pero solo faltó una persona para hacerme dar cuenta de que no era verdad. Nos prejuzgaban solo por tener el pelo más largo o ser muy callados. Por supuesto, que estoy generalizando. El del pelo largo era Sirius, y para la época era un claro signo de rebeldía. Ojo, cuando digo largo, no piensen en alguien como Bon Jovi en los 80', sino más bien un John Lennon por encima de los hombros en su época con Yoko Ono, y el pelo mejor tratado. Sin contar de que para esa época, él ya se había escapado de su casa y se había ido a vivir conmigo y mis padres. Tal vez, solo tal vez, si se hubiese tratado de un hijo de muggles, la historia hubiese pasado desapercibida, pero siendo él un Black… los rumores siguieron hasta después de nuestra graduación. Y no olvidemos (nuestras) interminables entradas al despacho del director y la motocicleta voladora que se había comprado esas vacaciones y de la que hizo alarde todo un semestre. Por otro lado estaba Remus, el pobre, introvertido y callado corderito que, de vez en mes, dejaba salir a dar una vuelta pero solo bajo la luz de la luna llena, al lobo… literalmente.

Eso fuimos en una época, los chicos malos de la escuela, el, como llamaba Sirius "sueño de cada novia y la pesadilla de cada suegra".

Cambiábamos de pareja como de long play en el tocadiscos. Nos duraban lo suficiente como para llevárnoslas a la cama, pero no lo demasiado como para ligarnos emocionalmente. Claro, como dije antes, es una generalización. A Remus solían durarle por más tiempo, lo que duraba la Luna en llenar su ciclo, lo mío era más espaciado por las prácticas de Quidditch, y Sirius… bueno, con Sirius no había generalización o exageración, con él era todo al límite, o blanco o negro.

Por supuesto había excepciones, nunca ninguno de nosotros había querido conquistar a Lily Evans.


Lunes 24 de Octubre de 197

Piensa Potter.

Usa la cabeza.

Tranquilízate… Inhala… Exhala…

No porque Mirabella Schonhoff te haya abandonado una semana antes de Halloween, significa que debes ir solo a la fiesta. Howgarts esta lleno de chicas lindas y más que una hasta estaría dispuesta a abandonar a su pareja con tal de pasar un par de horas contigo. Empecemos a descartar, las Slytherin están definitivamente fuera de discusión, antes quedar como un idiota que salir con mujeres de esa estirpe. Las de Ravenclaw, por lo menos las que valen la pena, te dirán que no, por lo menos por dos semanas más, por ese estúpido código que tienen las mujeres de no salir con el ex de una amiga. Hufflepuff… mierda, Jocelyn Losneck va con Sirius y Wendelyn Christen está con Remus… maldito honor merodeador, ahí se me fueron las únicas dos que valen la pena de esa casa. Entonces me quedan mis queridas leoncitas. A ver, en séptimo están Mladek, que está comprometida con el loco de Lovegood, Hopkinson que en el desayuno le dijo que si a ese estúpido de Huffelpuff, Smith que está que se derrite por Longbottom, Gevedon que terminó en la enfermería después de la práctica de ayer y Madame Pomfrey dijo que no iba a recuperar la memoria hasta dentro de 2 semanas, Tolster que dicen que tira para el otro arco y… ¡Oh por las barbas de Merlín!, entonces la única que me queda es Eva…

- "Señor Potter, ¿es que tanto andar en el aire le hizo dejar sus neuronas ahí arriba o es que se creé demasiado importante como para responderme?"- Miré para todos lados buscando el botón para apagar el despertador, pero un codazo en las costillas de parte de Remus, me hizo dar cuenta de que me había levantado hace tres horas… o por lo menos en teoría. Slughorn me miraba desde su escritorio como si fuese el único alumno de la clase, mientras se escuchaban murmullos por lo bajo mezclados con risas tontas y guiños. No es que me molestara llamar la atención de toda la clase, después de tantos años ni la sentía, pero en esta clase en especial, prefería pasar lo más desapercibido posible.

- "¿Eh?"- Slughorn lanzó una blasfemia al cielo en un idioma que debe ser conocido por él solo.

- "Le preguntaba, Señor Potter, qué poción puedo realizar si tengo huevos congelados de Ahwinder. Después de todo, usted debería reconocer ese ingrediente más que cualquier otro alumno si es que usted realmente es el hijo de su padre"- Si es que la maldad se puede dibujar en una sonrisa, apostaría todas las cervezas de manteca que están escondidas debajo de mi cama que es la que tenía en ese momento Slughorn en la cara. Que nadie, a excepción de él y de mi, supiera del amor que ese hombre profesaba por mi madre en secreto, no quería decir que no era de público conocimiento el hecho de que odiaba a mi padre a muerte. Cada vez que podía, me utilizaba como marioneta para descargar en mí el odio de treinta años acumulado en forma de veneno. Y eran esos momentos los que me hacían querer olvidar la promesa que le había hecho a mi madre y mandar todo a la mismísima mierda. Pero no.

Por supuesto que sabía que ese ingrediente era el del filtro de amor. Cuando estábamos en cuarto, Remus casi nos obligó a familiarizarnos con los olores de esa pócima por, si en algún momento, nos encontrábamos con una, supiéramos librarnos de la situación. Pero claro, Slughorn eso no lo sabía. Cuando él miraba hacia el último banco de la hilera más oscura de la habitación, lo único que veía era "fornicadores" (tal como él ya nos había llamado un par de veces) "desviados de los caminos del señor, cuya único destino en la tierra era arrastrar con ellos todas las almas inocentes que pudieran". La verdad nunca supe si él pensaba que los tres nos reuníamos a la noche para hacer pócimas de amor que cieguen los corazones de damiselas para así cumplir con nuestro supuesto "llamado", o si en todos estos años, su retorcida mente realmente creyó que de la única manera que mi madre se pudiera haber enamorado de mi padre haya sido gracias a la magia.

- "Amortenia o filtro de amor, como usted la quiera llamar. Es la poción para el amor más potente que existe, pero realmente no crea amor, solo una obsesión. Puede ser reconocida por su característico brillo nacarado, por su vapor que asciende en inconfundibles espirales y por cómo huele, ya que se supone que tiene un aroma distinto para cada uno según lo que los atraiga."- De pronto, toda la clase se quedó callada, mientras que el profesor asentía de manera automática con la cabeza, como si eso le fuera a dar más tiempo para encontrar la excusa perfecta para sacarme más puntos. Lentamente, se dio vuelta y, con la mirada clavada en el pizarrón, largó aquello que estaba buscando en su mente.

- "Muy bien Señor Potter, veo que su padre le ha enseñado muy bien"-

- "Realmente Profesor, mamá siempre fue mejor en pociones que él"- Solo me tomó dos segundos darme cuenta que jamás debí decir eso. Lo único que me quedaba era esperar que él lo tomara como una simple contestación que como lo que realmente era. Pude sentir en carne propia como cada uno de los pelos de su poca poblada cabellera se erizaban al movimiento de mis cuerdas vocales, como su propio veneno latía en su cuello descendiendo por sus venas hasta agriar lo que quedaba vivo de su corazón.

- "Cuarenta puntos menos para Gryffindor, Señor Potter"- Y tres segundos más tarde continuó la clase como si nada.

No quería mirar hacia mis costados y ver la cara de estupefacción que ya me podía imaginar que iban a tener Sirius como Remus. Sabía que no iban a saltar a defender mi orgullo, no eran lo suficientemente estúpidos para eso y los años les había enseñado que solo terminaba con tres castigados, en lugar de uno. Ninguno me preguntó que había pasado, ya que en su ignorancia daban por sentada la mía. Lo único que hice fue recostar mi frente en la fría madera de mi escritorio hasta que terminara la clase, tranquilizando mi respiración tomando a bocanadas la humedad que transpiraba de la mesa, cerrando los ojos e imaginándome que estaba lejos de ahí, tan lejos que las luces del castillo se camuflaran con las estrellas de la noche.

Tiempo después me enteraré de que eso no fue lo único que pasó en esos cinco segundos. Más tarde en esta historia, me daré cuenta que ahí fue cuando mi vida cambió para siempre, en el momento en que un par de ojos verdes que siempre están hipnotizados por lo que dice el profesor, esta vez estaban clavados en mi.


Antes que nada, quiero agradecer a todos los que leyeron este primer capítulo. Este fic va a contar de 15 partes más el epílogo.

Para aquellos que ya vieron la película, déjenme decirles que van a encontrar algunas diferencias, porque, a parte de basarme en la adaptación cinematográfica, también lo estoy haciendo del libro que, para aquellos que lo habrán leído, presenta algunas diferencias.

Por, como dice el dicho tomaré lo mejor de dos mundos… cuatro, si es que contamos a JK y algún cambio que pueda salir de mi.

Espero de corazón que les guste porque esta hecho con todo amor.

Por favor, dejen reviews porque ya voy (escribiendo), por el capítulo 5 y se me están acabando las fuerzas.

Espero poder mantenerme al día cuando empiece la facultad, sino, tienen todo el derecho del mundo de conspirar contra mi persona.

Dedicado especialmente a mi queridísima exprimidora que no me deja ir a dormir hasta que no haya redactado tres capítulos.

Besos.

allabouthim