"Una noche más".

Capítulo 1.

Soy una mujer como cualquiera de las tantas que existen en este planeta. Mi nombre es Lily Del Valle, tengo 22 años y vivo en la Ciudad de México. Soy reportera deportiva y trabajo en una de las revistas más prestigiosas del mundo de los deportes. Aunque suelo cubrir cualquier tipo de evento competitivo, mi pasión es el fútbol soccer. No pierdo la oportunidad de ir a ningún campeonato relacionado con este deporte, llámese Eurocopa, Copa América, Champions League, etc. Y ni hablar de los mundiales, ésos no me los pierdo por nada, aunque tenga que llorarle a mi jefe en turno (sea el editor de la revista o algún profesor de la universidad) por 3 meses para que me envíe como su corresponsal. Viéndolo bien, no tengo la necesidad de llegar a este extremo porque, sin pecar de vanidosa, soy una de las mejores reporteras que hay en el país. Tengo una reputación labrada a pulso. Y es todo un logro, considerando lo joven que soy.

¿Mi vida personal? Pssssss, poco hay de importante. Nací y crecí en este bello país, llamado México. Mi infancia y adolescencia fueron de lo más normales. Estudié periodismo en una de las universidades más prestigiosas del país, y desde el primer año cubría ya algunos eventos de poca importancia, aunque con el paso del tiempo me fueron encargando reportajes de más trascendencia, cuando se percataron de la calidad de mis trabajos. Fue en el segundo año de la carrera cuando descubrí que mi campo eran los deportes; por esta razón, acepté la oferta de trabajo que me ofreció Deportes Hoy cuando egresé, rechazando las generosas propuestas de otros periódicos no deportivos. Soy soltera y no tengo novio. La verdad es que, en realidad, nunca he tenido pareja estable, el estar viajando constantemente en busca de buenos reportajes ha hecho que mis relaciones amorosas sean un fiasco. No he conseguido estar con un hombre por más de 3 semanas.

Pues bien, tengo la intención de contarles lo que me sucedió hace un par de meses. No sé muy bien por qué, pero esta historia es diferente a las demás. O sea, no es que nunca haya experimentado esa situación antes, es solo que la persona con quien la viví era alguien muy especial. O mejor dicho, lo es.

Como sea, este tragicómico capítulo de mi existencia tiene como co-estelar a la sensación del equipo de Hamburgo, el SGGK Genzo Wakabayashi. Es una de las grandes estrellas del soccer europeo, y recién nombrado el mejor portero de toda Europa. Mi jefe me encomendó la misión de hacerle una entrevista exclusiva para la edición del siguiente mes. "Pssss", me quejé, "eso va a ser como pescar un atún en un estanque lleno de tiburones, todos van a querer entrevistarlo". Sin embargo, a mi jefe esto le venía valiendo una bolsa de cacahuates. "Sé que me traerás una buena entrevista. Por algo te envío, eres la mejor reportera que tengo", me dijo. ¡Qué forma tan sucia de convencerme! Bien que sabe que la adulación es la clave de mi perdición.

Pues bien, allá voy con todo y mi ego rumbo a Alemania. Durante el viaje traté de informarme un poco más acerca de este joven jugador. Japonés de nacimiento, llegó al equipo de Hamburgo siendo muy joven y luchó con empeño para conseguir el puesto de titular. A pesar de las lesiones que sufrió en sus manos, hizo un excelente papel en el mundial sub-19 que se llevó a cabo en su país natal, contribuyendo grandemente a la victoria de Japón. El mes pasado, su equipo se había coronado campeón de la Bundesliga, mientras él se llevaba el título del mejor portero de Alemania. Y ahora le acaban de dar el título de mejor portero de Europa. ¡Qué brillante desempeño! Su carrera iba en ascenso día a día. Y todo gracias a su enorme fuerza de voluntad. Sobre su vida personal, mmmm, nada más allá que lo que todas las revistas publican sobre él: que tiene 24 años, que es soltero, que es hijo de millonarios los cuales viven en Londres, que él a veces los visita pero nunca se queda largas temporadas con ellos, que una vez estuvo a punto de casarse con una chica mitad japonesa mitad alemana, que terminó con ella por razones desconocidas, que ha tenido varias novias y muchísimos más affairs. Que es extremadamente cotizado, no solo por los clubes de fútbol sino también por las mujeres. Muchos de estos datos son solo rumores: nadie sabe a ciencia cierta si de verdad él tiene una novia o no, o si alguna vez la tuvo. Observo con atención su fotografía: un hombre joven, alto, delgado y musculoso, extremadamente apuesto, de ojos oscuros, mirada inteligente y misteriosa, cabello negro un poco ensortijado, cubierto por una gorra blanca. ¡Ah! Otro detalle importante que se me escapaba: su gusto desmedido por las gorras. Tiene una amplia colección de todos los colores y estilos. Me recuerda a mi obsesión por los lentes oscuros.

Después de leer toda la información que mi indispensable computadora portátil tan amablemente me proporcionó, llego a una conclusión: Genzo Wakabayashi es todo un bombón. Ahora comprendo por qué es uno de los hombres más acosados por las chicas.

Pues bien, llego sin contratiempos a Hamburgo. Es una ciudad muy bella, a orillas del río Elba, con numerosos lagos y jardines, que le dan la impresión de ser un sitio muy fresco y lleno de vida. Me dirijo hacia el campamento del equipo, con la esperanza de llegar antes de que se termine el entrenamiento. Pero hay un pequeño contratiempo: un camión lleno de barras de metal chocó contra un poste de luz (afortunadamente el conductor salió sin lesiones) y tiró gran parte de su carga sobre la avenida por la que va el taxi en el que estoy. Hay un embotellamiento horrible, tan espantoso que bien podría yo tomar un vuelo a Londres para buscar a Wakabayashi allá y regresar, y aún seguiría el taxi atascado en el tráfico. Sí, ya sé, soy una exagerada, pero en mi profesión el tiempo es oro: alguien más podría conseguir la exclusiva antes que yo.

Así pues, decidí bajarme del taxi y caminar. Después de todo, estaba en buena forma y no me caería mal estirar las piernas después del viaje tan largo en avión. Además, pedí que mi equipaje fuera directamente enviado al hotel.

Estaba por llegar a la zona del accidente cuando el destino decidió cumplir con su deber: al parecer, un camionero estaba harto del embotellamiento y decidió que la banqueta era perfecta para usarse como carril de emergencia. Todo hubiera estado relativamente bien si en ese momento no se le hubiera ocurrido a una de las barras de metal caerse y bloquearle abruptamente el paso al camión. El chofer maniobró para esquivar la barra, pero al hacerlo quedó, o mejor dicho, yo quedé en su camino. A pesar de mis buenos reflejos, me quedé paralizada: ¿en qué momento cambiaron tanto las cosas que ya estaba yo en peligro de muerte? Sin embargo, en vez de sentir una mole de metal golpeándome, una ráfaga me empujó hacia el escaparate de vidrio que estaba a mi derecha. Sentí como mi cuerpo golpeaba el piso y que alguien caía sobre mí. El camión pasó a escasos centímetros, tocando la bocina como si yo hubiera tenido la culpa.

- ¿Qué demonios?.- increpé en alemán, por debajo de la persona que me había salvado la vida.- ¿Acaso aquí no acostumbran a seguir las reglas de tránsito? Además, ¡casi me mata y se enoja como si yo me le hubiera lanzado encima!.- seguí farfullando mientras mi bienhechor se incorporaba y me ayudaba a levantarme.

- Supongo que se encuentra bien, en vista de que tiene los suficientes ánimos para quejarse.- me respondió él.- la verdad es que no siempre son tan caballerosos los conductores aquí.

- Sí, estoy bien. Y muchas gracias por salvarme la vida.- por fin le veo la cara y la sorpresa casi hace que me caiga otra vez: mi salvador es nada más y nada menos que el mismísimo Genzo Wakabayashi.

Él debió notar mi reacción, por que se sonrió por lo bajo. Por lo visto, ya debe estar muy acostumbrado a esta clase de reacciones, más viniendo de una mujer joven como yo.

No fue nada, me alegra que esté bien, pero si yo fuera usted iría a ver a un doctor, la caída fue muy fuerte.- me dijo mientras se acomodaba la gorra de color rojo.- Muy bien, ya debo retirarme. Fue un placer.- y salió con paso firme del lugar.

¡No! ¡Aguarde!.- casi me tropiezo con un maniquí por las prisas de alcanzarlo.- ¡Espere, por favor! Va a pensar que soy una oportunista, pero soy reportera y deseo hacerle una entrevista para Deportes Hoy.- le digo en el tono más cortés que tengo.

No suelo conceder entrevistas exclusivas. Para eso convoco a ruedas de prensa.- me respondió él en tono terminante, sin detenerse.- Lo lamento.

Se nota que no me conoce. Si cree que me voy a marchar solo por que me dijo que no, está muy equivocado. Lo alcanzo rápidamente y mantengo el paso apresurado que él lleva.

Hermosa ciudad.- le digo.- aunque tengan pésimos conductores.- Él se limita a lanzarme una mirada rápida sin disminuir el ritmo.

Tiene excelentes reflejos, si me permite decírselo, si usted no hubiera reaccionado tan rápido yo estaría echa puré en estos momentos.- continué, con una expresión de total inocencia.

La adulación no es el camino correcto para llegar a mí.- me dice él. "¡Diablos!", pensé, "mala estrategia". La verdad es que me sorprendí, pues esto casi siempre me funcionaba.

No lo estoy adulando. Es una manera torpe de expresarle mi infinito agradecimiento.- continúo.

No tiene por qué agradecerme. Cualquier persona lo hubiera hecho.- A pesar del tono neutral de su voz, su expresión me indica que encuentra la situación un tanto divertida.

Acabo de llegar desde México. No sea usted tan malo conmigo, tenga piedad de mí y al menos dígame donde puedo encontrar un restaurante. Es más, déjeme invitarlo a comer en agradecimiento por salvar mi humilde vida.- insisto, en un tono de voz aterciopelado y una sonrisa que nunca me fallaban con un hombre. Y esta vez, para mi fortuna, no fue la excepción.

Muy bien, señorita. De acuerdo. Hay un restaurante muy bueno a la vuelta de la esquina. Y la acompañaré, pero con dos condiciones: la primera, que me deje a mí pagar la cuenta; y dos: nada de entrevistas, ¿está bien? ¿Acepta mis condiciones, señorita...? Eh, disculpe, aún no sé su nombre...

Del Valle. Lily Del Valle.- digo, mientras estiro mi mano para estrechársela.- es un placer. Y acepto sus condiciones.

Genzo Wakabayashi. Aunque eso usted ya lo sabe. Y por cierto, el placer es todo mío.

¡Ahhhh! Si hubiera sabido antes a lo que todo esto nos llevaría después...