Declaraciones: Naruto, la serie en su totalidad pertenece a Kishimoto Masashi.
Advertencias: Ligero lime.
Aclaraciones: UA [Universo Alterno].
·Désir·
Avancé dejando atrás el cartel del establecimiento, la poca iluminación le daba la impresión de ser una de esas viejas tabernas del oeste, pero esto era un bar, era un tipo de vicio, siempre que terminaba los negocios venía a compartir la noche con una de esas mujeres de cuerpos voluptuosos que estaban dispuestas a todo con estar a mi merced. Llegué hasta la barra e hice mi pedido. A mi mano derecha observé a diferentes cuerpos, e igual de deseables, si es que así debe de decirse.
Atraganté mis palabras en mi garganta, escuché una voz algo aguda, debía de ser un viejo, pero el nudo en mi garganta se formó al escuchar el nombre del hombre, gire con algo de impresión, encontrándome a mano izquierda con aquel hombre que había dedicado parte de mi admiración, se podría sospechar que con cada segundo que transcurría ganaba más dinero.
Hyūga Hiashi sin duda era uno de los empresarios más exitosos, sin familia, sin amigos, toda una fortuna para él sólo, aunque al mirar a su cara me dio la impresión de ver lágrimas contenidas luchando por salir.
'Nunca pensé encontrar a Hyūga sama, en un lugar como este'
Él me miró, parecía atormentado, mostró una sonrisa dejando ver sus dientes blancos, su rostro se arrugo un poco, pero su sonrisa era simpática.
'Verás que también tengo sentimientos, Sabaku no san ¿no?'
'A eso los humanos le llaman despecho ¿no?'
'Opino que sí'
Qué golpe de suerte, jamás pensé conocer en persona a este hombre. Me charló sobre su vida, y yo escuché atento, me sentí a gusto, también me habló de sus negocios, después de ese día nos vimos con más frecuencia charlando de la estúpida monotonía y las diversas entradas de dinero a nuestras chequeras.
La última vez que vi a Hiashi con vida me llamó algo alterado pidiéndome que llegara al hospital de la capital, Suna, cuando llegué, él retomó una pequeña charla que el mismo anteriormente había decidido cancelar.
El había ido constantemente a reuniones con Gaara, pero su estadía principal era Konoha, ¿Por qué un hombre con tanto dinero tenía tanto interés en vivir en esa pequeña ciudad?, tuve una respuesta.
El me habló de su testamento, tenía una hija, Hinata era su nombre, creo, dijo que ella y yo seríamos los únicos nombrados en ese papel, eso me molesto un poco, no me daba pena admitirlo, era un egoísta.
'Pero debes saber algo, me sería muy satisfactorio que tú y Hinata se unieran en matrimonio'
Me había contado la personalidad de ella y la imagen que vino a mi mente fue la de una joven rechoncha y melosa, casi vómito, pero tampoco debía arruinar los últimos momentos del ya viejo hombre.
'Hinata está maravillada contigo, le he contado todo sobre ti y está entusiasmada por conocerte'
Mi estómago se revolvió, pero aguanté, no me mostró ninguna foto de su apariencia, tampoco me atreví a preguntar.
'Ella está dispuesta a casarse contigo para darme el gusto, prométeme que lo pensaras, el amor puede nacer con los años, cásate con ella, cásate con Hinata y disfrutaras de toda mi fortuna, esa clausula está en el testamento'
'¿Si me caso con su hija seré dueño de todo?'
Abrí los ojos como platos, estaba en estado de shock.
'Todo, incluyéndola a ella, pero hay algo, no podrán tener el derecho de divorciarse hasta tener a su primer hijo, ¿Deseas cerrar el trato?'
'Me casaré con Hinata'
Mis manos se fueron aflojando en el volante, miré la delegación de Konoha, la hora del matricidio había llegado, todos los detalles habían sido arreglados por Hiashi antes de su muerte, Hinata por lo que tenía entendido no me había visto físicamente y yo tampoco a ella, ese día sería nuestro primer encuentro, el testamento ya había sido leído por separado. Realmente la imagen física que imaginé respecto a la chica no era muy buena.
Bajé de el auto para entrar a la delegación, seguí un corredor algo estrecho que iba directamente a una pequeña oficina, al entrar la sensación de aire caliente se hizo presente.
Konoha era una ciudad algo acalorada, no tanto como Suna, pero daba igual, observé las figuras en el escritorio.
En frente se encontraba Tsunade, la encargada de casarnos, a pesar de verse joven debía de tener entre 50 y 60 años de edad. Miré al lado contrario en la silla a mi mano derecha estaba la chica quién sería mi esposa, llevaba una capucha bastante amplia de color gris con algo de púrpura, no podía ver su aspecto así que deduje lo evidente.
Tomé asiento a su lado y comenzamos el trámite.
Tsunade leyó los derechos y deberes de cada uno, después a hacernos la pregunta clave: ¿Acepta y bla, bla, bla? Mi piel se erizó ¿Estaba asustado?
—¿Hyūga Hinata? —Tsunade volvió a llamarle.
—Hm... —Pareció reaccionar—A-Acepto... —Titubeó.
Al fin logré ver su mano, era pálida y delgada, un interés por tocarla afloro en mí. Tsunade mencionó algo inevitable, quizás una oportunidad para probar sus labios.
—¿P-Podríamos saltarnos e-ese pasó? —Escuché su tímida voz.
Tsunade arqueó las cejas en señal de incredulidad—Bueno si así lo deciden. Firmen aquí.
Ella señaló ciertas partes de una gran y vieja libreta, firmamos y nos fuimos. Abrí la portezuela de mi auto para que la chica entrara, fui y tomé el asiento del conductor.
Lo coloque en marcha, la carretera estaba... Se podría decir vacía o desolada, aumente la velocidad a 120. La mansión Hyūga estaba en la zona verde de la ciudad, recordé una de las cosas que Hiashi me había mencionado con anterioridad: 'A Hinata le encanta estar rodeada de árboles, lagos, etc...'
—Le dijiste a Hyūga san, que sería un placer el que fueras mi esposa, ¿Por qué? —Pregunté de repente.
—No tenía nada que perder, mi padre me hablo maravillas de ti, así que finalmente acepte para darle el gusto.
—Cuéntame algunas cosas de ti, de tu vida.
Mis ojos siguieron fijos en la carretera mientras seguía escuchando su relato, tenía una voz débil, la curiosidad invadió mi ser, dejé mi mano izquierda maniobrando el volante mientras con la otra enrede sus dedos con los míos, su piel era suave y delicada, aspire su aroma y plante unos cuántos besos a su alrededor, apoye su mano en mi mejilla, se sentía bien.
Creo que a esto es a lo que la gente llama ¿Curiosidad?, no eso no, ¿Atracción?, si eso era Atracción, una atracción tan grande que la ganas de besarla se presentaron. Bajé la velocidad del auto y estacione enfrente de la gran mansión, observé el asiento del copiloto que se encontraba vacío.
Me encaminé en la gran mansión, los colores de un marrón oscuro inundaban todas las paredes, observé con detenimiento los alrededores y no encontré rastro de Hinata por ningún lado, quizás se encontraría en su habitación. Me quité el incómodo saco junto con la corbata, el lugar estaba frío, los Hyūga se ocuparon de refrescar la mansión con aires acondicionados.
Desabroche lo botones de mi camisa mientras caminaba hasta la cocina, busqué en la alacena algo de cereal, no podría pensar bien con el estómago vacío.
Relajé mis músculos que se habían encontrado tensos, acababa de firmar mi sentencia, mi derecho de libertad me había sido quitado e igual me importaba poco, sólo deseaba tener algo bajo mi cuerpo y ese ser era Hinata.
Me dejé llevar por las suaves manos que recorrían mi espalda, había pasado toda la noche despierto conduciendo hasta Konoha, mínimo merecía un masaje, ¡Y mi llamado fue escuchado!
Me encontraba boca abajo en la cama, Hinata quién se encontraba encima de mi trataba de relajarme.
—C-Creo que ahora estarás mejor.
El contacto desapareció, me incliné para levantarme, admirando unos segundos más su rostro. Tenía los ojos típicos del clan Hyūga, cabellos negros que contrastaban en azul, por un alguna canción de cuyo título desconozco me vino a la mente, probablemente alguna de la de Muse, ¿Qué dirían mis clientes si descubrieran que Sabaku no Gaara se la pasa en su tiempo libre escuchando bandas de Rock?, eran la 10 pm hora de dormir.
—¿Pasarás la noche conmigo? —Acaricié con delicadeza su mejilla.
Su rostro se congelé, quedándose muda.
—Hinata, cuando te aclaré por medio de cartas sobre el casarnos, dije que no te obligaría a cumplir con tus deberes de esposa, pero jamás mencioné que no intentaría hacerte cambiar de opinión.
Me levante fastidiado, no sin antes plantar un beso en sus labios: magnífico, sus labios eran como la crema, me separe de forma lenta y observé el gran sonrojo que cubrió sus mejillas, cerré con cuidado para no aturdirla más.
Si permanecía ahí más tiempo iba a perder mi cordura, un repique constante me sacó de mis pensamientos, era mi celular, observé la pantalla externa: Kankuro, lo abrí y atendí.
¿Qué quieres Kankuro?
Calma Gaara, escucha: Temari vino directo a Konoha al enterarse que te casaste y me trajo a rastras
¿Y qué?
Pues que Temari desea conocer a la "afortunada" y pidió que avisara que mañana a las 8pm te espera en el apartamento de Kiba, ¡Te esperamos, adiós!
Luego de eso escuché un irritante timbre, ese vago me había colgado el teléfono, qué otra cosa podría yo hacer que no fuera nada, Temari estaba desquiciada y era de lo más seguro que si no asistía a su reunión tomado de la mano con Hinata me mataría a punta de repique en el celular.
El sol se comenzó a estampar en mi rostro, miré el reloj que marcaba las 8:07am, me arrastré hasta el baño para asearme, me pregunté si mi esposa ya estaría levantada, apure el pasó al sólo pensar en ella. Bajé las esclarecerás con ropa muy ligera y sin zapatos, después de todo estaba en mi casa, dejé mi camisa completamente desabotonada, miré el gran mueble, ella estaba sentada observándome, caminé hasta ella y le hice compañía.
—Mis hermanos desean conocerte hoy por la noche en una reunión.
—¿En dónde? —Preguntó.
—En el apartamento de Inozuka Kiba y su esposa.
—Son amigos m-míos.
—¿Los conoces? —Pregunté con algo de asombro.
—En la universidad.
—Mis hermanos creen que nuestro matrimonio es real, así que debemos fingir. —Sus facciones no cambiaron en absoluto, simplemente asintió—Claro que si quieres que esto sea real avísame.
Le sonreí con algo de picardía para luego colocarme sobre ella, sus mejillas se sonrojaron a más no poder, arrebaté un beso de sus labios entre abiertos. Ella no luchó, me correspondió rodeando mi cuello con sus brazos, colé mis manos bajo su enorme camisa, ¿Cómo alguien pude tener una piel tan suave y delicada?, descendí hasta su cuello escuchando algunos pequeños chillidos de su parte.
A pocos segundos me separó de ella, su mano tomo el celular situado en la mesa, en la pantalla externa aparecía la palabra: Sakura.
Se levantó del mueble dejándome sólo con mi calambre, logré escuchar algo sobre ir al centro comercial, me levante mirándola sentada en el mesón. Tomé asiento enfrente de la computadora, abrí mi correo electrónico esperando ver los mensajes de negocios y demás.
Abrí el primero de ellos. Los recuerdos impactaron mi mente, tenía que ir a una junta de negocios muy pronto.
Me levante de la computadora y fui hasta Hinata quién aún hablaba por teléfono, mordí un lado de su abdomen para ver si me prestaba atención, y como deduje así fue.
—¿Qué q-quieres? —Su voz tembló.
—¿Con quién iras al centro comercial? —Mordí su oreja esperando una respuesta.
—C-Con una amiga, Sakura.
—Tengo que salir de la ciudad por unos negocios.
—¿Cuándo sales y cuándo llegas? —Me preguntó curiosa, algo en mi se movió, de cierta forma me alegró que se preocupara por mí o que me fuera a extrañar.
—Me iré mañana en la madrugada, y en dos semanas estaré de vuelta —Rodeé su cintura con mis brazos esperando una de sus raras reacciones.
—Bueno...y-yo...
—¿Tú, qué?
—T-Tengo que elegir un vestido para esta noche.
Se separó de mí y corrió hasta subir las escaleras, no sin antes hacer un drama al tropezar con la alfombra y otros muebles, me reí en voz baja, Hinata era el tipo de chica que yo necesitaba.
El día pasó volando al igual que mis pensamientos, cada cuatro segundos frotaba mis labios tratando de aceptar mi realidad, antes pude a haber pensado que era un simple contacto de piel, pero ahora no, ahora era lo más delirante que pude probar en mi vida, la imagen de Sabaku no Gaara llegó a mi mente, el cómo había sido capaz de dominar mis sentidos era algo nuevo para mí, pues le había visto como mi socio en un contrato manteniendo un simplón amor platónico.
Él rompió las reglas del juego y el hacer trampa le dio la delantera, ¿Cómo saber que él decía la verdad?
Terminé de arreglarme para la gran reunión, Gaara ya me estaba esperando en su auto, se veía elegante pero cómodo. Tomé asiento en el lugar del copiloto, su cuerpo se encontraba rígido en el asiento mirando directamente en la carretera, no tuve que esperar demasiado para que el auto avanzará a gran velocidad, me ocupé en ver la carretera llena de árboles para dar el gran pasó a la ciudad llena de luces y anuncios, no me gustaba ese ambiente estilo las vegas.
Recordé a Kiba vagamente, la última vez que le vi él había decidido dejarse la barba a medio afeitar, tratando de buscar ese aspecto de galán de telenovela, reí en voz baja, la cara que había puesto Matsuri era muy cómica con respecto a la decisión de su esposo. Giré con algo de curiosidad para encontrarme con los pozos aguamarina de Gaara quién me miraba extrañado, volvió su mira a la carretera mientras estacionaba su auto, no lo esperé y salí de vehículo, miré al cielo y me encontré con las caras sonrientes de mis ex compañeros de la universidad.
Entré al edificio seguida por Gaara que alcanzó a rodearme con sus brazos, miré hacia el pasillo para luego correr a los brazos de mi amigo.
Lancé una mirada fugaz a mi esposo, me pareció verlo molesto.
N/A: Sinceramente a mi no me convenció este primer capítulo, pero bueno... Espero saber qué opinan, aunque pienso que es horrible. El fic será corto, como de dos a tres capítulos. ¿Reviews?
