DESDE EL INFIERNO AL INFIERNO
Capitulo 1: El espejo roto
N. de A.: Este Fic tiene palabrotas y comentarios mal sonantes (pero pocos). Se que a la mayoría os da igual pero yo aviso. -.
El aire estaba viciado, tanto que mas de una vez pensó que se moría de asfixia, luego recordaba un pequeño detalle sin importancia... ya estaba muerto. Piccolo escudriñó el horizonte, nada cambiaba allí abajo; riscos puntiagudos, ríos de lava incandescente... todo igual que el primer día. El namekiano soltó un profundo suspiro.
- ¿En que estaría yo pensando...? –se preguntó a sí mismo.
La verdad no era la primera vez que se lo preguntaba, al principio le pareció bien, gracias a su sacrificio el mundo se salvó... pero al cabo de un tiempo empezó a aburrirse y lamentar su suerte. Hasta sus oídos llegó el ruido de una pelea bastante cercana. Los golpes y estallidos retumbaban por todas partes. Desde que él había llegado allí las peleas habían disminuido considerablemente, las demás almas condenadas preferían portarse bien los unos con los otros a que el guerrero verde aparecería en medio del combate y acabara con ambos contrincantes, sin siquiera saber el motivo de la disputa.
Piccolo dirigió su mirada hacia el ruido, ahora mismo no tenia nada importante que hacer, así que pensó en hacer una de sus intervenciones. Levantó el vuelo y se dirigió al lugar. Mientras se acercaba pudo distinguir el corro que se había formado alrededor de los luchadores. La mayoría eran guardas, que se habían acercado para "calmar" la situación sin intervenir, el resto eran curiosos que se habían acercado. Cuando Piccolo apareció a la vista de uno de los curiosos, la noticia de su llegada se extendió como la pólvora y en unos momentos tan solo quedaban los guardias. El namekiano se detuvo a unos metros de los luchadores y observó.
Eran nuevos. Por lo que podía oír en sus gritos habían intentado dar un golpe de estado en su planeta, acabando con la vida de muchos civiles, pero por desgracia habían conseguido reducirles. Por lo visto uno de ellos tuvo la culpa de ese echo o al menos el otro le culpaba. La verdad es que le parecía una discusión de lo mas tonta, ¿qué mas daba quien habría tenido la culpa? Lo importante es que estaban ahí ¿no? Decidió intervenir.
- ¡Hey, vosotros! No arméis tanto jaleo, aquí ahí gente que quiere descansar en paz.
- Tú te callas, capullo verde. Esto no tiene nada que ver contigo -. Respondió el acusador de malas maneras, ese era el único aliciente que necesitó para unirse a la pelea.
- ¿Por lo visto no sabéis con quien habláis?
- ¿Acaso deberíamos? – dijo el otro.
- Deberíais. –dijo en tono tranquilo mientras desaparecía de su vista y reaparecería en medio de ambos.
Acto seguido uno de los tipos recibió un puñetazo en plena cara y salió disparado hacia unas rocas picudas, al segundo también le iba un puñetazo, pero éste ya había salido del shoc y consiguió esquivar por los pelos el puño.
- IMBECIL – grito el que había conseguido esquivar el puñetazo mientras contraatacaba colocando su propio puñetazo en el estomago de Piccolo.
- ¿Solo eso?- dijo un Piccolo que ni lo había sentido.
El hombre lo miró con terror e intentó salir huyendo, mal hecho, en cuanto se volvió para correr Piccolo le asestó un cogotazo haciendo que el pobre desdichado se estrellara contra el suelo. Ni a él ni a su compañero les quedaban ganas para seguir luchando, para desgracia del namekiano "creo que les he dado demasiado fuerte" pensó.
- ¡¡BRAVO SR. PICcOLO!! ¡¡USTED ES EL MEJOR!! –oyó gritar a los guardias.
- Como siempre – dijo él mas para sí mismo que para los guardias.
Se dio media vuelta y se alejó, se había quedado con ganas de pelea y buscaba con quien desahogarse. Después de un rato no veía a nadie fuerte y los que veía no le interesaban. "¡Que pasa aquí! se han escondido bajo las piedras ¿o que?" Pensó. Siguió buscando durante un rato mas, aunque al final ni siquiera se fijaba por donde iba, mas bien vagaba por ahí. Hasta que de casualidad se fijó.
- ¿Dónde estoy? Mmm... no conozco este lugar
Efectivamente, ese lugar no se parecía a ninguno que el abría visto en el infierno antes. Se trataba de una gran caverna en cuyas paredes estaban tapizadas con cristales blancos, a simple vista el creyó que se trataba de hielo, pero descartó esa idea rápidamente, en aquella parte hacia tanto calor o mas que en el resto. Descubrió una pequeña entrada natural en una de las paredes de cristal, la curiosidad le venció y descendió.
Se acercó cauteloso a la pequeña entrada. Desde arriba le había parecido mayor pero al acercarse pudo comprobar que tan apenas le llegaba al pecho y era bastante estrecha. Aun así se asomó al interior, todo estaba oscuro. Ni siquiera sus agudos ojos podían romper esa oscuridad, pero algo le incitaba a entrar.
- Ya que he llegado hasta aquí... – se disculpó a sí mismo por la curiosidad.
Piccolo se adentró en la oscuridad. Ya llevaba unos pasos cuando se arrepintió al no ver ninguna luz al final del túnel, para sorpresa suya cuando giró sobre sus talones para irse no había ni rastro de la entrada.
- ¿¿Pero que...??
No le quedo mas remedió que continuar. Podía tocar las paredes del túnel al estirar los brazos hacia los costados y no podía mantenerse erguido. Siguió avanzando y maldiciendo su suerte. Le era muy incomodo caminar encorvado por ese túnel estrecho he interminable, también descubrió algo de su persona que no conocía, que era claustrofóbico, odiaba los espacios tan estrechos. Caminó y caminó por largo rato y a allí no había salida, solo un túnel interminable en una oscuridad total.
- MALDICI"N –gritó desesperado, su grito fue acompañado por una descarga de energía lanzada hacia delante.
La descarga rompió la oscuridad y el silencio del túnel; iluminando las paredes de roca con su siseo característico voló hacia el frente perdiéndose en la oscuridad infinita.
- Que alentador... – dijo con tono irónico al quedar de nuevo en penumbra.
No había avanzado ni dos pasos cuando el siseo de la descarga volvió a sus oídos, miro al frente, seguía habiendo oscuridad, pero algo le alumbró desde atrás. Cuando se percató y miró de reojo pudo ver como la misma onda de energía que él había lanzado le volvía pero por detrás.
- ¡¡¡¡WOUW!!!!- Sin pensárselo dos veces se lanzó cuerpo a tierra, la bola de energía le pasó sobre él rozándole- MALDITA SEA, ES UN BUCLE... ¿¿EEEhhh??
Ante él la bola había impactado contra algo abriendo lo que parecía una brecha en una pared.
- ¿Pero como...? ¡Hace unos instantes no había NADA!
A través de la brecha se filtraba una luz blanquecina, pero ante sus ojos la brecha comenzó a cerrarse.
- A NO –sin pensarlo dos veces Piccolo salto a través del hueco.
El namekiano se levantó del suelo poco a poco y mirando a su alrededor. Se encontraba en una sala cuyas paredes eran de cristal pulido y luminoso, no parecía haber ninguna entrada salvo la brecha ya cerrada. En el centro de la sala había una tarima redonda con escaleras y en el centro de ésta una especie de pedestal con forma de garra que sostenía algo.
Piccolo se acercó al pedestal. Mientras se acercaba notó la pequeña sacudida de una energía bastante fuerte pero muy pequeña, parecía emanar del contenido del pedestal. Su sorpresa fue mayor al encontrarse con lo que sostenía, era un espejo... ni siquiera eso... era un fragmento de espejo, bastante grande pero un fragmento. El namekiano hizo un ruido de fastidio, pensaba encontrarse con algo mas interesante que un espejo roto. Se dio media vuelta y se dispuso a buscar una salida, cuando se giró se encontró con que al final de las escaleras de la tarima cristalina no había nada salvo una larga caída a un vació sin fin. Incluso las paredes de cristal luminoso habían desaparecido. Se podría decir que realmente se encontraba en medio de la nada.
- ¡GENIAL! ¿Pero donde diablos me he metido ahora?
Con un gruñido de rabia se encaminó al borde de la tarima y se dispuso a volar, cuando dio el salto de despegue confiado de sus habilidades empezó a caer.
- ¡¡¡¡¡¡JODER!!!!!! – gritó agarrándose en el ultimo momento a la tarima.
Tuvo que subirse a pulso, algo que para su sorpresa le costó mas de lo normal. Una vez arriba y repuesto del susto inicial miró a su alrededor buscando alguna causa para su incapacidad. Nada, estaba solo. Entonces se decidió a probar algo.
- ¡¡¡¡KYYYYYYAAAAAA!!!!- gritó extendiendo su mano hacia delante.
Nada... ni siquiera un chispazo. Piccolo miró su mano impotente.
- Pero... pero que diablos me pasa... ¿por que no...? ¡mierda!
Volvió a intentarlo varias veces pero nada, algo anulaba sus poderes. Tan solo consiguió quedarse exhausto. Al final optó inconscientemente a dar vueltas por todo el redondo de la tarima como un tigre enjaulado. Después de la vuelta numero setecientos se fijó en algo. El pedestal seguía ahí y con él su contenido. En su total aburrimiento encontró el objeto algo mas interesante y se acercó.
Vio su rostro reflejado en el espejo, parecía diferente. Algo cambiaba de lo real al reflejo... se acercó un poco mas. Miró fijamente su reflejo para encontrar el cambio, entonces se dio cuenta.
- Que raro... el fondo que muestra el espejo... no es lo que yo tengo detrás.
Efectivamente. Lo que el espejo mostraba era una ciudad en ruinas y él detrás tenía o mejor dicho no tenía nada, al menos no en ese ángulo. El namekiano se dio la vuelta para comprobar su teoría, fracasó. Justo detrás de él se alzaban edificios en ruinas. Volvió a mirar al frente pero tanto espejo, como pedestal y tarima habían desaparecido.
- Otra vez no... – dijo desesperado ante el nuevo cambio de escenario.
Miró a su en rededor, todo indicaba que era una ciudad destruida hacía ya tiempo. Una gélida brisa de otoño le acarició el rostro. "Al menos este sitió tiene algo agradable" lo pensó, por que ni muerto admitiría que echaba de menos la Tierra. Era de noche o al menos estaba oscuro, por que cuando miro al cielo esperando encontrarlo estrellado, pero lo que encontró fue un cielo negro, totalmente apagado excepto por una luna de color rojo que aparecía por el Este y un "sol" que desaparecía por el Oeste. Lo que mas le extrañó fue el sol, parecía como si estaría en medio de un eclipse total, era una esfera negra de bordes que emitían una luz blanca y mortecina. La primera impresión que había tenido era la de haber vuelto a la Tierra, ahora sencillamente se lo preguntaba.
Paseó un rato entre los escombros, no había nada que conservase su forma original. Era una catástrofe total. Caminó por la ciudad buscando respuestas hasta que la esfera roja brilló en lo alto. Entonces Piccolo con un suspiro de resignación se sentó sobre una gran roca de hormigón para evaluar que era lo que le había pasado hasta ese momento. Había pegado a esos tipos... había encontrado una parte muy rara en el infierno... entró por una puerta que después desapareció... había estado encerrado en un pasillo sin fin... consiguió salir de él para entrar en una habitación de cristal... y... hasta ahí llego su análisis ya que un gran rugido estremecedor le sacó de sus cavilaciones.
Se levantó de su asiento como por un resorte y se dirigió hacia la procedencia del sonido, ese rugido tendría un dueño y ese dueño respuestas, aun que tendría que sacárselas a golpes. Mientras se dirigía hacia allí otros rugidos se unieron al coro, también creyó oír un grito de guerra femenino entre los rugidos. Cuando llegó se encontró con unos seres que no había visto nunca.
Eran seres con forma humana pero iban encorvados y en vez de boca y nariz tenían un hocico lleno de colmillos afilados, eran calvos y sus orejas tenían aspecto de las de un murciélago. Por otra parte sus manos y pies eran garras, y en su espalda había un par de alas mal formes de murciélago también y al final de la espalda tenían una cola larga y de reptil. Debían de ser dos veces su altura y tenían un color ocre. Pero de entre esos horrendos gigantes había una figura que le llamó mas la atención. Se trataba de una muchacha de unos 20 o 21 años que se defendía con una larga katana con mucha habilidad. Desde donde estaba podía verla claramente, según sus estimaciones la chica tendría la misma estatura que Vegeta o quizás un poco mas baja, pero por ahí. Tenía el pelo largo, negro y rizado; he iba vestida totalmente de negro, con una chamarra de cuero larga, sin mangas y atada con hebillas plateadas, llevaba unos pantalones negros cortos que le llegaban por encima de la rodilla el resto de la pierna estaba cubierto por unas botas altas y del mismo color; también protegía sus muñecas con unas muñequeras de metal plateado. Parecía tener la situación bajo control, pero no tardo en comprobar que tan solo lo parecía.
Uno de los seres la atacó por detrás mientras se defendía de otros tres que le atacaban por los flancos y por el frente. La chica no consiguió girarse a tiempo y la criatura la lanzó por los aires de un colazo, haciendo que se estrellara contra una pared de un edificio que se mantenía todavía en pie para terminar de derrumbarla. Los escombros cayeron sobre ella dejándola inconsciente y atrapada. Las bestias también habrían caído sobre ella si no los haría detenido el guerrero verde.
- ¿Por qué no os metéis con alguien mas fuerte, capullos deformes?- dijo interponiéndose entre las bestias y su presa.
Los monstruos no aminoraron la marcha y arremetieron contra Piccolo. Éste rechazó al primero de un puñetazo lanzándolo lejos y haciéndose mucho daño en la mano.
- ¡AUGH! ¡¿De que diablos están hechos?!
El segundo y el tercero le respondieron a la pregunta lanzándose contra él desde los lados, sin parecer importarles que su compañero saldría volando de un solo puñetazo. Piccolo saltó haciendo que las dos bestias se chocaran entre sí. El namekiano se mantuvo en el aire.
- Bien, vuelvo a ser el mismo.
Su alegría no duró mucho otro de los bichos saltó con el fin de agarrarle, no tuvo dificultad en esquivarle.
- Mequetrefes... ¿con esa patética velocidad pretendéis cogerme?
Los cuatro monstruos se pusieron en circulo con sus ojos blancos sin pupila fijos en el namekiano, entonces abrieron sus bocas y de ellas salió un rayo rojo junto con un olor repulsivo. Los rayos rojos se juntaron en uno y se dirigieron hacia él. Piccolo ni se molesto en esquivarlo lo recibió de lleno con los brazos cruzados e inmutable. Cuando el humo se dispersó Piccolo seguía en su sitio dispersando el humo que quedaba con una mano con aire distraído y sonrisa perversa.
- ¿Ya habéis acabado? Mi turno... PREPARAOS PARA MORIR
Con una rapidez increíble Piccolo lanzó cuatro rayos consecutivos de gran potencia levantando humos, escombros y trozos de las bestias al impactar contra ellos. Cuando el humo se dispersó contempló su obra con curiosidad, los trozos de sanguinolentos de los monstruos se esparcían por lo que antiguamente habría sido una carretera.
- Mmm... interesante, esos rayos habían fulminado un edificio sin ningún problema... rara vez tienen un efecto tan... – acababa de ver el trozo de lo que parecía el estomago de una de las criaturas. Con cara de asco- repulsivo...
Piccolo dirigió su atención a la chica que seguía inconsciente entre los escombros, sobrevoló los cadáveres y aterrizó junto a ella. Quitó los cascotes que tenía encima y le tomó el pulso. Estaba viva y no parecía tener nada grave salvo el golpe en la cabeza y un corte superficial en la mejilla. La cogió en brazos para alejarla de aquel lugar, al cogerla algo cayó al suelo, Piccolo se agachó como pudo y lo recogió con una mano, se trataba de un colgante de forma ovalada con unas flores labradas. También recogió la espada de la muchacha y se alejó volando del lugar.
Aterrizó a un par de kilómetros mas allá en lo alto de un edificio que aunque en ruinas todavía se mantenía en pie. Dejó a la chica en el suelo y preparó una hoguera. A la luz de ésta examinó el pequeño objeto que se le había caído a la chica al cogerla, la fina cadena se había partido y descubrió que no era un colgante común, era un camafeo, un colgante de los que se abren. Después de darle cinco mil vueltas para descubrir como se abría, lo consiguió. En su interior había una foto en miniatura en ella se podían ver cinco chicas sonrientes sentadas en la hierva. Pudo reconocer a una de las chicas como la muchacha de la katana, pero mas joven en esa foto no superaban ninguna los 16 años. De repente noto un filo gélido en el cuello, miró hacia donde había dejado a la chica, no estaba. Entonces oyó una voz femenina en su espalda, como había supuesto era quien sostenía el cuchillo en su cuello.
- No se quien eres, pero eso es mío.
CONTINUARA...
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NOTAS DE AUTORA:
BUENAS. No se si os habrá gustado. Si tenéis alguna critica o sugerencia mandarme un review. O simplemente enviarlo para saber si lo habéis leído y si os a gustado o no... de todas formas mandarlo, por favor.
Como habéis visto es un fic sobre Piccolo, que al pobre lo tenemos abandonado. ¿Os habéis dado cuenta que no hay ni un solo fic donde el sea el protagonista? De todas formas también continuaré mi otro fic; pero espero que este que iniciado os guste, sino recibo reviews no lo continuaré, yo no escribo cosas que no gusten. Tan solo con un par de cientos de reviews me conformo ;p
RUNLINEY
Capitulo 1: El espejo roto
N. de A.: Este Fic tiene palabrotas y comentarios mal sonantes (pero pocos). Se que a la mayoría os da igual pero yo aviso. -.
El aire estaba viciado, tanto que mas de una vez pensó que se moría de asfixia, luego recordaba un pequeño detalle sin importancia... ya estaba muerto. Piccolo escudriñó el horizonte, nada cambiaba allí abajo; riscos puntiagudos, ríos de lava incandescente... todo igual que el primer día. El namekiano soltó un profundo suspiro.
- ¿En que estaría yo pensando...? –se preguntó a sí mismo.
La verdad no era la primera vez que se lo preguntaba, al principio le pareció bien, gracias a su sacrificio el mundo se salvó... pero al cabo de un tiempo empezó a aburrirse y lamentar su suerte. Hasta sus oídos llegó el ruido de una pelea bastante cercana. Los golpes y estallidos retumbaban por todas partes. Desde que él había llegado allí las peleas habían disminuido considerablemente, las demás almas condenadas preferían portarse bien los unos con los otros a que el guerrero verde aparecería en medio del combate y acabara con ambos contrincantes, sin siquiera saber el motivo de la disputa.
Piccolo dirigió su mirada hacia el ruido, ahora mismo no tenia nada importante que hacer, así que pensó en hacer una de sus intervenciones. Levantó el vuelo y se dirigió al lugar. Mientras se acercaba pudo distinguir el corro que se había formado alrededor de los luchadores. La mayoría eran guardas, que se habían acercado para "calmar" la situación sin intervenir, el resto eran curiosos que se habían acercado. Cuando Piccolo apareció a la vista de uno de los curiosos, la noticia de su llegada se extendió como la pólvora y en unos momentos tan solo quedaban los guardias. El namekiano se detuvo a unos metros de los luchadores y observó.
Eran nuevos. Por lo que podía oír en sus gritos habían intentado dar un golpe de estado en su planeta, acabando con la vida de muchos civiles, pero por desgracia habían conseguido reducirles. Por lo visto uno de ellos tuvo la culpa de ese echo o al menos el otro le culpaba. La verdad es que le parecía una discusión de lo mas tonta, ¿qué mas daba quien habría tenido la culpa? Lo importante es que estaban ahí ¿no? Decidió intervenir.
- ¡Hey, vosotros! No arméis tanto jaleo, aquí ahí gente que quiere descansar en paz.
- Tú te callas, capullo verde. Esto no tiene nada que ver contigo -. Respondió el acusador de malas maneras, ese era el único aliciente que necesitó para unirse a la pelea.
- ¿Por lo visto no sabéis con quien habláis?
- ¿Acaso deberíamos? – dijo el otro.
- Deberíais. –dijo en tono tranquilo mientras desaparecía de su vista y reaparecería en medio de ambos.
Acto seguido uno de los tipos recibió un puñetazo en plena cara y salió disparado hacia unas rocas picudas, al segundo también le iba un puñetazo, pero éste ya había salido del shoc y consiguió esquivar por los pelos el puño.
- IMBECIL – grito el que había conseguido esquivar el puñetazo mientras contraatacaba colocando su propio puñetazo en el estomago de Piccolo.
- ¿Solo eso?- dijo un Piccolo que ni lo había sentido.
El hombre lo miró con terror e intentó salir huyendo, mal hecho, en cuanto se volvió para correr Piccolo le asestó un cogotazo haciendo que el pobre desdichado se estrellara contra el suelo. Ni a él ni a su compañero les quedaban ganas para seguir luchando, para desgracia del namekiano "creo que les he dado demasiado fuerte" pensó.
- ¡¡BRAVO SR. PICcOLO!! ¡¡USTED ES EL MEJOR!! –oyó gritar a los guardias.
- Como siempre – dijo él mas para sí mismo que para los guardias.
Se dio media vuelta y se alejó, se había quedado con ganas de pelea y buscaba con quien desahogarse. Después de un rato no veía a nadie fuerte y los que veía no le interesaban. "¡Que pasa aquí! se han escondido bajo las piedras ¿o que?" Pensó. Siguió buscando durante un rato mas, aunque al final ni siquiera se fijaba por donde iba, mas bien vagaba por ahí. Hasta que de casualidad se fijó.
- ¿Dónde estoy? Mmm... no conozco este lugar
Efectivamente, ese lugar no se parecía a ninguno que el abría visto en el infierno antes. Se trataba de una gran caverna en cuyas paredes estaban tapizadas con cristales blancos, a simple vista el creyó que se trataba de hielo, pero descartó esa idea rápidamente, en aquella parte hacia tanto calor o mas que en el resto. Descubrió una pequeña entrada natural en una de las paredes de cristal, la curiosidad le venció y descendió.
Se acercó cauteloso a la pequeña entrada. Desde arriba le había parecido mayor pero al acercarse pudo comprobar que tan apenas le llegaba al pecho y era bastante estrecha. Aun así se asomó al interior, todo estaba oscuro. Ni siquiera sus agudos ojos podían romper esa oscuridad, pero algo le incitaba a entrar.
- Ya que he llegado hasta aquí... – se disculpó a sí mismo por la curiosidad.
Piccolo se adentró en la oscuridad. Ya llevaba unos pasos cuando se arrepintió al no ver ninguna luz al final del túnel, para sorpresa suya cuando giró sobre sus talones para irse no había ni rastro de la entrada.
- ¿¿Pero que...??
No le quedo mas remedió que continuar. Podía tocar las paredes del túnel al estirar los brazos hacia los costados y no podía mantenerse erguido. Siguió avanzando y maldiciendo su suerte. Le era muy incomodo caminar encorvado por ese túnel estrecho he interminable, también descubrió algo de su persona que no conocía, que era claustrofóbico, odiaba los espacios tan estrechos. Caminó y caminó por largo rato y a allí no había salida, solo un túnel interminable en una oscuridad total.
- MALDICI"N –gritó desesperado, su grito fue acompañado por una descarga de energía lanzada hacia delante.
La descarga rompió la oscuridad y el silencio del túnel; iluminando las paredes de roca con su siseo característico voló hacia el frente perdiéndose en la oscuridad infinita.
- Que alentador... – dijo con tono irónico al quedar de nuevo en penumbra.
No había avanzado ni dos pasos cuando el siseo de la descarga volvió a sus oídos, miro al frente, seguía habiendo oscuridad, pero algo le alumbró desde atrás. Cuando se percató y miró de reojo pudo ver como la misma onda de energía que él había lanzado le volvía pero por detrás.
- ¡¡¡¡WOUW!!!!- Sin pensárselo dos veces se lanzó cuerpo a tierra, la bola de energía le pasó sobre él rozándole- MALDITA SEA, ES UN BUCLE... ¿¿EEEhhh??
Ante él la bola había impactado contra algo abriendo lo que parecía una brecha en una pared.
- ¿Pero como...? ¡Hace unos instantes no había NADA!
A través de la brecha se filtraba una luz blanquecina, pero ante sus ojos la brecha comenzó a cerrarse.
- A NO –sin pensarlo dos veces Piccolo salto a través del hueco.
El namekiano se levantó del suelo poco a poco y mirando a su alrededor. Se encontraba en una sala cuyas paredes eran de cristal pulido y luminoso, no parecía haber ninguna entrada salvo la brecha ya cerrada. En el centro de la sala había una tarima redonda con escaleras y en el centro de ésta una especie de pedestal con forma de garra que sostenía algo.
Piccolo se acercó al pedestal. Mientras se acercaba notó la pequeña sacudida de una energía bastante fuerte pero muy pequeña, parecía emanar del contenido del pedestal. Su sorpresa fue mayor al encontrarse con lo que sostenía, era un espejo... ni siquiera eso... era un fragmento de espejo, bastante grande pero un fragmento. El namekiano hizo un ruido de fastidio, pensaba encontrarse con algo mas interesante que un espejo roto. Se dio media vuelta y se dispuso a buscar una salida, cuando se giró se encontró con que al final de las escaleras de la tarima cristalina no había nada salvo una larga caída a un vació sin fin. Incluso las paredes de cristal luminoso habían desaparecido. Se podría decir que realmente se encontraba en medio de la nada.
- ¡GENIAL! ¿Pero donde diablos me he metido ahora?
Con un gruñido de rabia se encaminó al borde de la tarima y se dispuso a volar, cuando dio el salto de despegue confiado de sus habilidades empezó a caer.
- ¡¡¡¡¡¡JODER!!!!!! – gritó agarrándose en el ultimo momento a la tarima.
Tuvo que subirse a pulso, algo que para su sorpresa le costó mas de lo normal. Una vez arriba y repuesto del susto inicial miró a su alrededor buscando alguna causa para su incapacidad. Nada, estaba solo. Entonces se decidió a probar algo.
- ¡¡¡¡KYYYYYYAAAAAA!!!!- gritó extendiendo su mano hacia delante.
Nada... ni siquiera un chispazo. Piccolo miró su mano impotente.
- Pero... pero que diablos me pasa... ¿por que no...? ¡mierda!
Volvió a intentarlo varias veces pero nada, algo anulaba sus poderes. Tan solo consiguió quedarse exhausto. Al final optó inconscientemente a dar vueltas por todo el redondo de la tarima como un tigre enjaulado. Después de la vuelta numero setecientos se fijó en algo. El pedestal seguía ahí y con él su contenido. En su total aburrimiento encontró el objeto algo mas interesante y se acercó.
Vio su rostro reflejado en el espejo, parecía diferente. Algo cambiaba de lo real al reflejo... se acercó un poco mas. Miró fijamente su reflejo para encontrar el cambio, entonces se dio cuenta.
- Que raro... el fondo que muestra el espejo... no es lo que yo tengo detrás.
Efectivamente. Lo que el espejo mostraba era una ciudad en ruinas y él detrás tenía o mejor dicho no tenía nada, al menos no en ese ángulo. El namekiano se dio la vuelta para comprobar su teoría, fracasó. Justo detrás de él se alzaban edificios en ruinas. Volvió a mirar al frente pero tanto espejo, como pedestal y tarima habían desaparecido.
- Otra vez no... – dijo desesperado ante el nuevo cambio de escenario.
Miró a su en rededor, todo indicaba que era una ciudad destruida hacía ya tiempo. Una gélida brisa de otoño le acarició el rostro. "Al menos este sitió tiene algo agradable" lo pensó, por que ni muerto admitiría que echaba de menos la Tierra. Era de noche o al menos estaba oscuro, por que cuando miro al cielo esperando encontrarlo estrellado, pero lo que encontró fue un cielo negro, totalmente apagado excepto por una luna de color rojo que aparecía por el Este y un "sol" que desaparecía por el Oeste. Lo que mas le extrañó fue el sol, parecía como si estaría en medio de un eclipse total, era una esfera negra de bordes que emitían una luz blanca y mortecina. La primera impresión que había tenido era la de haber vuelto a la Tierra, ahora sencillamente se lo preguntaba.
Paseó un rato entre los escombros, no había nada que conservase su forma original. Era una catástrofe total. Caminó por la ciudad buscando respuestas hasta que la esfera roja brilló en lo alto. Entonces Piccolo con un suspiro de resignación se sentó sobre una gran roca de hormigón para evaluar que era lo que le había pasado hasta ese momento. Había pegado a esos tipos... había encontrado una parte muy rara en el infierno... entró por una puerta que después desapareció... había estado encerrado en un pasillo sin fin... consiguió salir de él para entrar en una habitación de cristal... y... hasta ahí llego su análisis ya que un gran rugido estremecedor le sacó de sus cavilaciones.
Se levantó de su asiento como por un resorte y se dirigió hacia la procedencia del sonido, ese rugido tendría un dueño y ese dueño respuestas, aun que tendría que sacárselas a golpes. Mientras se dirigía hacia allí otros rugidos se unieron al coro, también creyó oír un grito de guerra femenino entre los rugidos. Cuando llegó se encontró con unos seres que no había visto nunca.
Eran seres con forma humana pero iban encorvados y en vez de boca y nariz tenían un hocico lleno de colmillos afilados, eran calvos y sus orejas tenían aspecto de las de un murciélago. Por otra parte sus manos y pies eran garras, y en su espalda había un par de alas mal formes de murciélago también y al final de la espalda tenían una cola larga y de reptil. Debían de ser dos veces su altura y tenían un color ocre. Pero de entre esos horrendos gigantes había una figura que le llamó mas la atención. Se trataba de una muchacha de unos 20 o 21 años que se defendía con una larga katana con mucha habilidad. Desde donde estaba podía verla claramente, según sus estimaciones la chica tendría la misma estatura que Vegeta o quizás un poco mas baja, pero por ahí. Tenía el pelo largo, negro y rizado; he iba vestida totalmente de negro, con una chamarra de cuero larga, sin mangas y atada con hebillas plateadas, llevaba unos pantalones negros cortos que le llegaban por encima de la rodilla el resto de la pierna estaba cubierto por unas botas altas y del mismo color; también protegía sus muñecas con unas muñequeras de metal plateado. Parecía tener la situación bajo control, pero no tardo en comprobar que tan solo lo parecía.
Uno de los seres la atacó por detrás mientras se defendía de otros tres que le atacaban por los flancos y por el frente. La chica no consiguió girarse a tiempo y la criatura la lanzó por los aires de un colazo, haciendo que se estrellara contra una pared de un edificio que se mantenía todavía en pie para terminar de derrumbarla. Los escombros cayeron sobre ella dejándola inconsciente y atrapada. Las bestias también habrían caído sobre ella si no los haría detenido el guerrero verde.
- ¿Por qué no os metéis con alguien mas fuerte, capullos deformes?- dijo interponiéndose entre las bestias y su presa.
Los monstruos no aminoraron la marcha y arremetieron contra Piccolo. Éste rechazó al primero de un puñetazo lanzándolo lejos y haciéndose mucho daño en la mano.
- ¡AUGH! ¡¿De que diablos están hechos?!
El segundo y el tercero le respondieron a la pregunta lanzándose contra él desde los lados, sin parecer importarles que su compañero saldría volando de un solo puñetazo. Piccolo saltó haciendo que las dos bestias se chocaran entre sí. El namekiano se mantuvo en el aire.
- Bien, vuelvo a ser el mismo.
Su alegría no duró mucho otro de los bichos saltó con el fin de agarrarle, no tuvo dificultad en esquivarle.
- Mequetrefes... ¿con esa patética velocidad pretendéis cogerme?
Los cuatro monstruos se pusieron en circulo con sus ojos blancos sin pupila fijos en el namekiano, entonces abrieron sus bocas y de ellas salió un rayo rojo junto con un olor repulsivo. Los rayos rojos se juntaron en uno y se dirigieron hacia él. Piccolo ni se molesto en esquivarlo lo recibió de lleno con los brazos cruzados e inmutable. Cuando el humo se dispersó Piccolo seguía en su sitio dispersando el humo que quedaba con una mano con aire distraído y sonrisa perversa.
- ¿Ya habéis acabado? Mi turno... PREPARAOS PARA MORIR
Con una rapidez increíble Piccolo lanzó cuatro rayos consecutivos de gran potencia levantando humos, escombros y trozos de las bestias al impactar contra ellos. Cuando el humo se dispersó contempló su obra con curiosidad, los trozos de sanguinolentos de los monstruos se esparcían por lo que antiguamente habría sido una carretera.
- Mmm... interesante, esos rayos habían fulminado un edificio sin ningún problema... rara vez tienen un efecto tan... – acababa de ver el trozo de lo que parecía el estomago de una de las criaturas. Con cara de asco- repulsivo...
Piccolo dirigió su atención a la chica que seguía inconsciente entre los escombros, sobrevoló los cadáveres y aterrizó junto a ella. Quitó los cascotes que tenía encima y le tomó el pulso. Estaba viva y no parecía tener nada grave salvo el golpe en la cabeza y un corte superficial en la mejilla. La cogió en brazos para alejarla de aquel lugar, al cogerla algo cayó al suelo, Piccolo se agachó como pudo y lo recogió con una mano, se trataba de un colgante de forma ovalada con unas flores labradas. También recogió la espada de la muchacha y se alejó volando del lugar.
Aterrizó a un par de kilómetros mas allá en lo alto de un edificio que aunque en ruinas todavía se mantenía en pie. Dejó a la chica en el suelo y preparó una hoguera. A la luz de ésta examinó el pequeño objeto que se le había caído a la chica al cogerla, la fina cadena se había partido y descubrió que no era un colgante común, era un camafeo, un colgante de los que se abren. Después de darle cinco mil vueltas para descubrir como se abría, lo consiguió. En su interior había una foto en miniatura en ella se podían ver cinco chicas sonrientes sentadas en la hierva. Pudo reconocer a una de las chicas como la muchacha de la katana, pero mas joven en esa foto no superaban ninguna los 16 años. De repente noto un filo gélido en el cuello, miró hacia donde había dejado a la chica, no estaba. Entonces oyó una voz femenina en su espalda, como había supuesto era quien sostenía el cuchillo en su cuello.
- No se quien eres, pero eso es mío.
CONTINUARA...
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NOTAS DE AUTORA:
BUENAS. No se si os habrá gustado. Si tenéis alguna critica o sugerencia mandarme un review. O simplemente enviarlo para saber si lo habéis leído y si os a gustado o no... de todas formas mandarlo, por favor.
Como habéis visto es un fic sobre Piccolo, que al pobre lo tenemos abandonado. ¿Os habéis dado cuenta que no hay ni un solo fic donde el sea el protagonista? De todas formas también continuaré mi otro fic; pero espero que este que iniciado os guste, sino recibo reviews no lo continuaré, yo no escribo cosas que no gusten. Tan solo con un par de cientos de reviews me conformo ;p
RUNLINEY
