Un año transcurrido, un año de cambios sin contratiempos. Draco Malfoy, líder del extinto grupo de los Mortifagos, se hallaba en Azkaban tras una exhaustiva recuperación en San Mungo donde se recupero de la criostasis a la que le condenó accidentalmente su hermano. Fue un accidente que los Aurores que se presentaron en el lago para el trasporte de lo que hasta ese momento se dio como un cadáver, se fijasen en el pequeño movimiento espasmódico del ojo a través del hielo.
Fue una recuperación especialmente dolorosa, los cristales de hielo habían destrozado casi completamente a nivel celular el cuerpo de Draco, pero aunque no fuera un Piromago como su hermano, contaba con cierto factor de curación que le ayudó en el proceso de regeneración.
Tras la convalecencia bajo vigilancia en San Mungo, fue trasladado a Azkaban con una condena de permanencia eterna. Sus crímenes por separado ya de por si eran graves, pero en conjunto sumaban tal atrocidad que ningún miembro del Wizengamot se opuso a la condena, incluso alguno propuso con vehemencia que se le encerrase junto a los dementores, propuesta desechada de inmediato por su crueldad.
Scorpius lo visitó una única vez, a puerta cerrada, Harry, Luna y Eirian se quedaron en la puerta a petición del joven Malfoy. La visita duro una hora aproximadamente, en la que no se oyó absolutamente nada. Justo cuando Harry fue a ver qué ocurría, Scorpius salió con la seriedad que le caracterizaba en compañía de adultos y fue directo a la puerta.
Nadie le pregunto sobre su conversación y él no dio señales de querer hablar de ella por lo que pronto cayó en el olvido, todo volvía a su rutinario cauce y nadie tenía tiempo para pensar en lo que podría haberse hablado en aquella conversación. Hermione estuvo más ajetreada que nunca al tener que escribir varios discursos para Kingsley y organizar las ruedas de prensa correspondientes para dar a conocer el encarcelamiento e identidad del líder de los mortifagos.
Ginny no vio su vida laboral tan ajetreada, dado el carácter deportivo de la misma pero si pudo apreciar el continuo ir y venir de Skeeter, lo que no auguraba nada bueno. Sus intentos por saber en qué estaba trabajando fueron infructuosos, nadie sabía en qué estaba trabajado. Las protestas de Dolores Umbridge cesaron en el mismo instante en que la varita de Draco fue destruida por lo que se dedujo que estaba bajo algún tipo de maleficio y se interrumpió su vigilancia constante por parte del cuerpo de aurores.
Ron pidió una excedencia en el trabajo para cuidar de Hugo, el nuevo miembro de la familia Weasley. Fue la propuesta que habían acordado él y Hermione años atrás, uno dejaría su puesto de trabajo para cuidar al bebe y el otro trabajaría. Cuando Rose nació, fue Hermione la que dejo su trabajo en el departamento de cooperación mágica internacional.
Harry por su parte, era como si estuviera de excedencia también. Su jornada se había reducido bastante gracias al encarcelamiento de todas las amenazas. Prácticamente cenaba todos los días en casa y en ocasiones llegaba para comer. Era un periodo de calma bien merecida para ellos tras arrastrar una guerra vivida, otra adolecida y el inicio de una tercera que por suerte se evito. Estaban en su perfecto derecho de una etapa de tranquilidad, tal y como afirmó Bill en la fiesta que hicieron tras el juicio de Draco.
En Hogwarts las cosas eran algo más agitadas debido al torneo de los tres magos que por primera vez en veinte años volvía al colegio, tras haberse reiniciado en Durmstrang tres años atrás. No era el mejor año para ser nombrado el director más joven de la historia de Hogwarts, pero Eirian no se desanimó, porque Mcgonagall y Neville actuando como Subdirectores fueron de gran ayuda para llevar a cabo la organización de todas las pruebas, y el retrato de Dumbledore le enseñó el hechizo de marca de edad para evitar que algún menor intentase acceder al Cáliz de fuego.
Aunque para su desgracia podía evitar que algunos alumnos participasen en la selección lo que provocó la visita de una airada y furiosa Ginny Potter, por la selección de James como campeón del colegio.
La charla nada amigable que tuvieron sobre las pruebas no dejó de ser algo cómica para Luna, que observaba a ambos sin meterse en medio, estaba muda incluso a nivel mental.
- ¡Por Merlín, Ginny! El año que viene entrara en la academia de aurores, no es precisamente un crio sin cerebro. He visto las notas que ha tenido todos estos años en las distintas asignaturas, tiene el nivel suficiente para ganar, y sobra para sobrevivir, te lo garantizo.- dijo Eirian hastiado de esa conversación y mirando a Luna en el otro extremo del despacho, que ahora estaba mirando por la ventana. Se tapaba la boca con la mano pero sus ojos la delataban.- ¿Te lo estás pasando en grande? ¿Me equivoco?
- No, tú pocas veces erras en tus conclusiones- dijo Luna mostrándole su sonrisa más radiante.
- Ya tengo suficiente con un Potter en ese condenado torneo.- susurró Ginny bajando la cabeza. Eirian la miró con comprensión.
- No le va a pasar lo mismo que a Harry, lo prometo.- dijo Eirian levantándose y poniéndose a su lado. Luna también se levantó aunque mucho más lentamente, por el bulto que cargaba. Dos manitas no tardaron en aparecer entre las sábanas agarrándose al suéter azul de su madre e intentando trepar hasta su cara.
- Vamos Alicia, tranquiliza a tu tía, y dile que no pasará nada.- dijo Luna mientras dejaba a la pequeña en brazos de Ginny. Esta se quedo prendada casi de inmediato con la mirada gris azulada y penetrante que le lanzaba la pequeña con una mata de pelo dorado, que le caía en graciosos bucles. Tenía los ojos de su padre, tal vez algo más azules, pero con la expresión de sorpresa de Luna.
- Pero ¿Quién es esta pequeñaja? –pregunto Ginny sorprendida mirando de hito en hito a la niña, a Luna, a Eirian y de nuevo a la niña en un bucle continuo.
- El nuevo miembro de la familia Lovegood- dijo Eirian mientras le tendía el dedo a su hija que lo atrapaba como toda una profesional del Quiddicht.
- Ginny, te presento a Alicia Selene Lovegood.- presentó Luna mirando con ternura a la pequeña criatura que se revolvía entre las mantas intentando salir de ellas.
- Nació ayer, la muy granuja nos despertó a las dos de la madrugada, y como ibas a venir nos pareció mejor que se lo dijeses tú a Harry y a los demás.- dijo Eirian.
- ¿Es que este colegio no puede tener un Halloween tranquilo? – se preguntó Ginny mientras jugaba con la niña.
-¿Y qué tendría de divertido?- pregunto a su vez Luna cogiendo de nuevo a la niña.
- Oh, sí fue muy divertido que un trol atacase a Hermione, o que yo ordenase al Basilisco que matara.- exclamó con ironía.
- Vamos Ginny, el pasado debe ser dejado atrás, solo podemos aprender de él, no compadecernos de lo que ocurrió.- dijo Eirian acercándose a la chimenea y lanzando un puñado de polvo verde que hizo brotar las llamas esmeraldas de una moribunda estufa.- Y ahora si nos disculpas, Luna tiene que dormir a la pequeña y yo tengo que ir a dar algo de ánimo a James, aún no me explico cómo te has enterado tan rápido.
- Neville- contestó Ginny mientras entraba entre las llamas y estas la hacían desaparecer- Nos vemos en Navidad.
- Tenia que imaginarlo- murmuró Eirian- Voy a tener que confiscarles esas condenadas monedas o decirle a Hermione que no debería haber sido tan aplicada, ¿Cuánto tiempo llevan funcionando? ¿Un cuarto de siglo?
- Aproximadamente- afirmó Luna con una sonrisa mientras le mostraba su falso galeón con la inscripción "James nuevo campeón" Se acercó a la puerta y esta se abrió sola.
- Que calladito te lo tenías. Hazme un favor, ya que no quieres dormir en la enfermería, ¿te importaría ir por Hogsmeade?, no veo muy seguro al Sauce Boxeador estos días, y menos si llevas a Alicia en brazos. – dijo Eirian dándole un beso en la mejilla.
- Esta bien, pero hoy no llegues tarde.- accedió Luna despidiéndose y bajando las escaleras.
-No puedo prometer eso- murmuró Eirian cerrando la puerta.- Tengo demasiadas cosas que hacer esta noche.- se acercó a su escritorio y con un golpe de varita hizo aparecer el mapa del merodeador, o eso parecía a simple vista, porque en realidad era una copia mejorada por Hermione para no solo tener a la vista todo Hogwarts y sus habitantes, sino que también de Hogsmeade y lo más importante, La casa de los Gritos. Un regalo por su nuevo trabajo, o eso había dicho Hermione al dárselo, le había sido de una enorme utilidad el día anterior, pues pudo ver claramente como el punto de Luna se dividía en dos y se empezaban a formar un nuevo nombre por encima del de su esposa. Así pudo saber que Luna estaba de parto, por lo que ya a estaba a medio camino de la casa cuando le alcanzó el patronus de Luna informándoselo. Pero ahora no iba a vigilar a Luna, tenía pendiente una charla con James por su nombramiento.- ¿Algún día tendrá que explicarme cómo se las apañó para hacer este trabajo?- Preguntó sin quitar la vista del mapa.
- Nadie dijo que fuera a ser una labor sencilla.- contestó con afabilidad el retrato de Dumbledore.
- ¿Cómo evito que James se mate? Y lo más importante ¿cómo lo hago sin que los otros directores se den cuenta?- preguntó jocoso Eirian pasando las páginas del mapa.
- Deberías escuchar vuestras propias palabras, confía en la destreza y capacidad del joven Potter.- respondió Dumbledore con el mismo tono.
- Fácil seria seguir esas palabras pero ambos sabemos en qué consisten esas pruebas, y su padre tuvo ayuda para poder conquistarlas. Y las de Harry fueron bastante simples en comparación con las que han inventado para este torneo.- comentó Eirian recordando las enormes cajas que habían llegado el mes anterior y que aguardaban en el interior del Bosque Prohibido. Se echó atrás el pelo en un intento por serenarse, no le convenía estresarse. Entonces vio el punto que buscaba, cerca del séptimo piso junto a Luna y Alicia.- ¿Qué estará haciendo esos dos en el séptimo piso?- se preguntó.
- La señorita Lovegood siente una especial predilección por esa zona del castillo, por su significado.- comentó Dumbledore.
- ¿La sala de los menesteres?
- Correcto.
- Debí imaginarlo, pero qué hace James ahí arriba, debería estar con los otros campeones. Es peor que su padre. Voy por él antes de que lo encuentre Filch y lo castigue sin decírselo a nadie. Ese hombre debería estar jubilado y no vigilando niños.-masculló Eirian mientras iba a la puerta. Se detuvo pensativo un instante y retrocedió para cerciorarse.- Sí, llegaré más rápido- murmuró por lo bajo, más para sí mismo que otra cosa. Un segundo después una lechuza dorada salía volando por la ventana y giraba en dirección a otro torreón cercano. Unos minutos después Eirian Lovegood y James Potter entraban por la puerta.- Te lo repito James, no tengo la menor idea si la sala de los menesteres sigue existiendo, y no quiero que te emperres en descubrirla o redescubrirla o el termino que prefieras, puede que creas que te has librado de los EXTASIS y que tienes todo el tiempo del mundo para tus aventuras particulares, pero todo ese tiempo lo emplearás en las pruebas. Y no pongas esa cara, te aseguro que necesitarás cada segundo de estudio del que dispongas.- dijo con seriedad Eirian mientras se sentaba con cansancio en el sillón y se frotaba la frente.
- Eres peor que mi madre y tía Hermione juntas- murmuró por lo bajo James sentándose en la silla delante de escritorio que le separaba del director. Este solo pudo reírse roncamente, llevaba dos días sin dormir y empezaban a pasarle factura.
- ¿Peor que tu madre y Hermione? Lo dudo mucho. No sé si lo sabes, pero desde que tu dichoso nombre surgió de ese Cáliz del demonio, tu madre y tu tía han estado sobre mí como buitres para que te sacara del torneo por cualquier método. Gracias a mí no te han llevado a rastras a casa. Ahora hazme el favor de pensar un poco en tu pobre director antes de inscribirte en un torneo mortífero de nuevo.- masculló Eirian cansado y divertido.
- Creía que Rose se lo había inventado.- dijo James
- Tu prima debe tener oídos en las paredes.
- O un novio que tiene línea directa con la mujer del director- bromeo James.
- ¡Merlín!, que cotillas que sois.- dijo Eirian levantándose- Venga ya terminaremos esta conversación en otro momento, ahora debes descansar.- James se levantó de su silla y vio como Eirian golpeaba accidentalmente un pergamino. Lo recogió antes de que tocase el suelo.
- Se te ha caído esto- dijo tendiéndoselo, pero Eirian miró el pergamino como si no supiera de que le hablaba.
- Eso debe ser tuyo- cortó Eirian dirigiéndose a la puerta. James desenrolló el pergamino y descubrió para su asombro que era las descripciones y los planos de las tres pruebas. Miro con asombro a su tío pero este no le miraba, tenía los ojos fijos en el reloj.- Venga, antes de que Filch haga su ronda. Y mañana te convendría hablar con Scorpius, sus diseños son muy útiles, ya sabes, para ser auror.
- Hasta mañana.- se despidió James sin acabar de creerse lo que tenía en sus manos. Eirian cerró la puerta tras él y se quedó pensativo delante de ella.
- Ni una palabra, solo hago lo necesario.- dijo en voz alta sin dirigirse a nadie. Bien podía estar hablando con Dumbledore o diciéndoselo a sí mismo. Suspiró profundamente cuando la puerta se abrió y James desde el umbral le ofreció el pergamino.
- No es mío, debe ser de Luna- dijo a modo de saludo, depósito el documento en las manos del director y salió de nuevo cerrando la puerta. Eirian miró con perplejidad la puerta por la que acababa de irse su sobrino. De pronto se puso a reír y, sin parar ni querer hacerlo se sentó en su sillón.
- Es hijo de su padre, no hay duda.- murmuró con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro.
- ¿Era eso lo que pretendías?- pregunto Dumbledore desde su retrato.
- No, de forma directa no. Lo que quería era mantenerlo lo mejor preparado que pude, no quiero perder ningún alumno en mi primer año, y menos a uno de mis sobrinos.- contestó Eirian apoyando la cabeza contra el respaldo.- Pero confiaba en que se negase a aceptar este tipo de ayuda.
- Por eso le has sugerido que hable con el joven Malfoy.- conjeturó el retrato.
- Tan audaz como siempre. Sí, Scorpius ha resultado ser un brillante diseñador e ingeniero. Sus diseños serán de mucha utilidad a James en las pruebas. Y lo mejor de todo, no va contra las normas el que yo ayude a Scorpius con sus trajes.- añadió complacido.
Los días y semanas posteriores fueron un absoluto caos para un director primerizo como Eirian. Debía mantener el colegio tranquilo y libre de incidentes lo que ya era complicado debido a la ingente cantidad de alumnos inexpertos y potencialmente peligrosos, pero también había que añadir que prácticamente tenía que hacer malabares con el ministerio, la planificación de las pruebas, además de mantener un ojo encima de sus campeones.
James se mantenía en el límite comportándose aparentemente como un alumno modelo, mientras hacía visitas nocturnas tanto a la séptima planta como a la casa de los gritos donde Scorpius guardaba los trajes. Una imprudencia que le había costado ya demasiados puntos.
La primera prueba se acercaba así como aumentaba la tensión a la que estaba sometido Eirian. Tenía que evitar perder los estribos, hacia un año que Ripper no daba señales de vida y pretendía duplicar esa marca si era posible. No tenía ninguna intención de comprobar que haría un sociópata como él en un colegio lleno de niños. La noche anterior a la primera prueba Eirian y Luna estaban en el despacho del primero buscando un libro.
- ¿Entonces Alicia está con Neville?- preguntó Eirian bajando una caja de uno de los armarios.
- Si, Hannah le ha hecho una visita y desde que Silvia se marchó a hacer investigaciones en Brasil, han estado un poco solos.
- ¿Por eso les has dejado la niña esta noche?- preguntó con una sonrisa- Eres demasiado buena para este mundo. Toma, mira, a ver si está en esta caja.- dijo dándole otra caja del interior de un armario.
- ¿Por qué no me casaría con alguien más ordenado?- suspiró divertida mientras abría las solapas y se encontraba con una ingente cantidad de cuadernos. Abrió unos cuantos y los encontró llenos de dibujos y bocetos. Algunos eran antiguos, otros bastante recientes. Abrió otro cuaderno y se encontró con un dibujo a carboncillo de una chica, no tendría más de diecisiete años, era en blanco y negro pero los ojos brillaban como si tuvieran vida propia. No le costó descubrir quién era. Eirian tenía un lugar reservado para ella, aunque lo intentase ocultar. Sonrió y pasó la página, era la misma chica aunque más mayor, fue pasando una tras otras encontrando un dibujo para cada año, fue como ver a alguien envejeciendo ante ti. Iba por la mitad del cuaderno cuando apareció otra chica, ella misma, con su sonrisa perpetua y sus ojos sorprendidos, se veía parte del vestido que llevo en el baile del ministerio tantos años atrás, cuando lo vio por primera vez. El resto del cuaderno eran dibujos de los dos juntos y en la última página estaban los tres abrazados, ella, Eirian y Alicia en el centro.- No me habías dicho que dibujases tan bien.- dijo Luna mostrándole los cuadernos, Eirian se puso blanco al descubrir que cuaderno estaba viendo.- ¿Aún la quieres?- preguntó sin perder la sonrisa. Eirian le daba la espalda pero notó como la conexión se hacía más tenue y fría.- No tienes que ocultarlo, lo entiendo.
- ¿Cómo lo vas a entender si ni yo lo comprendo?- preguntó Eirian con voz ronca y en un tono prácticamente inaudible. Seguía buscando en los armarios para no tener que darse la vuelta y encararla.
- Fue tu primer amor, es el que deja la huella más profunda.- explicó Luna acercándosele por detrás. Posó delicadamente su mano derecha sobre su hombro. Notó como la tensión le abandonaba y se relajaba significativamente.- Pero ¿sabes una cosa? Prefiero como han ocurrido las cosas.
- ¿Por qué?
- No seré tu primer amor, pero soy inmensamente feliz siendo el último.- contestó Luna obligándolo a darse la vuelta y abrazarlo con todas sus fuerzas. No tardó en ser correspondida. Eirian la atrajo aun más si es que eso era posible hundiendo su ensombrecido rostro en la melena rubia de Luna, aspirando su aroma embriagador y tranquilizador.
- ¿Por qué no seremos una pareja normal?
- Lo normal es aburrido, y yo te prefiero con todos y cada uno de tus defectos. Ahí está la verdadera perfección en encontrar divertido y atrayente las imperfecciones de tu amor.- Respondió Luna sin soltarle.- Por cierto ¿Desde cuándo dibujas así?
- Siempre lo he hecho. Mis padres querían que estudiase arte, pero se me daba muy bien la ingeniería y hubo otra razón para decantarme por esa rama menos artística.- dijo Eirian acariciándole la espalda con ternura, hacía tiempo que no estaban en esa postura, las nuevas obligaciones de Eirian y el nacimiento de Alicia habían mermado el tiempo que estaban juntos.
- Selene. Un día de estos tendrás que presentármela, al fin y al cabo era tú mejor amiga, eso no puede cambiar y ahora las cosas son distintas.- dijo Luna
- Intenté matar a Gabriel, no creo que tenga muchas ganas de verme.- murmuro, pero Luna detecto cierto tono jocoso.
- Viviste con dos aurores y aún no sabes que se desmemoriza a todo el mundo.- le recriminó en son de burla.
- ¡Eres mala!- bromeó Eirian agarrándola por la cintura y elevándola en el aire. Empezó a dar vueltas como loco para divertimento de Luna que no paró de reír hasta que sus pies golpearon un aplique de la pared.- ¿Te has hecho daño?- preguntó dejándola en el suelo. Ella se frotó el tobillo dolorido pero le sonrió. Estaban tan concentrados el uno en el otro que no vieron como el aplique volvía a su posición original y parte de la pared desaparecía transformada en humo plateado dejando un hueco en ella.
- Estoy bien, pero parece que tengo más fuerza de la que aparento.- dijo Luna señalando la pared. Los dos miraron el hueco que había aparecido, en cuyo interior, depositado en un pedestal de cristal se hallaba un cuerno que formaba una espiral con un zafiro en el centro. Mediría cerca de metro y medio de alto.
- Este castillo tiene demasiados secretos para mi gusto.- dijo Eirian sachando el cuerno con precaución y dejándolo en el escritorio.- Y como no, él único que podría explicarnos que es esto ha decidido dar una conferencia en el ministerio justo hoy ¿Desde cuándo da charlas este hombre?- pregunto retóricamente señalando el cuadro vacio sobre su sillón.
- ¿Crees que será de un snorkack de cuernos arrugados?- pregunto Luna emocionada con un brillo muy especial en sus ojos saltones.
- Me gustaría que fuera así, lo dijo en serio. Sé lo mucho que has luchado por demostrar su existencia, pero me temo que esto es un cuerno de dragón. No reconozco la especie pero te aseguro que es de dragón. Esas estrías laterales son inconfundibles.- dijo Eirian examinando de cerca el cuerno y fijándose en la gema que estaba suspendida en la punta del asta.
- ¡Vaya hombre! ¿Desde cuando sabes tú más de criaturas mágicas que yo?- pregunto falsamente indignada poniendo los brazos en jarras.
- Soy un piromago, tengo debilidad natural por esos magníficos animales. ¿Sabías que mi patronus es un dragón ártico? – se excuso sin dejar de mirar aquel objeto tan extraño.
- ¿Cuándo ha cambiado?, sino no recuerdo mal era una liebre
- Buena pregunta, lo utilicé ayer y apareció el dragón, me quedé tan sorprendido como tú.
- La última vez que lo usaste fue hace más de un año. Y dices que es un dragón ártico, parece que tu nuevo poder ha hecho cambiar tu patronus.- Explicó con simpleza Luna.
- Eso de nuevo poder ¿Es un eufemismo?- bromeó Eirian que sabía que desde que se manifestase esa peculiar habilidad con el hielo no había sido capaz de controlar el fuego, al menos no de la forma a la que estaba acostumbrado y tampoco era capaz de terminar de dominar el hielo que se mantenía impertérrito con sus intentos salvo alguna estalactita de generación espontanea.
- Solo tienes que practicar más. Y hablando de ello, Hermione me envió una lechuza esta mañana, dice que los inefables tienen en sus archivos algo parecido a lo que te ocurre, la semana que viene le darán acceso para sacar los documentos.
- Al menos conoceré la historia de esta condena tan maravillosa.- dijo con media sonrisa.
- La consideras maravillosa porque de no haber sido por ella, serias un Malfoy de pura cepa y seguramente no estaríamos juntos.- dedujo Luna besándole la mejilla.
- Por eso me case contigo.
- ¿Por mi perspicacia? Creí que fue por mi enorme atractivo.
- ¿No sabes de los beneficios de ser modesta?
- Soy muy modesta, pero ahora solo repito lo que tú me dices continuamente.
- ¿Cuándo he dicho yo eso?
- Vamos, lo dices a gritos continuamente, tendrías que controlar un poco tu mente y los instintos ya de paso.- dijo jocosamente y riéndose de cómo Eirian se ponía rojo de pies a cabeza, contrastando enormemente con su cabello platino.
- Acabo de recordar que no sabemos porque tiene esa joya flotando sobre la punta del cuerno.- cambió de tema Eirian entre toses y mirando hacia otro lado. Sacó su varita de la funda de la manga y se la puso en los labios con aire pensativo.
- ¿Y si usas el encantamiento revelio maxima?- propuso Luna aguantándose la risa.- Te mostrará toda la historia del objeto desde que se fabricó.- Eirian la miró con atención y después miro el artefacto.
- Revelio Maxima- pronuncio apuntando con la varita al cuerno. Luna al ver el movimiento abrió los ojos como platos y se lanzo contra él.
- ¡NO! ¡ESE NO ES EL MOVIMIENTO!- gritó mientras se tiraba sobre él. Pero ya era tarde. El cuerno empezó a vibrar emitiendo un suave brillo rojizo. El aire se volvió denso y frio. Las ventanas estallaron hacia afuera y una fuerte corriente de aire se coló por ellas. La habitación se convirtió en un huracán en miniatura. El artefacto seguía vibrando cada vez más rápido, ya apenas era algo más que un borrón rojo encima de la mesa. El brillo se intensificaba a cada segundo proyectando su color sanguinolento por toda la habitación que no era más que un revoltijo de papeles volando en círculos. Una mesilla de finas patas salió volando y golpeó a Luna en la cabeza dejándola inconsciente. Eirian trato de protegerla con su cuerpo cuando el viento paró de golpe y por el rabillo del ojo vio como el cuerno se detenía y su tono rojo se convertía en azul tan intenso e hiriente como el de una supernova. Entonces explotó convertido en una vorágine de luz y ruido ensordecedor. Eirian cubrió como pudo a Luna pero algo lo levantó del suelo, una fuerza invisible e increíblemente poderosa. Sus manos se separaron de los hombros de su esposa y notó una corriente de aire alrededor de su cuerpo, la luz seguía asaetándole las corneas sin compasión, apenas veía lo que tenía a su alrededor, de refilón pudo ver pasando bajo sus pies el campo de Quiddicht a una velocidad asombrosa. Era como estar en un túnel caleidoscópico, veía luces de miles y millones de colores pasar ante sus ojos, a veces entre los fragmentos de colores se veía el mundo a su alrededor. Eirian pudo comprobar cómo el suelo comenzaba a acercarse peligrosamente. Y entonces un frio atenazador le envolvió el cuerpo era como si le clavasen agujas en cada rincón de su piel, la oscuridad comenzó a nublarle la mente, atrayéndole hacia ella. Intento mantenerse despierto pero le fue imposible, ha más se resistía más caía en la inconsciencia hasta que la oscuridad le engulló por completo.
