No podemos vivir sin el otro

Una semana hacía ya desde que Kazuya Kujo había tenido que irse a la ciudad. La razón, unos amigos pasaban por ahí y preguntaron por él. Victorique mientras, se había encerrado en su casita sin que nadie pudiera entrar.
- ¡Tarda demasiado! ¡Dijo unos pocos días! - gritaba Victorique estirada aburrida sobre su cama.
La habitación estaba hecha un desastre. Todo esta tirado por el suelo: vestidos, accesorios, zapatos,... y al lado de la cama, los restos que quedaban de los dulces que se acabaron.
Victorique buscó entre todo el desorden algunos dulces, y como no los encontró, se puso a llorar. Las dos cosas que más le gustaban no estaban: uno, los dulces, y el otro, Kujo...
- ¿Por qué me dejaste sola? - preguntó al aire llorando. Al cabo de un rato, se quedó dormida con los ojos rojos de tanto llorar.
Un rato después sonó el teléfono. Medio dormida, Victorique lo cogió.
- ¡Al fin respondes! ¡Te he llamado varias veces pero no respondías!
- ¿Estás enfadada? - preguntó inseguro Kujo
- Mmm... Dijiste que estarías fura 5 días... Me has dejado sola más tiempo... - dijo Victorique triste a punto de volver a ponerse a llorar abrazada a su almohada.
- ¿No oíste las noticias? El tren se averió. Pero en una hora dicen que lo acabaran de arreglar - explicaba Kujo - Así que en poco volveré a la escuela.
Kujo estaba contento de volver a oír su voz. Esos días sin saber de ella, lo habían estado matando. Todo en la ciudad le recordaba a ella. Cada vez que pasaba por delante de una tienda de ropa, se imaginaba cómo le quedaría a Victorique, o hasta cuando estaban en una cafetería, pensaba si le gustarían los dulces y la repostería!
- Je... ¿Sabes qué, Victorique? Yo tampoco puedo vivir sin ti...
Victorique se sonrojó por lo dicho y colgó el teléfono.
- ¡¿Pero cómo se le ocurre decir eso? ¡Yo puedo vivir aunque tu no estés!... bueno, aunque puede que no... - y sonrió.