Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima, sino quien sabe xD
Pairing: Rufus/Juvia y un poco de Gray/Juvia.
Extensión: 7919 palabras (primera parte).
Notas autora: Bien, este es oficialmente ¡mi primer Crackpairing! ¡Sí! bailemos de felicidad o(*-*o)
Además es el primer fic de Rufus en español, otro baile. (o*-*)o
Soy tan feliz. Además nunca antes le había dedicado tanto esfuerzo a un fic, fue tan lindo escribirlo. Espero les guste.
Es un Two-shot así que aun tengo que escribir la otra parte, espero tardar menos que en esta ya que esto me tomó como una semana.
Sin más preámbulos, el fic.
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Red Moon: The Rain.
Caminaba a paso lento mientras se alejaba de la estación. El viaje había sido ajetreado y las flores que llevaba se habían arruinado levemente. No lo lamentaba seriamente, tampoco es como si consiguiera entregarlas, eso era algo que tenía claro desde hace varios años.
Se acomodó el sombrero y alzó la vista al cielo, pareciera que iba a llover y él no había llevado nada para cubrirse. No le incomodaba la lluvia, pero no le entraba en gracia empaparse, menos cuando tendría que esperar afuera de una puerta por nada.
Suspiro con resignación, le hubiera gustado creer que podría visitar la tumba de su padre, pero sabía que sería imposible. Desde que había muerto y la propiedad había pasado a manos de sus parientes, él tenía estrictamente prohibido el paso. No importaba cuantas veces llamara a la puerta o cuantas excusas diera, no tenía permitido entrar a la mansión, y por tanto no podía llegar al patio trasero donde se encontraba la tumba.
El suave comienzo de la lluvia lo sacó de sus pensamientos, alzó la vista sintiendo unas cuantas gotas en la cara. Probablemente a causa de la inminente lluvia las calles estaban vacías. En parte debía agradecerlo, odiaba caminar escuchando los murmullos de la gente. Pero no fue eso lo que escucho cuando las calles se atestaron de gente, fue más bien la calma antes de la tormenta.
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–Me llama la atención esta misión, ¿qué piensas Rogue? –El azabache volteó, contemplando el papel que extendían frente a él–. Y bien, ¿qué te parece?
–Si no hay nada mejor, no veo el problema.
–Frosh piensa lo mismo.
Sting lo miro y enarcó una ceja.
–Me esperaba una mejor respuesta.
–Si te deje elegir a ti Sting es por algo, así que no me preguntes.
–¿Salen? –Ambos voltearon ante el llamado de Orga.
–Vamos de misión. –El de ojos rojos cogió el papel que su compañero sostenía y se lo enseño al mayor.
–Ya veo.
–Tú hace tiempo que no sales a alguna misión Orga –dijo Sting–, ¿por qué no vas a una con Rufus?
– Eso es, desde hace tiempo que solo Sting-kun y Rogue salen a hacer algo productivo. –El pequeño Exceed marrón sonrió mientras decía aquello.
–Frosh piensa lo mismo.
–Rufus salió.
El mago de luz alzó una ceja.
–¿Salió? –preguntó–, ¿a dónde?
–Asuntos personales. –Orga se dirigió a la tabla de misiones, contemplando las diversas peticiones.
–¿Asuntos personales? ¿De qué?
–Podrías no meterte en asuntos ajenos Sting. –Rogue recibió una mirada molesta de parte de su compañero.
–Sting-kun no se está metiendo en asuntos ajenos, él solo quiere saber a donde fue Rufus.
–Es tal y como dice Lector. –El mago chocó puños con su pequeño gato en agradecimiento–. Entonces, ¿a dónde fue Rufus, Orga? –No recibió respuesta, así que volteo hacía la tabla de misiones–. ¿Orga? –pero el mago estaba estático con un papel en la mano, sin atender a su llamado–, ¿qué pasa?
–Sting.
–¿Si?
–¿Cuánto tiempo lleva esta misión en el panel?
–¿Qué misión? –Sting se acercó hasta su compañero y observó el papel que sostenía en sus manos, trataba de capturar a una fugitiva. Según salía en la descripción era una mujer mayor, no veía entonces porque tanto escándalo o lo exagerado de la recompensa–. Me parece que desde hace unos días.
El mayor frunció el ceño, lo que extraño a los dragones gemelos.
–¿Qué sucede Orga? –preguntó Rogue.
–Rufus fue aquí, a este pueblo.
–¿Y eso es malo? Él se puede defender –dijo Sting.
–Sí, es malo. –Le respondió Orga.
Vale, no acababan de entenderlo pero su misión se fue al carajo, aunque de todas maneras al Cheney no le importaba, y ahora iban en un tren a la dichosa ciudad donde se había escapado la vieja esa y donde estaba su compañero. No hubieran ido de no ser por la historia que les había contado el god slayer, pero dada la situación no les había quedado de otra.
Sobra decir que cuando llegaron a la estación y se encontraron con varios miembros de Fairy Tail su rostro de sorpresa fue épico, y para rematar justo era el grupo de Natsu, salvo por el hecho de que en lugar de la pequeña dragon slayer estaba la maga de agua. No estaba en sus planes encontrarse justo con ese gremio y que más encima estuvieran en ese lugar justamente para realizar la misión que los había conducido hasta allí.
El caso es que tuvieron que explicarles la situación, más que nada para que el dragon slayer no pensará que tenían la misma misión o algo parecido, aclarar que estaban ahí buscando a su compañero justamente porque la fugitiva que había que capturar era la madre de este. Vale, eso les explicaba a los magos de Fairy Tail porque la tipa ocupaba justamente la misma magia que el miembro de Sabertooth.
Eso también implico explicarles el motivo de su preocupación y las circunstancias que envolvían la fuga. Ya que el motivo por el que habían encerrado a la vieja señora era por el asesinato de su marido, según entendían debido a que ella había caído en la locura. Por ese mismo motivo la mansión en la que vivían y que había pertenecido a él había pasado a manos de su hermana, quien era la que ahora residía en la casa junto a su familia.
Y era justamente por ese motivo que se habían preocupado por el mago de creación, ya que muerto su padre y encerrada su madre, las miradas de todos cayeron sobre él. Después de todo había salido ileso del incidente, por lo que todo el mundo asumió, sin pruebas concretas, que al igual que su progenitora era un asesino. Y si él había ido justo después de que ella escapara era muy probable que la gente del pueblo lo hubiese atacado, se sabía defender, eso sus compañeros lo tenían claro, pero dadas las circunstancias estaban preocupados por si efectivamente se había defendido. Así que habían decidido ir a buscarlo.
Pero aún con la ayuda de los miembros de Fairy Tail presentes, quienes se habían ofrecido a ayudar tras oír la historia, no lo encontraban. Incluso se habían separado: Sting y Natsu por un lado, Erza y Lucy por otro, Orga y Rogue, y finalmente Gray y Juvia. Sobra decir lo feliz que iba la maga de agua, caminando al lado de su amado Gray-sama.
–Llueve mucho en este lugar, ¿no cree Gray-sama?
–Claro. –No es como si se hubiera detenido a pensar en cuanta agua caía, pero ahora que su compañera lo mencionaba no pudo evitar percatarse de lo fuerte que llovía.
–Incluso estaba así desde que llegamos.
–Supongo que será normal, según tengo entendido es una región fría y bastante lluviosa.
Siguieron caminando en silencio, lo cual incomodaba a la maga de agua, ella quería poder aprovechar ese momento a solas con su Gray-sama.
–Rufus-san debe haber llegado por la tarde, es curioso que no lo hayamos visto siendo que llevamos un día aquí.
–Supongo.
Silencio, la chica volteó la vista contemplando las casas y a las pocas personas que pasaban, sin poder evitar pensar en que la gente no salía debido a la lluvia, después de todo a nadie le gustaba la lluvia. Bajo la vista al suelo, algo apenada, y luego miro al chico que caminaba a su lado.
–Es curioso que justo tomáramos esta misión.
–Sí, tienes razón.
Comenzaba a frustrarse, no conseguía una conversación decente.
–El rostro de Gray-sama fue muy gracioso.
–¿Eh? –Finalmente su compañero la miró.
–Lo que Juvia quiere decir es que cuando esa señora dijo "Memory Make" el rostro de sorpresa de Gray-sama fue muy gracioso.
–¿Puse una expresión de sorpresa?
–Por supuesto, a Erza-san y a Natsu-san también les hizo gracia.
El mago de creación se detuvo.
–¿Por eso… –tenía un tic en el ojo–, se reían tanto?
–Juvia pensó que Gray-sama se había dado cuenta.
–Olvídalo –respondió suspirando–, y no me había dado cuenta.
Siguieron caminando, nuevamente en completo silencio, hasta que una explosión en la lejanía llamo su atención. Corrieron hacia el lugar de donde venía el escándalo para encontrarse con Natsu peleando contra la tipa a la que debían capturar, y a Sting tratando de detener a la gente del pueblo.
–¡Gray-sama!
–¡Mierda! –Volteó hacia la joven–. Juvia, ve a avisarles a Erza y Lucy.
–Pero Gray-sama.
–¡Ve! Ellas fueron al otro lado de la ciudad, no podemos dejar que la tipa se escape.
–De acuerdo –dijo mientras asentía–, voy Gray-sama.
Se alejó corriendo tan rápido como podía, esperando que sus compañeras hubieran escuchado el alboroto, pero puesto que estaban muy lejos de ese lugar y que la lluvia no ayudaba a la propagación de sonidos no era algo muy probable.
Corrió durante un largo tiempo a través de la lluvia, se detuvo cuando notó que no estaba segura de donde se encontraba. El sol ya se estaba escondiendo, pronto anochecería y eso haría que le costará aún más encontrar el camino de vuelta. La lluvia finalmente estaba parando, pero eso no cambiaba en nada su situación, su problema se debía a que no conocía aquella ciudad y había corrido sin fijarme en el camino por el que iba. Suspiro, al final no consiguió encontrar a sus compañeras, le había fallado a Gray-sama, como cuando perdió a Zeref de vista. Ojala Gray-sama la castigara, eso la haría feliz.
–¡Juvia!
Volteó sorprendida ante el llamado, quedando de frente con la maga estelar.
–Lucy-san.
–¿Qué haces aquí? –le preguntó Lucy–, ¿no estabas con Gray?
–Gray-sama le pidió a Juvia que las buscara.
–¿Buscarnos? ¿Pasó algo malo? –Miró a la pelirroja, quien se encontraba detrás de la Heartfilia.
–No, pero…
–¿Pero? –preguntó Erza
–Natsu-san y Sting-san estaban luchando contra la mujer a la que debemos capturar, Gray-sama me mandó a llamarlas para asegurarse que no escapará y pudiésemos cobrar la recompensa, pero Juvia se perdió y las encontró solo por casualidad. –Ambas magas se miraron ante las palabras de su compañera. Erza tomó la palabra.
–¿Y dónde estaban ellos?
–Juvia no está segura, no conoce el pueblo y no prestó atención al lugar cuando se separó de Gray-sama, pero era muy lejos de aquí.
–Entiendo, de cualquier manera la pelea ya debe haber terminado –razonó la maga de armadura.
–¿Qué hacemos entonces Erza? –preguntó Lucy, rogando porque su compañera decidiera volver al hotel.
–Volvamos al hotel –dijo Erza para alegría de la maga estelar–, será lo mejor.
Lucy agradeció internamente, la lluvia finalmente se estaba deteniendo y si bien ella llevaba una parca para evitar empaparse esta no la cubría del frío que de pronto había comenzado y que la estaba entumeciendo.
–¿Al hotel?
–¿Qué pasa Juvia? –Quizás agradeció demasiado pronto, ya que la maga de agua parecía disconforme con eso de volver al hotel.
–Juvia se preguntaba qué pasaría con Rufus-san.
–¿Te preocupa? –Su rostro rivalizo con el cabello de su compañera.
–¡No es nada de eso Erza-san! ¡No es que a Juvia le guste ni nada por el estilo! Juvia solo tiene ojos para Gray-sama. Bueno, Juvia mira muchas cosas más con sus ojos, ¡pero no es eso a lo que se refiere Juvia! No es que Juvia piense así de alguien que no es Gray-sama.
–Juvia –la voz de su amiga la interrumpió–, estoy segura que Erza no se refería a eso.
–Yo solo preguntaba.
Silencio, el rostro de la maga de agua se puso aún más rojo.
–¡Juvia está tan avergonzada!
–En verdad tiene mucha imaginación –comentó Lucy, a su lado la maga de armadura asintió.
–Volvamos al hotel, está empezando a hacer frio. –Siguieron a Erza en silencio hasta llegar al hotel en el que se hospedaban.
Para entonces la lluvia ya había parado pero el frío aumentaba a cada minuto, solo a la mujer de agua parecía no molestarle.
Al entrar en la recepción se encontraron con sus compañeros, comentaron un poco que había pasado y luego cada una fue hasta su habitación para asearse y colocarse ropa seca. Luego se volvieron a juntar todos en la recepción para hablar de que tal había ido la misión y enterarse si los de Sabertooth habían encontrado a su compañero. Malas noticias para ambos grupos: la tipa había muerto a manos de la multitud enfurecida, incluso a los dos Dragon Slayer presentes les costó hacerles frente; y sobre Rufus no se sabía nada, solo que había tenido un mal recibimiento por parte de la gente del pueblo. Lo que se resumía en que ninguno de los dos gremios había tenido suerte.
Por eso en lugar de conseguir una habitación los miembros del ex-gremio más fuerte partieron en la búsqueda de su compañero, y dado que nadie estaba cansado, o no lo suficiente, los miembros de Fairy Tail decidieron ayudarlos. Ese era el motivo por el que nuevamente estaban todos separados recorriendo el pueblo.
En esos momentos Juvia hubiera dado lo que fuera por un reloj, el cielo empezaba a iluminarse y estaba segura que no tardaría en amanecer. Hace bastante que habían salido del hotel y por lo visto se habían gastado la noche buscando. Llevaba mucho buscando sin hallar nada, en un punto incluso se había alejado del pueblo y ahora el único sonido que la acompañaba era el crujir del pasto bajo sus pies. A su alrededor todo era silencio, lo que la llevaba a preguntarse si no era posible que fuera la única que siguiera en pie. Dudaba que el sueño hubiese vencido a alguno de sus compañeros pero el frío que hacía era abrumador, la poca vegetación que había; más que nada pasto y pinos, estaba casi completamente congelada. A ella no le afectaba el frío, a Gray-sama tampoco, pero no sabría si los demás lo aguantarían. Lo peor de todo es que no estaba segura de como volver, se había internado en el bosque y ya no conseguía ver el pueblo.
Comenzaba a pensar que quizás fue un error alejarse tanto, pero había supuesto que si el pueblo había recibido de esa manera a Rufus-san él se habría alejado. En parte lo entendía, después de todo a ella le había sucedido algo similar, había sido rechazada por traer la lluvia mientras él había sido rechazado por lo sucedido con su madre. Quizás era debido a eso que había estado en vela toda la noche, por ese extraño sentimiento de empatía.
Suspiro, y cuando volvió a reinar el silencio escucho algo que no había notado antes por ir adormilada: agua.
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Lluvia, no sabía porque esas palabras venían a su mente. Se repetían una y otra vez en su cabeza, calmando el murmullo que lo asolaba.
Recuerdo, no dejaba de recordar todas las veces que había visitado ese pueblo.
"Lárgate."
Siempre era lo mismo, siempre era detenido frente a la puerta, ni siquiera tenía el lujo de conocer la tumba de su padre. Sabía que estaba ahí, en el patio trasero.
"Tú no tienes permitido el paso."
Pero la imponente figura femenina siempre detenía su camino, sin escuchar ni una sola de sus palabras.
"Con que descaro, vienes a su tumba, teniendo la sangre de esa."
Como si no tuvieron un lazo sanguíneo, al fin y al cabo era su tía, no tenía por qué rechazarlo de esa forma, porque impedirle el paso, cerrarse tanto ante él.
Solo quería visitar la tumba, aquella que nunca había tenido oportunidad de ver, aquella que le era totalmente desconocida. Aún así sabía, y era una de las pocas cosas que sabía con certeza absoluta, que la lápida de su padre nunca había albergado, de las mil flores que a lo largo de los años habrían colocado sobre esta, una que viniera de él.
Y dolía, casi tanto como las incontables visitas a su madre.
"Lárgate."
Donde lo único que sacaba en claro es que no lo mató porque no le dio el tiempo.
"Tu buscas matarme, como todos, como él."
Su locura le había arrebatado todo, incluso el amor maternal que con tanto estimo recordaba. Solo había dejado a su paso una mente obsesionada y paranoica, que desconfiaba de todos; y un cuerpo que no hacía más que arrojar objetos contra la reja, en un triste intento de alejarse del mundo.
"Desaparece, o te matare a ti también."
Él lo recordaba todo, con una claridad abrumadora. Desde los momentos felices hasta el momento en que la cordura había abandonado a su progenitora.
Deseaba tanto poder olvidar.
Lluvia, era una de las pocas cosas que lograban transmitirle tranquilidad, el suave sonido de la lluvia calmaba sus intrincados recuerdos.
Lluvia. ¿Era por eso que esa palabra no dejaba de rondar en su mente, una y otra vez, para calmar su memoria? Sin embargo, hace tiempo que la lluvia había parado, para dar lugar al frío propio de su ciudad natal.
–Juvia.
Lluvia. No era la lluvia lo que rondaba su mente, era la palabra, alguien la repetía sin cesar.
–Juvia está preocupada.
Lluvia.
–Rufus-san.
Era la voz de alguien la que escuchaba.
–Rufus-san, por favor despierte.
Trató de abrir los ojos, pero se sentía agotado, por alguna extraña razón no conseguía recuperar del todo la conciencia, como si algo le drenara las fuerzas.
–Está asustando a Juvia.
Lluvia.
–Despierte.
Quería, o más o menos quería, pero era extrañamente difícil.
–Rufus-san.
El frío.
–Ru… –Se quedó en silencio al verlo abrir los ojos, aliviándose internamente de que no estuviera muerto. Y es que se encontraba tirado sobre el pasto a un lado de un pequeño riachuelo, cubierto de hielo.
Supuso que debido al frío y a la anterior lluvia, además de la escarcha matutina, apenas le quedará calor corporal y probablemente se estuviese congelando, y era justamente eso lo que preocupaba a Juvia. Su respiración era muy tenue y estaba muy pálido; pese a que había abierto los ojos, no se movía. Lo más probable era que tuviese hipotermia por haber pasado la noche en el exterior, parecía estar al borde de la muerte.
Pero no se atrevía a tocarlo. No lo entendía ya que dada la situación tendría que llevarlo de regreso al hotel lo antes posible para que entrara en calor, pero el sentimiento que la acosaba en esos momentos era como cuando se es incapaz de coger una flor solo por la abrumadora perfección de esta, temer dañar algo tan delicado al momento de tocarlo.
Parecía una estatua de mármol, en esos momentos Rufus parecía una delicada estatua. Completamente estático, con la piel anormalmente blanca y cubierto de la más fina escarcha. Incluso sus ojos se habían quedado quietos, fijos en ella. Dudaba de si era humano, y no se sentía capaz de romper esa anti naturalidad que lo rodeaba. Ni siquiera era capaz de enfrentar su mirada, esa que se encontraba fija en su persona y que a la vez miraba a la nada, dándole a entender que seguía inconsciente. Por eso mismo tenía que moverlo, aún si no conseguía hacerlo por ella misma. Aunque no consiguiera estirar sus brazos y tocarlo, posar sus manos sobre su piel.
Una idea cruzó su mente al oír el pequeño río tras ella.
Agradeció internamente que todos siguieran despiertos, lo suficiente al menos para ver un pequeño camino de agua elevarse por sobre el bosque como un mudo mensaje para que acudieran. Incluso olvido todo el sueño que tenía al ver al mago de hielo corriendo hacía donde estaba ella, sin camisa, totalmente apresurado por estar a su lado… pasando de largo.
Volteó la vista hacía el amor de su vida para verlo atendiendo al herido, notando recién en ese momento que Rufus tenía una herida en su costado.
¿Por qué? ¿Acaso Gray-sama no corría hacia ella ansioso por estar a su lado? Parecía ser que no.
–¿Qué te pasa Juvia? –Escuchó la voz de su rival de amor mientras ella solo se limitaba a hacer circulitos en el suelo con su dedo índice. ¿Por qué el mundo era tan cruel? Ella lo único que quería era que Gray-sama corriera emocionado por reunirse con su persona y le ganaba un muerto. Bueno, no un muerto, pero casi.
Se levantó de golpe y completamente alterada, asustando de paso a su compañera, y fijó su vista en el mago tendido en el suelo, temiendo que hubiese muerto como sus pensamientos le acaban de indicar, pero este ya no estaba ahí.
–¿Eh?
–¿Qué esperan? Juvia, Lucy. –Volteó ante el llamado del pequeño gato azul–. Vamos al hotel.
–¿Eh? –Miró hacía todos lados, tratando de recordar el momento en que todos se habían levantado y pasado a su lado sin que ella lo notará.
–¿Juvia? –La llamó Lucy.
–¡Ya voy! Juvia no puede dejar que su rival de amor llegue primero.
–Sigues con eso.
–Es que Lucy, tú te lías con todos a pesar de estar tan gorda –dijo Happy.
–¡No estoy gorda, y no me lío con nadie! ¡Cállate gato tonto! –Suspiró–. Volvamos al hotel de una vez Juvia.
La maga de agua asintió y siguió a sus compañeras, agradeciendo estar con alguien que conociera el camino de vuelta.
Al llegar al hotel tomó un cálido baño y luego una reponedora siesta, después de eso bajo a comer algo para recuperar energías. En el comedor se encontró con los demás y pudo quedar al tanto de la condición del mago de creación, se alegró bastante al escuchar que estaba bien, le quito una preocupación de encima. Gracias a eso ahora podía dedicarse enteramente a Gray-sama. El único problema era que este se encontraba conversando con la pelirroja sobre que harían con la misión, por lo que no la había tomado en cuenta en lo absoluto. Genial, ahora Erza formaba parte de la lista "rivales de amor".
Probablemente mañana volvieran a Magnolia, era probable también que cuando el mago de hielo saliera nuevamente en una misión ella no lo acompañará. Por eso tenía que aprovechar la oportunidad para que Gray-sama se fijara en su persona y viviesen felices por siempre, pero parecía no estar resultando.
Se quedó pensativa unos minutos, sin saber que hacer en esos momentos, hasta que reparó en la conversación que mantenían los miembros del otro gremio. No pudo evitar acercarse y preguntar si podía pasar, ya que según había entendido Rufus finalmente había despertado.
Abrió la puerta del cuarto con la mayor suavidad posible para no molestar. Solo, por alguna razón, le había apetecido hablar con él, sin olvidar el hecho de que nunca antes habían mantenido una conversación. Precisamente por eso no quería incomodarlo.
Se acercó lentamente hasta la cama donde se encontraba recostado, él volteó la vista al oírla entrar.
–Hola. –Fue lo primero que se le vino a la cabeza, y el sonrió por lo espontáneo que había sonado ese saludo–. Juvia quería ver como se encontraba Rufus-san.
–Entiendo, muchas gracias.
–¿Por qué Rufus-san me da las gracias?
–Por nada en particular, quizás simplemente por el hecho de haberse preocupado por mí.
–Pero los compañeros de Rufus-san también se preocuparon mucho por él, incluso vinieron a buscarlo, Juvia y sus compañeros solo estaban aquí de casualidad.
–Pero pudieron haberse desentendido.
–Por supuesto que no, Juvia no podría haberse desentendido de algo así.
–Ya veo. –Rufus le sonrió–. ¿La señorita Juvia no deseara sentarse?
–¿Eh?
–Tengo entendido estuvieron en vela toda la noche, no me gustaría pensar que estará todo el tiempo de pie por mi causa, no sería un lindo recuerdo.
–Pero... no ahí donde sentarse.
–Está la cama.
Bien, definitivamente tenía mucha imaginación, porque eso sonó demasiado raro en su mente. Él la miró extrañado y ella supuso que era debido a que se había puesto roja.
–Por supuesto. –Se sentó de manera torpe a un costado de la cama, manteniendo la vista en el piso y preguntándose qué hacía ahí y por qué no estaba con Gray-sama o con alguno de sus compañeros.
–¿Sucede algo?
–No, Juvia solo estaba pensando.
Se quedaron en silencio unos segundos.
–Juvia en verdad se había preocupado –la atención de él se centró en ella–, cuando Juvia encontró a Rufus-san a punto de congelarse, Juvia en verdad se preocupó.
–Recuerdo.
–¿Eh? –Volteó a mirarlo.
–Me parecía recordar haber visto a la señorita Juvia a mi lado, un poco antes de llegar al hotel.
–¿Entonces Rufus-san si estaba consciente?
–No del todo, mis recuerdos no acumulan nada más, solo a la señorita Juvia.
–Rufus-san no tiene que decir señorita para referirse a Juvia, puede llamarla simplemente por su nombre.
–Entiendo –sonrió mientras centraba su vista en ella–, Juvia, entonces.
–Sí, es que a Juvia se le hace raro que la llamen señorita.
–Recuerdo –fijó su vista en el techo–, definitivamente lo recordare.
–¿Rufus-san es bueno recordando cosas?
–Nunca olvido nada, todo queda en mis recuerdos.
El silencio invadió la habitación, él la miro y la vio jugando con las sábanas.
–¿Pasa algo? –preguntó algo preocupado.
La joven negó con la cabeza, buscando como dar con las palabras. Alzó la vista, centrándola en él, dejando sus manos quietas sobre la arrugada tela de las sábanas.
–¿Rufus-san lo recuerda todo?
–Sí.
–¿No importa que hayan pasado muchos años?
–No, si el tiempo afectara mi memoria que me quedaría una vez fuera viejo, ya no podría ejercer magia.
Ella bajo la vista nuevamente, y siguió jugueteando con las telas.
–¿Sucede algo malo con eso?
–No –acompañó sus palabras negando con la cabeza–, es solo que Juvia se estaba preguntando.
–¿Qué cosa?
–Es que si Rufus-san no olvida nada, entonces Juvia se preguntaba –se calló, buscando la manera de sacar el tema, de dar con las palabras–, si eso entonces significaba…
–¿Significaba? –preguntó él.
–Que Rufus-san recordaba todo de cuando era un niño.
–¿Un niño?
–Sí, uno pequeño –dijo Juvia.
–¿Un niño pequeño?
–Sí, todo de cuando Rufus-san era un niño pequeño.
Rufus se quedó en silencio, meditando esas palabras, hasta que lentamente fue entendiendo hacía donde iba la conversación. Estúpido Orga, no se le podía contar nada.
–Sí –respondió–, lo recuerdo todo de cuando era un niño.
–Ya veo.
–¿Pasa algo con eso? –preguntó, la maga fijó su vista en sus manos y apretó las sábanas entre sus dedos, algo avergonzada.
–No –dijo después de unos segundos–, es solo que Juvia no puede evitar pensar.
–¿Pensar en qué?
–En que Rufus-san debe haber estado muy solo cuando era un niño.
Silencio, el mago se quedó con la vista fija en ella, tratando de entender a que venía aquel comentario, pero en esos momentos la chica le era incomprensible.
–Supongo –dijo.
–¿Supongo? –Ella lo miró con una ceja alzada, hasta que rompió en carcajadas.
–¿A qué viene la risa? –La miró, pero ella seguía riéndose–. No logro entender de qué se ríe, Juvia.
–Es gracioso –respondió ella con una sonrisa.
–¿El qué?
–La respuesta de Rufus-san, fue una respuesta muy boba.
El mago sonrió ante el comentario.
–Ciertamente, pero es que no supe que responder a eso.
–Juvia no estaba haciendo ninguna pregunta de todas formas.
–Tiene razón, fue una suposición más bien.
–Pero a Juvia le sigue dando risa la respuesta de Rufus-san.
–Bueno, si le interesa saberlo, fue tal y como supone.
–Juvia lo sabía –sonrió–, después de todo Juvia estaba suponiendo por algo.
–Tiene razón en eso.
–Por eso Juvia estaba preocupada por Rufus-san, ella quería asegurarse de que se encontrase bien.
–Definitivamente no logro entenderla, Juvia –recibió una mirada extrañada por lo que aclaró–, no veo como eso se relaciona.
–Lo que pasa es que Juvia también estuvo muy sola cuando era una niña, por eso quería asegurarse que Rufus-san estuviera bien –le sonrió amablemente–, pero bien de verdad, en todos los sentidos.
–No logro explicarme como alguien tan amable pudiera estar siempre solo.
–Eso es porque Juvia es la mujer de la lluvia, y llevaba lluvia a donde fuera. Por eso siempre estaba sola, porque a nadie le gusta la lluvia.
–¿Por qué a nadie le gustaría la lluvia? –preguntó el mago.
–Porque la lluvia es deprimente y siempre pone triste a las personas.
–A mí me gusta mucho la lluvia.
–¿De verdad? –La sorpresa en su rostro dejaba claro que no estaba acostumbrada a oír eso.
–De hecho me encanta la lluvia, siempre consigue relajarme.
–¿Relajarse?
–Su suave murmullo calma mis pensamientos, además que lo siento como una suave canción, como si cada gota que golpeara contra el piso fuera una suave melodía, que todos oyen pero nadie descifra. Me encantaría poder entender lo que dice la lluvia –Le sonrió a la maga–. ¿No piensa igual?
–Es que… –no sabía cómo contestar a eso–, Juvia nunca había pensado en la lluvia de esa manera.
–Aun teniendo tan lindo nombre. –La maga asintió.
–Juvia siempre vio la lluvia como algo que deprimía a la gente.
–En mi caso es justamente lo contrario, la lluvia siempre me ayuda a calmar mis recuerdos, siempre me saca una sonrisa.
–A Juvia le hace feliz saber que Rufus-san piensa así. –En verdad la hacía feliz oír que alguien no odiaba la lluvia.
–Me alegra oír eso.
–Aunque a Juvia se le hace raro que Rufus-san imagine a la lluvia cantando.
–¿Por qué? –preguntó él extrañado.
–Porque Juvia es desastrosa para cantar.
Rufus rió levemente.
–No creo que sea así, de seguro tiene una linda voz.
–No, Juvia es muy desafinada para cantar, de seguro Rufus-san es mejor cantante.
–¿Por qué lo piensa?
–Porque si Juvia no mal recuerda el apodo de Rufus-san era "el trovador que le canta a la luna roja."
–¿Sólo por eso?
–Es que como ese es su apodo Juvia asumió que Rufus-san si cantaba.
–Lo del apodo es una larga historia –aclaró él–, pero no negare que si he cantado en más de una ocasión.
–¿De verdad? –El mago asintió–. ¡Entonces Juvia tenía razón! –exclamó con emoción.
–La tenía.
–A Juvia le gustaría escuchar cantar a Rufus-san.
–Bueno, hace tiempo que no canto.
–Ahora Juvia en verdad se pregunta sobre el apodo de Rufus-san.
–¿Mi apodo?
–Claro, ¿si Rufus-san era un trovador o si le ha cantado a la luna roja?
–Bueno, no estoy seguro de si he llegado a entrar en la categoría de trovador –dijo él–, pero estoy seguro de nunca haberle cantado a la luna roja.
–¿No?
–No niego que la he mencionado, pero nunca he cantado en su honor.
–¿Por qué motivo? –preguntó Juvia.
–No me gustan las noches de luna roja, me traen malos recuerdos.
–¿De cuándo Rufus-san perdió a su padre?
–Sí, justamente de entonces –respondió el mago, borrando la sonrisa.
–Aun así, a Juvia le gustaría mucho escuchar a Rufus-san cantar.
–¿De verdad?
–Sí, a Juvia le encantaría. –dijo Juvia con una amplia sonrisa, claramente emocionada.
Recibió una sonrisa como respuesta, para después escuchar la suave voz de él formando una melodía.
Tenue llama
Ilumina
Vuestra senda
De tinieblas
Abrió los ojos con sorpresa, no esperaba que en verdad cantase para ella o que tuviera tan linda voz. Él la miro y le sonrió, como si le hubiese leído la mente fijó sus ojos en su persona, queriendo darle a entender que era tal y como lo suponía, estaba cantando para ella.
Tus recuerdos
Custodiados
Dulces glorias
Ya pérdidas
.
Luna roja
Su vista también se fijó en él, pero sin mirarlo. Estaba más bien centrada en las palabras, intuyendo que la canción tenía un significado, uno que ella quería oír.
Cruel te alzas
En memorias
Lastimosas
Lo entendía, cualquier cosa que le recordase el fatídico día en el que se quedó sin nada, por lógica la odiaría. Era simple, por eso odiaba la luna roja. Ese era el sentido de la canción.
Evocadas
En las sombras
Las memorias
Ya pasadas
Quizás ni siquiera estaba buscando un significado, quizás solo buscaba sentirse más cercana a él. Después de todo, cuando encuentras a alguien que sientes que te comprende es entendible querer acercarse, buscar la manera de hacerlo. Tal vez por eso se había dirigido a la habitación, pese a que nunca antes habían hablado.
Suave rumor
De la gente
Te obsequia
Vuestro grana
Probablemente era por eso, porque ella también había sentido el rechazo, y por algo que no pidió.
Rechazo, dolía tanto, no podía evitar pensar en eso. Y a la vez, en el miedo que quedaba de volver a experimentarlo. ¿Por eso sus ojos se fijaban de esa manera en ella? ¿Para que no se marchara de aquella habitación? No lo sabía, pero de seguro era el mismo motivo por el que la había cogido de la muñeca, con suavidad, como si de verdad temiese que se esfumará. Extrañamente no le molestaba, pese a lo íntimo del roce.
Luna roja
Haber muerto
Por su puño
Progenitor
Casi lo pudo imaginar, las palabras del mago de rayo se repetían en su cabeza y no podía evitar pensar en lo triste que debería ser, en lo doloroso de ser rechazado por el seno materno.
Omitiendo
Tu herencia
Cavando vas
La herida
Casi lo sintió ella con su propio corazón. Una daga clavándose en su pecho.
Leve lluvia
Y al escuchar eso no pudo evitar sobresaltarse, pensando en que si iba para ella, y ese pensamiento la avergonzaba tanto. Más aun con la suave caricia en su muñeca, con el suave movimiento de los dedos de él sobre su piel.
Va sanando
Cruda herida
Frío dolor
Y pensó en lo dicho con anterioridad, en que la lluvia lo calmaba, que amaba su suave murmullo, que tenía un lindo nombre. Y en Gray-sama. No supo porque pero pensó también en el mago de hielo, en los cielos despejados y en sus palabras durante la fiesta en el castillo.
Luna roja
Vuestro rubí
Imponente
Yertos sueños
.
Suave canto
El arrullo
De las gotas
Va calmando
Casi se lo decía a ella, casi no le importaba ya la suave caricia. ¿O quizás nunca le había importado?
Estaba feliz, por algún motivo estaba feliz, quizás al pensar que si había podido hacer que se sintiera mejor, si había podido ayudarlo con sus problemas y olvidarse momentáneamente de los suyos. Su amor no correspondido, las suaves lágrimas de su corazón y el rechazo de Gray.
Se centró en la suave caricia de su mano, queriendo pensar en eso y no en Gray-sama. Si pensaba en él de seguro lloraría, y no quería llorar, no cuando disfrutaba el momento. Menos si podía dar una imagen equivocada.
Se apagan
Los alaridos
De tu mente
Con la lluvia
Una sonrisa surco su rostro, sin poder evitar pensar en la mano que acariciaba su muñeca. Le agradaba eso, sentir que no querían que se fuera, usualmente Gray-sama la ignoraba, y deseaba tanto que la tomara un poco más en cuenta.
Luna roja
Desvanece
En llovizna
De dulce paz
Esa última parte la escucho sin pensar en nada más que la letra, no queriendo perderse más en su mente, lo único que lograba con eso era deprimirse, exagerar las cosas. De seguro gran parte de sus problemas eran por eso, probablemente no había nada entre la Scarlet y el azabache, ni siquiera se tendría que estar preocupando por eso. Debía dejar de aumentar la lista de rivales de amor, la única fidedigna era la maga estelar pero ya convivía con eso desde antes de entrar a Fairy Tail, así que no era un problema mayor.
–¿En qué piensa tanto? –Tierra llamando a Juvia.
Regresó de sus pensamientos y miró al joven recostado en la cama.
–Juvia no pensaba en nada importante, ¿por qué?
–Hacia unas expresiones muy graciosas.
–¿Eh? –Se sonrojo, preguntándose qué gestos estaría haciendo–. Juvia no se dio cuenta.
–Me di cuenta –dijo él con una sonrisa.
–Juvia no sabía qué hacía gestos mientras pensaba.
–Eso también me quedo claro.
Ella sonrió, con las mejillas aún sonrojadas y sin saber muy bien que decir.
–Juvia está tan avergonzada.
Él se rió bastante fuerte y la joven pensó que en realidad tenía una linda voz que se notaba no sólo en su canto, después de todo no era necesaria una voz espectacular para hacerlo, sino también en como hablaba y en su suave carcajada. Era en ese ínfimo gesto en el que notaba lo delicado de su hablar.
–Juvia piensa que Rufus-san tiene una muy linda voz.
–Me alaga oír eso.
–También piensa que la canción era muy bonita, aunque algo triste.
–No la cree precisamente cuando atravesaba un buen momento.
–Juvia lo notó, como también notó que la canción la hizo Rufus-san, por eso piensa que es muy triste. ¿Rufus-san la hizo pensando en sus padres?
–En mi madre.
La mirada de la maga se ensombreció.
–Juvia entiende, Juvia lamenta que Rufus-san haya tenido que cantarla, debe haber sido muy triste.
–No tanto, Juvia no debe preocuparse con eso.
–Pero debe haber sido triste tener que cantarla, más aún ahora debido a lo que pasó con su madre.
La sonrisa de él se borró, dando paso a una expresión seria.
–¿Le pasó algo a mi madre?
–¿Eh? –Juvia lo miró extrañada–, ¿sus compañeros no se lo dijeron a Rufus-san?
–¿Qué cosa?
Pensó que quizás, solo quizás, había metido la pata*.
Se levantó de golpe, dispuesta a irse, pero él la tomó de la muñeca impidiendo su fuga. La muñeca, ya era segunda vez que la retenía así.
–¿Qué le pasó a mi madre? – su tono de voz denotaba preocupación y, hasta cierto punto, desesperación.
–Nada, Juvia solo…
Sin palabras, no le venía nada a la mente que pudiera transmitir a sus labios. Solo se alejó más, pero él no la soltó, lo que lo dejó con la mitad del cuerpo fuera de la cama. Soltó un quejido, probablemente el movimiento brusco le hubiera resentido la herida que tenía a un costado. Después que todo él no iba a atacar a la gente del pueblo, incluso si ellos lo habían atacado a él, y el hecho solo la hizo sentirse peor consigo misma.
Se alejó aún más, con lo que finalmente y al no querer soltarla el mago cayó al suelo, su resentido cuerpo lo hizo soltar un quejido ante el golpe e, irremediablemente y pese a sus deseos, soltarla.
–¿Qué…?
–¡Juvia se tiene que ir!
No la pudo detener, y ella se fue al tiempo que sus compañeros entraban, alarmados por el golpe.
–¿Qué pasó Rufus?
El mago de rayos se acercó hasta él, pero antes de poder alcanzarlo sus palabras lo detuvieron.
–¿Qué le pasó a mi madre Orga?
Si ella no le decía, ellos tendrían que hacerlo.
En tanto la maga de agua corría lejos del cuarto y del hotel, aunque de eso último solo fue consciente cuando sintió las gotas de agua en su cara. Llovía, nuevamente llovía. Y ella se había detenido en medio de la calle percatándose recién que había salido del edificio y notando una extraña mezcla de culpa y vergüenza en su interior, principalmente vergüenza. Tanto que no se atrevía a regresar, como si hubiera hecho algo malo. ¿Por qué no lo había hecho, verdad? Tarde o temprano se enteraría, además sus palabras fueron accidentales, surgieron de su ignorancia.
–¡Juvia!
La voz de alguien llamándola la sobresaltó, temiendo darse la vuelta y que fuera él. Pero no, eran sus compañeros.
–¿Qué pasó Juvia? –miró a su compañera rubia–, ¿por qué saliste corriendo?
Abrió la boca, pero no supo que decir. ¿Por qué había corrido? ¿Por vergüenza? ¿Era siquiera un buen motivo?
–¿Sucedió algo malo?
"Gray-sama."
Por alguna razón sus ojos se aguaron al verlo, al oírlo, por suerte en medio de la lluvia no se notó.
–Te desapareciste –dijo el mago de hielo–, y luego de la nada saliste corriendo del edificio.
Claro, él no había notado el momento en que se había ido del cuarto, para Gray ella simplemente se había esfumado.
–Juvia… –comenzó a decir, buscando como explicarles un comportamiento que no entendía ni ella misma.
Todos la miraron a espera de algo, de alguna palabra, pero solo se escuchó el murmullo de la lluvia.
–¿Y bien? –la mayor se acercó a ella–, ¿por qué corriste? –Quería responderle, quería decirle a la pelirroja que todo está bien, que solo había actuado como tonta. Pero las palabras no le salían.
–Juvia solo… –ella simplemente…–, Juvia no está segura –no se entendía a sí misma.
Y la mirada de confusión de todos era digna de un cuadro.
–No puedes haber salido corriendo solo porque sí –dijo el Fullbuster.
–Juvia lo siente mucho Gray-sama, pero ella no está segura de porque salió corriendo –bajo la vista al suelo–, ella solo actuó impulsivamente sin saber porqué.
–¿Corriste por qué sí? –Natsu no lo entendió, y a su lado su compañero exceed rió levemente–. ¿Qué pasa Happy?
–Te gusta. –Y su típica manera de decirlo.
Todos lo miraron sin entender, menos la maga de agua que alzó la vista sonrojada.
– ¡No es nada de eso! –exclamó claramente avergonzada–, ¡Juvia solo tiene ojos para Gray-sama!
–¿Eh? –Lucy miró a uno y luego al otro–, ¿de qué hablan?
–A Juvia le dedicaron una canción –respondió Happy aún riendo.
–¡La canción no era para Juvia! –aclaró la maga–. ¡¿Y por qué estaba Happy espiando a Juvia?! Eso es de mala educación.
–¿De qué hablan Juvia?
–No es nada Erza-san –dijo inmediatamente, queriendo evitar un malentendido por culpa del exceed–, Juvia solo piensa que…
–¿Qué? –La interrogaron todos, en espera de una respuesta. Todos menos Happy, el seguía riéndose en su cara, lo más literalmente posible.
–Que ya deberíamos regresar al gremio.
–¿Regresar? –preguntó Erza.
–Es que ya hicimos la misión, o intentamos hacerla, de todos modos fracasamos –nuevamente bajo la vista, apenada por el detalle de que habían fallado–, por lo que ya no tiene sentido que nos quedemos.
Los demás se miraron, dándose cuenta de que irremediablemente tenía razón, era bastante cuestionable el porqué no se habían ido todavía.
–Supongo que tienes razón Juvia, será mejor regresar.
Sonrió ante las palabras de la maga de armadura, no esperaba el momento de poder volver al gremio y olvidar todo lo ocurrido y todas las preocupaciones que eso le acarreaba.
–Sera mejor que salgamos sin almorzar, así flamita no tiene que vomitar en el tren.
–¡¿Qué quieres decir con eso nudista?!
–Tienes razón Gray –dijo la Scarlet–, comeremos cuando lleguemos.
–¡Erza! –le reclamó el mago de fuego.
–Pero si tiene razón Natsu, será lo mejor, así no vomitas en el viaje –dijo Lucy–, no sería lindo que vomites al lado nuestro.
–¡Lucy!
–¿Por qué mejor no almorzamos nosotros y lo dejamos solo a él sin comer? –propuso Happy.
–¡No me ayudes tanto compañero!
Vaya amigos, eso sí que era apoyo.
–Me encanta como piensas Happy –dijo Gray. Por supuesto, él no iba a desaprovechar la oportunidad de torturar al Salamander–, ¿no crees Erza?
–La idea de Happy es buena –dijo Erza mientras asentía, conforme con la propuesta–, almorcemos nosotros, Natsu come al llegar.
Repetía, vaya amigos, lo trataban mejor sus enemigos.
–¡Qué bien! –exclamó Lucy con emoción–, tengo mucha hambre y no sé si aguantaría hasta llegar.
–¡Yo también tengo hambre! –rugió molesto, con Happy por traicionarlo, con Gray por querer torturarlo, con Erza por hacerles caso y con Lucy por decir eso obviando que el que tendría hambre sería él.
–Ya da igual, así no vomitas –dijo la mayor imponiendo autoridad, como tenía que hacer siempre con ese grupo–, ve a ordenar tus cosas Natsu –el chico gruñó–, ¡ahora!
–¡Sí Erza!
–Nosotros iremos primero al comedor, así que aprovecha y guarda las nuestra también.
–¡¿Qué?!
–No te lo voy a repetir, ¡ve! –ordenó.
–¡Voy! –Y partió lo más rápido que podía rumbo a sus habitaciones.
–Venga, vamos a comer –dijo Erza.
Caminaron nuevamente hacia el edificio, hasta que notaron que alguien no los seguía.
–¿Juvia? –la llamó Lucy.
–¡Ya voy!
Trotó para alcanzarlos y entrar con ellos.
–¿Segura que no pasa nada?
–No es nada Gray-sama, no se preocupe.
–Te gusta. –Volvió a decir Happy.
–¡Que no es así! –miró con ira al pequeño gato parlante–, Juvia solo tiene ojos para Gray-sama.
–¿De quién hablan Juvia, si no es de Gray?
–¡Juvia no se lo dirá a Lucy-san! ¡Lucy-san sólo quiere saberlo para interponerse entre Juvia y Gray-sama!
–Hasta cuando seguirás con eso –se quejó la maga estelar.
–Juvia no olvida que Lucy-san es su rival de amor. –Su compañera solo suspiró ante esas palabras.
Llegaron al comedor, pidieron algo y almorzaron tranquilamente hasta que Natsu bajó con cuatro bolsos y las cosas de Erza, las cuales no eran precisamente pocas. Pagaron y se dirigieron a la estación caminando bajo la suave lluvia en absoluto silencio.
Durante el almuerzo y mientras avanzaban no podían evitar notar que la maga de agua andaba distraída, como distante.
La chica iba contemplando las casas sin prestar atención a los demás, ni siquiera a Gray, y eso era preocupante. Avanzaba en silencio con la vista perdida en lo grisáceo del pueblo, sin mirar nada en particular, solo buscando distraerse. Lo que no le resultó, ya que de pronto un leve punto de color irrumpió en el gris, algo rojo en medio de la nada: un sombrero.
Se detuvo de golpe, alarmando a sus compañeros.
–¿Qué pasa Juvia?
Pero ella ignoró la pregunta, después de todo venía de su rival de amor, y corrió hacia aquel punto hasta llegar al pequeño charco donde reposaba la prenda. Lo tomó, contemplándolo unos segundos mientras hacía memoria, recordando que pertenecía a Rufus-san y notando recién que no se lo había visto desde que lo había encontrado. De seguro de le había caído cuando la gente lo atacó. ¿Debería devolverlo?
–¿Qué es eso Juvia?
Dio un respingo y volteó hacía sus compañeros.
–Nada, solo es el sombrero de Rufus-san.
La Scarlet trató de cogerlo, pero Juvia lo alejó de su alcance de una manera casi posesiva.
–¿Juvia? –preguntó la pelirroja, extrañada por la actitud de su compañera.
Juvia iba a decir algo para excusarse, pero Happy se le adelantó.
–Te gusta.
Estúpido gato, en esos momentos hubiera deseado destriparlo, porque para empeorar la situación los demás empezaban a caer en la cuenta de a quien se refería.
–¡¿Eh?! –La maga estelar transmitió el pensamiento de todos.
–¡Que no! –Alzó el sombrero y golpeó al molesto exceed con él, que bueno que estuviera mojado, así le dolía más–. ¡Gato tonto! Eso no es cierto, a Juvia solo le gusta Gray-sama.
Nadie supo que responder a esa revelación, quizás era buena idea empezar por preguntarle a Happy de donde había sacado esa loca idea, pero el exceed estaba ocupado sobándose la cabeza. Podrían preguntarle a Juvia pero algo les decía que era mala idea, principalmente porque la maga se había alejado de ellos en dirección a la estación, bastante molesta y con sombrero en mano.
¡Pero era absolutamente lógico que estuviera molesta! ¡Quién sabe qué idea se había hecho Gray-sama por culpa de ese estúpido gato! No quería ni pensarlo, tampoco tenía ánimos de preguntarse porqué se había llevado el sombrero, simplemente lo hizo.
Y la curiosidad de todos aumentó mientras iban en el tren, y es que la maga de agua no le quitó la vista al sombrero en prácticamente todo el camino, como si quisiera que le dijera algo, quizás la solución a todos sus problemas. Quizás por ese mismo motivo lo guardo, sin poder explicarse que pretendía conservándolo, pero lo mantuvo con ella.
Al menos hasta que la oportunidad de devolverlo se presentó, unos pocos meses después.
.
Notas finales: ¡Yay! Ojala les haya gustado, lo edite unas cinco veces, algunos fragmentos más así que si ven algún error pueden irse a la... Nah mentira, avísenme cualquier error ya lo edite unas cinco veces la sexta no me cuesta nada. En fin, cuando pueda subo la otra parte.
*meter la pata es un dicho, quiere decir que lo estropeaste todo.
