Cabellos revueltos, espaldas arañadas y sabanas arrojadas; era una pobre descripción de todo lo que pasaba por aquella habitación. Dos entidades que chocan vueltas una que representaba la mayor armonía; donde incluso las pertenencias mas valiosas no importaban. Dos cuerpos fusionándose. Luz y oscuridad que no dependen de aspectos como el sexo o la edad. Una demostración de afecto, de cariño; algo más puro que las luces del norte que se muestran al anochecer donde los espíritus descansan. Suspiros y gemidos, Erotismo y satisfacción, Ruegos por rapidez y profundidad…
Habitación en la que se llevaba a cabo un acto que la gran mayoría tacharía como impuro, más no para los que concilian el acto. El susurro de ambos nombres se dejaba escuchar entre los besos y choques de caderas. Si uno escuchaba con atención podía apreciarse el latir apresurado de los corazones. Jurándose amor para toda la vida sin importar lo que el futuro proponga.
Aquel acto mágico que fue… su primera vez. Se repetiría incontables veces, ya que, era una forma de demostrar todo que no se podía con palabras. Un acto que quedaría grabado en cuerpo y alma donde ni el peor enemigo lograría separarlos. La unión perfecta de un mago de luz y un ladrón de la oscuridad.
