Hola. Llevo un tiempo sin escribir, y hoy, escuchando una canción de Rosana (a la cual le he robado el título) se me ha ocurrido esta mini historia. ¡Espero que os guste!
A fuego lento
Un hombre. Una mujer. Una mirada que vale más que mil palabras y una sonrisa de vuelta que ilumina el mundo. Se acercan lentamente, temiendo tocarse, pero deseando hacerlo al mismo tiempo. Su mirada es tan intensa que parece que se van a traspasar el uno al otro.
Cuando están frente a frente, es ella la que primero extiende la mano hacía él, que sonríe levemente, y apenas roza su mano. Su piel arde en deseos de tocarlo, de que la toque, y un quejido apenas audible sale de sus labios cuando él retira su mano. Sin embargo, da unos pasos hacía ella, posando su mano sobre su cadera y enterrando su nariz en su cuello. Aspira su perfume, y ella se queda completamente quieta, sintiendo el calor que transmiten sus dedos. Susurra su nombre, al tiempo que la mano que tiene en su cadera se traslada a su espalda, haciendo que ella se estremezca.
Ella desabrocha lentamente su camisa, al tiempo que él baja con cuidado la cremallera de su vestido rojo. Vuelven a mirarse a los ojos, y sienten que se comunican sin palabras mejor que con ellas. Ella abre un poco la boca, y se muerde el labio inferior, provocándolo. Él la besa con pasión, mientras sus manos viajan por sus brazos. Deja que los tirantes del vestido caigan despacio por sus hombros, desvelando su cuerpo esbelto. Ella le quita la camisa y pasa sus manos por su fuerte torso, bajando sus manos hasta sus pantalones. Él la detiene, sujetándole las manos con fuerza, pero aflojando la presión al instante. La besa en el cuello, en el pecho, y la tumba por fin en la cama.
Las velas perfumadas que inundan la habitación desprenden sombras sobres sus cuerpos casi desnudos, y él sonríe ante la bella imagen de su amante. Cubre su cuerpo con besos y caricias, mientras los suspiros salen de la boca de ella y él sabe que la está haciendo disfrutar. Le quita la única prenda que le queda a ella, justo antes de deshacerse de su propia ropa, y ahora es ella la que decide que las reglas cambien. Se tumba sobre él e intenta devolverle el placer que él le acaba de dar.
Suavemente, él la vuelve a tumbar, y con dulzura y mirándola a los ojos, funden sus cuerpos en uno. El momento es mágico, se aman, y los suspiros y palabras de amor que salen de sus labios lo demuestran. Sus cuerpos se amoldan uno al otro perfectamente, y cuando llega el punto culminante, primero ella, luego él, pero con apenas unos segundos de diferencia, ambos sienten que están echos el uno para el otro.
Él la tapa con cariño con la sábana, mientras ambos intentan recuperar su respiración normal. Ella lo mira con una sonrisa en sus labios, feliz. Estira la mano y traza con un dedo el contorno de su cara, mientras él, por debajo de la sábana, acaricia despacio su cuerpo. Le hace cosquillas y ella rie, haciéndolo reír a él también.
Se inclina sobre ella, y le susurra un "te amo" justo antes de darle un dulce beso en los labios.
FIN
