Ni ouat ni sus personajes me pertenecen, por el contrario la historia sí es mía.

Este fic va dedicado a mis chicas del whatsapp swanqueen, a las del grupo evil regals, a mi petita, a mi morena, a Irina, a amandis la tetis y por supuesto a mi manager adorada.

Va especialmente dedicado a mi niña. Ya que ella me pidió este fic en especial y como la amo y ella para mí es lo primero, aquí está.

Quiero hacer una mención especial a mi Miss Swan, deseo de corazón que le guste el fic, casi tanto como le gusta hablar conmigo.

También quiero mencionar a Vero, porque ella es OutlawQueen shipper y aun así se lee todos mis fics feliz de la vida.

También va dedicado a Natalia, porque este es uno de esos fics que creo que le va a gustar mucho, espero que sea así.

Gracias a los que me leen y comentan, ayuda mucho saber vuestras opiniones. Sin más os dejo disfrutar del capítulo no sin antes recordaros que debéis leer a franchiulla, my dark queen, EvilSwanQueen21, el lado ciego del amor y por supuesto a mi amada esthefybautista.

CAPÍTULO 1 SUS OJOS COLOR CHOCOLATE

Era una mañana especial para Emma Swan, esa mañana por fin había conseguido todas las metas que se propuso en su vida. A sus veintiocho años y con un brillante currículum a sus espaldas había conseguido entrar a trabajar en asuntos sociales, deseando de corazón poder ayudar a todos los niños desamparados por la sociedad, como en su momento estuvo ella.

Recordaba su pasado como un trampolín a ese presente feliz, gracias a que habían sabido sacarla adelante, ayudarla a no ser atrapada por las calles, debía mucho a asuntos sociales y quería devolverlo trabajando duro para poder ayudar ella misma a otras criaturas en situaciones similares a las que ella vivió.

Era su primer día, estaba un poco perdida e intentaba que el nudo de su estómago no creciese más y más. No eran nervios, era horror al ver lo desbordados que estaban. Entre esas cuatro paredes había dolor, sufrimiento y llanto. Demasiados niños con evidentes signos de maltrato, desnutrición, niños con la mirada apagada y triste, niños sin infancia. Quería ayudarlos a todos pero el sistema estaba preparado para que solo los menores de diez años fuesen atendidos como urgencia, los más mayores podían esperar ya que se les consideraba más preparados para defenderse. Era injusto y le parecía aberrante pero ella no dictaba las normas.

Siguiendo las indicaciones de sus superiores, fue pasando la mañana atendiendo aquellas urgencias que llegaban, niños tan pequeños, tan frágiles, tan rotos por la dura situación que les tocaba vivir. Con cada caso que atendía, a Emma le hervía la sangre en sus venas, no entendía como podía existir un ser humano capaz de hacerle daño a su propio hijo, de golpearlo, privarle de alimentos o destruirlo mentalmente, sobre todo a niños tan pequeños, no le cabía en la cabeza.

Toda su vida quiso trabajar en un puesto similar y había estudiado duro durante años trabajo social y psicología, quería ser la luz de esos pequeños, enseñarles que el mundo no es solo piedras y sueños rotos, enseñarles a ser niños cuando la vida les quita la oportunidad de serlo.

Tras una dura mañana ya le dolía la cabeza y necesitaba con urgencia un cigarrillo. Salió a fumar mientras miraba como el edificio se iba atestando cada vez más, sintiendo impotencia y rabia ante según que casos, donde claramente se veía de lejos un maltrato evidente pero al sobre pasar los diez años no podían hacer nada por el momento, pasarían a la lista de espera y quizás para cuando la ayuda llegara sería tarde, era demasiado injusto. Cuando ella era niña no había semejante caos, no había tanta saturación, era una situación realmente desesperada.

Volviendo a su puesto, distraída sin mirar por dónde iba, tropezó sin querer con una joven, bajita y de cabello corto y negro, de ojos azules penetrantes, la mujer se la quedó mirando y acto seguido le habló.

-"Señorita ¿Trabaja aquí?"

-Sí, sí trabajo aquí, es mi primer día, soy Emma Swan"

-"Señorita Swan, Yo soy Mary Margaret Blanchard, vengo todos los días y no consigo que me atiendan"

-Disculpe pero esto es protección de menores, si necesita ayuda vaya a la oficina de atención a la ciudadanía

-"No crea que vengo por mí, soy profesora en el instituto público y vengo todos los días por una de mis alumnas que claramente es maltratada, pero no consigo que me hagan caso así que cada día tengo que decirle que la llevo a su casa y ver sus ojos llenarse de terror, por favor atiéndanos"

-Vera, no puedo atender así como así, estamos desbordados, tiene que ir a recepción ahí le darán un número y esperar su turno.

-"No cogen a mayores de diez años… por favor señorita Swan, le prometí a Regina que iba a ayudarla pero no sé cómo hacerlo…"

Ante la desesperación de la mujer, Emma accedió a ver a la muchacha, aunque sabía que no podía hacer nada por ella en ese momento. Accedió porque le dolía en el alma dejar a alguien sufriendo, intentaría ayudar de alguna manera, ya fuese aconsejando a la profesora. Mary Margaret la condujo a un rincón donde había una joven morena, aparentaba tener unos quince o dieciséis años no más, mantenía el rostro oculto entre sus brazos y, a simple vista, parecía demasiado delgada, sus ropas le venían grandes y su mochila escolar estaba desgastada, podía verse a mil leguas que era una niña con carencias. Su profesora se acercó a ella y acarició sus cabellos con cariño, la muchacha alzó el rostro y la miró, sus mejillas estaban ennegrecidas por las lágrimas. No pudo escuchar de lo que hablaban ya que se había quedado a lo lejos, observando cómo interactuaban, el cariño que mostraba por esa joven la profesora, se notaba que le importaba sus situación. Se centró en observar el perfil de la chica, creía recordar que Mary Margaret había dicho su nombre, Regina. Su piel era pálida, sus ojos parecían oscuros pero no lograba visualizarlos, sus labios eran rojos, bonitos, sobre ellos se podía ver una profunda cicatriz, quizás un símbolo del maltrato recibido. De pronto la muchacha se giró en su dirección y sus ojos oscuros, del color del chocolate, se clavaron en ella. Durante un instante, Emma se sintió desnuda ante esa mirada tan intensa, tan cargada de dolor y miedo, cargada de sueños rotos. Tragó saliva y se acercó sin saber muy bien que decir, tal era el impacto que esa mirada había tenido sobre ella.

-Buenas tardes, mi nombre es Emma Swan, asistente social.

-"Yo soy Regina Mills… ¿Es verdad que usted va a ayudarme?"

Sus ojos oscuros escrutándola, una chispa de esperanza brillando en su mirada, se le encogió el estómago pues sabía que nada podía hacer, solo darle cita para el mes siguiente y esperar que nada le hubiese ocurrido para entonces.

-Regina, yo quiero ayudarte pero no puedo hacerlo, he de seguir las normas, te daré cita y llevaré tu caso personalmente pero no puede ser ahora.

-"¿Entonces cuándo?"

-Ven dentro de cuatro semanas, pregunta por mí y te atenderé en seguida

La chica se levantó, miró a su profesora resignada y cogió su mochila para marcharse de ahí, sin darle a Emma una respuesta. Cuando se acercaban a la puerta se giró y habló con dureza mirando a Emma directamente.

-"En cuatro semanas puede que este muerta, de todos modos gracias señorita Swan"

Desaparecieron por la puerta mientras Emma se recuperaba del shok, había hecho todo lo que podía hacer. Volvió a su trabajo y olvidó el extraño encuentro con Regina Mills, un encuentro que iba a marcar su vida para siempre.

Ya eran las ocho y las calles estaban oscuras cuando Emma salió hacia su casa, hacía frío y estaba agotada, solo quería tomarse una copa de vino y meterse a dormir. Tras una ducha reconfortarte y una cena que consistió en pizza y vino tinto en la soledad de su amplio apartamento, se metió en la cama, cayendo dormida en el acto.

Unos ojos color chocolate la miraban, intensamente, traspasando su piel, el rostro de Regina, fantasmagórico, vacío, la muchacha la observaba con gesto inquebrantable. Miró a su alrededor mas no supo dónde se encontraba, quiso preguntar pero no salieron las palabras. Regina se le iba acercando, cuanto más cerca estaba mejor podía verla, vio la sangre, vio las heridas, vio su dolor… Cuando estuvo a su altura ella le habló, con una voz que puso su piel de gallina.

-"Mírame, tú me mataste, tú me has hecho esto…"

Despertó entre jadeos y gritos de esa vivida pesadilla, el encuentro con Regina le había impactado más de lo que pensaba. Quizás se equivocaba pero había tomado una decisión. Ayudaría a esa niña costara lo que costara.