Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, yo sólo me divierto&juego con ellos. ^.^

Muñeca de porcelana.

Ella se movía en medio del escenario, sus movimientos eres gráciles y demasiado finos para ser de una pequeña mujer, la dulce melodía del delicado piano fluía por la habitación. La pequeña movía sus brazos de lado a lado, encima de su cabeza, a sus costados y caminando con las puntillas de sus pies mientras daba vueltitas fluidas y se movía al son de la canción. Su hermoso vestido azul de bailarina se elevaba y ondeaba por el aire como si fuera el viento mismo el que cubría ese hermoso cuerpo. Cuando la música estaba dando las últimas notas de la hermosa melodía, ella dio una última vueltita en sus puntillas y movió su mano desde la altura de su hombro hasta que lo dejo completamente extendido a su costado, y con su mirada todo el tiempo siguió el movimiento de su mano. La última nota del piano clásico se quedó en el ambiente por un segundo interminable.

Todo el mundo en el teatro le aplaudía con devoción, ella era hermosa y más que talentosa. Muchos incluso se ponían de pie y gritaban unos cortantes "Bravo" ó incluso unos "Bravísimo", dependiendo la emoción que emano la hermosa danza de la pequeña bailarina.

-Es estupenda –reconoció mi mejor amigo Edward como todo el tiempo que me acompañaba a verla bailar.

-Demasiado –dije, embobado viendo como su vestido se seguía moviendo como el aire con cada reverencia que ella daba para agradecerle al público que le aventaba unas cuantas rosas.

Desearía ser esa rosa que esta en este momento entre sus manos, era que mira con tanta dulzura mientras camina hacía su camerino.

-Vamos, hombre, ve y habla con ella al fin, lo hacen en la tienda –me susurró mi amigo.

Ahora fue mi turno de suspirar. Ella era como una estrella. La ves, sabes que está ahí, pero no la puedes tocar por la distancia que debes recorrer para estar a su lado. Una distancia que no cualquiera puede lograr cruzar. Un astronauta sería quién pueda alcanzar la estrella, quizá. Pero yo definitivamente no soy un astronauta.

-Edward, pasamos por esto todos los días que ella se presenta, que básicamente es siempre –le dije con la ceja alzada-. ¿Por qué aún no entiendes que ella no es para mí? –Con eso di por finalizada la conversación, bueno eso intente.

-Jasper, ella se la vive en tus exposiciones de arte y adora tu tienda de música. Nunca te quita la mirada de encima ¿necesitas más pruebas de que le gustas? Porque para mí está más que claro que está muerta por ti.

-Ama el arte, a mí no –le susurré.

-Sigue ciego sí así lo quieres –me dijo sin más y con eso se levanto-. Creo que me tengo que ir, Bella debe de estar preguntándose donde estoy.

-Adiós, saluda a Bella –susurré-. Y al bebé.

Bella era mi mejor amiga mujer, era divertida, cariñosa y perfecta para Edward. Simplemente ellos estaban hechos para estar juntos. Ella llevaba 7 meses de embarazo, pronto nacería su pequeño o pequeña. Todavía no sabían que será porque lo mantenían como una sorpresa.

-Claro, amigo –me dijo dándome una sonrisa de aliento.

Cuando su rastro fue sepultado por el silencio interminable que tenía, me levante, dispuesto a salir de este lugar que tantas veces la ha contemplado bailar con sus agraciados movimientos y su fino cuerpo.

Todo el mundo estaba mirando el escenario por si la pequeña bailarina volvía aparecer, pero era algo negativo, ella daba sus bailes con la hora fija, y esa hora ya se había acabado.

-Hey, Jasper –saludó la pequeña bailarina mientras rebuscaba entre la colección de música clásica.

-Hola, Alice –susurré mirando como sus manos se movían por las cajas de los discos, se veían tan delicadas y hasta un poco frágiles, quería protegerlas siempre para que no se rompieran.

-Ey, te vi ayer en el teatro –dijo ella con una sonrisa. Siempre con esa sonrisa. Definitivamente era de esas personas que podían sonreír todo el día sin importar qué.

-Sí, bailaste impresionante, pequeña –le dije con una sonrisa.

No era capaz de ir a hablarle yo pero nos llevábamos bien. Ella era demasiado agradable, divertida y cariñosa. Era muy difícil no adorarla como lo hacía; triste que no soy el único que lame sus botas.

-Gracias, Jazz. ¿Tienes música de…?

Con eso empezó a rebuscar, sin siquiera terminar la oración. Hasta que encontró la caratula que se le hizo mejor para lo que estaba buscando. Sonrió y me la entregó para que se lo cobrara, lo hice y ella se despidió con una sonrisa para irse… no quería que se fuera.

-Hey, hola –dijo una chica muy bonita, que reconocí tan fácil como Rosalie Hale, mi prima.

-Hola, primita –le sonreí, mirándola directamente a esos ojos celestes que ella poseía.

Ella buscó en su bolsa hasta extraer un pequeño sobre blanco, mientras yo veía como la pequeña bailarina esperaba un taxi libre en cual irse. Se veía tan inocente con sus cortos cabellos moviéndose con cada pequeño movimiento que hacía y las puntas de cada uno de sus mechones apuntaba a un lado diferente que al de al lado y al de alado.

-Jazz –Rose tronó sus dedos frente a mí cara, haciéndome reaccionar de inmediato.

-Perdón, Rose, me distraje –le dije con una sonrisa penosa.

-Sí, lo sé, tu pequeña bailarina esta allí. –Le sonreí y le di una última mirada cuando alcancé a ver que se subía al taxi.

-Es hermosa –dije, poseído por su intensa belleza. El aturdimiento que me daba sólo verla era enorme.

-Ten –dijo, extendiéndome el sobre que había buscado tanto dentro de su bolsa. Fruncí ambas cejas y lo tomé entre mis manos dudando de las acciones que mi cerebro le mandaba a mi cuerpo.

-¿Qué es esto? –le pregunté con duda.

-Una carta, no la quise abrir porque era para ti, pero llegó a mi correo, así que te la traje –dijo con una sonrisilla nerviosa.

-Gracias, Rose –dije, miré el sobre una vez más y cuando alcé la vista mi prima ya estaba saliendo de la tienda.

Cuando llegué a mi casa, saque el sobre que Rose me había dado y leí la carta que estaba dentro del sobre.

Jasper Whitlock.

El apellido Whitlock ha tenido 1 perdida muy grande. Jane Whitlock. Tu hermana de 8 años, la pequeña Jane a tenido un ataque al corazón mientras íbamos en carretera. Tienes que venir a Seattle para su velorio, te esperaremos hijo.

Tu madre.

Miré durante un segundo más el pequeño y frágil papel; mi hermana, Jane… mi pequeña protegida… ¿muerta? Esto debía ser un mal chiste. Pésimo, no es para nada divertido. Mi pequeña no pudo haber muerto. Era algo imposible, ¿por qué?

-¡Edward! –dije, mientras llegaba a la puerta de su casa y la golpeaba con devoción-. ¡Edwa…!

-Jasper. ¿Qué sucede? –No era mi amigo quién estaba ahí parado, sino su esposa, Bella.

-¿Y Edward? –pregunté, mientras intentaba permanecer de pie.

-Entra, está un poco ocupado… -dijo, me abrazó por los hombros y me ayudó a pasar-. ¿Qué ocurrió, Jazz?

-J-Jane… -no podía terminar de hablar. Estaba a punto de tirarme a sus pies a llorar-. ¡Está muerta! –grité, sin poder creer lo que estaba diciendo. Estaba arto de no admitirlo. Y no quería hacerlo, realmente.

-¿Tu hermanita? ¿La linda Jane?

Cerré los ojos con fuerza intentando que las lágrimas no se resbalaran de mis ojos; pero fue algo inevitable pues esas pequeñas gotitas tibias resbalaban sin control.

-Mi pequeña Jane… -mi voz se estaba cortando.

-¿Jasper? –fue justo cuando escuché la voz de mi amigo. Limpié mis ojos con un moqueo inevitable.

-Edward… tenía que hablar contigo.

No había notado que Bella me estaba abrazando por los hombros y que su abultado estomago chocaban con mi antebrazo. Su pequeño bebé estaba rozando mi brazo detrás de esa cuna de piel en la que estaba envuelto.

-¿Qué pasó? –preguntó, acercándose a mí.

-Mi hermanita… tengo que ir a su velorio –dije rápidamente-. Necesito que te encargues de la tienda, por favor, necesito ir –dije, con voz desesperaba.

Sentí los brazos de Bella apretando mis hombros un poco más.

-Yo te ayudare en todo –dijo, acercándose un poco más.

-Me tengo que ir. –Sin darme cuenta, mi cara ya estaba llena de lágrimas, otra vez.

Vi un cartel que anunciaba el espectáculo de mi pequeña bailarina. Tenía que irme rápido, no podía ni verla bailar hoy.


₪ т.с.ωоιғ ✖