Me gustaría aprender a escribir mejor y por eso voy a darle a este fanfic. Es un NaruKiba en toda regla ¿Porque? Porque me aburro XD si no te gusta no leeas y punto.
Prólogo
Naruto se encontraba en aquella fría sala del hospital. Allí se había pasado todo el día sentado en una silla junto a la cama esperando algún tipo de señal, algún gesto que probara que su amigo seguía con vida.
-Kiba...¿Por que lo hiciste? - Lagrimas empezaron a brotar de sus ojos azules. Naruto sostenía fuerte la mano de Kiba con la suya.
Akamaru estaba a los pies de Naruto. El joven perro era el que mas sentía la ausencia de su ruidoso dueño y todos aquellos momentos en los que entrenaban, corrían por toda la aldea o simplemente comían y se bañaban juntos.
-Naruto ¿Que haces todavía aquí? ¿Acaso no sabes que a partir de las ocho ya no se admiten visitas? - Una joven de pelo rosa era lo único que consiguió sacar a Naruto de su trance mental. Era su amiga Sakura, la mejor aprendiz de Tsunade Senju, una de los tres Sannin legendarios y anterior Hokage.
Sakura llevaba una bata blanca y una carpeta con varios diagnósticos de otros pacientes en la mano. La Kunoichi médico entró en la habitación lentamente y se agachó para acariciar a Akamaru.
-Sakura-chan...lo siento, yo... - Naruto no levantó la mirada del suelo, solo apretó más fuerte la mano de Kiba con la suya mientras las lagrimas caían a montones.
-Naruto, ya es muy tarde, debes marcharte a casa y descansar. Kiba no tiene pinta de que vaya a despertar próximamente y... ademas si algo ocurriese te avisaría enseguida ¿lo sabes no? Sakura se había levantado y ahora apoyaba gentilmente su mano sobre el hombro de su amigo.
Naruto continuaba sin levantar la mirada del suelo. Simplemente mordió su labio por la rabia que sentía, soltó la mano de Kiba dejándola suavemente sobre la cama y levantándose le hizo un gesto a Akamaru para que lo siguiese.
Era una noche fría y oscura. Las pocas luces que iluminaban las calles de La Hoja eran lo único que permitía orientarse en la densa oscuridad. El sonido de los grillos cantando y de algunos borrachos festejando a la lejanía era lo único que se podía escuchar.
Tras dejar el hospital, Naruto y Akamaru paseaban por las calles sin ningún rumbo en concreto. Cuando Naruto se quiso dar cuenta había llegado al columpio en el que siempre se sentaba de pequeño. Una pequeña plancha de madera colgada de la rama de un árbol frente a la academia ninja. Sin pensárselo dos veces, se sentó y empezó a columpiarse lentamente, recordando aquel día. El día en el que hizo su primer amigo.
Villa oculta de la hoja, hace 13 años
Un día soleado. Los niños corren y juegan por todo el patio de la academia. Todos menos uno:
-Hoy tampoco se me acerca nadie...por una vez me gustaría que alguien quisiese jugar conmigo... - Un joven Naruto de cinco años se columpiaba lentamente, con la mirada hacía el suelo, en el único lugar donde los profesores le permitían estar durante el recreo. Un lugar apartado de todos los demás y donde en caso de "emergencia" podría ser fácilmente derribado.
-Eh tu atontao! ¡¿piensas acaparar el columpio todo el día o que?!
Naruto alzó su mirada del suelo para encontrarse con un joven de pelo castaño y con dos grandes tatuajes en forma de colmillo en sus mejillas. -Me..me esta hablando a mi?...no eso es imposible nadie se atreve a hablarme nunca... -
-Tierra conectando con el rubio rarito! ¿Hola? Te importaría dejarme el columpio, a mi perro le encanta la sensación de balanceo – El joven de pelo moreno mostraba una gran sonrisa mientras señalaba al diminuto cachorro escondido en el interior de su chaqueta.
El corazón de Naruto empezó a latir con mas fuerza que nunca. Alguien le estaba hablando y por una vez no era para insultarlo.
