CAPITULO I: ME HACES FALTA AQUÍ, EN GRADO.
¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿meses? ¿tal vez años? todo tiempo era eterno para el incipiente rey de Renais. En realidad solo habían sido un par de semanas desde su arribo al imperio de Grado, que se encontraba en profunda desgracia desde aquel trágico incidente, donde la tierra se sacudió tanto que se partió en dos, reclamando la vida de cientos de inocentes. Ephraim estaba ahora a cargo de la seguridad del pueblo que alguna vez su difunto amigo Lyon había amado e intentado proteger, y por ningún motivo iba a defraudar su memoria fallándoles a todas esas personas en apuros. "Seré un rey amable y justo," esas habían sido sus palabras, pero mantenerse firme durante todo este tiempo había representado un desafío aún mayor de lo que había imaginado en un principio.
—Eirika… me haces mucha falta, solo espero que estés mejor que yo en estos momentos.
Su labor no era sencilla, debía ganarse los corazones de una nación que hasta hace poco se encontraba en guerra con Renais, y a pesar de que muchas personas percibían al guerrero como una luz de esperanza ante la catástrofe, otros aún lo acusaban de ser un salvaje y un asesino que sin piedad había atravesado con su lanza a los soldados de Bern durante la guerra. Pero Ephraim no desistía; estaba determinado a devolver la paz y honor al imperio que ahora estaba en ruinas. No importaba desde que lugar su amigo Lyon le estaba observando, se iba a asegurar que este lo hiciera con orgullo.
Su arduo trabajo había sido recompensado, siempre ayudado por sus caballeros y amigos, entre ellos, por ejemplo, Franz y Duessel; cuyo apoyo había resultado crucial para la restauración y la formación de lazos de amistad duraderos entre Renais y Grado. El futuro de las dos naciones se veía mucho más prometedor ahora en el presente, casi como en antaño, antes de que el rey demonio desatara su ola de sufrimiento y dolor que había terminado con tantas vidas, incluyendo la de Lyon.
Tras recibir un mensaje de Vanessa, una caballera de pegaso de Frelia, el chico peliazul por fin halló la oportunidad de regresar al reino que lo había visto crecer, y donde su hermana le esperaba. No mucho tiempo atrás, fuerzas armadas provenientes de Frelia habían llegado a Grado para socorrer a los necesitados, y aprovechando que el pueblo en ruinas estaría en buenas manos, Ephraim, junto a sus hombres, prepararon sus caballos para regresar a Renais. Era tal la felicidad que sentía de tan solo de imaginar su reunión con Eirika, que su ánimo era irreconocible; en lugar de verse exhausto, sonreía radiante mientras galopaba en su blanco corcel. Sus soldados no tardaron en percatarse.
— Hace mucho tiempo que no lo veía sonreír así, mi señor — señalaba el caballero rojo Forde, tan risueño y despreocupado como de costumbre.
— ¡Cuida tus comentarios, Forde! Lord Ephraim ya no es tan solo un príncipe, es nuestro rey y le debes el mayor de los respetos. — alegaba Kyle, el caballero verde.
— No hacen falta las formalidades, Kyle, nunca han sido de mi agrado de todos modos. — explicaba Ephraim.
— Pero señor…
— Debo admitir que estoy feliz de regresar a mi tierra, a pesar de que esta no será la última vez que viajemos a Grado, aún hay muchas personas que requieren de nuestra ayuda.
— Estoy de acuerdo, pero tanto trabajo agota el espíritu. Si Lady Eirika estuviese aquí, su sola presencia sería suficiente para levantar la moral de un ejército completo — comentaba Forde con una sonrisa pícara.
— ¿A caso no conoces la vergüenza? Lady Eirika está muy ocupada atendiendo los asuntos de nuestro reino, no tiene tiempo para hacerse cargo de bribones holgazanes como tú. — respondía Kyle furioso, su paciencia se agotaba.
— Estoy de acuerdo con Forde… — decía Ephraim, con tono algo melancólico.
— ¿Mi Señor? — Kyle estaba confundido.
— Sería mucho más feliz si Eirika pudiera acompañarnos, pero es un capricho que no puedo satisfacer. Renais la necesita mucho más que yo, nuestro pueblo la adora y sería terrible si tanto yo como ella le abandonáramos.
— Ahora entiendo, mi señor está contento porque al fin, luego de tanto tiempo, se reunirá con su dulce hermana. — el caballero rojo acusaba juguetón.
— ¡Forde, te lo advierto!
Antes que el caballero verde pudiese terminar sus amenazas, el joven rey lanzó una sonora carcajada. En su brazo tenía puesto el brazalete solar, reliquia sagrada que contemplaba mientras respondía a sus acompañantes.
— Es verdad… los lazos que existen entre Eirika y yo existen incluso antes de que naciéramos. Estar tanto tiempo alejados afecta mi estado de ánimo, lo reconozco, por lo que sí me alegra muchísimo que por fin nos podamos volver a reunir.
— No desesperes, mi rey, a este paso llegaremos al castillo en tan solo un par de días. Estoy seguro que Lady Eirika espera con ansias su regreso.
Ephraim y sus hombres decidieron acampar antes de que se ocultara el sol. Ya habían atravesado la frontera entre Grado y Renais, por lo que el camino hasta llegar a su hogar en el castillo no estaba demasiado lejos. Al caer la noche, el guerrero con lanza contemplaba el cielo estrellado junto a una fogata. Con la oposición de Kyle, había asumido el rol de vigilante, lo cual no le molestaba en lo más mínimo ya que no era capaz de conciliar el sueño. ¿Cómo podría, sabiendo que al fin se volvería a reunir con su querida hermana gemela?
— Eirika… ¿estás esperando mi regreso…?
FIN CAPÍTULO I
