Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! No me pertenecen.
Unos desconocidos.
Nunca hablaron, no se miraron―tal vez sí por parte de ella, menos de él―, nunca dirigieron palabras dentro de la escuela Naminori, pero fuera era otro asunto, otro mundo en el que los desconocidos podían hablar sin prejuicios. Aunque a él le costo mucho acostumbrarse al desparpajo de su personalidad, sarcástica y burlona, con una chispa de sensualidad, era llamativa hasta para él, como sus ojos se entornaban cuando él le miraba fríamente, como su boca se curvaba maliciosamente cuando él gruñía.
Salió de la escuela Naminori, su uniforme seguía impecable, así que decidió seguir con su actual vestimenta, después de todo seguiría siendo el prefecto de la escuela dentro o fuera, dio apenas dos pasos cuando le escucho como le llamaba, miro de soslayo, ella se apoyó contra la pared y sonrió.
Coqueta.
Frunció las cejas, dio más pasos, ella le siguió, lo sabía por el sonido de sus tacones bajos, por su lenta respiración y por el perfume que utilizaba. Cuando llegaron al callejón oscuro y poco transitado él giro y le encaro.
―Estoy trabajando. ―gruño, Hana rió.
―Entonces serás muy rico Hibari, trabajas todos los días y a todas horas.
Se burló ella aun sonriendo. Sus cejas bajaron notablemente, sus ojos brillaron, ella le miro apenas antes de acercársele contoneando las caderas.
Hibari miro a los lados, tiro de su brazo y ella cocho contra su pecho y le miro por encima de sus pestañas.
―Podrías también cuidarme, ya sabes, también soy valiosa como tu querida Naminori.
Los ojos azules de Hibari relucieron apenas unos segundos antes de bajar la cabeza y empezar a morder el lóbulo de su oreja, ella se apegó más contra él. Sus manos viajaron de sus caderas hasta su espalda, apretó su figura delgada con fuerza y ella gimió su nombre con voz ronca, tiro la cabeza de ella con sus manos, su rostro estaba ruborizado, sonrió maliciosamente y la beso.
Hana Kurokawa apretó sus pequeños puños en la tela de su uniforme, empezó a temblar en sus brazos y él se separo abruptamente antes de mirarle.
―Demuéstrame que eres tan valiosa como Naminori y ya veremos, Kurokawa. ―susurro contra su oreja.
Hana mordió su labio y luego sonrió.
―Créeme, soy más valiosa que Naminori.
Enarco una ceja, luego suspiro y empezó de nuevo su caminata. Hana le miro levemente, giro sobre su cuerpo y empezó otra caminata, opuesta a la de Hibari.
En la escuela Naminori él mandaba, pero en las calles era ella la que ponía las reglas con él―y él no las hacía caso―, pero entre los dos había algo más que compañeros de instituto.
Hana miro de reojo y vio como él también hacia lo mismo, le dio una sonrisa coqueta antes de acomodar sus cabellos y alejarse.
