Advertencias: YAOI
Autor: RavenTears
Beta: Little Kei
Notas del autor:
~El título es una canción de Nirvana (¿novedad? ¿Dónde?)
Notas de Little Kei:
La primera vez que Raven y yo tuvimos listo este fic, se nos olvidó un detallito de ésos que no son vitales pero que bien te pueden molestar todo el asunto: en este fic, Raven utiliza los nombres originales de los personajes. Aquí viene una relación de los cambios de nombres de los personajes.
~Yugi Mutou = Yugi Moto (hey, claro que esa "u" importa muchísimo: le cambia el significado a su nombre. Pero no pregunten cuál es el tan mentado significado.)
~Katsuya Jounouchi = Joey Wheeler.
~Hiroto Honda = Tristan Taylor.
~Anzu Masaki = Tea Gardner.
...Y aunque no aparezcan en esta historia en particular, ténganlos presentes:
~Pegasus J. Crawford = Maximillian Pegasus (el horror de Raven).
~Ryuuji Otogi = Duke Devlin.
~Shizuka Kawai = Serenity Wheeler.
Capítulo 1: Cartas Raras
Un país, una ciudad, una calle, una tienda de juegos, un adolescente con el espíritu de
un antiguo faraón egipcio en una pirámide que le colgaba del cuello atendiendo dicha
tienda. Una historia normal, en una ciudad cualquiera, con un joven que era como cualquier
otro. Pero... ¿Por cuánto tiempo podría gobernar la tranquilidad en esta historia tan
normal y mundana?
Los rayos de sol se filtraban tranquilamente por la ventana. El molestoso brillo del
amanecer hizo que Yugi se despertara. Miró el reloj de pared; aún era muy temprano y se
sentía muy cansado. No había dormido bien; había estado pensando mucho y la angustia no
le dejaba dormir. Se estiró entre las sábanas hasta que por fin se decidió a
levantarse. Empezó tendiendo su cama; luego, se sentó en ella.
-Si tienes tanto sueño, ¿por qué no sigues durmiendo? Es muy temprano aún -Yugi
levantó la mirada para ver al dueño de la voz. Ahí en frente tenía a un joven más
alto que él; había cierto parecido físico pero el chico tenía las facciones más
marcadas y agudas.
-Yami... buenossssss díassssss -saludó en medio de un bostezo.
-Vas a quedarte dormido así como estás: sentado.
-Sí, lo sé. Mejor me despierto con una ducha. -Tras decir esto, Yugi se puso de pie y se
dirigió torpemente hacia el baño.
-¿Problemas?
-No -Yami podía escuchar la voz de Yugi ya que él había dejado la puerta entreabierta
para poder hablar-, pero si me echo de nuevo me quedaré dormido hasta el almuerzo.
-No dormiste bien anoche.
-No; estuve... pensando.
-¿En qué?
Yami no escuchó respuesta de parte de su Hikari. Después de unos segundos que parecieron
eternos, Yami pudo escuchar el sonido de la ducha.
Después de 15 minutos salió del baño un Yugi más despierto y con su uniforme de
escuela.
-¿En qué? -repitió la pregunta el faraón. No era como si a Yami le gustara dejar las
cosas en el aire.
-En cosas que seguro no te interesan. Ya sabes, mis cosas -contestó Yugi, desviando su
vista y sonrojándose un poco.
-Entiendo -dijo Yami. Sabía que sus preguntas estaban poniendo incómodo a Yugi, así que
decidió no preguntar más. - ¿Yugi?
-¿Mmm? -dijo Yugi, levantando la vista para ver a Yami.
Yami iba a preguntarle... ¡No sabía que iba a preguntarle! No sabía como es que se le
había olvidado; hace a penas 2 segundos que tenía la pregunta y luego todo se le había
borrado al ver el rostro de Yugi: tan hermoso, ligeramente pálido, y su expresión de
ternura. Se veía tan inocente. Se veía tan bien que Yami olvidó todo por unos segundos.
-¿Yami?
-¿Sí? -llegó a contestar casi por instinto porque no estaba prestando atención.
-¿No eras tú quien quería preguntarme algo?
-Sí -dijo, regresando de sus pensamientos y tratando de recordar su pregunta-. Hace ya
una semana que cortaste el lazo psíquico. ¿Puedo saber por qué?
-....
-¿Yugi? ¿Algo te molesta?
-....
-....
-¿Te molesta? -preguntó al fin Yugi.
-No. No me molesta. Sólo quiero saber.
-Es que... - a Yugi se le quebró la voz; le era muy difícil hablar de eso.
-No importa. Si no me quieres decir, no hay problema.
Yugi se quedó mirando el piso largo rato. Como si ver el suelo fuera muy interesante. En
un momento determinado Yami también lo pensó porque habían pasado cinco minutos y Yugi
seguía con la mirada baja. Sin decir nada miró el reloj; aún tenía tiempo de sobra.
Luego miró a Yami, quien había estado sentado al borde de la cama mirándolo desde que
salió del baño.
-Cartas -dijo Yugi, y luego se puso rojo como un tomate.
-¿Cartas? -repitió Yami, sin comprender.
-Si... -dijo Yugi con gran esfuerzo-. Yami, a ti no te puedo engañar. Pero no te burles
de mí, ¿sí?
-Nunca haría eso -dijo al tiempo que se dibujaba una sonrisa en su rostro. Había estado
preocupado por su Hikari. Había estado raro los últimos días y no se había mostrado
dispuesto a hablar de ello. No hasta ese momento.
-He estado recibiendo... cartas -dijo aún muy rojo.
-¿Qué clase de cartas? -preguntó no muy interesado. Al parecer se había estado
preocupando de más. Sólo era cuestión de cartas de duelos.
-Unas muy... raras.
-Deberías estar feliz. No cualquiera te da dartas raras. ¿Acaso no las tenías en tu
baraja? -preguntó Yami cruzándose de piernas, más relajado.
-No. No me refiero a eso, Yami... -dijo Yugi más colorado, si eso era posible ,claro-. No
me refiero a cartas difíciles de encontrar o caras...
-¿Entonces...?
-Son cartas... - Yugi ya no pudo más; sintió como se formaba un nudo en su garganta. No
podía creer que le estaba contando eso a Yami, pero como había dicho, no le gustaba
engañarlo. Pero no sabía como iba a reaccionar con eso-...Son... de amor...
Yami abrió la boca para decir algo. Pero cuando la información llegó al cerebro, se
congeló. ¿¡Cartas de amor?! ¡¿Yugi estaba recibiendo cartas de amor!? Yami se
sorprendió mucho, pero luego su asombro se convirtió en enojo: ¿¡Quién se atrevía a
mandarle cartas de amor a su Yugi?!
-No tienes porqué aguantarte, Yami. Ríete todo lo que quieras.
-No, claro que no me voy a reír. Pero... ¿Cómo? ¿Desde cuándo? ¿Sabes quién es?
¿Qué te dice? ¿Te gustan?
-¿Huh? -dijo Yugi sorprendido por la actitud de Yami. ¿Acaso estaba interesado? no
pensó que se interesaría tanto.- Perdón, ¿qué me preguntante?
-Perdón -se disculpó el faraón al darse cuenta de que se había sobresaltado
demasiado-. Sólo quería saber...
-Está bien. Pregúntame todo lo que quieras -contestó Yugi con una risita.
-¿Qué es tan gracioso?
-Es que ahora me siento como un tonto. ¿Sabes? Es la primera vez que me mandan este tipo
de cartas y no sabía que pensar. Así que corté nuestro lazo psíquico para poder pensar
mejor y para que tú no te... burlaras de mí.
-¿Por qué pensaste que me burlaría de ti?
-Es que... Ya sabes. Jounouchi-kun se rio, diciéndome que me estaba comportando como una
niña pequeña nerviosa por una carta. Supongo que fue un comportamiento inmaduro de mi
parte y pues... yo... corté el vínculo psíquico para poder pensar solo y...
-¿Y creíste que me burlaría de ti por estar pensando en cartas de amor?
Yugi afirmó con la cabeza. Tenía las mejillas muy rojas. A Yami le hubiera gustado saber
en qué pensaba Yugi al recordar las cartas. Yami sonrió para él mismo viendo la actitud
de su Hikari. Era tan inocente, y recibir ese tipo de cartas lo ponía muy nervioso. Yami
pensó que su querido Yugi estaba pasando por esos momentos típicos de adolescentes. Su
sonrisa no le duró mucho cuando pensó en quién podía ser la persona que ponía tan
nervioso a su Hikari.
-¿No sospechas de nadie?
-¿Eh? -preguntó Yugi, saliendo de sus pensamientos- No, de nadie. Al principio pensé
que era Jounouchi-kun haciéndome una broma, pero me dí cuenta de que no podía ser.
-¿Por qué no? Quién sabe. Lo que él llama gracioso, a veces no lo es.
-Porque él siempre está conmigo y cuando regreso a mi carpeta la carta ya está ahí.
Yami quiso hacer muchas preguntas pero no deseaba poner incómodo a Yugi. Aunque por
dentro se moría por saberlo todo.
-¿Te interesa saber cómo son?
Yami afirmó con la cabeza. Yugi metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó un
pequeño papel que entregó a Yami. Estaba doblado en dos, y la letra era muy fina y
hermosa. Decía:
"Deberías estar más atento en la escuela. No deseo que te lastimes. Me hubiera
gustado estar junto a ti; de seguro habría hecho más."
-¿"Lastimes"? ¿Pasó algo en la escuela?
-Mmmm... estaba hablando con Jounouchi-kun de las cartas, caminando por el patio, cuando
el balón de fútbol dio contra mi cabeza -explicó mientras ponía su mano a un lado de
la cabeza, frotándose-. Sí que me dolió.
-O sea que se refería a Jounouchi con eso de "haber hecho más". Conociéndolo,
de seguro que sólo se rio de ti.
-Sí; después de un rato, un buen rato, se dignó recogerme. Y eso que aún se estaba
riendo.
Yami se echó a reír; se imaginaba a Yugi tirado con los ojos en X por el impacto, en
medio del patio y junto a un rubio que no paraba de reírse. ¡Momento! ¿Rubio?
¿Jounouchi? ¿Cómo es que Jounouchi sabía lo de las cartas y él no?
-¿Y Jounouchi te está ayudando con esto? -preguntó, ocultando su verdadera pregunta.
-No sé a que le llama él ayudar. Se ha puesto en una actitud medio rara. Se pasa
interrogando a todos los que se me acercan.
Yugi le echó un vistazo al reloj; parecía que era buen momento para ir a desayunar. Le
preguntó a Yami si lo acompañaba, pero éste negó con la cabeza. No es que Yami
necesitara comer, pero a Yugi no le importaba y siempre se lo preguntaba.
En la cocina, su abuelo acababa de despertarse, aunque Yugi le parecía que estaba más
dormido que despierto, así que lo ayudó a hacer el desayuno. Mientras tomaba su leche se
puso a analizar la situación: no había estado tan distraído por pensar en las cartas,
sino en Yami. Sabía que lo que sentía por Yami era algo especial, pero no estaba seguro
de qué era exactamente. Había cortado su vínculo con él para pensar más claramente,
pero estaba más confundido.
Un Yugi muy confundido se daba el gusto de tomar su leche caliente y comer su huevo frito
("Come huevo; huevo es vida") mientras que Yami se daba de cabezazos contra el
escritorio. Estaba que se moría de celos; alguien se había fijado en su Hikari y, para
empeorar las cosas, le mandaba cartas. Hace mucho que Yami había puesto en claro sus
sentimientos, pero no los demostraba (no como él deseaba) porque sentía que para Yugi
significaba su mejor amigo, su protector, su hermano mayor. No se atrevía a arruinar su
hermosa relación. Yami se conformaba con estar siempre al lado de su Hikari; sabía que
Yugi lo quería, pero no como Yami deseaba. Pero si esa persona se acercaba a su Yugi
quizás las cosas cambiarían. Alguien estaba tratando de alejar a Yugi de él.
-¡Maldito! -murmuró Yami, mirando por la ventana. En esa ciudad había alguien que
deseaba algo que Yami no estaba dispuesto a dejar. Después de meditar unos segundos, Yami
sonrió. No se hubiera imaginado nunca que fuera a comportarse de una manera tan
"posesiva".
-¡Yami!
Yami se dió la vuelta; no había escuchado a Yugi entrar en el cuarto.
-¿Vienes conmigo?
-Sí -sin decir más Yami entró en la pirámide. Yugi sonrió, se acercó al escritorio
para coger su maleta e irse a la escuela.
_________________________________
-¡Buenos días, Yugi! -saludó Jounouchi cuando Yugi entró en el salón.
-¡Hola! Buenos días. Va a llover.
-¿Por qué lo dices?
-Porque llegaste temprano -contestó Yugi sonriendo.
-Ja, ja, ja, ja, ja. Que graciositos están hoy. ¿Acaso han practicado esa bromita?
-No le hagas caso, Yugi -dijo Honda, acercándose a ellos.- Lo que pasa en que yo le dije
exactamente lo mismo.
-Ya, bueno, como sea. Hoy tienes mejor aspecto, Yugi -dijo, acercándose a Yugi para verlo
mejor.
-Sí, gracias. Pero bien que sólo le dices para cambiar de tema -Yugi era inocente y
parecía un niño, pero no era estúpido-. ¿Anzu aún no llega?
-Nop -contestó Jounouchi, tratando de cambiar de tema-. Ella nunca viene tarde.
-Y tú llegas temprano. Esto es en serio. ¿Yugi, trajiste paraguas? -preguntó Honda.
-No; no me imagina que tendríamos un día tan malo cuando salí de casa.
-¡Ya, ya, ya, ya! Párenla de una vez. ¡Vine temprano y qué! No esperen algo así hasta
dentro de 3000 años. Así que disfruten de este día extraordinario pues no se repetirá
en un largo tiempo.
-Ni que lo digas.
Los tres no terminaban de reírse cuando Seto Kaiba entró en el salón y fue directamente
hacia ellos.
-Perro -dijo casi en un susurro; por el tono de su voz Yugi y Honda supusieron que tampoco
asimilaba ver a Jounouchi tan temprano en la escuela-. Lloverá -agregó, echando un ojo a
las ventanas.
-¡¿TÚ TAMBIÉN?! ¡¿Y CUÁL PERRO?!
-Tú -dijo sin siquiera mirarlo.
-Ya, ya. Cálmate, Jounouchi-kun. Kaiba-kun debe tener una buena razón para venir a
vernos, ¿no crees? -dijo Yugi, tratando de calmar a Jounouchi.
-Vaya, con razón consigues seguir en la escuela -comentó Kaiba, dirigiéndose a
Jounouchi con una mirada despectiva-: tienes amigos que piensan por ti. Pero no abuses de
ellos. Intenta pensar; te aseguro que no duele tanto como crees.
-¡AHORA SÍ QUE LO MATO! ¡YUGI, SUÉLTAME!
-¡No lo sueltes, Yugi! -gritó Honda- No lo sueltes, que Kaiba lo mata.
-¿¡SE ESTÁN PONIENDO DE LADO DE ÉSTE?!
-No seas tonto, Jounouchi-kun. Todos somos amigos, ¿verdad, Kaiba-kun? -preguntó Yugi,
aún sujetando a Jounouchi. Los otros tres sólo lo miraron; no sabían si estaba siendo
sarcástico o no.
-Como sea -contestó Kaiba, mirando a Yugi- En la tarde se inaugura una nueva plataforma
de duelo en el club.
Los tres se quedaron fríos. ¿Acaso Kaiba los estaba invitando a ir al club? Club de
duelo que, por cierto, era suyo.
-¿Acaso te has dado cuenta de que nuestra amistad vale más que cualquier cosa y deseas
hacer las pases? Ahh~~~~~, qué conmovedor, Kaiba. ¡Anda, muérete! -gritó Jounouchi.
-¿No te cansas de decir tantas estupideces juntas? Sólo doy el mensaje de Mokuba -dijo
Kaiba, acercándose más a ellos.- Quiere que vayan.
-¡Así que estás de cartero! ¡Así es como terminan los arrogantes como él, Yugi!
Haciendo este tipo de trabajos.
-Yugi tiene otro trabajo, uno más triste. Estás perdiendo dinero, Yugi: mejor apúrate y
sácalo a pasear al parque. Cosa que cobras por vuelta y no por hora.
-¡¡YA ME LEGASTE, KAIBA!! ¡¡ERES UN MALDITO COBARDE!! ¡SÓLO DICES ESO PORQUE SABES
QUE YUGI ME ESTÁ SUJETANDO! ¡¡¡ESPERA A QUE ME SUELTE Y TE PATEARÉ ESO QUE TIENES
ATRÁS Y LLAMAS TRASERO!!!
Kaiba les dedicó una última mirada a los tres antes de dar media vuelta y dirigirse a la
puerta. Pero no sin antes decir:
-Yugi, cambia de perro. Sólo sabe ladrar y babear.
-¡¡¡YUGI, SUÉLTAME!!! ¡¿TU TAMBIÉN, HONDA!? ¡¡¡SUÉLTENME LOS DOS!!! -gritó
Jounouchi, o más bien, escupió las palabras, y con más fuerza para asegurarse de que
Kaiba lo estaba escuchando. Yugi podía asegurar que, de acercarse un poco más, mojaría
a Kaiba.
-Cuando quiera que me laves el rostro te aviso, perro. -Y con eso Kaiba salió del salón.
Cuando la cosa se hubo calmado, Honda habló:
-De verdad que eres un baboso. No deberías contestar a sus provocaciones; sólo caes en
su juego.
-¡¡Eso lo dices porque a ti no te dice "perro"!!
-¿Por qué te enojas tanto, Jounouchi-kun? Ni que fuera verdad -comentó Yugi, tratando
de animarlo.
-¿O no será que se enoja porque a lo mejor es cierto?
-¡¡CIERRA LA BOCA, HONDA, O TE LA ROMPO!!
-Caray, hoy no estás de buenas. ¿Por qué no puedes venir de tan buen humor como Yugi?
-Porque no soy como Yugi: soy mejor. Pero... Creo que ya se me pasó. Ver a Kaiba pone de
malas a cualquiera.
-A mí no me pone de malas -comentó Yugi, sentándose en su carpeta-. Deberías hacer lo
que dices y tratar de hacer las pases con él.
-Sí, es cierto, Yugi. Me propongo ser el mejor amigo de Seto Kaiba.
-Y si no lo logras, siempre puedes ser su perro faldero -comentó Honda con una gran
sonrisa.
Conversaron (aunque más que eso Jounouchi y Honda aprovecharon para sacarse en cara unas
cuantas cositas), y Yugi había echado mano de su cuaderno para revisar la tarea, cuando
encontró algo en el cajón de su carpeta.
-¿Huh? -dijo al tiempo que metía la mano en el cajón para sacar una pequeña hoja de
papel.
Tal como sospechaba Yugi, era otra carta. Ésta decía:
"Te esperaré."
Yugi no comprendió del todo el mensaje. ¿A qué se refería con eso de "te
esperaré"? Miró el aula; sólo estaban unos pocos alumnos y ni siquiera había
llegado el profesor. Yugi pensó que alguien había escuchado su conversación con Kaiba y
lo estaba citando justamente en el club para así confirmar que asistiera. ¿Pero quién
pudo haber sido lo suficientemente rápido como para poner la carta ahí sin que se haya
dado cuenta? Le echó otra mirada rápida al salón; se puso colorado al pensar que
alguien de su mismo salón era quien le escribía. El saberlo no lo ayudaba a ponerse
tranquilo en las clases.
En la pirámide que le colgaba del cuello se encontraba "meditando" el espíritu
del faraón. Estaba... ¿molesto? Porque no soportaba que alguien tuviera tan nervioso a
su Hikari. Yugi estaba tan nervioso al saber que era alguien de su mismo salón, que
apenas hacía caso a los profesores. Yami ya no aguantaba para que se acabaran las clases
y ver quién era la persona que le escribía a su Hikari. Pero a la vez, no deseaba que
Yugi conociera a esa persona. ¿Qué pasaría si a Yugi le interesaba? Menudas ideas
pasaron por la cabeza de Yami durante toda la mañana.
Una vez que terminaron las clases, Honda y Jounouchi cogieron sus cosas y llamaron a Yugi
para ir al club. La verdad era que Jounouchi se moría por ser uno de los primeros en
estrenar tal plataforma, pero trataba de no hacerlo notorio. No iba a darle el gusto a
Kaiba; no después de lo que le había dicho.
-¡Yugi! ¿En qué estás pensando? -preguntó Honda, camino al club.
-Pues está pensando en mí encima de la nueva plataforma de duelos.
-Querrás decir: que Yugi está pensando en cómo Kaiba va a patearte el trasero en la
nueva plataforma.
-La envidia te corroe por dentro, Honda, porque sabes que sólo los mejores podemos hacer
gala de nuestras habilidades en inauguraciones como ésta.
-Sí, lo que digas. ¿Estás bien, Yugi?
-¿Huh?... Sí, claro -dijo a media voz.
Cuando llegaron al club ya había mucha gente, en su mayoría escolares. Cuando por fin
lograron entrar (en una sola pieza) se dirigieron de inmediato hacia el lugar donde se
encontraba la dichosa plataforma. Mokuba estaba esperándolos. Se alegró mucho de verlos;
sabía que su hermano les daría el mensaje. Por ser amigos del hermano del dueño,
tuvieron el placer de inaugurar la plataforma. Más bien, Jounouchi y Mokuba tuvieron el
placer. Yugi y Honda sólo miraban. No pasó mucho tiempo hasta que un chico de otra
escuela retara a Honda. Yugi se quedó ahí de pie, mirando los duelos.
"Jounouchi-kun y Honda-kun van a demorarse" pensó mientras los veía en sus
respectivos duelos. "Iré a matar el tiempo"
Yugi salió al pasillo en busca de una gaseosa. Eran las 5 de la tarde y aún calentaba el
sol en el cielo; Yugi no pensaba más que en una Coca Cola bien helada con su pingüino
muerto adentro, pero no encontraba nada. Caminó por varios pasillos y cuartos de duelos,
y al fin llegó a un cuarto de duelos virtuales. No había nadie; todos estaban admirando
la nueva plataforma. Yugi se alegró al encontrar una máquina de gaseosas. Caminó hacia
la máquina mientras buscaba en sus bolsillos las monedas indicadas; estaba tan ocupado
buscando el dinero que no se percató de que alguien había entrado al cuarto y se
dirigía a él.
Yugi levantó la mirada para poner las monedas cuando vio que, por encima de su hombro,
alguien estiraba el brazo para poner las monedas antes que él. El sujeto escogió una
bebida, luego se agachó para recoger la lata y ofrecérsela a Yugi.
-Te estaba esperando -dijo, mirándolo a los ojos.
-Kaiba-kun... -fue lo único que logró decir Yugi.
Hasta aquí.
No les cuesta mucho dejarme un Review, así que háganlo y háganme feliz.
Críticas y comentarios:
RavenTears02@yahoo.es
RavenTears02@hotmail.com
