La Fiesta
-¡Oi, Echizen! No te vi en la fiesta de anoche, no me digas que te quedaste de vago en casa-dijo Momoshiro tomando una toalla
-Tenía mejores cosas que hacer-balbuceó el aludido
-Oh, vamos, O'chibi, deberías considerar un poco de diversión de vez en cuando-prácticamente gritó Eiji
-Estoy seguro que no me perdí de mucho-dijo Ryoma indiferente
-Oh no, no mucho-respondió Momoshiro con una mirada maligna-solo te perdiste el cabello suelto y ondeando al viento de Sakuno.
Los dos sempais rieron y chocaron sus manos mientras se iban. Ryoma seguía escondido bajo su gorra maldiciendo interiormente. Momoshiro y Eiji sabían perfectamente que él amaba –por alguna razón que no podía entender- el cabello de Sakuno.
Por eso siempre le decía que lo tenía demasiado largo.
Porque a Ryoma Echizen lo enloquecían esas largas, interminables, llamativas, perfectas y tentadoras trenzas.
Ese cabello podía llegar a ser su perdición. Lo distraía. Y Ryoma Echizen no podía permitirse distracciones. Por más endemoniadamente tentadoras que sean.
-Kusô…
