Un saludo queridos unicornios y demás criaturas de la noche, soy sólo otro usuario loco y estoy aquí para envolverlos con mi demencia. En esta ocasión este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2014-15" del foro "Vampire Diaries: Dangerous Liaisons" y tienen una temática un tanto diferente, son siete one-shots de parejas/personajes distintos todos relacionados con uno de los pecados capitales. Así que,Alleina Salvatore, espero que lo disfrutes.

Primera Petición:

Klaroline (Klaus y Caroline)

Rating: Cualquiera, a pesar de que normalmente lea T o M.

Género: Romance. El segundo no me importa.

Temática: Quiero una historia en la que Caroline vaya a Nueva Orleans o Klaus vuelva a Mystic Falls, como ocurrió en TVD.

Advertencia: No AU.


PRIMER PECADO: PEREZA

"No existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza."

Samuel Beckett.

Caroline no quería que amaneciera.

No cuando tenía el calor del cuerpo de Klaus tan cerca. Sus cuerpos bailaban un acompasado ritmo animal y salvaje, mientras él la hacía suya, ella apenas podía marcarle la espalda frustrada al saber que saber que de aquello no quedaría cicatriz alguna. La habitación era todo lo contrario a silenciosa. Caroline se había decidido a dejar en él una marca interna, a hacerlo suyo y dejar marcada en su piel su propia firma. Klaus sentía el corazón latirle con fuerza queriendo salirse de su pecho, quería serlo todo para ella, quería hacer que ella enloqueciera por él.

Klaus no quería volver a estar sólo nunca más.

Ambos estaban cerca, pero ninguno quería detenerse. Se devoraron la boca a besos. Besos enloquecedores se llevaban toda la cordura y las buenas intenciones. Besos desesperados y salvajes que dejaban un sabor amargo lleno de culpa pero que eran más adictivos que la nicotina. Siempre se encuentra algo irresistible en lo prohibido. Y no había nada tan prohibido y estúpido como perderse en los ojos del otro mientras sus cuerpos buscaban tanta cercanía que era casi doloroso. Era prohibido, él tenía una familia, una mujer embarazada que esperaba su regreso con su impaciencia tan propia. Era estúpido, ella sabía que después de esto iba a arrepentirse. Aún así, eso no le impidió a Caroline tomar un vuelo a Nueva Orleans en la primera oportunidad que se le presentó, y no evitó que se arrojara a sus brazos aún sabiendo que Klaus compartía lecho con esa mujer lobo.

Se reunieron en una esquina aprovechando que la noche era su aliada. Huyeron juntos asaltando los labios del otro y tratando de abarcar tanta piel como podían mientras murmuraban palabras inentendibles entre besos, como dos amantes locos. Se escabulleron en una habitación de hotel mientras luchaban por no enamorarse del otro, de nuevo. Klaus la arrojó encima de la cama y ella lo despojó de su ropa con la misma urgencia. Sus cuerpos se fundieron sin más juegos previos. Caroline intentaba que el suave tacto y el dulce que la lengua de Klaus encerraba hicieran desaparecer todas esas noches de insomnio en las que observaba la luna pensando en que en algún lugar de Nueva Orleans, él quizás también pensaba en ella.

Sus embestidas eran cada vez más rápidas. Caroline estrelló sus labios contra los de Klaus de forma ansiosa, sus corazones latían al mismo ritmo desenfrenado y sus manos se entrelazaron al mismo tiempo. Fue un momento en donde se olvidaron de quienes eran, dejaban de ser un híbrido original con sed de poder y una vampiresa que siempre se enamoraba del tipo equivocado, dejaban de lado el resentimiento, los celos y la rabia.

Caroline temía que amaneciera.

Se besaban con hambre y aunque el cansancio empezaba a hacer mella en ellos, su necesidad del otro parecía nunca acabarse. No se rindieron hasta que cayeron exhaustos. Sus cuerpos entrelazados a la perfección lograron que todo se desvaneciera, el odio junto con cualquier otro sentimiento y ambición. Pero, para cuando el astro mayor iluminó la habitación, los pensamientos y el orgullo que fueron renegados hicieron acto de presencia una vez más y el desasosiego los invadía.

Pero amanece.

Y aunque aquellos sentimientos se apoderan de ellos de forma letal y rápida, eso no les impide descansar en los brazos del otro. Y es cuando la pereza hace presencia, ninguno lo admite pero no hay mucho que pueda compararse a amanecer de esa forma. Con sus cuerpos entrelazados en un abrazo perfecto y el aroma del otro perfumando su piel. Y así, noche tras noche. Durante los cinco días que Caroline se queda en la ciudad. Se encuentran en la misma esquina y repiten el ciclo como si no pudieran escapar de él. Y cada noche se reproducen las mismas emociones y los mismos temores.

Hasta el último día, cuando el amanecer dura para siempre y nunca vuelve a anochecer. Su refugio perfecto ha sido destruido, y aunque aún existe la noche y hay sombras y sábanas para esconderse, ya no hay con quien ocultarse. Ya no sirve de nada jugar a los amantes clandestinos, no hay razón. No es necesario ansiar la oscuridad de la noche envolviéndolos con su protección, ni temer a la luz del día que revelaba aquello que debía ser ocultado. Ya no hay con quien dejarse llevar por la pereza y mantenerse allí, en silencio sintiendo al otro sin querer hacer nada más en el mundo.

Ya no hay necesidad de nada más. Se acabó.

Caroline está ahora a miles de kilómetros sintiendo todo el arrepentimiento manifestarse mientras se promete que nunca se va a permitir ser la otra de nuevo. Klaus se siente inconsolable y aunque hay muchos planes de venganza y ambición rondando en su mente siempre hay algo que le recuerda a ella.

Ahora están atrapados en aquel eterno amanecer que no quiere dar tregua, sintiéndose más solos y miserables que nunca porque saben que la noche llegó a su fin.

No van a poder volver a jugar a los amantes bajo la luz de la luna nunca más.


Nos quedan seis pecados más, ¿continuamos?