FUEGO Y VIENTO

Capítulo 1. Una sombra negra

"Corre, corre, pequeña niña, esquiva las sombras de la guarida... Que las tinieblas no te atrapen los pies... Corre, corre, pequeña niña, no dejes de correr..."

En la oscuridad de aquella celda se escondía una delgada figura inmóvil, con los pies apenas tocando el suelo y las muñecas en carne viva por gentileza de los grilletes que la mantenían con los brazos en alto pendiendo desde el techo.

No sabía por qué, pero en su mente no paraba de reproducirse aquella canción que a ella siempre le pareció estremecedora. Jamás le gustó, demasiado macabra para su gusto y sin embargo ahí estaba, repitiéndola una y otra vez. Quizá fuera por el horrendo lugar en el que estaba, quizá por la fiebre que estaba segura que tenía o quizá porque se encontraba a las puertas de su inminente final.

El caso era que Sakura Haruno, muchos años después de haber oído por primera vez aquella nana, por fín entendió su significado. La niña huía de las tinieblas, pero no podía escapar de algo que ya la rodeaba, que ya la había atrapado. La niña estaba muerta. Como ella, pensó.

"No importa que corras, pequeña niña, que esquives las sombras sin alegría... Contra las tinieblas solo puedes perder y ante ellas perecer..."

La letra se reproducía en bucle en su cabeza y sin darse cuenta, tarareaba la angustiosa melodía mientras a cada segundo transcurrido se sentía mas cerca del final. En el fondo lo supo desde el momento en que la atraparon, supo que no saldría de allí con vida y ahora comenzaba a aceptar su destino.

Hacía mucho que había desistido en su intento de mover los brazos para desentumecerlos y que había dejado de molestarle el no sentir las manos. En aquella postura era probable que no quedase un resquicio de sangre circulando por ellas.

Estaba malherida, con el chakra drenado y perdiendo la poca cordura que le quedaba, si es que no se había vuelto ya loca.

Así que solo le quedaba cantar en murmullos mientras esperaba a que llegaran para rematarla. A estas alturas ya debían haberse dado cuenta de que no le sacarían ninguna información remotamente útil y no tardarían en desecharla.

La puerta de la celda se abrió, dando paso a una ráfaga de luz que cegó sus ojos verdes, dañándolos con la repentina claridad. Pestañeó tratando de aclimatarlos, pero fue incapaz de identificar la figura de quien permanecía plantado en la entrada, aunque estaba segura de saber de quien se trataba.

- ¿Vas a matarme por fin?- cuestionó con voz ronca.- ¿O te has librado de los pocos escrúpulos que te quedaban y vas a acabar lo que empezaste?- la ironía plasmó su voz.- Si cuento con algún voto prefiero que me mates a tener sexo con una serpiente como tu.

Sakura ya había perdido cualquier clase de filtro con la alimaña que la mantenía cautiva y que había tratado de tener una "relación íntima" con ella la última vez que la visitó. La bilis se le subía a la garganta con tan solo recordarlo. Maldito Kabuto... Estaba mas enfermo de lo que esperaba.

- No te dejé tocarme la última vez y te aseguro que no será distinto hoy, degenerado. Rájame la garganta y acaba con esto de una puñetera vez.- se resignó hastiada ya de tanta ceremonia.

Cuando durante la última visita de esa serpiente con gafas, le acarició el abdomen y trató de besarla, la furia se apoderó de ella, aunque reconocía que la sorpresa fue aun mayor que el cabreo. Siempre pensó que ese bicho con patas carecía de instinto sexual. Por su misma especie al menos...

La figura no se movió de su posición por lo que dedujo que trataba de darle un poco mas de dramatismo a la situación. No pudo evitar rodar los ojos con cansancio, empezaba a estar un poco harta de ese idiota con tendencia a los culebrones.

- Venga ya, Kabuto. ¡Deja de joder y mátame de una puta vez!- se dañó la garganta al terminar la frase a voz en grito y también las muñecas cuando las movió dando un brusco tirón.

La figura comenzó a avanzar a paso lento y nunca estuvo mas convencida de que esa sería la hora de su muerte. Estaba preparada, sorprendentemente estaba lista para pasar a mejor vida. La sombra finalmente llegó a su altura y de inmediato supo que no era Kabuto quien la miraba.

Sus ojos aun dañados no lograron desentrañar las facciones del intruso, tampoco fue el detalle de que aquel sujeto era mas alto y musculoso que el enclenque ex aprendiz de Orochimaru el que la hizo percatarse de su equivocación, no... Fue su olor. Después de tantos años, aun podía identificarlo como el primer día.

Ese aroma fresco y ligero se coló por sus fosas nasales, filtrándose en su sistema respiratorio, provocando que su sangre corriese a la carrera por sus venas, dificultándole la tarea de respirar. No es él, no puede ser él...

- ¿Sas... Sasuke?- casi tuvo que arrancarse las palabras que sentía quemarle la garganta.

Percibió como la figura se alejaba de ella para dirigirse al extremo derecho de la celda mientras la pelirosa continuaba en aquel estado casi catatónico. Segundos mas tarde, se vio obligada a entrecerrar los ojos ya que desde el extremo del lugar, aquel hombre encendió una de las antorchas colgadas de la pared, iluminando la estancia con una tenue luz cálida.

Cuando Sakura por fin se vio capaz de abrir sus ojos con normalidad, los enfocó en la alta figura que la observaba a un par de metros de distancia para comprobar que efectivamente, no se equivocaba. Reconocería esos ojos en cualquier parte... Tenía de nuevo ante ella al mismísimo Sasuke Uchiha, en carne y hueso.

Él por su parte, no pasó por alto la sorpresa de su ex compañera al identificarle, aunque si llegó a preguntarse como demonios le había reconocido en la penumbra. Aún no se creía del todo que ella estuviese ahí, ni en un millón de años hubiera esperado encontrársela en aquel lugar. ¿Qué se suponía que hacía allí?

Una vez localizó a Kabuto con la ayuda de Taka y habiéndolo derrotado sin apenas despeinarse, ordenó llevar a esa sanguijuela inconsciente hasta una de las habitaciones del fondo de la mugrienta guarida, a la cual se dirigía cuando oyó aquella voz tras una de las puertas.

Se detuvo junto a la misma y prestó mas atención para descubrir que en efecto, se trataba de una voz femenina que entonaba alguna clase de melodía en murmullos. Se había acercado hasta quedar casi pegado a la madera, escuchando como resultado la letra de aquel cántico conocido.

- Corre, corre, pequeña niña, esquiva las sombras de la guarida... Que las tinieblas no te atrapen los pies... Corre, corre, pequeña niña, no dejes de correr... No importa que corras, pequeña niña, que esquives las sombras sin alegría... Contra las tinieblas solo puedes perder y ante ellas perecer...

Hacía ya muchos años que no escuchaba aquella melodía que incluso a él se le antojaba siniestra. En Konoha tendían a excederse con la clase de cosas que enseñaban a los niños. Por muy ninjas que pudiesen llegar a ser en un futuro, esa no debería ser la letra de una nana.

Pero escuchar aquella cancioncilla conocida entonada por una debilitada voz de mujer le hizo preguntarse a que pobre alma de Konoha habría conseguido capturar la rata de Kabuto y con que propósito.

Fue esa misma curiosidad la que le llevó a abrir la puerta y llevarse la sorpresa de encontrarse nada mas y nada menos que con su ex compañera, Sakura Haruno.

No tardó mas de dos segundos en suponer los motivos de Kabuto para tenerla presa, pues su lamentable estado confirmaba que había sido torturada sin descanso en una evidentemente fallida recogida de información.

Permanecía de píe con los brazos sujetos en alto por cadenas suspendidas del techo, su cuerpo apenas cubierto por dos prendas de ropa interior desgastada mostraba decenas de heridas y hematomas y el rostro de la kunoichi dejaba traslucir un claro estado de agotamiento y deshidratación. Ojos vidriosos, labios agrietados...

Se quedó en blanco por unos instantes al relacionar toda aquella información y mas aun cuando una Sakura mucho mas atrevida de lo que recordaba, rezongó algo sobre no tener sexo con él y que prefería que la matase. Sin duda debió confundirle con Kabuto. ¿Es que acaso esa serpiente había intentado propasarse con Sakura? Él siempre pensó que no tenía esa clase de... Intereses.

Pero allí se encontraban, el traidor Uchiha y la flor de Konoha observándose el uno al otro alumbrados por la anaranjada luz del fuego crepitante. Negro contra verde. Ambos tenían preguntas que sin embargo no formularían, al menos por el momento.

Sakura observó aquellos orbes negros con el asombro plasmado en los suyos propios y por un momento temió que Sasuke se largase de un momento a otro, dejándola allí tirada. No sería la primera vez, pensó.

No obstante, a los pocos segundos de encender la antorcha el Uchiha se aproximó con paso lento y sin apartar la mirada de ella. Transcurrido aquel periodo de trance, Sakura sintió su piel erizarse al ver que se acercaba. Con el tiempo había aprendido una lección, Sasuke era impredecible y peligroso.

Se detuvo frente a ella y tras observarla un segundo, rodeó su cintura con el brazo y estiró el otro hasta los grilletes que la mantenían presa. Sakura se revolvió incómoda ante el contacto y la excesiva cercanía, detalle que no le pasó desapercibido al pelinegro.

Continuó con la mano enredada en su cintura hasta que por fin logro desatar sus manos, una a una.

En cuanto Sakura se vió sin sujeción, su cuerpo debilitado calló a plomo sin poder evitarlo y por fin entendió la razón por la que Sasuke la había tomado de la cintura. Ninguno dijo nada, Sakura apenas si respiraba, simplemente se limitaron a observarse mientras permanecían aferrados en aquel curioso instante.

Se escrutaron el uno al otro, identificando que detalles habían cambiado durante aquellos años y cuales permanecían intactos. Como el brillo en los ojos jade de Sakura o la impasibilidad en el rostro del Uchiha.

Habrían pasado apenas unos diez segundos cuando Sakura trató de estabilizarse por si misma, tanteando el suelo para hacer pie y Sasuke aflojó su agarre.

Poco a poco, se vio capaz de mantener la estabilidad por su cuenta y él acabó por soltarla y alejarse un paso, aunque sus miradas no dejaron de batallar entre si.

La ojijade aun trataba de asimilar el cambió de rumbo que había sufrido la situación, cuando un pensamiento tan repentino como alarmante martilleó en lo mas profundo de su cabeza.

"Debo encontrarle"

Sintió la adrenalina volver a correr por su cuerpo como hacía tanto que no ocurría y sin siquiera mediar palabra, paso a Sasuke de largó, echando a correr en dirección a la salida. No tenía un segundo que perder, quizá aun podía llegar a tiempo.

Sus esperanzas se diluyeron como el agua al verse tomada por el brazo y en menos de un segundo, un cuerpo fuerte la tenía aprisionada contra la pared. Su espalda golpeó contra la misma haciéndola gemir de dolor y la presión ejercida en sus muñecas ensangrentadas le escocía horrores. Elevó la mirada para encontrarse de nuevo con sus ojos oscuros y de inmediato supo que no sería tan fácil.

Sasuke, que en un primer momento se quedó estático al verla echar a correr como si se hubiese vuelto loca, consiguió reaccionar a tiempo para apresarla antes de que se le escurriese por la puerta e inmovilizarla contra la pared. Tenía algunas preguntas para ella.

Escuchó su lamento cuando la estampó contra la dura superficie y sentía como se estremecía por el férreo agarre a sus maltratadas muñecas, aunque no le dio demasiada importancia. Ella era ninja, podría soportar una ligera dosis de dolor y el no era alguien que se anduviese con demasiadas atenciones.

- Déjame.- ordenó la pelirosa.- ¡Suéltame!

- ¿A donde ibas? ¿Querías escapar?- cuestionó él con voz grave.

- ¡No, joder! Tengo que ir a...- la pelirosa se detuvo a mitad de la frase, consiguiendo despertar la curiosidad en Sasuke, aunque la enmascarase con su habitual expresión pétrea.

- ¿A donde?- cuestionó al ver que Sakura no estaba por la labor de proporcionarle mas información por si misma.

Cruzaron sus miradas durante un breve instante antes de que ella apartase la suya desviándola al suelo de forma esquiva. No sabía si realmente debía compartir con él esa información, al Sasuke Uchiha que conoció no hubiera dudado en proporcionársela con la intención de pedirle ayuda, mas aquel no era el chico en quien ella confiaba.

Pero, ¿Como iba a convencerle de que la soltara sin decírselo? Debía zafarse cuanto antes para llegar hasta él lo mas rápido que pudiera y el Uchiha no era de los que hacía concesiones... Estaba atrapada entre la espada y la pared. El pelinegro apretó con saña sus muñecas intolerante al silencio.

- ¿Y bien?- presionó molesto al verse ignorado.

La kunoichi siseó tratando de filtrar el dolor como había aprendido por las malas durante su cautiverio, pero lamentablemente una pequeña porción de dolor físico no era el mayor de sus problemas en aquellos instantes. De nuevo encontró sus ojos negros y le pareció atisbar una chispa de rabia en ellos.

Por fin todos aquellos años de observar al menor de los Uchiha daba sus frutos, permitiéndole desentrañar todas sus expresiones por mínimas que fueran y permitiéndola comprobar que al menos eso era algo que no había cambiado con el paso de los años. Estaba segura de ser una de las pocas personas que podía comunicarse con él sacando algo en claro.

- Tengo que comprobar algo.- declaro de manera escueta, rezando por que fuese suficiente.

- ¿El qué?

- Déjame ir, Sasuke.- ordenó con el desasosiego presente en su voz.

- ¿El qué?- repitió sin variar su expresión..

Mierda, pensó la kunoichi. Años sin saber nada de ella, ¿Y ahora le interesaba lo que hacía o dejaba de hacer? Maldito Uchiha hipócrita y cabezón. No tenía un segundo que perder y algo en aquellos ojos oscuros le hizo saber que no saldría de allí sin dar una respuesta.

- Es Naruto. ¿Vale? ¡Tengo que ir a ver como está!- se desesperó forcejeando por su liberación, provocándose daño a si misma en el proceso.

Sasuke no dejó entrever su sorpresa cuando escuchó quién mas rondaba aquellas mazmorras aparte de la Haruno, aunque nada escapaba al entrenado radar de Sakura. Le conocía lo bastante como para identificar el brillo desconcertado en su iris opaco.

- Sasuke...- un muchacho extremadamente alto hizo su aparición, enmudeciendo nada mas toparse con aquella inesperada escena.

- Juugo, busca en las celdas a un tipo rubio. Se llama Naruto Uzumaki.- ordenó el pelinegro sin apartar sus ojos de Sakura.

- ¿Naruto Uzumaki?- se aseguró el gigantón y Sasuke asintió en respuesta.- De acuerdo. ¿Que hago con él?

Sakura que tenía la cabeza girada lo mas que le permitía el cuello para enfocar al pelirrojo se volvió hacia Sasuke como un resorte con la angustia pintada en su expresión. Él por su parte se limitó a observarla con su habitual expresión indiferente, rumiando su respuesta.

- Tráemelo.- claudicó finalmente justo antes de que su subordinado partiera en busca del tal Uzumaki.

- Sasuke, por favor, no le hagas daño.- rogó atropelladamente la pelirosa.

- ¿Que hacéis aquí tú y el usuratonkachi de Naruto?- cuestionó ignorando su petición.

- No le hagas nada.

- Tsk... Te he hecho una pregunta.

Para ser sinceros su genio empeoraba por momentos. No solo porque no le proporcionaran respuestas cuando las estaba exigiendo, sino por esas estúpidas peticiones de la ojijade. Vale que no le temblaba el pulso a la hora de derramar sangre si era necesario, pero por el momento no se consideraba un sádico que mataba a diestro y siniestro solo porque sí.

- Es... Es una larga historia. Sasuke, por favor, tengo que ver como está.

Ella persistió en su intento por que la dejase ir al lado del rubio, pasando de él olímpicamente. ¿Desde cuando Sakura no se dejaba la voz en ponerle al tanto de todo lo que le preguntase? ¿Cuando se había vuelto tan terca? Bueno, terca había sido siempre pero no con él, jamás con él.

- Sasuke...- de nuevo fueron interrumpidos, por una voz diferente esta vez.- Esto... La serpiente ya esta en la habitación del fondo y acaba de despertar.

Suigetsu se quedó pasmado al ver la escenita con la que se había topado. Sasuke aprisionando a una chiquilla pelirosa, magullada y en ropa interior sin apartar la vista de ella y con la mandíbula apretada en un gesto de... ¿Frustración?

Se hubiese quedado a observar un poco mas el panorama de no ser porque el asentimiento brusco que su jefe le dirigió decía a las claras "lárgate". Y el ninja de la niebla apreciaba demasiado su pellejo como para arriesgarse a que "Sasuke el pacífico" le invitara a irse con un chidori en el culo.

- Juugo ya ha ido a buscar a ese dobe.- sentenció cuando volvieron a estar solos.- Por el momento, ven conmigo.

No era una petición, mas bien sonaba como una orden y a Sakura le crispó los nervios su actitud y su mala predisposición a dejarla en paz. Tantos años después y seguía creyéndose el puto rey del mambo, diría que estaba incluso mas altivo de lo que recordaba. Idiota, pensó.

Pero era muy consciente de que si bien habría pocas posibilidades de derrotar al menor de los Uchiha con el chakra en su apogeo y totalmente sana, mucho menos podría con él estando malherida y con un bloqueo de fuerza.

Por todo ello, no opuso demasiada resistencia cuando el Uchiha tiró de una de sus muñecas para ponerlos en marcha, aunque lo que verdaderamente le apeteciera fuese patearle el culo hasta quedarse sin piernas. Por el momento solo le quedaba obedecer a regañadientes.

Avanzaron entre los oscuros pasadizos de la guarida, pasando de largo todas las puertas que iban encontrando. Sakura pensó que sería muy fácil perderse teniendo en cuenta todos los pasillos que había y lo parecidos que eran entre sí. El pelinegro se detuvo cuando llegaron a la puerta del fondo y tras unos segundos de silencio, finalmente la abrió, haciéndolos pasar.

Lo primero que entro en el campo de visión de Sakura fueron dos personas de pie a un lado del cuarto. Uno de ellos era el que había ido a avisar a Sasuke, un chico de cabellos celestes y ojos extrañamente violáceos que portaba una gran espada a su espalda. La otra era una chica, con los ojos a juego de su vibrante melena rojiza parapetados tras unas gafas.

Por desgracia, no había rastro del chico pelirrojo o de Naruto. Joder... Solo esperaba que su amigo estuviese bien.

- Vaya, vaya... Veo que habéis liberado a la florecilla de Konoha.

Una voz llegó a sus oídos, provocándole una tremendas ganas de vomitar lo poco que le quedase en el estómago. Movió sus ojos hasta el lugar del que provenía la voz y pudo vislumbrar al fondo a la alimaña que había estado jugando con ella por días. Quiso arrancarle de cuajo aquellas estúpidas gafas y rajarle el cuello con los cristales.

- No pensé que te juntases con traidores, Sakura.- se burlo.

- Vino a hablar la escoria...- replicó ella, saliendo tras la espalda de Sasuke y liberando su muñeca de un tirón cuando él hizo amago de no dejarla avanzar.

Aunque finalmente no pareció oponer resistencia dejando que la pelirosa se acercase al discípulo de Orochimaru. Permanecía arrodillado, con las manos atadas a la espalda y una sonrisa socarrona en el rostro, la cual se acentuó cuando Sakura llegó hasta él.

- Me alegra volver a verte, Sakura. Tus cosas están en esa caja.- le informó el peligris.- Echa una ojeada.

Ella le observó durante unos segundos antes de desviar su mirada hasta la caja que permanencia sobre la cama. Volvió la mirada hacia Kabuto una vez mas antes de dirigirse hacia aquel contenedor donde se encontraban sus pertenencias, las cuales fue sacando una a una.

Su ropa, porta armas, shurikens, agujas, su cinta con la insignia de Konoha... Casi estaba todo fuera cuando algo pequeño y dorado al fondo de la caja clamó por su atención, haciéndola tragar en seco.

- Oh, es cierto. También guardé tu alianza, supuse que seria importante para ti.

Dijo Kabuto al verla sostener el pequeño objeto entre los dedos. Los ojos de Sasuke se ensancharon. ¿Alianza? ¿Cuando diablos se suponía que se había casado Sakura? Debía haber oído mal. Entrecerró los ojos para identificar el objeto que Sakura observaba entre sus manos.

No logró verlo bien hasta que en un gesto repentino, ella deslizó lo que ahora se veía claramente como un anillo en su dedo anular, haciendo resaltar el dorado de la joya en contraste con la blancura de su mano. ¿Realmente era una alianza?

- Todo un detalle, Kabuto...- se burló ella rodando los ojos.

La serpiente emitió una risita queda.

- No quería ganarme el odio de tu marido, al fin y al cabo es un hombre importante.

Esta vez Sasuke estaba seguro de haber oído bien, la palabra marido aun resonaba en su cabeza. Sakura llevaba una alianza, Kabuto hablaba de su "importante" marido y ella no parecía tener intención de desmentir nada de aquello. ¿Realmente se había casado?

- Mi marido te odia igualmente.- respondió avanzando hasta él de nuevo.

- Pobre de mi suerte...- se lamentó en tono jocoso.- Que el Gondaime Kazekage me odie no puede reportar nada bueno, ¿Verdad? Aunque supongo que torturar a su esposa no me ha hecho ganar puntos, precisamente.

Rió como si la cosa no fuera con él, mientras la kunoichi se posicionaba frente al mismo. ¿El Kazekage?, se preguntó Sasuke. ¿Qué tenían que ver Sakura y el Kazekage? Hasta donde él sabía, no había demasiada relación entre ambos, mucho menos como para contraer matrimonio. ¿Que diablos le había pasado al mundo mientras el no miraba?

Se formaron unos segundos de tenso silencio en que todos permanecían expectantes, hasta que sorpresivamente la kunoichi se movió a la velocidad del rayo, proporcionándole a Kabuto una patada excesivamente fuerte en el abdomen. Este se dobló sobre si mismo y tosió un par de veces, antes de soltar una risita entrecortada.

- Yo también te he echado de menos, Sakura.- consiguió volver a su posición.

Sasuke se sorprendió cuando la mano de Sakura cortó el aire para llegar hasta la cara de Kabuto de un puñetazo que le hizo caer de nuevo al suelo. Le resulto curiosa la pasividad de la kunoichi al proporcionar impunemente aquellos golpes, sin variar siquiera su expresión.

- ¿Qué le has hecho a Naruto?- cuestionó sin titubeos, agachándose y tomándolo del cuello.

Dejó totalmente de lado aquella falsa actitud distendida de hacia apenas unos minutos.

- Ni la mitad de lo que debí hacerle a ti, pequeña zorra.- siseó como la serpiente que había demostrado ser.

- No creo que te haya quedado demasiado que hacerme, jodido enfermo.

Sasuke elevó una ceja observando la escena. En el poco rato que habia compartido con Sakura, había dicho mas palabrotas de las que la había escuchado pronunciar desde que la conocía. Definitivamente había perdido gran parte de esa inocencia que la caracterizaba.

- No se por qué me lo pensé tanto el otro día. Debí haberte follado y después haberte rajado la garganta.

Aquellas palabras consiguieron sobrecoger a los tres espectadores de aquella tensa situación. Los dos integrantes de Taka estaban aun mas perdidos que Sasuke, quien comenzaba a entender que la pelirosa no deliraba cuando le dijo todo aquello al entrar en la celda. Realmente Kabuto había intentado forzarla.

Una ligera molestia pasó de largo por su pecho, haciéndole sentir incómodo. Cuando se fue de la aldea lo hizo sin mirar atrás y se desentendió de todos aquellos que alguna vez le fueron remotamente queridos, pero siempre pensó que se quedaban a salvo.

En el fondo tenía una sensación de tranquila seguridad cuando pensaba en sus ex compañeros porque sabia que en la hoja estarían a salvo. Dejó a Sakura en aquella banca a sabiendas de que estaría segura y le resultaba incómodo pensar que pudiera haber estado tan equivocado.

- Malas noticias, serpiente. No podrás follarme, ni tampoco rajarme la garganta... Eso corre de mi cuenta.

Escuchar la palabra "follarme" salir de la boca de Sakura le resulto desconcertante pero aun mas lo fue ver como en un abrir y cerrar de ojos, esta le cruzó la garganta a Kabuto, desgarrando la fina piel a su paso. ¿Pero que coño...?

Nadie lo vió venir, ni siquiera tenían claro en que momento Sakura había tomado un arma de la caja, sin embargo la prueba fehaciente de ello, se desplomaba en aquel instante en el suelo, manchando la madera de brillante rojo.

En un abrir y cerrar de ojos el pelinegro estaba junto a Sakura para ponerla en pie con brusquedad. En cuanto lo hizo, algo fino cayó de las manos de la chica, repiqueteando con un sonido agudo en el suelo. Sasuke observó el objeto con atención. Una aguja senbon.

La observó con el ceño fruncido pero ella solo parecía tener ojos para el cadáver de Kabuto, el cual contemplaba con una expresión satisfecha en sus finas facciones. Posicionó sus manos en los hombros de la chica y la zarandeó con violencia, consciente del dolor que le causaría. No se equivocaba, la mueca que vió en su rostro lo confirmó.

- ¡¿Se puede saber que cojones has hecho?!- gritó con violencia a centímetros de su cara.

- ¿Acaso te caía bien?

Se quedó en blanco un segundo. Nunca, nadie se había reído tan abiertamente de él y mucho menos estando así de furioso. Este solía ser el momento en que el blanco de su rabia trataba de no mojar los pantalones y sin embargo allí estaba Sakura, mofándose de él con aquella socarrona frase impregnada de ironía.

Las ganas de abofetearla le embargaron como un torrente imparable y aunque consiguió controlar sus instintos lo suficiente como para no cruzarle la cara por insolente, no le importó agarrarla con una mano del cuello, ejerciendo presión.

- Acabas de matar a un prisionero al que tenía mucho interés en interrogar.- siseó con la cólera saliendo de cada poro de su piel.

Le molestó de sobremanera no encontrar miedo en los ojos verdes que mas bien le miraban con suficiencia y aquel sentimientos de frustración le llevó a forzar mas el agarre, siendo consciente de que si apretaba un poco mas, terminaría por ahogarla.

- Adelante, es todo tuyo.- expresó ella con dificultad por la presión en su garganta, aun sin perder el amago de sonrisa.

Acabar con la vida de ese miserable le había sabido a gloria y nadie, ni siquiera Sasuke en versión homicida, podría quitarle esa satisfacción. Él la observó arrugando la nariz en un gesto rabioso, asemejándose a un lobo que enseña con fiereza los colmillos.

- No creo que te vayan a quedar muchas ganas de reírte teniendo en cuenta que acabas de interferir en mis planes.- murmuro aun con la misma expresión.

- ¿Y que vas a hacer?- le increpó ella.- ¿Matarme?

Él la apresó bajo aquel foco cegador que eran sus ojos y se dedicó a aplicar mas fuerza en el agarre.

- ¿Crees que no lo haría?- los blanquecinos dedos alrededor de su garganta comenzaban a dificultarle la respiración.

Sakura empezó a sentir la falta de oxigeno en su organismo y la debilidad en su maltratado cuerpo le estaba pasando factura. Los ojos comenzaron a aguársele de pura rabia y sin saber del todo bien de donde sacó la fuerza, golpeó el antebrazo del moreno en un gesto descendente, obligándole a soltarla.

- ¡Entonces hazlo!- a Sasuke le sorprendió que sacara fuerza para hacerle esa llave y mas aun la cólera que encontró flotando en sus ojos jade.- ¡Hazlo, maldita sea! ¡Estoy cansada de que me estén amenazando de muerte a cada segundo! ¡Estoy harta de que me torturen, estoy harta de toda esta mierda!- se acercó un paso y culminó a voz en grito.- ¡Mátame y acaba de una puta vez con esto o si no déjame en paz, Sasuke!

Los dos integrantes de Taka llegaron a la conclusión de que la pelirosa había terminado por perder el juicio cuando comenzó a patear con saña la caja en la que antaño estuvieron sus pertenencias y continuó golpeando indiscriminadamente lo que quiera que se cruzase en su camino, una vez esta termino por volcarse.

Para Sasuke también fue algo nuevo contemplarla en aquel estado, jamás había visto a Sakura perder los estribos de esa forma y mucho menos imaginó que un ser tan pacifico como ella tuviese la capacidad de albergar aquel odio en su interior. Estaba completamente desquiciada.

- ¡¿Donde coño esta Naruto?! ¡Quiero ver a Naruto!- comenzó a pasear su mirada enfervorecida entre todos los presentes, exigiendo respuestas.- ¡¿Donde está?!

Justo cuando Sasuke estaba a punto de estamparla de nuevo contra alguna de las paredes con la intención de acallar sus gritos, la pelirosa dió un traspié y su mirada pareció teñirse de bruma un instante antes de perder la fuerza en las piernas y caer desplomada al suelo. Finalmente, su cuerpo había llegado a su límite.

Ninguno de los integrantes de la habitación movió un solo músculo en los segundos consiguientes al desmayo de la pelirosa. Karin y Suigetsu seguían de piedra tras aquel arranque de locura inusitada y el Uchiha, permanecía en silencio observando el cuerpo inerte de la chica con expresión insondable.

Escudriñó su rostro tranquilo y le pareció increíble que esa misma chica estuviese gritando y golpeándolo todo a su paso como si acabara de salir de un manicomio hacia apenas un minuto. Finalmente apartó la vista de la kunoichi y se dirigió a la puerta sin dedicarle una mirada a nadie.

- Voy a buscar a Juugo. Ocuparos de ella.

Esas fueron sus últimas palabras antes de cerrar la puerta, dejando a sus subordinados atrás. Ambos se miraron sin decir una palabra antes de que un murmullo llegase a sus oídos. Se acercaron con cautela hasta la muchacha tendida en el suelo, la cual parecía tararear en sueños.

- La sombra es oscura, la sombra es cruel... No confíes en la sombra y aléjate...

Ambos compañeros se observaron desubicados, antes de ponerse de acuerdo con una mirada para coger a la pelirosa y tenderla en la cama. Instantes después, Karin comenzó a examinarla. Lo que nunca supieron, es que incluso en la dulce bruma de la inconsciencia, Sakura oyó la voz de Sasuke, abandonándola de nuevo. Él era la sombra que citaba la canción, en la que no debía confiar.

Él era la sombra negra.


¡Holaa bellezas! Yo soy Amy y si estáis aquí es porque os gusta el Sasusaku tanto como a una servidora. Hace años que sigo a esta pareja y formo parte de la comunidad de lectoras de este fandom y aunque no es la primera vez que trato de iniciar un fic, este es el primero que publico.

Antes que nada deciros que este fic no transcurre en el periodo de tiempo actual del manga, el cual ya finalizó juntando finalmente a nuestra querida parejita, dar por hecho que la historia parte mas o menos después de que Sasuke matase a nuestro querido Itachi, aunque la linea argumental poco tendrá que ver con la que siguió la obra de Kishimoto.

Por último (que si no me enrollo como una persiana), deciros que trataré de ser lo mas fiel posible al carácter digamos estoico de Sasuke, así que no esperéis de entrada demasiadas muestras de afecto, porque en mi opinión no sería creíble. Bueno, eso es todo de momento. Espero que os guste leer esta historia tanto como a mi escribirla y que la disfrutéis.

Y ahora, me despido al mas puro estilo pequeñas mentirosas:

Besos - A