Nunca te Vayas

(Don't ever Let Go)

Por Vegamarie

Traducción: Mya Fanfiction

Vínculo al original: fanfiction punto net /3404891

Nota de la Autora: Esta es una historia de Bulma y Vegeta. No es otro intento de «cómo fue que se juntaron» porque toma lugar aproximadamente tres años después del Torneo de Cell. En su lugar, es una tipo «Que hubiera pasado si…» orientado a continuar el desarrollo y evolución de su relación. Espero que la disfruten y me lo dejen saber por medio de sus reviews. Además este capítulo comienza con el POV de Bulma y luego cambia al de Vegeta.

Nota de la Traductora: Esta es mi primera y espero que única traducción no autorizada. Vegamarie actualizó su perfil por última vez en el 2009, deshabilitó la opción de PM y no hay una dirección de email para contactar así que si ella llegara a aparecer y exigir que la historia sea eliminada lo haré sin dudarlo. Es el precio a pagar. También sería la primera, aunque quizá no última, vez que traduzco una narrada en primera persona (no son mis preferidas) pero me pareció tan única que no pude desaprovechar la oportunidad de compartirla con ustedes.

Sin más, acá está el primero de diez capítulos. Espero que lo disfruten tanto como yo :)

Vegamarie, If you read this and you want it to be deleted. Just let me know, and I'll do it.


Capítulo 1

Temprano en la mañana

Bulma

Mis entrañas se aprietan mientras me arqueo sobre el inodoro en el baño, vomito el contenido de mi estómago con tanta fuerza como mi cuerpo puede reunir. Me inclino ligeramente hacia atrás sobre mis piernas, limpio el rastro de saliva y vómito que de algún modo logra bajar por mi barbilla y cuello mientras hace un recorrido hacia mi prominente pecho.

Si hay algo que detesto de verdad, es estar enferma y vomitar siempre ha sido y será la crema y nata de las cosas que más me hastían. Sólo mirar el torbellino de agua dentro del inodoro teñida de horrible rosado y verde de la bilis que acabo de regurgitar es suficiente para hacerme sentir que otro ataque de náuseas se acerca. Cierro los ojos a más no poder para que pase la próxima oleada y de algún modo logro contenerla. Sobre mis pies temblorosos, me reclinó hacia adelante y halo de la cadena, rezándole a Dendé que esta sea la única vez que tenga que pasar por este sufrimiento el día de hoy. Sin embargo, saber la causa de mi condición no hace más que tranquilizarme en ese aspecto. La última vez que me hallaba enferma del estómago, los ataques podían ocurrir a casi cualquier hora. No obstante, he sido tan afortunada hasta ahora que agradezco mi suerte mientras me dirijo lentamente al lavamanos para lavarme las manos y enjuagar el sabor ácido de mi boca.

Mirando mi reflejo mientras me lavo rápidamente las manos, sonrío irónicamente a la persona que me mira. En los últimos años, he pasado por un montón de cambios. Algunos malos y otros buenos, pero en general, mi rostro luce como siempre. Ojos azules alegres, piel blanquecina y mi cabello. Oh, como adoro mi cabello. Siempre estoy haciéndole cosas, nunca estoy satisfecha con un estilo en particular. Tiene la tendencia de reflejar las perturbaciones emocionales que atravieso igual que todos lo hacen cuando intentan encontrar la elusiva respuesta a en quiénes se supone que se convertirán. Por ahora, estoy pasando por una transición, igual que mi vida lo ha estado en los últimos años. Hacer ajustes nunca es fácil, especialmente cuando la vida tiene la misteriosa habilidad de lanzarte bolas en curva que nunca las hubieses imaginado venir. Y así son las cosas para mí y el por qué me encuentro en el baño una vez más por segundo día corrido.

Secando mis manos, me encuentro ligeramente detenida, aguantando otra ronda de vómitos. Tengo que ser fuerte y he hecho una promesa de que esta vez iba a ser diferente a la primera. ¿Pero no es eso lo que la mayoría de la gente dice? Sin embargo, la realidad es que nos encontramos generalmente en el camino de resistencia mínima, el camino que nos da la solución fácil. Bueno, no hay una salida fácil para esta situación, pero incluso ahora, me encuentro preocupada por los «qué pasaría si…». Especialmente en los «qué pasaría».

Saliendo finalmente del baño, cierro despacio la puerta detrás de mí y camino en silencio por la espesa alfombra mientras me dirijo a la cama en el lugar más distante de la habitación. No llego ni al medio cuando las mantas de la cama se mueven, revelando la forma de mi otra mitad.

—¿Qué es lo que te pasa, mujer? Todavía no es mi hora de levantarme y ya estás pasando dios sabe cuánto tiempo allí haciendo ruidos repugnantes.

Y aquí comienza. Pensaría que ya tiene una pista para la fecha, pero o es un completo idiota o está evitando intencionalmente la verdad de lo que en realidad me sucede. Y ahora, no sé cuál prefiero. Ves que ese es todo el dilema con el que he estado lidiando las últimas semanas. No soy estúpida, en lo más mínimo. Y dado que he pasado por algo similar en el pasado, soy lo suficientemente inteligente para discernir el patrón, para entender la verdad subyacente.

Conozco los síntomas y la causa. Y teniendo el poder de razonar no me toma mucho tiempo darme cuenta de todo. ¿Pero cuánto tiempo tomará para que a él se le meta en esa cabeza dura? Tiene la misma habilidad para hacer conjeturas precisas, aunque a menudo, es demasiado orgulloso o terco para admitir algo que podría incomodarlo. Indudablemente, la pequeña verdad que albergo dentro de mi cuerpo quizá lo hará sentir incómodo y tal vez un poco indeciso. Y otra vez, ahí es donde radica el problema.

Continuando el camino hacia mi cama, me encuentro sonriendo ligeramente cuando él demuestra un poco de cortesía retirando las mantas para que yo pueda gatear sin estorbos.

La mayoría de las veces es un completo imbécil, pero me he acostumbrado a su displicencia y falta de cortesía porque es más fácil lidiar con ellas que estar discutiendo constantemente por las cosas que nunca cambiarán en él. Así que cuando muestra algo de amabilidad, atesoro esos momentos mucho más porque sé que en el fondo está intentando ser una persona mejor. Al menos, me gusta pensar que lo está haciendo.

Estoy tan sumida en mis pensamientos que no me doy cuenta de que aún espera una respuesta a su pregunta hasta que siento una palmadita en el hombro. Dándome la vuelta ligeramente, miró hacia arriba y veo su torso acercándose amenazantemente. Sus ojos profundos y eternamente oscuros me miran con irritación y quizá algo de preocupación. Otra vez pienso cómo está cambiando, cómo tal vez se está convirtiendo en lo que habría sido si no lo hubiesen amoldado en ese ser maligno en el que se había convertido a tan temprana edad. Pero eso no disfraza el hecho de que aún no he respondido a su pregunta y el hecho de que se irrita más cada segundo que retraso dársela. Sé que es verdad cuando la repite una segunda vez.

—¿Qué demonios te pasa?

Qué buen uso de la blasfemia, aunque esa es sólo su manera de animar la conversación mientras se asegura de que sé que si no le respondo, probablemente recurrirá a tratar de sacármela.

Acurrucándome hacia su cuerpo duro y caliente, trato de sacar la preocupación de mi sistema mientras lo empujo contra su almohada. Observándolo mientras obedece reluctantemente y luego procede a cruzar los brazos, suelto un pequeño suspiro antes de soltar mi mentirilla blanca de siempre.

—No me pasa nada, Vegeta. A menos que consideres el hecho de que quizá el pescado que comí ayer en la noche no le sentó bien a mi estómago.

No hay respuesta. No que de verdad pensara que me daría una. Una vez más, retrocede, mostrando su frío exterior de siempre. Todo esto sólo agrega leña al fuego dentro de mí: él muy probablemente ha adivinado la verdad pero está indeciso de cómo proceder, o mejor aún, reaccionar. Sinceramente, debería estar agradecida de que si sabe la verdad, aún no ha explotado de rabia. Todo con Vegeta requiere de pasos cortos y precisos, y esta es muy probablemente una extensión de eso. Indudablemente, necesitó de más de un año y medio para que él por fin se mudara a la misma habitación que yo. Y aun cuando semejante cosa luce algo superficial, para Vegeta hacer una concesión como esa, compartir algo con alguien es ciertamente, un gran paso. Y solo fue posible dando pasos cortos para encaminarlo hacia la dirección correcta. Así que eso es lo que planeo esta vez. Se lo diré, pero cuando piense que es el momento adecuado.

Relajándome en la almohada, veo su cara ensombrecida, su pelo de punta mezclándose con la oscuridad tras él. Sus ojos están cerrados y su pose de brazo cruzado relajada lo suficiente como para que su brazo opuesto al mío caiga a un lado de la cama. Se ve tan tranquilo cuando está descansando. Nada que ver con el caos que aún hierve sobre la superficie de su piel. A veces deseo que pudiera estar así de relajado todo el tiempo, pero supongo que cuando alguien ha soportado abuso y maltrato casi toda la vida, le toma mucho tiempo bajar la guardia completamente. En un punto, pensé que podía ser la que hiciera eso por él, pero hace tiempo he caído en cuenta de que si alguna vez se recupera del horror de su pasado, tiene que ser porque esté deseoso de sacar esa oscuridad dentro de él, no es algo que puedo obligarlo a hacer.

Dejando vagar un poco más mi mente, otra vez me encuentro pensando en el dilema en el que estoy. Honestamente, espero que se dé cuenta de la verdad porque eso me haría las cosas más fáciles. Pero siempre existe la posibilidad de que no lo haga y eso es lo que hace a mis entrañas arquearse de temor. Hemos recorrido un largo camino desde hace cinco años cuando dejamos que nuestra pasión pudiera más que nosotros. Aún hay tanto por recorrer y no quiero que el progreso que hemos hecho el uno con el otro se pierda y volvamos a donde estábamos antes…a como estábamos antes de que Gokú y mi hijo del futuro murieran.

Resoplando, me alejo del cuerpo tibio de Vegeta y cierro los ojos. Por qué esto es tan difícil para mí ¿Me estaré preocupando por nada? Escuchando su respiración regular, me relajo un poco, recuperando mi convicción nuevamente. Le diré cuando sea el momento adecuado, cuando crea que esté listo. ¿Cuán difícil puede ser decirle al hombre que amas que estás esperando por segunda vez? Bueno, para mí, será una de las cosas más difíciles que he hecho; sin contar que la primera vez cuando se lo dije me abandonó. Pero ahora todo es diferente. Tengo que creer eso. Lo necesito.


Vegeta

Abro los ojos ligeramente y trago para disipar algo de la resequedad de mi boca y garganta, me doy cuenta de que me he quedado dormido de nuevo. Liberando un gruñido de molestia por mi falta de autocontrol, me doy la vuelta un poco para poder tener una buena vista del reloj despertador que la Mujer insiste en tener en nuestra estúpida habitación. En primer lugar, es completamente innecesario porque ella nunca se levanta cuando se apaga y en segundo lugar, nunca he entendido cuál es el objeto de tener algo tan inútil alrededor. Bueno, supongo que obviamente no es inútil porque estoy haciendo uso de él en este momento, chequo para ver cuán tarde es en realidad. 6:22 am. Ha pasado más de una hora desde que ella me despertó por su alboroto infernal en el baño.

Me siento lentamente para no despertar a mi actualmente babosa y durmiente mujer, me reclino contra la cabecera de la cama que me he acostumbrado a compartir con ella todas las noches, no sólo las noches que tenemos sexo. Paso una mano por mi pelo aplastado, trago despacio, pensando cuánto han cambiado las cosas para mí y cómo he permitido que semejantes cosas pasaran.

En primer lugar, el retraso de la hora es completamente inaceptable en mi opinión. Aun en los años desde que Kakarotto se despidió de la vida, me he vuelto holgazán y complaciente y ambas cosas no van bien conmigo. Oh, la Mujer ciertamente me señala que he hecho un progreso increíble considerando el hecho de que después de que el idiota se suicidó no tuve deseos de hacer nada. Y tengo que admitirlo, en ese aspecto ella tiene razón. Hubo un punto en mi vida, justo tras su muerte, en el que pensé seriamente no pelear nunca más o incluso no seguir viviendo ¿Con qué objeto? ¿Qué tenía la vida para ofrecerme, el caparazón del alguna vez orgulloso y vibrante príncipe saiyajin?

Bueno, aún no he descifrado la respuesta de lo que la vida tiene para ofrecerme y ciertamente no he encontrado que la vida en esta mierda de planeta sea todo lo que se dice ser. Pero por alguna razón, salí de ese hoyo. Si es algo bueno o malo, no lo sé. No obstante, lo único que consigo persistente en mí es mi continua falta de motivación. Debí estar fuera de la cama hace horas, entrenando, y aún sigo aquí, en la cama y compartiéndola con una joven humana e inferior. Son esas las cosas que me molestan y me preocupan a más no poder. Debo estar ablandándome y todo por culpa de mi rival, el único al que se suponía tenía que matar se fue y casi todo mi orgullo se destruyó el día en el que un simple niño semisaiyajin de doce años hizo lo que no pude: ascender totalmente a un nivel por encima al de Super Saiyajin.

—Bueno, eso te pasa por ser tan estúpido al hacerte pareja de una humana y dejarte atar a este ridículo planeta. —murmuro antes de patear las sábanas que cubren mis piernas asfixiadas de alguna manera.

Dirigiéndome al baño, me aseguro de que no haya vómito o baba alrededor del inodoro antes de orinar. Sé que mi mujer odia estar enferma sólo por la inconveniencia e incomodidad que eso le da a su cuerpo débil. Puedo tolerar el dolor pero si hay algo que detesto más que nada es la suciedad corporal y el excremento, además de la sangre. He visto tanta en mi vida que si aún sintiera asco por ella, entonces habría algo realmente malo conmigo. La sangre es una vocación saiyajin. Es lo que nos hace durar más en los combates. Cualquier saiyajin que se precie te lo diría. Está muy mal que mi mocoso y yo seamos los únicos en la Tierra que podamos ser puestos en esa categoría. La descendencia de Kakarotto, desafortunadamente, ha heredado su suavidad.

Lavo mis manos y cara frunciéndole el ceño al inodoro. Contando mentalmente, me doy cuenta de que han pasado casi dos semanas despertándome por las náuseas de Bulma. Trato de decirme que no es mi problema, pero al igual que la sucia debilidad que he permitido que entre en mi sistema, no puedo dejar de pensar en eso y en por qué no ha hecho nada para curarse de su enfermedad. O por qué no se ha acercado para decirme la verdad de lo que en realidad le está causando el malestar.

Lanzo la toalla húmeda y sucia en el cesto de ropa sucia que hice que la mujer instalara en el baño como una condición para mudarme con ella, mi mente divaga nuevamente en su malestar. Dirigiéndome otra vez a la habitación que compartimos, paso lentamente por la cama mientras me acerco al closet para sacar un par de shorts limpios, una camiseta y un par de zapatos para correr. Me visto poco a poco, me encuentro otra vez cerca de la cama. Cruzo los brazos, la veo dormir por breves minutos antes de finalmente darme la vuelta y salir.

Bajo las escaleras al caos de la casa de locos que se ha hecho mía, me detengo fuera de la sala de estar donde escucho la TV exhibiendo un programa que obviamente está destinado a estúpidos niños terrícolas. Desafortunadamente, mi mocoso tiene una obsesión casi repugnante con ellos, lo cual solo eleva mi molestia de lo que vivir en este planeta le hará si no soy cuidadoso. Desgraciadamente para mí, Bulma no tiene la misma idea de lo que es criar a un príncipe saiyajin, lo cual es mi hijo. Pero eso no significa que no pueda intentar hacerme entender. Está demasiado obsesionada con el «el amor» y «la bondad» pero esas no son cosas de un príncipe saiyajin.

Entro sin hacer ruido a la sala y veo su cabeza lavanda meneándose con los repugnantes sonidos que las cosas están haciendo en la pantalla de la TV. Es suficiente para hacerme querer destruir y hacer papilla esa cosa en ese preciso momento. Pero entonces tendría que lidiar con el mocoso soltando un berrinche y mi remedio para eso no le sentaría muy bien a Bulma. Por qué siquiera debería importarme lo que ella piense de cómo trato a nuestro hijo está por encima de mí. Sin embargo, me importa y no puedo negar el hecho de que compartir la cama con ella tiene algo que ver al respecto.

Aclaro mi garganta y tengo éxito en llamar su atención.

—Mocoso ¿Qué demonios es esa mierda que estás viendo? —Sé que la mujer desaprueba mi lenguaje obsceno, pero es una de las reglas que puedo romper en su cara y más cuando no está por ahí.

—Mmm, ¡Nada papá! Sólo dibujos. ¿Puedo verlos un rato más?

¡Papá! ¿Qué clase de nombre es ese para referirte a un superior? Aunque, por alguna razón, así es como me llama el mocoso y lo he dejado pasar como un millón de cosas más. Como el hecho de que aun cuando no me gusta que vea esa porquería en la televisión, no voy a hacer que deje de verlos. Complacencia y pereza. Mis dos mejores amigos.

—¿No se suponía que tenías que estar en la escuela en alguna estúpida sesión de tortura humana? —le gruño mientras comienza a mover las piernas nerviosamente hacia adelante y atrás contra el sofá donde está sentado.

—Ay papá. Es sábado. Además aún no tengo edad para estar en la escuela.

Bueno, supongo que es verdad e intentar conversar con un niño de cuatro años, mucho menos con alguien más, es suficiente para poner a prueba mis nervios. Sacudo la cabeza en señal de hastío, me doy la vuelta para irme. No llego muy lejos cuando me doy cuenta de que algo está agarrado a mi pierna. Veo hacia abajo y muestro mis dientes caninos a mi hijo de cuatro años quien inconvenientemente se ha sujetado a ella.

—¿Qué? —pregunto, orgulloso de que mi voz esté lo bastante controlada para no rugir, aun cuando es lo que me gustaría estar haciendo en este momento. La osadía de mi hijo al tocarme de esa manera sin mi permiso me asombra, pero supongo que con todos los abrazos y comportamiento repugnante que mi mujer le ha inculcado desde temprana edad, no me sorprende que intente tocarme cada vez que pueda. Y una vez más, me encuentro reluctante a corregir esa conducta.

Soltando suavemente sus manos de mi short de gimnasia, lo separo un poco y miró esa cara esperanzada que se parece tanto a la mía. Si no tuviera ese pelo lavanda liso y espantoso y esos ojos azules que se parecen tanto a los de Bulma, podría pasar como una copia al carbón mía a esa edad. Sólo que a esa edad, yo ya era un asesino y había sido condicionado para no mostrar debilidades ni emociones, dos cosas que mi hijo carece. Es predecible, pero tiene una vena de orgullo saiyajin y una gran cantidad de potencial, dos cosas que lo redimen de alguna manera frente a mis ojos, aun con sus numerosas faltas. Cosas que mi mujer consideraría como tales. Cosas que ella aún intenta que desarrolle y experimente, sin importar que haciéndolas, siento que estoy cambiando quien pretendo llegar a ser. Ella simplemente no sabe cuándo aflojar.

Recuperándome rápido de mi ensueño, veo al niño que es mi hijo.

—Bueno, ¿Vas a responderme o vas a mirarme como un imbécil? ¡Dilo de una vez!

—¿Puedo entrenar contigo, papá?

Ahí está. Ese comportamiento casi adulador, idolatrante. Mi antigua versión hubiese sonreído y apreciado semejante adoración y confianza incondicional pero desde ese día funesto cuando la mayor de mis ilusiones me fue quitada, el día en que ambos, mi hijo del futuro y Kakarotto murieron, no puedo considerar esa devoción a ciegas algo deseable. Arruiné mi época dorada, con mi orgullo y arrogancia ¿Así que quien era yo para merecer semejante adoración, especialmente de mi hijo de cuatro años que no sabe nada? Es exasperante cuan autodespreciable me he vuelto. Pensar que he sido reducido a esto tras la muerte de mi rival. Me enferma y aun siento que no hay manera de superarlo. Porque si lo hago, requiere un cambio de mi parte que todavía me incomoda hacer, aunque kami sabe que he hecho suficientes cambios hasta ahora. Si Nappa pudiera verme, el viejo patán pensaría que es la mayor desgracia que su príncipe haya sido reducido a tan patético estado.

Sacudo la cabeza ligeramente para quitarme esas ideas estúpidas que están invadiéndome en ese momento, veo a mi hijo y le doy una respuesta.

—No. Quizá después. Si tengo tiempo. Ahora vuelve a ver esa basura y déjame en paz.

Al verlo caminar lentamente de vuelta al mueble, sé que está decepcionado pero no voy a dejar que eso me moleste. Soy mucho más fuerte que eso y además, lidiar con el rechazo es algo que va a tener que aprender eventualmente. Mejor que lo supere ahora mientras es pequeño en lugar de llenarse la cabeza con sueños idiotas que sólo lo aplastaran al final. No quiero que termine siendo como yo.

Salgo de la casa y hago un poco de estiramiento antes de comenzar mi rutina de la mañana. Agarré un hábito humano de entrenamiento: correr.

Sé que es ridículo que un Saiyajin élite como yo corra. Por una parte, mi condición es tan magnífica que ni siquiera es necesario. Por otra, puedo volar. No obstante, por alguna razón, decidí intentarlo y me enganché desde el primer día. Aunque dios prohíba que alguien alguna vez descubra mi debilidad además de Bulma y su tonta familia. No creo poder lidiar con la humillación.

¿Entonces por qué estoy haciendo esto para comenzar? Me da la soledad que anhelo y una oportunidad para inspeccionar mis nuevos dominios sin sobresalir, algo que ha comenzado a gustarme. Incluso, me da la oportunidad de pensar sin preocuparme, sin aplastarme bajo una intensa gravedad. Y es lo que necesito desesperadamente en este momento. Algo de tiempo para sólo pensar. Sobre Bulma y lo que la está haciendo vomitar.

La verdad es, que ya sé la respuesta. Pero no me gusta. Un mocoso es más que suficiente e indudablemente no tengo intención de ser el padre de otro, pero ya viene. Es sólo otro motivo para atarme más a mi vida en la Tierra. Otro error que añadir a mi lista infinita. No quiero vivir los días que me quedan en este planeta. Sin embargo, aquí estoy y en lugar de hacer planes para largarme, me sueldo aún más creando otra vida con la mujer que es mi compañera.

Dando la vuelta en la esquina, paso una calle de la ciudad y corro a la entrada del parque al que Trunks le gusta ir. Es un lugar tranquilo, uno en el que encuentro algo de placer, aunque por qué alguien tan dañado como yo puede encontrar placer en algo tan estúpido como un parque está más allá de mi comprensión. Sigo mis pensamientos y me doy cuenta de cuan decepcionado estoy con el hecho de que mi mujer sienta que no puede confiar en mí pero feliz al mismo tiempo. Feliz porque de esa manera, puedo fingir un poco más que tengo una oportunidad de marcharme algún día. Una oportunidad de romper los lazos que me atan aunque si soy honesto conmigo mismo, esa oportunidad la he perdido hace mucho.

Estoy cambiando y lo sé, aunque internamente, también estoy luchando. Sí, he aceptado el hecho de que tengo sentimientos por otros, de que me importan otros además de mí y quizá eso es lo que más me perturba. Eso después de todo este tiempo. Todavía me cuesta mucho reconocerlo. Bulma me dijo un proverbio terrícola, uno que decía que con el tiempo todo se hacía más fácil. La he pasado mal creyendo semejante basura sentimental porque mi vida, aun cuando ha cambiado cuantiosamente desde que nací como el líder predestinado de mi pueblo, nunca se ha hecho más fácil. Y ese nuevo ser, esa vida que ayudé a crear, sólo va a destruir la frágil tregua que he hecho conmigo y la nueva vida que estoy intentado hacerme en este apestoso planeta de mierda. Decido que la mejor acción es simplemente ignorarlo, continuo con mi carrera, dejando que el sol y los árboles sombreados me distraigan de la molestia que semejante elección me hará en el futuro.


NA: ¿Y entonces, qué piensan hasta ahora?

NT: Ahí está el primero chicas, espero les haya gustado.

26/07/2012