Había pasado unos meses en el país de Xing. Lo había conocido, había aprendido mucho, pero aun no encontraba lo que estaba buscando.

En ese instante la vio. Había cambiado mucho. Se notaba de lejos que ya no era una niña. Había crecido. Había madurado. Caminaba riendo junto a un grupo de chicos. Reía.

Él nunca había sido alguien impulsivo, nunca había peleado con alguien sin razón, nunca había tomado nada por la fuerza. Aquella ocasión era distinta. Había pasado mucho tiempo encerrado en su armadura, sin poder acercarse a los demás. Con miedo a los demás. Porque era solo un objeto. Tenía un secreto.

Ahora era distinto. Ese fue el momento. Junto sus manos en forma de oración y las apoyo en el suelo. En una fracción de segundo creó un pilar de tierra que lo llevó hacia la chica. La tomó ágilmente en sus brazos separándola de sus acompañantes, mientras el pilar seguía creciendo en espiral, hasta dejarlos solos a los dos a unos cien metros por sobre el suelo.

La vista era hermosa. A sus pies el pueblo, rodeando por el bosque, más verde que nunca. Más allá el lago y las montañas se fundían y el cielo azul era acariciado por las pocas nubes almidonadas que había esa tarde. A pesar de todo eso, solo existían ellos dos.

- Alphonse-s… - la muchacha no acabó de decir el nombre de aquel que hace un instante la había raptado de su vida cotidiana y la había sumergido en aquel irreal paraíso. Que la sumergió en la calidez de su cuerpo. La firmeza de sus brazos. Su aroma. El calor y la satisfacción que le producían esos labios, que por primera vez besaban y no de una forma cariñosa, sino más bien de una forma posesiva y apasionada. Por un segundo pensó que se quemaría. Al segundo siguiente pensó que sería bueno arder con ese fuego. Después su mente quedo en blanco. Un blanco cálido. El beso termino y suavemente sus labios se separaron. Con una voz débil ella trató nuevamente decir su nombre.

– Alphons… - nuevamente no pudo terminar. El joven de ojos dorados. Esos ojos que tantas veces había visto en sus sueños le dedicaba una sonrisa, mientras los labios que le acababan de robar su primer beso decian:

- Te extrañe Mei.

- También te extra… - pero él no la dejó hablar.

Nuevamente la había besado. Esta vez de una forma mucho más suave y cariñosa.

Tal vez estoy soñando – pensó May. Aquella escena le parecía tan irreal. Se sentía en el paraíso. El beso terminó.

En ese momento Alphonse acabó de darse cuenta de lo que había hecho, o mejor dicho de la torre de tierra en espiral que construido con su alquimia.

- Creo que tengo que arreglar esto. – dijo mientras juntaba sus manos nuevamente a modo de oración. Pero Mei lo interrumpió.

- Todavía no. Quedémonos así un poco más.

El joven sonrió. Se quedaron ahí, abrazados, un par de horas mientras contemplaban el atardecer. Por fin juntos, en un momento eterno.


Wow, tenia este drabble escrito desde hace años y lo había olvidado.

¡Inperdonable!

Espero que les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo... que fue mucho.

=)