Buenas noches/mañanas/tardes! Me gustaría comenzar a publicar esta historia agradeciéndote a ti (sí, sí, a ti que estás leyendo estas líneas) que estés poniendo tu interés en esta historia porque el que alguien lo lea me hace verdadera ilusión.

Disclaimer: Después aclarando que, por supuesto, salvo la protagonista y algún que otro personaje suelto, los demás no son míos son de Robert Kirkman y de todos los productores/guionistas/actores/vosotrosyameentendeis que hacen posible The Walking Dead y que solo escribo para un único beneficio: La ilusión. La mía y espero, que con el tiempo, la vuestra.

¡Espero vuestros reviews pronto para poder contestaros! ^^

PRÓLOGO.

Apenas había podido resistir tres minutos fuera sin notar un notable y molesto agarrotamiento en las piernas.

Había creído, y llevaba varios días pensándolo, que podría atravesar la manzana y bajar la calle corriendo si se aferraba bien a la escopeta. Pensó, que el hambre activaría su adrenalina y le haría correr más rápido.

Llevaba algunas horas observándolos y su esperanza se había incrementado. Había un par en la calle, y muy posiblemente habría algunos más cerca de la farmacia, el segundo establecimiento de la siguiente manzana.

Se había fijado, días atrás que algunos se habían congregado en su jardín trasero, pero no contó en ningún momento con que la molestarían.

Pero a lo largo de los días no se había preocupado exactamente de fijarse en su comportamiento sino de recolectar comida. Por tanto no fue consciente en ningún momento de que los que caminaban sin rumbo por su jardín de atrás se ocuparían de tener uno al escuchar el ruido de los disparos.

Arremetió contra los dos que deambulaban por su calle, que estaba desierta y que apenas contaba con un par de coches destartalados y algunos cuerpos calcinados.

El último corrió hacia ella, lo que produjo que un grito arrollara la mitad de la calle. Dos de las tres balas que disparó se perdieron por el camino y la última consiguió dar en el blanco. No obstante, en el mismo instante en el que la bala impactaba contra el pecho de su objetivo, escuchó un ruido gutural a sus espaldas. Soltó un gemido casi sin darse cuenta y encañonó contra uno de ellos, el que estaba más cerca.

Había por lo menos quince. Notó que sus piernas y sus manos se quedaban quietas, inamovibles. Le tembló la escopeta. En apenas un par de segundos pudo sentir el olor putrefacto de aquel ser encima de ella.

Su cabeza fue más rápida que ella y accionó sus piernas, tirándola al suelo. Se arrastró por el suelo raspándose las manos, en un intento de huir y consiguió dejar a la mayoría atrás…Tanto a ellos como a su escopeta.

Buscó llegar corriendo a la casa, pero el primero que la había perseguido la alcanzó y alzó el brazo para atraparla, consiguiéndolo.

Ambos cayeron al suelo cuando ella abrió la puerta de la casa. Gritó como si le hubiesen clavado un juego entero de cuchillos al notar que el que la aferraba le había hincado el diente en el gemelo derecho y se lo había desgarrado.

No se le pasó por la cabeza todo lo que había oído en la radio, lo que había visto en la televisión… Lo que había presenciado tras las ventanas del salón.

Su único pensamiento era la pistola que le había regalado su hermano años atrás, la cual descansaba en el mueble del pasillo, a solo tres pasos de la puerta.

Se arrastró un poco más adentro y luego procedió a intentar desquitarse del individuo sacudiéndose violentamente.

Él gruñó como un animal herido cuando ella consiguió soltarse y echar a correr al mueble del pasillo.

Revolvió entre el cajón en donde sabía que le había guardado mientras su atacante se abalanzaba sobre ella gritando, pletórico y cabreado al mismo tiempo.

Sin embargo, ella se giro a unos pocos centímetros de él y le disparó una bala que impactó directamente contra su frente. El tipo cayó de espaldas al suelo y los músculos de ella se destensaron. Le temblaron las piernas y gimió de dolor cuando se desplomó en el suelo.

Echó la cabeza hacia atrás, apoyándose contra la pared del pasillo, y se echó a llorar. No sabía porqué lloraba, si de sufrimiento, de dolor o de ansiedad.

Pero no lo eran las lágrimas lo que más sentía, sino el hormigueo de su pierna desgarrada llorando sangre.

Quizás fue su subconsciente, bastante más activo ahora, el que le recordó el hecho de que había dejado la puerta abierta.

Sin embargo, no era algo que a aquellas alturas le supusiese alguna desventaja a tener en cuenta.

Escuchó ruidos sordos fuera mientras cerraba los ojos y la cabeza se le deslizaba hacia un lado en busca de algún soporte; Quizás eran los gritos de sus atacantes, intentando entrar todos a la vez.

Oyó exclamaciones, aullidos… Sintió pasos y el cuerpo le tembló: Su mismo organismo se debatía entre la supervivencia y resignación.

No supo calcular en cuanto tiempo sucedió todo aquello pero de pronto notó unos brazos alrededor suyo. Intentó alzar los suyos propios, en un último esfuerzo por vivir. Le rodaron las lágrimas de impotencia por las mejillas.

Abrió los ojos y trató de enfocar a quien iba a ser su asesino.

El ser en cuestión, sin embargo, no parecía contar con movimientos torpes. La tenía entre sus brazos, como si fuese una niña pequeña. La hablaba, pero ella no lograba entender muy bien lo que decía.

Sin embargo, sí reconocía sus ojos. Eran los suyos y los reconocería en cualquier lugar del mundo:

-R…i…-Murmuró las dos primeras letras de su nombre sin ser capaz de decir más.

Escuchó entonces que una voz preguntaba:

-¿Está muerta?- Y ella misma respondió, aún sin poder abrir la boca, para su fuero interno:

Por supuesto que estaba muerta; Por lo menos, muerta para el mundo.