Titulo: Honne (Verdaderos sentimientos)

Fanficker: Rooss/Ryosse.

Disclaimer: El mundo de Haikyuu!, así como sus personajes, le pertenecen a Haruichi Furudate. La historia es lo único que me pertenece.

Advertencia: Sin beta | Kageyama-centric & KageHina

Notas: Si. Debería estar trayendo la actualización de Innumerable Kisses o estar escribiendo Lotus. O lo que sea. Pero pues yolo. Tras leer el reciente manga de Haikyuu y ver que Kageyama necesita, con urgencia, una intervención familiar (porque es el más polluelo y necesita que le jalen las orejas) es que me puse a escribir ésto. Algo cortito sobre los pensamientos y fantasma que aun tiene el pequeño cuervo.

No justifico sus acciones pero tampoco lo apremio. Es decir, es el más pequeño de todos y es evidente que una persona no cambia sus hábitos de la noche a la mañana. Así que me choca un poco que lo critiquen solo porque sí. Pero en fin, sin más pavada les dejo leer (?)

Recomendación musical: Honne [Ost de Haikyuu!] *Link en mi perfil*

Historia registrada bajo el código: 1609259272641


.

.

Honne

.

1 | Y todo llegó a su fin.

.

—Kageyama ¿Tienes miedo?

Ahí estaba de nuevo.

Esa maldita habilidad sensorial de poder escuchar palabras no dichas –pero si pensadas- de Hinata.

Tan similar a la vez en la que sincronizaron sus pensamientos y movimientos al intentar, por primera vez, ese nuevo ataque rápido durante el campamento en Tokio. Si no fuera posible ser más raros, ambos lo estaban logrando.

Intenso.

Raro.

Súper raro.

Molesto.

No había más calificativos que pudiesen definir la manera en que Hinata le veía y le hacía, hasta cierto punto, estremecer.

En ese momento, en el que se encontraban en tiempo fuera durante el partido de práctica contra Date, Hinata era como un cuchillo sumergiéndose entre suave y blanda mantequilla. Kageyama era la mantequilla y sentía casi fría su nuca al estar recibiendo miradas inquietantes por parte del bloqueador central.

Algo peor que un parlanchín e histérico era un silencioso Hinata.

Un mudo y analítico idiota.

Como un depredador mira a una presa antes de devorársela. Así estaba él, prendado y pendiente de lo que Kageyama hacía en ese pequeño descanso mientras el resto del equipo parecía murmurar cosas. Cosas no agradables. Cosas inquietantes. Tobio había aprendido, en el tiempo que llevaba en Karasuno, a distinguir las miradas que sus senpai solían dedicarle cada vez que se preocupaban por él. O cada vez que renegaban de alguna actitud suya. Y no era para menos tras lo acontecido hace unos momentos.

Había sido algo así como vómito verbal.

Algo que no controlas y que solo brota asquerosamente. Tobio así lo sintió, despreciando un poco luego de darse cuenta del poco tacto en sus palabras. Evidentemente la euforia de volver a tocar un balón y estar jugando de nuevo contra Date, había influenciado un poco. El ambiente de competitividad siempre le hacía decir o hacer movimientos tontos sin pensar. O no tan tontos.

Se aliviaba de qué alguien como Nishinoya-san fuese de todo menos rencoroso. Estaba en su naturaleza ser un poco despistado a las señales que los demás le daban, o que flotaban en el aire. En ese aire tenso que se formó tras haberle gritado con ligera ofensa. Del mismo modo que estaba en la naturaleza de Kageyama el decir abiertamente lo que sentía pero quizá se había sobrepasado. Quizá.

Aparentemente si lo había hecho a juzgar por la manera en que el entrenador le mirada junto al resto de Karasuno.

Se mordió el labio pretendiendo no sentirse mal. No eran miradas ofensivas ni mucho menos malintencionadas pero al fin y al cabo no eran miradas que decretaran reconocimiento.

¿Estaba mal sentirse culpable? A la vista de todos parecía que había cometido una falta. ¿Debió haber sido más cuidadoso al decirlo? ¿Debió mantenerse callado y dejar que fallaran? Kageyama estaba ahí para probar su valor y también el del resto pero parecía que, solo por un momento, había vuelto a someter en dictadura a sus compañeros.

Y le asustaba.

Más que cualquier saque recibido.

Más que cualquier falta ocasionada.

Más que cualquier bloqueo visiblemente imposible de atravesar.

Más que el hecho de no estar en la cancha.

El hecho de sentirse abandonado, de volver a sentir un rechazo similar al de Kitagawa Daiichi, le aterra.

¿Qué hay de malo con querer mejorar? ¿Qué hay de malo en la exigencia? ¿Era su personalidad la que siempre le iba a traer problemas? ¿Y por qué le preocupada, de repente, la reacción de los demás?

—Kageyama.

Tobio voltea, dejando de residir en el interior de sus cavilaciones por un momento. Se ha olvidado que es justamente por la mirada que ha recibido de Hinata, quien no se encuentra particularmente chillando como otros días, que ha deducido que el equivocado es él. Pero no es capaz de demostrarlo frente a él, de hecho, frente a nadie tampoco. Ser reprendido por el escandaloso de Hinata era el nivel más bajo al que podía caer.

—¿Qué quieres? —le pregunta con tono seco. Se muerde los labios de nuevo percatándose de que es por esa actitud tan arisca que tiene la razón por la que ahora esté en una batalla interna de conductas. Sacude la cabeza. Lo que menos quiere es sumar más puntos negativos en su contra—. ¿Tú también vas a decirme que estuve mal? —Sin embargo Shouyou no dice nada. Solo está ahí, ocupando un lugar en el espacio. Mirándolo con detenimiento y en silencio. Algo inusual en él—. Te estoy habland-…

—Te observo.

Tobio engrandece los ojos pero rápidamente se recompone.

—¿Ah?

—Es algo nuevo que aprendí estos días en el campamento en Shiratorizawa. Observar. ¿Lo has intentado?

Cualquiera que no conociera a esos dos pensaría que estarían a punto de recriminarse sus errores en una batalla de gritos y, quizá, hasta de golpes. Ambos no eran precisamente diplomáticos.

—¿De qué estás hablando? —cuestiona, confundido pero nuevamente Hinata no le responde.

En su lugar lo escruta con la mirada. Y Kageyama se siente inconscientemente transparente frente a ese par de ojos ridículamente brillantes. El bloqueador central siempre solía tener un repertorio amplio de miradas de todo tipo pero indiscutiblemente las que más desorientaban a la mayoría eran esas en las que ponía toda su seriedad y orgullo.

Las que solían intimidar tanto que parecían cortar el aire.

La primera vez que Kageyama recibió una mirada de ese tipo fue durante el primer partido que tuvieron en secundaria. Hinata, sin ninguna habilidad ni seguridad en la que valerse, le había dedicado una mirada de ese tipo. De enfrentamiento. Sin temor.

Sin embargo la de ahora, a pesar que se asimilaba un poco, parecía más sosegada. Juiciosa. Metódica. Como si por primera vez estuviera viéndolo.

—Te observo, Kageyama.

—L-lo… —carraspea, recuperando la firmeza—. Lo veo pero ¿a qué quieres llegar?

—Observar me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. Como que tú eres realmente malo con las relaciones —Tobio frunce el ceño, como es costumbre cuando se enoja por alguna idiotez soltada por de cabello naranja.

—Dime algo que no sepa, idiota.

—Eres increíble.

—¿Eh? —suelta, sin abstenerse a mostrarse sorprendido.

El resto de Karasuno mira atento, en silencio.

—Me pediste que dijera algo que no supieras —concluye Hinata sin apartar la mirada de él. Kageyama no entiende. No entiende a que viene toda esa plática extraña. A que ha venido, precisamente él, a decirle algo de lo que el propio Tobio no puede estar seguro. Porque el setter podrá ser todo pero menos altanero.

—¿Y-y que con eso?

—Quizá no lo sabes, Kageyama, pero también eres amable en el fondo.

Y es ahí donde se da cuenta de su error.

De estar mirando todo este tiempo de manera particular su horrible actuar y su forzado desempeño, ahora se ha dado cuenta de que Hinata se ha ocupado de recordarle que debe hacerlo de manera general.

Sus propios miedos. Sus propios errores. Kageyama no hace más que culparse siempre de las primeras impresiones que recibe de alguien. Cerrándose siempre a lo que las demás personas quieren decirle solo porque él se imagina el peor de los desenlaces. Siempre culpándose de sus propias palabras, de sus acciones, reteniendo lo que en verdad es. Lo que en verdad siente.

No es que haya algo malo en él ni mucho menos en el resto.

Es que nunca dice nada. Siempre habla consigo mismo como si fuera el mayor conocer de todas las respuestas que hay en el mundo cuando el mundo también quiere escucharlo. No es enojo lo que hay en los ojos de Sawamura-san y Sugawara-san en estos momentos. No es indignación lo que hay en los de Azumane-san. No es fastidio, aunque le cueste creer muy a su pesar, en lo que se refleja en los ojos de Tsukishima. Tampoco es incomodidad en los de Yamaguchi o Tanaka-san. Ni siquiera ofensa en los de Nishinoya-san.

Es preocupación.

Todos están preocupados por él.

Todos quieren que él esté bien.

Todos quieren verlo en su mejor forma sin recaer en sus antiguas costumbres.

—¿Te lo dije, no? Esos equipos no son el Karasuno —vocifera el de cabello naranja llevándose la mano cerrada al pecho con orgullo—. ¡Somos nosotros!

Kageyama observa al resto del equipo abiertamente, sin miedo, y puede ver el semblante relajado que ahora todos tienen –a excepción de Tsukishima, claro está- tras escuchar parte de la conversación.

Muerde sus labios una tercera vez pero el sentimiento por el que lo hace es diferente. No es por opresión ni por sentirse culpable. Es una sensación de alivio. Alivio recibido de la persona más improbable y revoltosa de ese club a quien no está lejos de considerar algo más que un amigo, aunque no sea capaz de confesarle eso.

Que Hinata reconozca cosas que él no reconoce de sí mismo le inflan el pecho.

Como decir que es increíble y amable. Viniendo de Hinata cualquier mentira se volvía en verdad. Cualquier cosa oscura se volvía brillante. Cualquier fallo se volvía una experiencia. Cualquier defecto él lo veía como una bendición.

—Eres escalofriante cuando dices cosas inteligentes —le contesta a sabiendas que el más bajito le responderá. Sin embargo solo recibe un golpecito en el hombro. El silencio no es su mejor aliado, lo sabe muy bien, pero con Hinata se siente extrañamente confiado para hablar tan si quiera un rato sobre lo que le ha estado martirizando la mente—. Yo… —carraspea, avergonzado—. Yo…no sé cómo actuar.

O cómo pedir disculpas.

O cómo ser amable.

O cómo dejar de ser tan inseguro.

En esa semana se esmeró en traer negativos recuerdos a su mente que ahora se había quedado con la sensación de sentirse obligado a recuperar aquél ritmo pero no estaba preparado para enfrentarse a su peor enemigo.

Él mismo.

—¿Tienes miedo?

Ahí está de nuevo.

La pregunta por la que todo comenzó pero esta vez Hinata si ha movido los labios.

Está ahí para escucharle sin recriminarle nada.

—Supongo.

—¿De ti mismo, Kageyama-kun? —el susodicho asiente—. Entonces estarás bien.

Para cuando el setter levanta la mirada, inconforme con la respuesta pues piensa que es otra de sus jugarretas para hacerlo enfurecer, el silbato suena nuevamente anunciando que el tiempo fuera ha terminado. Pronto las suelas de los calzados chillan sobre la superficie reluciente del gimnasio. Las vociferaciones energéticas vuelven. Todos se alinean esperando por ellos dos. Y Kageyama tiene, por primera vez, miedo de regresar a la cancha.

¿En verdad sirvió de algo esa plática que aparentemente no les llevó a ningún lado?

Cuando Hinata pasa de él dando un par de pasos al frente, se detiene.

—Oye, Kageyama —Tobio lo mira—. ¿Es tan malo no saber algo? ¿No saber que decir? ¿O no saber qué hacer? —Silencio. Hinata solo sonríe, acomodándose las zapatillas de volley antes de continuar—. ¿Quién nace sabiendo? Imbécil.

El estómago de Tobio se retuerce entre la rabieta y el conocimiento de saber que tiene razón. Hinata tiene razón por primera vez en algo, y él se siente estúpido por haber tenido esa charla emotiva con él pero entonces piensa que, de haber sido otra persona, no habría surtido el mismo efecto.

Cuando Hinata le sonríe, quizá en burla o quizá en compañerismo, todo lo que antes se encontraba esparcido en su mente, recae en su sitio, encajando a la perfección. Todo parece brillar, y extrañamente no lo odia. No odia ni niega la razón que él tiene ni su propio temor a sí mismo. Ni reniega la manera en la que es.

—Tsk, cállate —emite, sonrojado. Sujetando su cabeza con fuerza una vez que le alcanza y ambos se integran de nuevo al partido.

—Oye, Kageyama —Tobio chasquea la lengua con fingida irritación por seguir escuchándolo—. No te eternices en el poder —Kageyama se sonroja, esta vez de la vergüenza. ¿Es que en una semana las personas pueden cambiar tanto?

—Solo oigamos al enano. Utilizando palabras sofisticadas que no se encuentran dentro de su vocabulario. Deberías aplaudir ese romántico gesto, Rey —añade Tsukishima desde atrás, burlándose.

Mientras el resto se une a las risas, mismas que avergüenza a Hinata por haberse sentido ridículamente emocional, Kageyama lo observa en silencio.

No acostumbrado a sonreír, lo hace en silencio agradeciendo la atmósfera que su reciente conversación con el más pequeño ha generado. Porque lo que había estado callando y temiendo había podido expresarlo en palabras cortas gracias a que Hinata había intercedido a eliminar esa fachada de austeridad. Cuando esos pensamientos e intenciones no coincidían totalmente con lo que Tobio pensaba de sí mismo, Hinata lo terminó expresando por él. Aquellos verdaderos sentimientos de formar directa.

Entre lo real y lo aparente.

Entre lo que uno siente y lo que uno muestra para fingir apariencias.

Ahora sabe que no tiene que fingir delante del otro, ni de nadie.

Que debe aprender a controlarse, eso es seguro, pero cuando vuelva a sentirse perdido puede contar con él, asegurándose que podrá volver a sentir la misma tranquilidad y la vulnerabilidad que viene cuando piense en ambos como un par de niños.

.

.

.


A favor de la campaña "Con voz y voto". Porque agregar a favoritos y no dejar un comentario es como manosearme la teta y salir corriendo.

l

v

No me manoseen ;-;


-Información que importa (?)-

1) Honne: refiere los verdaderos sentimientos y deseos de una persona. Éstos pueden ser diferentes de lo esperado o requerido socialmente, de acuerdo a las circunstancias o la posición de la persona y frecuentemente se mantienen ocultos o se revelan sólo a círculo más cercano de amigos.

2)Tatemae: literalmente "fachada," es la conducta y las opiniones que uno demuestra en público. Tatemae es lo que es esperado y necesario, de acuerdo a las circunstancias o la posición de la persona. El tatemae puede o no coincidir con el honne de una persona.

Notas:

En conclusión, todos tenemos tanto algo de Honne como Tatemae dentro(?) . Quise hacer alusión en el escrito precisamente al primero solamente. Los sentimientos que Kageyama no muestra pues su Tatemae es lo que siempre resalta. Es como la primera terrible impresión.

En este caso Kageyama solo ve sus problemas de manera particular sin darse cuenta de sus puntos positivos. Es cuando Hinata, quien siento yo es quien ahora "va un paso a delante" que Tobio, con toda la sinceridad y franqueza que él posee le dice cosas "que el propio Tobio" no reconoce que tiene. Como que es increíble y amable. A su modo, claro está.

Básicamente le hace pensar que no hay nada de malo en él. Que son hábitos que no se van a cambiar de la noche a la mañana y más que haber afectado la atmósfera del equipo, les ha preocupado. Mas que cualquier cosa o más que haberse imaginado el peor de los escenarios. Y, en cierto punto, nos pasa a todos xD Imaginamos siempre la peor reacción posible lo que nos hace sentir de la vil mierda, cuando en realidad no es así.

En fin, no sé si me di a entender.

Tampoco está tan bien estructurado como hubiese querido. Solo lo escribí porque necesitaba sacar mis apreciaciones respecto a un personaje tan cerrado como lo es él.

Y pues ya, es todo.

Me largo(?) :'v Es el tercer escrito que escribo para Haikyuu. Que bello *guiño guiño, llanto llanto*

Espero al menos, les haya parecido un poco entretenido jajaja

Bye!

Rooss-out!