Debo admitir que tuve MUCHOS problemas con este fic, al ser una adaptación "moderna" de esa aventura genial de Sherlock Holmes de nuestro querido Sir Arthur, sí, me lo saqué de la manga, bueno, del cerebro, y vaya que me quebré la cabeza xD, Moffat no había hecho el trabajo por mí, así que tuve que pensarle, no es que sea el graaan misterio para Sherlock, pero hay una implicación emocional muy importante por parte de Watson y Holmes, quería atrapar eso.

Pero bueno, a ustedes les importa un pito y dos chiles verdes todo ese rollo!, sólo aclarar unas cosillas: está narrado en primera persona, pues quise apegarme a los relatos de Sir Arthur donde la voz narrativa la tomaba John Watson, me di cuenta que caí un poco en descripciones algo detalladas, sorry si les parece tedioso, decidí dividir el relato en partes porque me pareció más cómodo, y la parte más importantísima, es un regalo de cumpleaños!, Para Jawn, compañerito slashero del foro I'm Sherlocked, espero que sea de tu agrado, un abrazo y un besito, capullito de alhelí :3


Había amanecido muy tranquilo y silencioso, Sherlock llevaba días encerrado en su habitación, apenas saliendo al baño y para comer un bocado de vez en vez, yo, acostumbrado a sus extraños episodios, lo dejé estar y seguí con mis asuntos y trabajo en la clínica.

Sherlock había resuelto hacía apenas unas semanas un caso importantísimo, tanto, que le ofrecieron una orden de caballería por sus servicios (Mycroft estuvo aquí, obviamente), cosa que mi amigo rechazó tajante, haciéndole una escena a su querido hermano, conmigo de por medio sobra decir, pero no hablaré de ese asunto en esta ocasión, Sherlock me ahorcaría y bueno, me gusta respirar tanto como a ustedes.

Desde entonces Sherlock había estado más callado de lo usual, adoptando la actitud que ya he mencionado, intenté entablar conversación con él, obteniendo monosílabos y gruñidos a manera de respuesta, por tanto, haciendo acopio de toda mi paciencia (que les consta es mucha) lo dejé en paz.

Estaba desayunando en silencio y soledad cuando Sherlock irrumpió en la habitación, en pijama y con la bata azul que más le gustaba, llevaba MI laptop bajo el brazo y una sonrisita socarrona que sólo florecía en su cara cuando tenía un caso interesante, el fin de la calma, pensé medio amargo.

- ¿Cuántas veces tengo que decirte que no toques mi computadora?-

Sherlock rodó los ojos con fastidio y me tendió la laptop.

- ¿Has escuchado alguna vez el apellido Garrideb?- me preguntó, dibujando otra vez esa sonrisa.

- Ni idea- admití - ¿eso qué tiene que ver con que otra vez hayas tomado mi laptop sin permiso?-

- Como siempre concentrándote en lo irrelevante, John- dijo Sherlock, dejándose caer en una de las sillas – búscalo en google, Garrideb-

Aparté mis tostadas a medio comer y encendí la computadora, había aprendido que discutir con Sherlock Holmes era un desgaste terrible, cuál fue mi sorpresa cuando la búsqueda arrojó un interesante resultado.

- Es un blog- anuncié, emocionado por mi descubrimiento – Garrideb, Natalia- comencé a leer los títulos de las entradas, sin poder evitar una sonrisa – bueno, yo pensé que no encontraría blog más tedioso que el tuyo, Natalia te hace la competencia, escucha esto: Libros, la evolución del papel de imprenta y las tintas, La metalurgia en las antiguas civilizaciones, Rituales funerarios en los pueblos incas y las conservación de los huesos, Los mexicas y el matrimonio, Una civilización sin la rueda; no me imagino una plática de café entre la señorita Garrideb y tú, podrían dormir de aburrimiento a pueblos enteros-

- Me temo que no has descubierto nada interesante- continuó Sherlock, restándole importancia, aunque visiblemente molesto por mis comentarios – Natalia Garrideb me envió un mail ayer con los detalles de nuestro siguiente caso, pero…-

- Chicos, hay alguien que quiere verlos, bueno, a Sherlock- la señora Hudson entró con sus pasos cortos, sonrió al ver a Sherlock en pijamas – bueno, pero tienes que ponerte guapo, es una muchacha muy linda, me pidió que te diera esto, le dije que no era necesario pero insistió, deberías ponerte la camisa morada, es la que te queda mejor- le entregó a Sherlock una tarjeta de presentación que él no se molestó en leer, enseguida me la pasó a mí - ¿le digo que espere o la recibirás así?-

- Hágala pasar- dijo Sherlock, suspirando.

- Garrideb, Jane…- leí – Aquí hay otra Garrideb, ¿de qué se trata todo esto, Sherlock?, odio cuando me ocultas las cosas-

- No te preocupes, John la mujer que acaba de llegar te pondrá al tanto del asunto-

Jane Garrideb estuvo en nuestra sala poco tiempo después, rehusó sentarse a pesar de que le ofrecí una silla un par de veces, y vaya que se lo agradecí, aquella mujer era simplemente sensual, entonces yo ignoraba el peligro que se escondía detrás de esa sonrisa de dientes perfectos, vestía un traje sastre color beige, con la falda ajustada y arriba de la rodilla, el saco no lo traía puesto, dejando al descubierto su blusa negra transparente que me permitía ver su brassiere del mismo color, debía medir al menos un metro setenta, pues con sus tacones del doce estaba casi del mismo tamaño que Sherlock, lo más impresionante de aquella armoniosa anatomía eran sus ojos, de color gris y muy vivos, llenos de brillo y de vitalidad, se detuvieron en mí un par de veces, denotando desconfianza.

- Señor Holmes- saludó Jane, sonriendo, noté su acento americano enseguida.

- Por favor, señorita Garrideb- correspondió Sherlock, al final había decidido vestirse y con la camisa morada, me hizo sonreír el detalle – siéntese-

- Vaya, señor Holmes, las fotos con ese sombrero no le hacen justicia- prosiguió la americana, con voz risueña – está usted maravilloso en persona-

- Gracias, señorita-

- Dígame Jane, dejé eso de señorita hace tiempo-

Sherlock ni se inmutó, me ahogué una carcajada, le estaban coqueteando y él, como siempre, no se daba cuenta, o tal vez se daba cuenta pero, como siempre, no le interesaba.

- Sé que le ha llegado un e-mail de mi homónima, Natie- continuó Jane.

- Sí, y tú debes ser la Jane Garrideb de la que me habló en el mail, obviamente eres americana, pero llevas buen tiempo viviendo en Londres-

- Me dijeron que era un excelente observador, pero no pensé que tanto- dijo la mujer, arqueando una de sus perfectas cejas pelirrojas - ¿cómo lo sabe?-

- Sus zapatos- dijo Sherlock, provocando que la mujer se mirara los tacones rojos – ese forro rojo sólo se consigue aquí, además de su brassiere-

La boca de Jane se torció en un gesto de disgusto – Bueno, pero no estoy aquí para que hablemos del corte de mis pantaletas, he venido por asuntos de negocios y el tiempo es dinero, señor Holmes, ¿qué pasa con el correo que le envió Natalia?-

- No tenemos ninguna prisa- dijo Sherlock, sonriendo - ¿por qué Natalia Garrideb no vino con usted?-

- No entiendo a que viene la pregunta- Jane había perdido todo rastro de amabilidad y coquetería – este asunto bien pudimos resolverlo Natie y yo, la vi esta mañana antes del desayuno y me contó que había hablado con usted, por eso he venido a verlo-

- Jane, considerando que a las dos les interesa finalizar esto lo más pronto posible era natural que Natalia me consultara, tengo maneras rápidas de ubicar personas, eso fue todo-

El semblante molesto de Jane Garrideb se suavizó enseguida.

- Si es así…- cedió la mujer – comprenderá que es un asunto delicado, sin embargo si usted es el detective que podrá ayudarnos a localizar a la mujer, no me opondré a que participe-

- Ya que hemos aclarado ese detalle- continuó Sherlock, mirándome – quisiera que me contara su versión de la historia, el doctor Watson no está enterado de nada aún-

Jane me dedicó otra mirada de desconfianza, en un gesto casi despectivo.

- Señor Holmes, ¿lo considera realmente necesario?, no es por ofender, pero el doctor…-

- Watson- intervine.

- Claro, Watson- siguió Jane – el doctor Watson no tiene pinta de detective para nada, es decir, comparado con usted-

Ok, que coqueteara con Sherlock me daba igual, pero que me usara de su tontito para eso me molestaba, hice ademán de irme cuando escuché la voz de Sherlock.

- No trabajo sin mi blogger, Jane, si quieres mi ayuda tendrás que contarnos la historia a ambos-

- Si usted confía en él- accedió la mujer, aunque no muy convencida – trataré de ser breve, si usted conociera Beverly Hills no tendría que explicarle quién fue Alexandra Paris Garrideb, se hizo de una fortuna considerable en el negocio de bienes raíces, pero casi todo lo invirtió comprando propiedades y locales comerciales, se retiró pronto y vivió holgadamente de sus rentas, era una mujer solitaria, tuvo seis esposos de los cuales se divorció, no tuvo ningún hijo ni se le conocía familia.

"Yo trabajaba en una clínica de cirugía plástica, fue ahí donde nos conocimos, la señora Garrideb hizo una cita para un lifting facial, se partió de la risa cuando me presenté como su enfermera, estaba encantada de encontrar a otra persona con un apellido tan raro, me dijo "¡Busca a otras dos Garridebs!", le respondí que no tenía tiempo para eso, a lo que la anciana me correspondió con una risa, diciéndome que tarde o temprano estaría buscando Garridebs hasta por debajo de las piedras.

Murió un año después, y en su testamento ordenó dividir sus propiedades y fortuna en tres partes, especificando que debía entregarse su herencia a tres Garridebs, tres mujeres, quince millones para cada una más las propiedades que tocan, no podía reclamar nada sin las otras dos Garridebs.

Dejé mi trabajo en la clínica y me dediqué a buscar por todo Estados Unidos, no había ninguna, entonces quise probar suerte aquí, hace apenas dos días busqué en el directorio telefónico y apareció el nombre de mi querida Natalia Garrideb, una muchacha solitaria, con dos hermanos varones pero ninguna mujer Garrideb, así que, Señor Holmes, si nos ayuda usted a localizar a la tercera Garrideb, sabremos recompensar muy bien sus servicios."

Jane acarició las hebras rojas y lacias de su cabello de manera coqueta, supe enseguida que esa recompensa no sería sólo monetaria, Sherlock juntó ambas manos debajo de su barbilla, lo conocía bastante bien para saber lo que aquello significaba.

- ¿Qué te parece a ti, John?, vaya un enredo, ¿no has intentado con un anuncio en el periódico o algo así?-

- Sí, fue lo primero que hice, no obtuve respuesta-

- Pues no conozco Beverly Hills, pero tenía un buen amigo ahí, ya falleció, cirujano de hecho, el doctor Lysander Starr, ¿te suena, Jane?-

- Oh, sí, trabajé con él, un hombre muy dulce, una lástima, en verdad- Jane se puso de pie – supongo que se mantendrá en contacto si hay alguna novedad, tiene mi tarjeta, un día deberíamos salir a tomar un café y platicar sobre su recompensa, hasta luego, señor Holmes, doctor Watson-

Jane Garrideb se llevó toda su belleza, dejándonos a Sherlock y a mí sumidos en un silencio, me dediqué a observar a mi amigo, seguía con esa sonrisa traviesa dibujada en los labios, me senté frente a él y esperé un momento antes de animarme a hablar.

- Bien, ya suéltalo- le animé.

- ¿Qué?-

- Ya dilo, lo que estás pensando, lo que pudiste deducir sobre Jane, dilo-

- Pues si tú hubieras visto algo más que sus tetas, seguro no estarías preguntando-

- Perdóname por tener sangre en las venas- bufé, rodando los ojos – si no me quieres decir no me digas-

- Esta mujer se esforzó por verse bien, quería distraerme de lo realmente importante, su traje es de buen corte, pero bastante gastado, lo que me indica que lleva mucho más tiempo en Londres de lo que admite, no puso ningún anuncio en los diarios, John, yo los leo todos los días, no se me escaparía un anuncio tan peculiar, tampoco existió ningún doctor Lysander Starr, la hemos atrapado en muchas mentiras, lo que es cierto es que es americana y está buscando algo muy, muy grande, aunque no sé que tenga que ver el apellido Garrideb todavía-

Sherlock se levantó del asiento de un salto, fue al perchero y se puso la gabardina, se acomodaba la bufanda cuando le pregunté:

- ¿A dónde vamos?-

- A visitar a Natalia Garrideb-


Espero no haberla cagado en exceso, gracias por leer hasta el final.