Aviso: La siguiente historia contiene contenido homosexual, a cualquiera que no le guste puede retirarse, nadie lo obliga a leer esto, las palabras en negrita y los personajes conocidos son del gran Rick Riordan .


El inicio de todo

Había una vez, una diosa que estaba aburrida. Y eso es malo, muy malo. Cuando un dios está aburrido, puede ocurrir de todo. Desde la caída de un imperio hasta alguna circunstancia bochornosa para los pobres mortales. Asique pobres de las víctimas que tenía en mente, Afrodita, la diosa del amor, y la loca de los shipps.

Esta diosa estaba decidida a cumplir su capricho, así que hablo con los demás dioses para así hacerlo, estos aceptaron, cada uno por un motivo personal y, cómo lo pensado por afrodita rompía las leyes del tiempo y del espacio, llamaron a las parcas.

Las tres mujeres parecían estar en ese día de un peculiar buen humor, porque cedieron a los incesantes ojitos de perrito inmortal de la diosa, y no la dejaron seguir con el pequeño monólogo. Las tres ancianas del destino comenzaron a hacer su parte del trabajo, mientras Afrodita corría a decirles a los demás sobre lo sucedido. Ahora le tocaba a Apolo conseguir los libros necesarios.

Apolo fue rápido, consiguió los 10 libros que necesitaban justo a tiempo para que las 3 ancianas terminen.

Mientras tanto en el futuro campamento mestizo…

Había muchos chicos corriendo o caminando como personas civilizadas. Había chicos en el comedor, en la zona de las casas, en el área de entrenamiento, en el lago, hasta subiéndose a los árboles como si fuesen monos.

- Tu mamá va a matarte, Skai, y estoy muy, seguro de que ahí arriba va a encontrarte - se burló un muchacho cuyo cabello rubio caía sobre sus ojos prácticamente, cortando pero no evitando que los ojos verde agua brillaran, divertidos, en dirección de la chica de cabellos castaños y piel bronceada.

- No lo creo, estaba haciendo no se que con el tío Connor - Sonrió La chica cuyos ojos relampaguearon con un brillo travieso

El rubio rodó los ojos, esperando bien, bien, adentro, que la menuda castaña no cayese desde ese delgado y larguirucho árbol.

No muy lejos de ahí...

Los chicas de entre 15 y 16 años luchaban espada contra espada, La rubia tenía el pelo recogido en una coleta y luchaba con algo de más de fuerza de la necesaria.

La pelinegra exhaló furiosamente, respondiendo a los ataques de la rubia, solo dando unos pasos atrás para no perder el equilibrio. Resulta que, la primera estaba usando esa batalla para descargarse. Y ella lo entendía.

Pero mientras esto pasaba, había otra rubia espiando no muy lejos de ahí.

La menor de las rubias evitó un ataque de la pelinegra y grito, aun llena de ira y se dio vuelta, tirando esa espada a la otra punta de la arena, justo en medio de donde sus otras 3 amigas hablaban.

- Basta, necesito ir por mí arco - dijo entre respiración y respiración.

La pelinegra no tardó en dejar caer su arma también. Nada parecía calmar a la furia en que se había convertido la rubia. Una mirada entre todas sus amigas bastó para saber que era mejor ser todas observadoras del arranque de ira...

-Ten cuidado-pidió la pelinegra, tumbándose en el suelo, entre respiraciones.

-¡Hola, Charlie!- chilló alegre e indiscretamente una pequeña pelinegra de 12 desde detrás de la rubia mayor. La habían cachado.

- Shhh, cállate Zöe! – dijo la rubia de ojos de color cambiante, su hermana estaba por dar a descubrir su ubicación, y ella necesitaba hablar con la pelinegra que estaba luchando.

- No prometo nada - dijo La menor de las rubias mientras iba por su bolso y tomaba su arco.

La pequeña rió, con la mala intención de arruinarle el intento de espionaje a su hermana mayor. Se le acercó más y se paró del modo que también observase lo que pasaba no muy lejos- ¿qué sucede allá? ¿Y por qué estás aquí?

La de ojos color avellana se puso de pie- ya no me parece buena idea dejarla sola.

- Solo déjame ¿sí?, Ve a jugar con los demás en la cabaña 6

La rubia mayor bufa mientras se ponía de pie, ya no podría seguir donde estaba, tendría que buscar otro lugar

Pero la pelinegra se quedó a su lado, picando en la paciencia de la chica de ojos verdes grisáceos. Así que la siguió.

En la zona del lago, un chico de piel morena estaba observando algo que no estaba ahí, pensando en ello y olvidándose de todo lo que le rodeaba, y de su mejor amigo, también.

El rubio a su lado, tampoco se veía muy concentrado en la realidad.

Daniela se levantó y se dirigió a donde más Le gustaba practicar con el arco, frente al lago, usualmente le pedía ayuda a las Náyades para esto y estás la ayudaban, aunque hoy no les pediría ayuda, necesitaba descargarse, sus padres lo habían hecho de nuevo y estaba harta.

-Zöe, por favor, vete - dijo empezando a caminar

Para el muchacho rubio, fue como si los dioses le hubiesen jugado una mala pasada. Puede que su abuela estuviese jugándole una broma pesada luego de leerle los pensamientos. Porque Daniela era la chica en la que últimamente estaba pensando más de la cuenta.

Puede que también por obra de los dioses, la pelinegra de ojos azules vio no muy lejos de ella a Charlie.

- No debí ir a comer-se quejó en un susurro entre dientes. Y como excelente muchacha valiente, giró sobre sus talones y se volvió sobre sus pasos, huyendo, en verdad.

Mientras, Zöe no se daría por vencida-pero dime primero ¿por qué estabas tan pendiente de ellas? Por fis-se paró frente a ella y comenzó a hacerle una muy convincente carita de perrito suplicante. Casi tan buena como la de la diosa del amor.

La rubia vio ese cabello negro que tan bien conocía y corrió tras ella, ambas necesitaban hablar.

Daniela llegó al lago y vio esas cabelleras que conocía muy bien, después de todo, eran los mejores amigos de su hermana mayor.

Algo, el instinto de... ¿Nieta del señor del inframundo? ¿De semidiosa? ¡Ay! Eso, da igual, el caso es que la muchacha pelinegra sintió que iba a ser atacada. Y no físicamente. Y desaparecer en una sombra era una especie de... Defensa personal, justo antes de que la rubia llegase a acorralarla como siempre hacía. Estaba claro que no quería hablar con ella.

Todo lo contrario a ella, Gales sí quería hablar con Daniela. Así que se acercó, esperando no provocar otra tormenta al estar junto a ella. O el señor D ya no volvería a amenazarlos con transformarlos en uvas.

- ¡Por Poseidón y Atenea Victoria! No puedes seguir haciendo eso - bufo la rubia

La pelinegra llevaba escapando de ella una semana y no sabía por qué.

En cambio era Daniela quien escapaba del de ojos caleidoscopio, pero como buena nieta de Atenea que era, hizo lo más inteligente, no escapo, no serviría de nada, y otra tormenta estaba descartado, no quería ser uva, simplemente coloco una flecha en el arco y apunto al rubio, así él no se acercaría.

¿Era una cobarde? Puede que sí ¿estaba cansada? Mucho. Casi no lo practicaba, cosa que estaba mal, ella lo sabía. Pero por lo menos su mano volvió a ser sólida casi enseguida. Se recostó contra un árbol cerró los ojos.

-¿Huyendo de nuevo?-, al parecer hoy era el día de descubrir los escondites de las personas.

-No es por nada, Iss, pero vete-.

El que sí se pasaba de gallardo, era Gales. Daniela era un az con el arco y él era su blanco, uno que se estaba acercando más a ella, sin importarle una flecha que le apuntaba directo al pecho. - Dany, tenemos que hablar. O al menos, escúchame-.

- ¿De nuevo de Charlie? - río sentándose junto a ella

Cada 3 días la pelinegra escapaba de la rubia, para Isabella eso no era una novedad, así que le tendió una botella de agua que siempre andaba trayendo

Daniela tenso la cuerda del arco, dispuesta a disparar o, Para no volverse asesina, a correr hacia el lago - no quiero hablar ni escuchar, y para ti soy Jackson

Tomó la botella con la mano temblorosa. Un simple tic nervioso, eso esperaba que Isabella pensase.

¿Para qué mentirle a la castaña que ya sabía lo que pasaba?

-Ella es muy persistente, no puedo hacer más-susurra, llevándose la botella a la boca y casi acabándola en seguida. Era la excusa más patética que haya hecho en su vida. Su cerebro al parecer aun estaba volviendo del desvanecimiento.

Y Gales seguía acercándose. Ahora parecía un intento suicida.- pues yo sí. Por favor, Jackson-.

Y Zöe, que había seguido a su hermana, rió ligeramente, abrazándola para reconfortarla- ¡lo sabía!-no se había equivocado. Tyson le debía dinero.

Suspiró, su amiga siempre era igual, testaruda, si seguía así la mayor de las Jackson's no la dejaría tranquila, y eso ella lo sabía.

- ¿y si la escuchas? , Ella solo quiere hablar, y, en el mejor de los casos, te dejará tranquila

Daniela no sabía qué hacer, el estúpido de Gales estaba ya casi tocándola, y eso no lo permitiría, pero tampoco podía dispararle, su tío Jason se lo había pedido, así que lo esquivo y corrió al lago, era donde más segura estaba , necesitaba hablar con Artemisa.

-No lo sé-suspiró, luego de haberse bebido toda la botella. Su color de piel aun no estaba totalmente recompuesto.

Ella en realidad no quería saber de lo que iba a hablarle. Mejor si Charlotte la dejaba tranquila de una vez. Así era más fácil para Victoria olvidarse de lo que sentía por Charlie.

En cambio, Gales ya estaba cansándose de ser evitado así, sin saber la verdad de por qué Daniela lo evitaba así de mal.

Pero pronto, los dioses lo sabían, se iban a enterar.

Charlie no se iba a quedar tranquila, no señor, la busco por los lugares que ella frecuentaba y la encontró debajo del árbol con Isabella, esto hizo que frunciera el ceño - aquí estabas.

-No puede...- nadie sabrá qué iba a decir la sorprendida pelinegra, porque en seguida cayó inconsciente. Y no era la única. Sus amigas en la arena, Daniela en el lago, los dos chicos en la orilla de ésta, Isabella y Charlotte también. Una oleada masiva de desmayos.

Esto era algo hecho por los dioses.

Y termina de confirmarse al todos desaparecer en segundos.