Amanece en las soleadas calles de Piedmont, California, entre todo el bullicio que formaban los autos circulantes, se podía apreciar que la gente ya comenzaba su rutina diaria, siendo ir a trabajar, o preparándose para ir a la escuela. Dentro de un edifico, en una de las pocas habitaciones que tenía unos de los departamentos, encontramos a un hombre dormido sobre su escritorio, con un montón de papeles rodeando las áreas que no ocupa, en total penumbra.
La puerta de la habitación se abre, y unos pasos resuenan acompasados mientras unos pequeños pies sortean todo el lugar hasta legar frente a la silla donde está el hombre.
- Papá… papá, despierta- La pequeña figura de una niña mueve las piernas del hombre, que no da señales de vida. Con determinación, se aferra a las piernas del hombre y se eleva a sí misma, consiguiendo con esfuerzo ubicarse en el regazo del mayor- Papá ¡Despierta!
- ¡Ah!- El hombre se sorprende por el repentino grito y termina cayendo de espaldas con la silla- ¡Auch! ¿Qué es lo que pasa?- Trata de levantarse, y siente un peso extra sobre su pecho- ¿Rin?
- ¡Papá buenos días!- La pequeña niña estaba sobre el hombre, sonriente, el mayor solo removió su cabello y la sentó a un lado.
- Buenos días. ¿Por qué me despiertas así?
- Es tarde.
- ¿Eh?- El hombre se endereza y ve la hora en el reloj de pared- ¡¿7:15? Es muy tarde!
Con rapidez se levanta y toma a la niña en sus brazos, corriendo fuera de la habitación, pasa por un corto pasillo, abre una de las tres puertas mostrando un cuarto, con varias decoraciones de princesas, toma una toalla del tendedero y un gancho con un pequeño uniforme, toma otro par de objetos y sale, deteniéndose frente a la otra puerta que está justo frente a la anterior, abriéndola mostrando un baño moderno. Llena la tina de porcelana y baja a la niña, dejando colgado a un lado el uniforme.
- Bien Rin, papá necesita que te des un baño en lo que él prepara el desayuno.
- ¡Si!
- Buena niña.
El mayor sale de la habitación dejando a la menor quitándose el pijama y corre en dirección a la pequeña cocina, sacando harina y huevos, también un poco de leche y pan se pone manos a la obra. Pasaron veinte minutos y ya con el desayuno listo va al baño encontrándose con su hija terminando de vestirse con la parte superior de su uniforme.
- Rin- La llama poniéndose en cuclillas y ella corre a sus brazos donde la alza del suelo- ¿Sin problemas con la ropa?
- ¡Sin problemas!- La menor alza los brazos victoriosa.
- Esa es mi niña, vamos, es hora de comer.
- ¿Qué hay para comer?
- Huevos y tostadas.
Deja a la niña en un asiento especial y se sienta en frente en la pequeña mesa rectangular para cuatro personas, ambos comen alegremente, escuchando uno que otro alago a la comida del mayor por parte de la pequeña. Cuando ya no hay nada de comida, el reloj marca cuarto para las ocho. El hombre apresurado deja a la pequeña frente al televisor y se mete a la ducha, terminando en diez minutos y saliendo completamente arreglado.
- ¡Rin vámonos!
- ¡Si!- La niña apaga el televisor y corre hasta su padre, quien lleva la mochila de la pequeña
además de un bolso propio.
Salen de su hogar, dejando todo apagado y llegan a la calle, donde el hombre la carga y comienza a correr. Llevando ya unas tres calles, el hombre ve la hora en su reloj de pulso, 8:03. Con un último impulso cruza el un pequeño parque llegando a la entrada de lo que parece ser un preescolar, con muchas madres que al verlo llegar se le quedan mirando al igual que varios de los niños que las acompañan.
- ¡A salvo!- Suspira el hombre bajando a la niña en frente de las rejas del lugar.
- ¡Bien papá!- La niña se gira asía su padre recibiendo la mochila pequeña que traía.
- Bueno Rin, ya sabes, pórtate bien, vendré por ti al medio día- Le arregla un poco la ropa- Te vez muy bien.
- ¡Gracias papá!- La niña sonrió radiante y el no evito embozar una tierna sonrisa, apreciando a su hija claramente.
De abundante cabellera castaña, completamente lisa, con ojos de un tono azul oscuro, piel pálida, aperlada, y la ropa que llevaba era un simple vestido muy holgado y grueso de color azul, que escondía una camisa rosa con un overol de mezclilla, todo completado por unos zapatos de un rosa brillante.
- Nos vemos- Termino de salir de su ensoñación dándole un beso en la frente.
- Si, nos vemos- La niña se puso de puntillas y beso la mejilla de su padre sonoramente, para luego correr dentro del lugar.
- ¿Es él?
- Si.
- ¿No es su hermano?
- No, es su padre.
- ¡¿Enserio?! Pero se ve tan joven, no debe pasar de los veinticinco.
- ¡Lo sé! Todos dicen que la niña nació cuando tenía diecinueve.
- ¡¿De verdad?!
Y hay estaban, los cotilleos que siempre corrían siguiendo a su persona, siempre era lo mismo desde hace un año, cuando su hija había entrado al preescolar. Esas madres que no tenían muchas cosas mejores que hacer además de suponer que sabían algo de su vida sexual. Pero no estaban tan equivocadas.
Él era un joven adulto de veinticinco años… bueno, veintiséis dentro de unos días. El punto era que siempre que iba a dejar a su pequeña a la escuela empezaban a correr lo rumores, claro que ellas se aburrían, pero gracias a las recién llegadas que preguntaban por él, las cosas volvían a empezar.
Sin darle mucha más importancia reviso su reloj, cayendo en cuenta de que se le hacía un poco tarde para llegar a su trabajo. Corrió por la avenida principal luego de pasar el pequeño parque con cerezos importados por la alcaldía y no se detuvo hasta llegar a un gran edificio donde entro rápidamente.
- Buenos días Yanet- Saludó a la secretaria de turno, y ella le regalo una sonrisa, pasándole un gafete y una taza de café.
- Buenos días señor Pines, su hermana lo espera arriba.
- Gracias- Contesto tomando lo que le era ofrecido y entrando al elevador.
Ubico el gafete en su lugar, donde se leía su nombre, Mason Pines. Sonrió al leer el gafete y después le dio un sorbo a su café. Las puertas se abrieron y entro a la gran sección de oficinas, recibiendo varios saludos de los presentes, hasta llegar a la oficina más grande, con el nombre Mabel Pines grabado en el cristal.
- Hey Bro-Bro- Saludo la chica de cabello castaño largo vistiendo un vestido rosa formal desde el escritorio.
- Hola Mabs- Avanzo despacio por el lugar hasta llegar al frente del escritorio sentándose en una de las sillas que ahí se hallaban- ¿Cómo va todo?
- Muy bien, las ventas subieron de nuevo, espero me traigas el nuevo…
- Por supuesto- Respondió sacando de su mochila un montón de hojas junto a una memoria USB pasándoselos a su hermana- Volumen tres.
- ¡No esperaba menos de mi escritor estrella!
Si, era escritor, de novelas de misterio, siempre fascinado por aquello que no puede explicar, y tenía la gran ayuda de que su hermana era jefa de unas de las más grandes editoriales de la industria, todo por nunca perder su gusto de adolescente. ¿Quién lo diría?
- En fin Dipper ¿Cómo le va a Rin? Hoy empieza su segundo año de preescolar ¿No?
- Si- Dipper, el apodo que le puso su hermana y por el cual lo llamaban todos sus amigos- La deje en la escuela hace poco, aunque me quede dormido y casi llegamos tarde.
- Eres todo un caso hermanito… ni siquiera pudiste elegir otra cosa para venir a verme.
- ¿Qué tiene de malo mi ropa?
- ¡Es muy simple!- Él vestía con una camisa roja, una sudadera negro unos jeans negros y unas zapatillas de color rojo oscuro, contrastando con su bolso bandolero de color negro con vinotinto- Nunca te arreglas ni un poco para venir.
- ¿Para qué me arreglaría si solo vengo a saludar a mi hermana y entregar mi trabajo?
- ¡La próxima vez quiero que traigas mínimo una corbata!
- Si, si, como digas Mabel- Se levantó de la silla y camino hasta la puerta- Espero ver mi parte en cuanto salga.
- Claro, el nuevo número de "En la Niebla" seguramente se venderá igual de bien que los anteriores en el mercado adolescente.
- Te creo… después de todo tu todavía eres como una adolescente- Dejo el lugar antes de que su hermana pudiese replicarle algo.
Su vida era tranquila, sin mucho de lo que preocuparse, tenía dinero más que suficiente y tiempo para pasar con su hija. Si, para Mason Pines, la vida era buena…
- ¡Di-Disculpa!
Se encontraba nuevamente en el parque de los cerezos, con un libro de física en las manos, sentado en una banca cuando escucho ese llamado, alzo la vista, al tiempo que el viento soplaba, tirando las rosadas hojas de los árboles, demostrando que estaban en primavera.
- ¿Podría ayudarme? Necesito encontrar una dirección.
La joven mujer que estaba frente a él, era muy bonita, de cabellera rubia, figura definida, pero no exuberante, vestida con un vestido simple no muy ajustado de tono lavanda, acompañado de una chaqueta ligera de color morado, unas pantimedias negras y unos tacones igualmente negros, en combinación de un bolso similar al suyo, de negro con vino tinto.
- Claro- Se levantó unos segundo después de su llamado, aunque para él había parecido una eternidad el tiempo que la estuvo mirando- ¿Dónde necesita ir?
- Es esta dirección- Le enseño una anotación en un pequeño cuaderno- Mi celular se quedó sin batería, y soy nueva en la ciudad…
- No necesita dar explicaciones- Le sonrió calmándola, le indico que el sitio que buscaba era pasando el parque y a unos edificios más al sur- Espero haberle sido de ayuda.
- Gracias, eres todo un salvavidas- La rubia le sonrió y Dipper pudo apreciar sus ojos, de un bello color azul cielo, con pequeños y casi imperceptibles toques de lila- Ya debo irme.
- Claro…- La observo marcharse, ella paró y se giró para verlo.
- ¡S-Soy Pacifica Northwest!
- ¡Mason Pines!- Le regresó el grito sonriendo- ¡Bienvenida a la ciudad!
Vio como ella le lanzaba una enorme sonrisa y regresaba a su camino lo más rápido que sus tacones se lo permitían.
- Pacifica, eh…- Con una sonrisa, decidió volver a su casa, pensando en que prepararía ese día para el almuerzo.
