Cap.1 El inicio.

"Diganos la verdad, Sra. Isabella. Solo así podremos ayudarla"- la voz masculina, se abria paso entre las demás voces.

-Tendría que empezar por el principio Doctor Silverman, para que usted pueda compreder mis motivos, todo empieza desde el principio.

-Tengo todo el tiempo del mundo Isabella y usted también.-El Doctor se sentó en un sofá mientras Isabella estaba sentada en una silla algo incómoda y dura, estaba esposada a ella pero eso no le dolía, lo que tenía completamente destrozado, era el corazón.

-Todo comenzó cuando me mudé a Forks con mi padre, el jefe de policia del lugar. En la escuela lo conocí. Eramos adolescentes y yo iba muerta de miedo hacia lo desconocido. Pero no podía dar marcha atrás.- Su relato llevó al doctor a imaginar los sucesos que retrocedían en el tiempo 18 años atrás.

-Llegué a casa de mi padre Charlie Swan, y aunque él hacia todo lo posible porque me sintiera cómoda, sentí que me seguía tratando como una niña, la niña que años atrás habia dejado esa casa con su madre luego de divorciarse. Mi padre -suspiró quedamente al recordarlo, al parecer recordando momentos del pasado- no pudo superar su partida y jamás se casó. Vivió en la misma casa, eso me puso algo triste por él, él merecía ser feliz.- Una lágrima rodó por la mejilla de Isabella, luego fue otra más y luego otra. Finalmente se limpió con el pañuelo desechable que sacó de la cajita que tenía a un lado. Respiró profundo y continuó su relato.

-Me sentía excluida de todos lados, era lo que se dice "un bicho raro". En la escuela no fue diferente, de inmediato me sentí apartada ya que no congeniaba con nadie de ahí. Era pésima para los deportes, no iba a la moda, no me interesaban los chismes de las chicas, y solo me dedicaba a estudiar. Era el clásico ratón de biblioteca. Hasta que un mes después conocí a Edward Cullen.

Y cambió mi vida por completo.

No fue fácil el comienzo, porque él era extremadamente guapo, y yo era insulsa y sin gracia. Yo misma sabía que no tenía posibilidad alguna con aquel Dios griego. Se pasaba la mañana del gimansio a las clases y siempre rodeado de las más guapas de la escuela, a veces nuestras miradas se cruzaban y hubiera podido jurar que me guiñaba el ojo, pero eso solo eran imaginaciones mías.

En vaarias ocasiones pensé que me hablaba y para mi bochorno, era a las chicas alrededor mío, y se convirtió en mi obsesión personal,luego supe que tenia otros hermanos, Jasper ya iba de salida ese año, su otro hermano Emmet ya estaba en la universidad en otro estado.

Su familia era acaudalada, y eso era extraño, alguien rico, como ellos, viviendo ahí, en un pueblo olvidado de Dios, donde casi siempre llovía. Luego supe que Esme Cullen, la madre de Edward tenía una rara enfermedad que no toleraba el sol, y por lo tanto su marido, Carlisle Cullen, un importante cirujano plástico encontró Forks ideal para que ella no sufriera con el sol.

Yo extrañaba el calor de mi antiguo hogar, y Forks se me hacia tan gélido tanto en clima como en gente. Las pocas personas que me hablaban eran agradables, pero no siempre estaban conmigo, y era entendible. A veces él saludaba con la mano en dirección mía y me gustaba imaginarme que era a mi a quien saludaba, que era yo quien le llamaba la atención.

Las semanas pasaron y luego de dos meses de escuela, un día al salir de clases comenzó a llover torrencialmente. Subí a mi destartalada pero amada camioneta y me fui, pero tuve la mala suerte de que en plena carretera, a mitad del bosque se quedara como un monumento al pasado. No me quedó otra opción más que comenzar a caminar, cuando todos los intentos por que mi camioneta arrancara fueron en vano. Solo con un sueter que a los pocos segundos quedó empadado, comencé a caminar tratando de apresurar el paso sin matarme en el intento.

Habia caminado como 10 minutos cuando escuché un claxon y luego un volvo plateado se paró junto a mi, la cortina de agua era densa y yo estaba completamente mojada. Bajó el vidrio de la ventana del copiloto y entonces lo ví. Sus hermosos ojos verdes refulgieron calidamente cuando me di cuenta que trataba de decirme algo, me acerqué un poco para no mojar el interior del auto.

-Sube, ya estas empapada y te puede hacer daño, te llevo a tu casa.- Lo miré dubitativa, no sabía si aceptar o no, me daba vergüenza subir a su auto porque lo dejaría como una pecera.

-Gracias, no. Puedo llegar a casa sola. Te lo agradezco.- Y comencé a caminar, el auto me siguió y se volvió a detener, y esta vez él se bajó del auto.

-No seas necia, o te ahogarás antes de llegar a tu casa, ¿no ves que esta es una mega tormenta? Ahora sube o me veré obligado a cargarte y subirte al auto-el tono con el que lo dijo, me desarmó y finalmente subí.

-Al estar dentro, el sonrió y yo me quedé en el limbo. No podía ser más guapo que en ese momento, todo en el irradiaba sensualidad y elegancia.

-Me alegra que hayas accedido, de lo contrario, te hubiera tenido que cargar y nos hubieramos tardado más.- Me sonrojé ante su comentario, porque el auto habia quedado anegado conmigo. Pero al parecer el leyó mi pensamiento.

-No te preocupes por el auto, solo es un objeto, y que te enfermes no está bien.-Creo que pensó que estaba enfadada porque no decía nada pero lo que no sabía es que yo estaba en shock, alguien tan guapo como él fijandose en alguien como yo, no tenía sentido. Nunca nadie habia tenido una atención asi para conmigo.

-Eres muy linda, Isabella, ¿verdad?- Sabia mi nombre y eso solo hizo que me sonrojara salvajemente.

-Bella, soy Bella-contesté algo insegura.

-Mucho gusto, yo soy Edward, Edward Cullen. Por fin me hablas.-Y en menos de lo que pensé, ya estabamos en mi casa. Mi padre llegaría hasta muy tarde, asi que no habria ningún problema.

-No sabes el gusto que me da poder hablar contigo Bella, me moria de ganas por conocerte y hablarte, las veces anteriores pensé que era molesto para ti, por eso decidí no continuar.¿Que él intentaba hablarme a mi? No lo podía creer, de verdad no podía ser cierto. Mi obsesión personal SI queria hablar conmigo, convivir conmigo. No lo podía creer. Un sueño hecho realidad.

-Deberías cambiarte la ropa o te enfermarás-me dijo esas palabras de tal manera que sentía derretirme por dentro. Asentí estupidamente y subí las escaleras rapidamente agradeciendo al cielo no haber tropezado ni una vez.

Me quité la ropa y cuando me iba a poner un sueter, unas manos cálidas me tomaron de la cintura. Volteé sorprendida y asustada, y vi a Edward que estaba mirandome de una manera para nada normal, sus ojos estaban cargados de pasión, de una pasión arrebatadora y sus manos me atrajeron hacia él.

No podía decir nada, no pude ni quise. Sobraban las palabras. Cuando me acercó a él, me besó de una manera apasionada y aprensiva, y en medio de mi sopor y sorpresa, sentí su erección repegada a mi é en medio de su beso, que él profundizó más. Yo me fundía en sus brazos, sus manos lentamente comenzaron a recorrer mi cuerpo haciendo que con cada toque suyo, mi cuerpo estallara en llamas y deseo. Y cuando quise reaccionar, estabamos en la cama en un frenetico y erótico movimiento que me hacia pedir más y sentir que desfallecía de emociones y sensaciones que jamás pensé pudieran existir.

Sus labios pegados a mi oído me susurraban frases como: ¡Te deseo! ¡Te necesito! ¡Desde que te vi, no dejo de pensar en ti! y la frase que se clavó en mente y corazón fue: ¡Ahora eres mía, sólo mía!

Ese día conocí el amor en brazos de Edward Cullen.